Palencia

Palencia está situada en la llanura de Tierra de Campos, a orillas del río Carrión que atraviesa la ciudad; en las inmediaciones del casco urbano hallamos también una dársena y un ramal de conexión del Canal de Castilla, utilizados para la carga de mercancías hasta la llegada del ferrocarril, cuyos antiguos almacenes de depósito albergan actualmente el Museo del Agua. La actividad económica de Palencia se centra hoy en el ramo agroalimentario, la industria del automóvil y el sector de servicios, destacando por ser una de las ciudades de España con mayor superficie de espacios verdes por habitante. Su casco antiguo, con calles peatonales y numerosos edificios con valor monumental, fue declarado en 2018 Bien de Interés Cultural en la categoría de conjunto histórico. 

La ciudad romana de Pallantia fue erigida sobre diferentes asentamientos vacceos, tribu celta que controló la cuenca del Duero hasta el siglo I aC. Es de origen romano Puentecillas, puente que permitía el acceso a la isla fluvial del Sotillo de los Canónigos y que sería remodelado durante la Edad Media. El esplendor de la ciudad se mantuvo en época visigoda, convertida en el siglo IV en sede episcopal; restan vestigios de ello en la cripta de San Antolín (bajo la actual catedral) y en la cercana localidad de Baños de Cerrato, con la iglesia de San Juan de Baños, del siglo VII, considerada la obra cumbre de la arquitectura visigoda en la región. Uno de sus primeros obispos fue Toribio, ermitaño que en torno al año 527 predicó aquí contra la herejía priscilianista, cuyo apedreamiento dio origen a la popular romería del “pan y quesillo”, que se celebra cada año durante el mes de abril.

Tras la dominación musulmana, el rey Sancho III el Mayor recuperó la diócesis palentina y procedió a la reconstrucción del templo dedicado a San Antolín, consagrando el nuevo edificio en el año 1035. Fue un período turbulento en la historia de la ciudad, pero ésta pronto retomaría su crecimiento demográfico, favorecido por la pujanza económica y por la concesión de fueros reales; durante el siglo XIII albergó la sede de la primera universidad del reino, denominada Estudio General de Palencia, institución educativa nacida entre 1208 y 1212 a instancias del obispo Tello Téllez de Meneses, y que desaparecería unas décadas más tarde. 

En 1388, durante el asedio de la ciudad por las tropas del duque de Lancaster, ésta fue defendida heroicamente por sus mujeres (en ausencia de hombres y soldados, que habían partido meses antes hacia otro campo de batalla); tras esta gesta, el rey Juan I concedió a las féminas palentinas el privilegio a perpetuidad de recibir trato como Caballeros de Honor y, en consecuencia, el derecho a lucir la banda de dolor oro que corresponde a dicha distinción, hasta entonces reservada exclusivamente a los hombres; hoy en día esta banda dorada sigue formando parte del traje regional.

Durante la Baja Edad Media y el Renacimiento se construyeron en la ciudad grandes iglesias y monasterios, algunos patrocinados por la nobleza, otros por los señoríos eclesiásticos e incluso por la propia diócesis, que en los siglos XIV y XV era de las más extensas y ricas de Castilla. A partir del siglo XVI llegaría un periodo de prosperidad económica a raíz del auge en el comercio de la lana y la harina; finalmente, en el siglo XVIII Palencia acogió la construcción del Canal de Castilla, el mayor proyecto de ingeniería civil en la España ilustrada, impulsado bajo los reinados de Fernando VI y Carlos III. El canal, tras su nacimiento en Alar del Rey, cuenta con 38 esclusas a lo largo de la geografía palentina, y es el trazado que utilizaremos durante las primeras etapas del Camino Lebaniego Castellano.