Etapa 29: Morlaàs - Lescar | Al Loro

Distancia: 
19,5 km
Duración: 
4 h 45 min
Dificultad: 
1
Paisaje: 
2

Las mejores áreas de descanso, además a la sombra, se localizan en el bosque de Bastard, que en cierto modo se ha convertido en un gran parque urbano, a toda hora concurrido, y en el parque des Carolins, habilitado alrededor de una laguna entre Lons y Lescar.

Pese a circular por un entorno urbano, a lo largo de la jornada no vamos a encontrar en el Camino, a no ser que nos desviemos, ni tiendas ni panaderías.

Toda la etapa, que prácticamente carece de desniveles salvo al inicio y al final, es apta para los bicigrinos, que tendrán tiempo de sobra, dada su cortedad, para desviarse a Pau y conocer su centro histórico. Tan sólo en Lescar, en vez de seguir el GR será preciso proseguir directamente hasta la catedral.

Para quien se sienta tentado a conocer la ciudad de Pau, sepa que desde el centro (Les Halles, Verdún, etc.) se puede tomar la línea 6 de autobús urbano, que en 20-25 minutos nos dejará en el centro de Lescar.

El albergue de peregrinos, en pleno casco antiguo y detrás de la catedral, se cuenta entre los mejores del Camino de Arles. ¡Imprescindible!

Los mercados se celebran en la Allée des Près (en la parte baja, justo por donde sale el Camino), los miércoles de 15:00 a 19:00 y los domingos de 9:00 a 13:00

Vinculado a la historia del Béarn, su principal monumento es el château. Su origen está en una torre fuerte medieval o donjon, a la que Gaston Fèbus añadió una torre de ladrillo de 33 m de altura (s. XIV), que aún se conserva. Nuevas reformas tuvieron lugar con Gaston IV (s. XV). Más tarde, los reyes de Navarra lo ampliaron con carácter palaciego en el s. XVI, creando también sus jardines. En el s. XIX sería restaurado por Louis-Phillipe I y Napoleón III, que con criterio romántico recrean su interior. En la actualidad es un Museo Nacional.

Alrededor del castillo contemplamos algunas trazas del barrio medieval, pero Pau se presenta, sobre todo, como una ciudad del s. XIX en adelante. Al borde de la plataforma, elevada sobre la Gave de Pau, se extiende el ajardinado Bulevar des Pyrénées, belvedere panorámico sobre el Jurançon y la cordillera que se prolonga, ante elegantes villas y mansiones decimonónicas, hasta el Palacio de Congresos (1899) y el Parque Beaumont, de estilo inglés. Desde el bulevar desciende a la gare un funicular, gratuito, que data de 1908.

La ciudad cuenta con dos museos de excelente nivel: el de Beaux-Arts, con una completa pinacoteca que incluye obras del Greco, Ribera, Zurbarán, Brueghel el Viejo, Jordaens, Teniers, Rubens, Luca Giordano, Corot o Degas, y esculturas de Rodin o Boucher; y el Bernadotte, mariscal de Francia napoleónico que acabaría siendo rey de Suecia, cuya colección incluye pintura, escultura, muebles, armas y otros objetos.

Los peregrinos hemos de visitar la iglesia de Saint-Jacques, neogótica de 1868, que además de sus vidrieras contiene pinturas alusivas al titular. De mayor porte, la iglesia de Saint-Martin también es neogórica y data del s. XIX, constando de una alta torre.

En cuanto a la catedral románica de Nôtre-Dame, fue comenzada en 1120 y consagrada en 1145, y consta de una única nave con triple cabecera de ábsides semicirculares. Sin portadas escultóricas, en el interior posee una buena colección de capiteles, varios de ellos repuestos en el s. XIX. En el suelo de la capilla mayor se puede ver un curioso mosaico del s. XII en el que se representan escenas de caza: destaca la figura emblemática de un arquero moro, con su pierna de palo, que está en el sello de los peregrinos.

De la cerca medieval perduran algunos fragmentos, con la puerta de l’Esquirette frente a la fachada de la catedral. Del palacio episcopal sólo resta la torre de l’Évêché (s. XIV). Desde la Place Royale se divisan majestuosos, del mismo modo que en Pau, los Pirineos recortándose sobre la Gave. Un pequeño museo de Arte y Cultura expone los hallazgos de la villa romana de Beneharnum, emplazada en el llano.

Los deliciosos vinos blancos del Jurançon, protegidos desde 1936 por una denominación de origen (en Francia AOC), se producen entre la Gave de Pau y la de Oloron. Muy apreciados desde la Edad Moderna, y muy del gusto del rey Henri IV, aquí nacido y criado (una leyenda dice que al ser bautizado, su abuelo, Henri II, frotó sus labios con un ajo empapado en este líquido), han cobrado fama por sus vinos dulces (doux). Tan solo cinco tipos de uva son autorizadas, siendo las principales la petit manseng, que se reserva para el vino dulce, que marida bien como aperitivo, siempre frío, con foie y quesos, y la gros manseng, para el seco, ideal para acompañar pescado y marisco.

El poule au pot (gallina al puchero) era uno de los platos favoritos de un gran comilón: sí, una vez más hablamos de Henri IV, aquel rey sabio del “París bien vale una misa” y el Edicto de Nantes, que puso fin a las Guerras de Religión. Muchos de los restaurantes de Pau ofrecen este sencillo pero sabroso plato -sobre todo en diciembre, para festejar el nacimiento del rey-, que no es otra cosa que pollo relleno de verduras y guisado a fuego lento, aunque algunos le han ido añadiendo otras carnes (cerdo, ternera, jamón de Bayonne), para aumentar su caché.