Etapa 62: Viverone - Santhià | Al Loro

Distancia: 
16,5 km
Duración: 
4 h
Dificultad: 
1
Paisaje: 
2

Hemos de tener en cuenta que el agua comienza a escasear, y a falta de fuentes (algunas pueden estar secas), o cargamos con líquido suficiente o tendremos que pararnos a pedirla en las granjas.

La etapa es tan corta, y Cavaglià está tan cerca de la partida, que los más madrugadores incluso podrán desayunar allí, y los menos, tomarse algún refrigerio y comprar lo que se precise para el almuerzo.

Se puede seguir en todo momento la ruta peatonal en blanco y rojo.

La localidad cuenta con un albergue digno, en pleno centro, de libre gestión.

Hemos dicho que el castillo Rondolino está en el llano, por lo que su capacidad defensiva, al carecer de fosos, no pudo ser muy grande. En realidad la cosa tiene truco, pues estamos ante un edificio neogótico, del s. XIX e imbuido por el Romanticismo, que recrea el Medievo con sus torres y almenas.

En cuanto a la iglesia de Sant Michele, es un gran edificio entre barroco y neoclásico, de nave única y cupulado, con mucho mármol de Carrara y estucados, coro rococó y órgano neoclásico. Una vez más, ya es un clásico y como testimonio del ayer, se dejó intacta la torre románica.

Iglesia de Babilone. Saliendo de Cavaglià, al modo de una tarta, nos encontramos este templo barroco-clasicista (s. XVII), de planta elíptica y gran cúpula, un tanto fuera de contexto. Su nombre, extraño, nos trae a la memoria los jardines colgantes y la canción de Boney M, pero nada que ver: al parecer el nombre viene de Babellon. Dentro vemos un estuco policromado de la Epifanía (s. XIII).

La Autostrada Serenissima, como es conocida la A4, ha cortado sin piedad la Francígena. Aunque se ha construido un puente, por estar también muy próxima la vía férrea con sus márgenes también vallados, nos vemos forzados a dar una increíble vuelta, un lazo surrealista que parece una tomadura de pelo y marea.

Aconsejamos estampar un atractivo sello de la iglesia de Sant’Agata (sacristía), y de paso visitar su cripta románica.

La colegiata de Sant’Agata es el referente monumental de la población. Su fachada neoclásica, a lo Partenón, no emociona, y su blanco impoluto no pega ni con cola con la torre románica de ladrillo. El interior monumental, de tres naves, pertenece al mismo estilo neoclásico que tanta presencia tiene en el Piamonte, y las bóvedas aparecen decoradas con frescos del s. XIX. Acoge un notable políptico de G. Giovenone (1531) y, sobre todo, la cripta románica de Santo Stefano, del s. XII.

En las charcuterías o carnicerías se puede adquirir un embutido piamontés típico de la localidad: el salami d’la duja, una salchicha que se conserva en grasa de cerdo y se consume tanto fresca como cocida.