Etapa 1: Roma - Monte Sacro | Al Loro

Distancia: 
15,4 km
Duración: 
3 h 45 min
Dificultad: 
1
Paisaje: 
2

Sobre Roma:

Podéis leer el intersante artículo de Antón Pombo: Roma para peregrinos.

Es obvio que las posibilidades de alojamiento de una gran ciudad son enormes, y que la oferta varía cada día. Sin embargo, tan solo existe en Roma un verdadero albergue de peregrinos de acogida tradicional, con sus hospitaleros voluntarios y su cena comunitaria, a los que suma el ritual del lavatorio de pies. Además se encuentra en el Trastevere, uno de los barrios más característicos del centro antiguo. Lo gestiona la Confraternita di San Jacopo de Perugia, y funciona todo el año. Ver al papa, y pernoctar en el Spedale della Provvidenza, deberían de ser los objetivos más deseados por los peregrinos de la Vía Francígena, que podemos sentirnos afortunados.

Otra opción son las residencias religiosas, algunas de las cuales figuran en: Residencias religiosas cerca del Vaticano.

El sello en nuestra credencial lo podemos poner en el albergue de peregrinos (Spedale della Provvidenza), en la oficina de la Opera Romana Pellegrinaggi (piazza Papa Pio XII, 10, de 9:00 a 16:00), o en la sacristía de la basílica de San Pietro.

Desde agosto de 2022 se celebra a diario en la basílica de San Pietro la Misa del Peregrino a las 18:00. Media hora antes se recibe a los congregados junto a la estatua en bronce de San Pedro, y se les acompaña hasta la tumba del apóstol, ante la que son bendecidos.

Si es domingo y el papa efectúa el rezo del ángelus en Piazza San Pietro a las 12:00, conviene calcular unos 30 min de espera para superar los controles de acceso.

Al lado de la Piazza San Pietro, el Centro Internazionale Giovanile San Lorenzo (Via Padre Pancracio Pfeiffer, 24) permite a los peregrinos dejar gratis en un depósito la mochila o la bicicleta mientras se visita la basílica. También nos informan de opciones de acogida cristiana en la ciudad. Ver horario en la web.

Varios son los productos típicos de Roma, entre ellos, y con D.O., la ricotta romana, un queso fresco de oveja que, según la leyenda, le fue enseñado a hacer a los pastores por San Francisco en 1223. También de oveja, pero de pasta dura, es el pecorino romano (D.O.), de sabor intenso y salado, por lo que se usa para condimentar la pasta.

De los platos romanos uno humilde, pero realmente característico, es el carciofo o mammola romanesca, que no es otra cosa que un tipo de alcachofa muy tierna. Se cuece a fuego lento, se le echa pan rallado y se adoba con ajo, perejil, pimienta y aceite de oliva.

En cuanto a la pasta, la más característica de la ciudad son los buccatini all’amatriciana. Se trata de una especie de spaghetti, gruesos y agujereados, que se preparan con tomate, tocino, pimienta y el citado pecorino. Solo en segundo lugar estaría el cacio e pepe, en este caso tonnarelli con queso pecorino y pimienta negra, bien sencillo. Seguro que los cardenales comían otras cosas…

Sobre la etapa:

Quien esté en plena forma se podrá plantear, madrugando un poco, unir esta etapa con la siguiente. La distancia se eleva a 33,4 km, pero por un terreno favorable y casi en su totalidad asfaltado. ¿Tomar un autobús para acortarla? No lo contemplamos, perderse la salida por el centro de Roma sería un peccato.

El recorrido por el Lungotevere (bulevar a lo largo del río Tevere) se puede realizar de dos modos: 1. por la calzada superior, más panorámico sobre el río y los edificios, a la sombra de plataneros y con los servicios a mano, pero ruidoso y con bastantes semáforos; 2. junto al río, sin duda más tranquilo y con algunas sendas de tierra, pero sin sombra y con menos vistas, y en algunos sectores descuidado y sucio. Combinar ambas opciones puede ser una buena elección.

El problema de esta etapa es que con tantos cambios de sentido, semáforos, vías peatonales, direcciones prohibidas y tráfico, os costará ver las pocas señales existentes, y pasaréis mucho tiempo a pie empujando la máquina.

Hasta Ponte Milvio conviene ir por la ruta inferior, junto al río, para evitar intoxicarse en la calzada.

Un atajo muy fácil: Si ya conoces el Ponte Milvio y te quieres ahorrar 1,4 km, basta con cruzar el Ponte della Musica y seguir al frente la Via Guido Reni hasta la Piazza Apollodoro, donde enlazarás con el camino oficial.

A la altura de la basílica del Sacro Cuore se localiza el extenso parque de Villa Glori o della Remembranza, al que aconsejamos entrar un instante para conocerlo y realizar la primera parada.

Ya que vamos a comenzar el camino de San Francesco, bueno será que visitemos el principal templo en el que se le rinde culto: San Francesco a Ripa. Se localiza en el barrio romano de Trastevere, en el lugar que acogió el primer y modesto convento franciscano supervisado por Frate Jacopa, donde el santo se alojó en 1212. El edificio actual es barroco del s. XVII y en su interior acoge, atención, una de las obras maestras y menos conocidas de Bernini: el éxtasis de la Beata Ludovica Albertoni. En el altar dieciochesco, por supuesto, veréis la primera imagen del santo del recorrido.

¡Qué contraste interreligioso! Después de la basílica de San Pietro, nuestro camino pasa ante la mezquita de Roma, que es la más grande de Europa. Concluida en 1995, la firma el laureado arquitecto Paolo Portoghesi, y tiene capacidad para 12.000 personas (San Pietro para 20.000).

El río Aniene, que nos acompaña en el tramo final de la etapa, es el último afluente de importancia del Tevere. Nace en los montes Simbruini (Subapeninos), cerca de Trevi, y tiene una longitud ligeramente superior a los 100 km. En sus orillas abundan las junqueras, y también álamos, sauces y olmos.

El Tosto (Via Gargano, 9) es un clásico café de dos plantas, situado junto a la Piazza Sempione y la iglesia, ideal para el desayuno.

Es tradición que en el puente Nomentano, visible aguas arriba al cruzar el río Aniene, se encontraron el papa y Carlomagno, en el año 800, cuando el rey franco acudió a Roma para ser coronado emperador. Vale la pena acercarse hasta él, pues conserva sus cimientos romanos y el perfil medieval fortificado.