Etapa 1: Palencia - Amayuelas de Abajo | Al Loro

Distancia: 
31,3 km
Duración: 
7 h 30 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
2

SOBRE PALENCIA:

La ciudad es pequeña y tranquila, perfecta para conocerla mientras paseamos por ella, pues todo queda muy a mano. Nuestra sugerencias es que dediquéis un día completo a la visita, os sorprenderá gratamente.

No podemos dejar de visitar la catedral de San Antolín, la tercera mayor de España, que recibe el apodo de la Bella desconocida: el templo gótico, erigido sobre una cripta visigoda, es del siglo XIV y cuenta con un impresionante retablo mayor renacentista. También son muy interesantes la iglesia de San Miguel (s. XI-XIII, donde se casaron el Cid y doña Jimena), el Museo de Palencia en la Casa del Cordón (magnífica colección arqueológica, de entrada gratuita) y el Museo Diocesano (con obras de Juan de Flandes, Pedro Berruguete, Zurbarán y Alejo de Vahía).

La arteria principal del casco histórico es la calle Mayor, flanqueada por soportales; destaca en ella el Colegio Villandrando (1911), obra de Jerónimo Arroyo, ejemplo de modernismo floral con elementos neogóticos. Aquí se rodaron en 1956 los exteriores de la famosa película Calle Mayor de Juan Antonio Bardem; durante su estancia en Palencia el director fue detenido por la policía franquista, lo que provocaría un conflicto diplomático.

Os recomendamos visitar el Cristo del Otero, erigido en 1931 sobre un cerro que corona el skyline de la ciudad; con más de 20 metros de altura, es el mayor de España y uno de los más altos del mundo. El monumento es obra del escultor Victorio Macho (1887-1966), cuyos restos mortales fueron enterrados bajo su base, y dispone de un museo-centro de interpretación con entrada gratuita.

En la subida hacia el Cristo veremos la ermita dedicada a Santo Toribio, obispo de Palencia hacia el año 527 y segundo patrón de la ciudad. Según cuenta la leyenda, este es el lugar donde Toribio fue apedreado por los lugareños mientras predicaba, tras lo cual la ciudad sufrió como castigo un devastador desbordamiento del río Carrión. En recuerdo —o como desagravio— de ello, cada año se celebra aquí una gran romería popular durante la cual se apedrea a los asistentes con bolsas del típico pan y quesillo.

Son famosas las procesiones de la Semana Santa palentina; destaca la Llamada de Hermanos, con toques de corneta –el tradicional Tararú– y golpes de vara en las puertas, con los que se invita a los cofrades a participar.

SOBRE LA ETAPA:

La credencial específica del Camino Lebaniego Castellano se recoge en la Oficina de Turismo (calle Mayor, 31), donde os pondrán el primer sello; también podéis consultar los horarios de visita de los monumentos de la ciudad y de toda la provincia. A 500 metros de allí tenemos la catedral de San Antolín, otro buen lugar donde sellar.

El punto oficial de inicio, con la primera flecha y un panel explicativo, se halla en la dársena del Canal de Castilla, al otro lado del río Carrión, a apenas 400 metros del centro de la ciudad. Desde allí seguiremos el camino de servicio junto al canal, con sus aguas siempre a nuestra izquierda.

El Canal de Castilla es la mayor obra de ingeniería de la España del siglo XVIII. Bajo el impulso del Marqués de la Ensenada, ministro ilustrado del rey Fernando VI, este ambicioso proyecto pretendía crear una red de transporte fluvial para dar salida a los cereales y la lana castellanos hacia el puerto de Santander. Las obras se iniciaron en 1753 y continuaron de forma intermitente hasta 1849; en total se construyeron 207 kilómetros en forma de «Y» invertida a través de las provincias de Palencia, Burgos y Valladolid.

A partir de mediados del siglo XIX, con la llegada del ferrocarril, el Canal de Castilla dejó de tener utilidad como vía de transporte, siendo reconvertido en una gran conducción de agua potable y de riego, aprovechando también su fuerza motriz para harineras y pequeñas centrales hidroeléctricas.

El único pueblo intermedio es Grijota, ligeramente a la izquierda de nuestra ruta, con varios bares y restaurantes. A partir de allí ya no encontraremos nada de nada hasta Amayuelas de Abajo, donde hay un restaurante-albergue rural (imprescindible reservar) y un bar.

El trazado junto al canal, siempre por camino de tierra y sin desniveles, resulta idóneo para los ciclistas, que avanzarán muy rápido. En bici las dos primeras jornadas podrían ser Palencia-Frómista (unos 44 km) y Frómista-Alar del Rey (64 km).

En el ecuador de la jornada pasaremos por la abandonada Venta de Valdemudo, donde en su día se alojaban operarios del canal y marineros de sus embarcaciones, así como pastores trashumantes de la Cañada Real Leonesa; también disponía de barracones para los numerosos presidiarios que redimían pena a cambio de trabajar en las obras del canal.

Este lugar, ahora deshabitado, es emblemático en la historia del Canal de Castilla, pues es aquí donde comenzó su construcción el 16 de julio de 1753; décadas más tarde se erigió un monumento, que veremos en lo alto del grupo de tres esclusas. Fijaos, pocos metros antes, en el encuentro entre las aguas del Ramal Norte, tomadas al río Pisuerga, y las del río Carrión, que prosiguen formando un azud.

Para llegar al pueblo de Amayuelas, una pedanía del municipio de San Cebrián de Campos, debemos dejar el canal, cruzando el puente de Bezana a mano izquierda, y seguir por carretera local, en ascenso, durante 2,0 km.

En las últimas décadas este pueblo ha sido repoblado por familias que defienden un estilo de vida ecológico. Entre estos activistas de la sostenibilidad están Melitón y María José, que llevan el albergue y el restaurante. No perdáis la oportunidad de charlar con ellos sobre cómo aprovechar los recursos naturales: sus reflexiones son de una lucidez aplastante.

El plato más conocido de estas tierras es el lechazo churro; también os recomendamos la menestra palentina, la morcilla de Villada, las lentejas pardinas o la tradicional sopa castellana, más conocida como sopa de ajo.

Entre los postres destacan las hojuelas con miel, así como las rosquillas y la cazuela de San Antolín, tarta elaborada en cazuelas de barro que se suele comer en septiembre, durante las fiestas del patrón de la ciudad.

Por lo que respecta a la elaboración de vinos, la provincia palentina cuenta con dos denominaciones de origen: la D.O. Arlanza (compartida con otras zonas de Burgos) y D.O. Cigales (compartida con Valladolid).