Etapa 5: Pola de Lena - Mieres | Al Loro

Distancia: 
14,0 km
Duración: 
3 h 30 min
Dificultad: 
1
Paisaje: 
2

Si bien los más preparados tal vez decidan acometer de tirón los 31,9 kilómetros que separan Pola de Lena de Oviedo, nuestra sugerencia es dividir lo que queda de camino en dos etapas (la de hoy plácida, la segunda más exigente).

El recorrido de la jornada, llano y muy llevadero, discurre mayoritariamente por pistas asfaltadas y aceras urbanas, con un tramo peligroso por el minúsculo arcén de una carretera (salvo que lo evitemos tomando una variante por bosque, a menudo intransitable, ver en Recorrido). Estamos en la cuenca de los ríos Lena y Caudal, con considerable actividad industrial, donde se entrelazan la autovía A-66, la carretera AS-375 y dos líneas de ferrocarril.

Hoy disponemos de bares en Villallana, en el pueblo de Ujo y por supuesto en Mieres, ciudad grande que cuenta con todos los servicios.

Muy atentos a la salida de Pola de Lena, pues todavía quedan señales del antiguo trazado que seguía de frente por la carretera AS-375, muy peligrosa; nosotros debemos girar a la derecha justo después del colegio Sagrada Familia – El Pilar, para superar una rotonda y, ya al otro lado del río, tomar una pista asfaltada que avanza en paralelo a la autovía.

Por este núcleo pasaba hace 2000 años una calzada romana, convertida más tarde en el Camín Real entre Castilla y Oviedo; muestra de ello son los nombres de varios caserones utilizados antaño como alojamiento para comerciantes y viajeros: el Hospitalón, la Alberguería, el Portalón, la Venta, la Casa Postes… así como los restos de un hospital de peregrinos, fundado en el siglo XVI.

La ciudad de Mieres del Camino o del Camín (seguro que adivináis a qué camino se refiere) es la capital del conceyu de Mieres; el municipio cuenta con 36.000 habitantes, de los cuales 22.000 viven en el núcleo urbano.

Desde el año 2021 —y hasta que se habilite un nuevo albergue— los peregrinos con credencial pueden hospedarse en la residencia de estudiantes de Barredo, donde es obligatorio reservar con antelación; atención a los horarios, tanto el de registro (máximo a las 17:00) como el de salida por la mañana.

La ciudad es la cabecera de una importantísima cuenca minera, hoy en franca recesión; aquí se instaló en 1840 una gran industria siderúrgica vinculada a la explotación de minas de carbón de hulla, bajo unas condiciones de trabajo terribles. Se conservan vestigios de dicha actividad como el pozo Barredo con su característico castillete, la boca del socavón de Mariana o varias centrales termoeléctricas; una de éstas queda a pie del camino, poco antes de Ujo.

Entramos en la ciudad por el ahora peatonal puente de la Perra, construido en 1874 y substituido en 1933 tras una inundación; el nombre se refiere a la moneda de una perra, que era el peaje que debía pagarse por cruzar el antiguo puente (diez céntimos de peseta —una perra gorda— o cinco céntimos si era perra chica); la expresión popular hace referencia a la figura que aparecía en el reverso de la moneda, un león rampante, la verdad poco agraciado y que, con el desgaste, acababa pareciendo un can.

Cada mes de marzo se celebran en el pueblo unas jornadas gastronómicas dedicadas al pitu de caleya (pollo de aldea o de sendero), criado en libertad y cuya carne se adoba previamente; suele servirse guisado, acompañado con patatines.

Entre las especialidades de la comarca cabe destacar el pote mierense con rabadal, los arbeyos (guisantes) con jamón y el queso de Urbiés, elaborado artesanalmente en una aldea cercana; los amantes de la repostería disfrutarán con los conseyos paserinos (unas rosquillas horneadas), las casadielles del valle de Cuna, la tarta Dalia (también conocida como Jardín de Mieres) o las deliciosas mierensines (tartaletas a base de compota de manzana).

En la plaza de San Juan, en el barrio de Requexu, tenemos el monumento al Escanciador; sería un pecado pasar por aquí y no sentarse en cualquiera de sus terrazas para disfrutar de unos culines de sidra servidos a la manera tradicional.