Si uno observa un mapa en el que figuren los caminos que conducen a Santiago y observa uno de ellos llamado francés, verá que el trayecto Iruña-Grañón es imposible. No porque no se encuentren los 2 enclaves en el, sino por la distancia que los separa. Había caminado unos días con mi familia, los había retornado de vuelta hasta Pamplona y desde allí decidí retomar “mi” camino, justo donde lo había interrumpido el año anterior. Así que me dirigí hacia la vieja -aun- estación de autobuses. Tenia que coger un auto hasta otra capital: Logroño y desde allí transbordar en dirección a Santo Domingo de la Calzada.