Etapa 21: Sansepolcro - Pian della Capanna | Al Loro

Distancia: 
17,8 km
Duración: 
6 h
Dificultad: 
3
Paisaje: 
5

Al igual que en otras ocasiones, ante la falta de las señales del CSF resulta oportuno seguir las del Camino de San Antonio, ya que ambas rutas coinciden en este sector. Una excepción: Saliendo de Sansepolcro el CSF ha sido cambiado en un corto tramo para pasar ante la capilla de la Madonna della Legna, pero el Camino de San Antonio sigue por la carretera.

En la jornada de hoy y de mañana, hasta llegar a Pieve Santo Stefano, no encontraremos tiendas de comestibles. Debemos cargar provisiones en Sansepolcro para dos días, aunque en Pian della Capanna nos ofrecerán cena y desayuno. Tampoco encontraremos ni farmacias ni cajeros.

Los únicos lugares para comer algo son Montagna, con un par de restaurantes, aunque no siempre están abiertos, y el bar del refugio de Pian della Capanna.

Los bicigrinos no debe intentar seguir esta etapa pues, aunque cuenta con tramos ciclables, alterna con otros que son impracticables (sendas de fuerte pendiente sobre la roca virgen).

Una opción puede ser la de seguir la carretera local de San Martino Val d’Afra a Montagna (4,1 km), por la que van los buses, y luego continuar por el CSF de Montagna a Pian della Capanna (es factible) poniendo pie a tierra cuando no se pueda pedalear con garantías de seguridad.

Algunas guías descartan el paso por la montaña y sugieren, desde Sansepolcro, tomar el camino directo a Pieve Santo Stefano por la cara este del embalse de Montedoglio (SP77). Siempre próximo a la autovía SS3, tiene la virtud de atravesar la reserva natural de Formole, siguiendo en todo momento el alto valle del Tevere. La distancia es muy corta, únicamente de 17 km, la mitad que a pie por las montañas.

En San Martino d’Afra, prácticamente al lado del camino, se localiza el Gorgo del Ciliegio, pequeña poza con su cascada, formada por el torrente Afra. Aunque el agua está helada, los más valientes podrán darse un baño.

Llegando a Montecasale recomendamos vivamente recorrer el Sasso Spico. Se trata de un abrigo, más que una gruta, cerca de una pequeña cascada. Paradisíaco lugar 100% unido al espíritu franciscano.

El Eremo de Montecasale es otro eremitorio franciscano, surgido a partir de la gruta del Sasso Spicco, que deviene en convento. En el s. XII habría pertenecido a los camaldulenses, que en 1213 lo ceden a los franciscanos. Sin embargo, estos no se instalarían mucho tiempo, aunque sí el necesario para que por él pasasen San Francisco, San Antonio y San Buenaventura, casi nada. Desde el s. XVI lo ocupan los capuchinos. Su arquitectura, humilde, se organiza alrededor del claustro. En la iglesia es venerada una imagen gótica de la Virgen con el niño (s. XIII). Visita libre de 9:00 a 12:00 y de 15:00 a 19:00.

En Montecasale tuvo lugar un episodio de la vida San Francisco, relatado por fray Bartolomeo da Pisa. Se dice que dos jóvenes querían entrar en la orden, y entonces el santo, para probarlos, les dijo que le ayudasen a plantar unas coles en el huerto. Contra toda lógica, el maestro metía las coles en la tierra con las raíces hacia el cielo: uno de los candidatos lo imitaba, pero el otro las colocaba del modo correcto, con las raíces en la tierra. Entonces Francesco, al ver que se obstinaba en realizar la operación correctamente, le dijo: «Hermano, veo que eres un gran maestro, sigue tu propio camino, porque no eres apto para mi orden».

Al partir del eremo de Montecasale existe una señal confusa, con una tau roja, que indica un desvío a la derecha. Nosotros hemos de seguir de frente por el camino ancho de tierra.

Con Pischiano a la vista al otro lado del foso que lleva su nombre, cruzamos un saliente pedregoso en el que es posible perder el rumbo y proseguir al oeste desde un mirador. Buscad las señales pintadas, pues la ruta avanza semioculta entre los roquedales.

El alojamiento, aunque frecuentado por peregrinos, se parece más a un refugio de montaña que a un albergue del camino. Reservar es imprescindible.

La reserva natural Alpe dell’Luna, que forma parte de los Apeninos tosco-emilianos, se extiende sobre 1.540 hectáreas. Sus cumbres alcanzan los 1.400 m, y desde el mirador Ripa della Luna, en lo alto de un tajo rocoso de 200 m de altitud (a 2 h de Pian della Capanna, fuera del camino), se disfruta una fantástica panorámica. El terreno está ocupado por bosques, praderas de altura y numerosas formaciones rocosas en barrancos y torrenteras.

Una leyenda habla de dos enamorados, Rosalia y Manfredi, que seducidos por la creencia de conseguir todos los deseos cuando la luna emergía sobre el Alpe dell’Luna y alguien conseguía tocarla, acudieron a la montaña un día de luna llena y nunca regresaron. Sus espíritus siguen cabalgando en la tentativa, inalcanzable, de tocar la luna.