Etapa 11: Livinhac-le-Haut - Figeac | Al Loro

Distancia: 
24,1 km
Duración: 
6 h
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

En el caso de que la lluvia haga acto de presencia, numerosos tramos de esta etapa, buena tarjeta de visita del Lot, presentarán problemas de paso con agua y barro; no queda más remedio que ser prudentes y tener paciencia.

Revisten peligro el cruce de la D2 entre Bord y Saint-Félix, y la salida de Saint-Jean-Mirabel por la misma carretera, pues aunque existe una mínima senda paralela los coches bajan a gran velocidad. Lo mismo cabe señalar del cruce en la zona de Panacard.

Varios tramos no son recomendables para los ciclistas por su estrechez, pendiente y presencia de agua y barro. Para evitar estos inconvenientes, desde Livinhac es recomendable seguir la D21 hasta Montredon, y desde aquí la D2 hasta Saint-Jean-Mirabel.

Dado que en toda la etapa no hay tienda alguna a pie de ruta, y tan solo un restaurante en Saint-Félix, lo mejor es llevar provisiones: en la plaza de Livinhac cerró la tienda, pero existen una panadería, la boucherie con su comida preparada, el estanco con un pequeño surtido de alimentación (abre de 14:00 a 19:00, lunes y domingo también de 7:00 a 12:30) y el café, donde también preparan bocadillos y ensaladas para el viaje.

Al salir de Livinhac llegamos un cruce en el que se indica a la izquierda Chemin y de frente, la antigua traza, Route. Si vamos a pie conviene elegir la primera opción.

Antes de llegar a Montredon pasaremos junto a la Croix des Trois Évêques (Cruz de los Tres Obispos), cuyo nombre alude al hecho de estar situada entre las diócesis y antiguas provincias de Auvergne, Quercy y Rouerge, hoy de los departamentos de Aveyron, Cantal y Lot. Databa del s. XVII y ha sido reconstruida en 2013.

Si no quieres subir a Montredon puedes rodear la colina por la carretera que la circunvala al sur.

En un local anexo a la iglesia ofrecen refugio y acogida de paso con bebidas calientes y dulces (donativo).

La Capilla de Guirande, dedicada a la Magdalena, es de los s. XIII y XV, y destaca por sus frescos góticos de la vida de la santa, con el Tetramorfos en la capilla mayor (de marzo a noviembre de 10:00 a 17:00).

La Iglesia, dedicada a Sainte-Radegonde, muestra un tímpano románico del s. XI en el que, con gran ingenuidad, aparecen representados Adán y Eva a ambos lados del árbol del Bien y del Mal, en el que se enrosca la serpiente.

Un sitio excelente para parar a comer es el Halte du Marcheur, con muy buena área de picnic, agua, ducha, e incluso una sala con lavadora y secadora de libre uso. ¡Superbe!

Quien vaya a pernoctar en los albergues de Seyrignac, desde Saint-Jean-Mirabel podrá seguir 1,2 km la D31, y luego un camino a la izquierda que se dirige a la localidad. También es posible acceder al lugar desde Panacard (más corto). Una vez en Seyrignac se puede continuar por la carreterilla local que se aproxima al río Célé y confluye con el GR antes de entrar en Figeac.

Por su cálida acogida, en régimen de donativo y atendido por hospitaleros voluntarios, el Carmel es uno de los albergues más singulares de este camino. Un único problema: ¡sólo tiene 8 plazas, por lo que conviene reservar…, y tener mucha suerte ese día!

Los mercados al aire libre, con presencia de muchos productores locales, tienen lugar la mañana del sábado (el segundo y último del mes es una feria, con más concurrencia, y dura hasta las 17:00). Los puestos se instalan en las plazas del casco antiguo (Barthal, Vival, Carnot, Champollion) y la Rue de la République.

Para la compra, en el centro están el E. Leclerc Exprés, muy surtido en la esquina Clermont/Gambetta (de 8:30 a 19:30, cierra domingo), y un Casino Shop en la Place Carnot (en temporada abre a las 7:30).

Resulta sorprendente su conjunto histórico, sin par en el Camino dada su dimensión y el gran número de edificios medievales que conserva repartidos por sus calles, algunas muy estrechas y con pasadizos abovedados, y singulares plazas, como la dedicada a Champollion. Muchas de estas construcciones del Medievo, con su estructura de madera, ladrillo y barro, muestran voladizos con los que ganaban espacio habitable (en francés à colombages).

Ciudad natal de Jean-François Champollion (1790-1832), hijo de un librero establecido en la localidad, cuya fama como egiptólogo, y conservador de la colección egipcia del Louvre, se debe a que consiguió descifrar, a través de la piedra de Rosetta, los jeroglíficos. La plaza Champollion y el Museo Champollion en la que fue su morada familiar, dedicado a las escrituras del mundo —en el suelo de su patio, Joseph Kosuth reprodujo fielmente la piedra de Rosetta en granito negro de Zimbawe—, recuerdan a tan ilustre vecino.