Etapa 4: Pescia - Lucca | Al Loro

Distancia: 
24,2 km
Duración: 
7 h
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

SOBRE LA ETAPA:

Se puede realizar una primera parada en el área de descanso de San Gennaro, situada ante el cementerio, pero pese a ello muy acogedora.

Sin problema para los ciclistas en la segunda mitad de la etapa, pero en la primera hay tramos incómodos enlosados como de Pescia a Collodi, el más largo, y algunos tramos posteriores más cortos. Todos ellos pueden ser solventados por las carreteras próximas.

En la clásica pasticceria Temperani (Via Borgo della Vittoria, 8), con productos variados y de calidad, preparan un desayuno del peregrino. También es buena opción, para lo mismo, el Bar Centrale (Via Libero Andreotti, 36).

Pese a que está siempre llena de familias con niños pequeños, por la localidad pasan continuamente grandes camiones hacia o desde sus fábricas de papel. ¡Una lástima!

En el pueblo abundan los quioscos y tiendas de recuerdos relacionados con Pinocchio. No podrás resistirte a comprar alguno de pequeño tamaño, aunque solo sea un muñequito o un llavero, y siempre de madera, claro está, para colgar de la mochila. Ponen el sello en el Caffè New York y en la Oficina de Turismo.

Casi todo en la localidad, en la que pasó su infancia el fiorentino Carlo Lorenzini, que publicó como Carlo Collodi, tiene que ver con Pinocchio. Este famoso relato, como sucede con Alicia en el país de las maravillas, en su origen no era precisamente un cuento para niños, ya que estaba lleno de connotaciones alquímicas y masónicas. Para pequeños y mayores se han montado el Parque de Pinocchio y la Casa de las Mariposas, así como la estatua del niño de madera más alta del mundo.

Tras dar un paseo al borgo con su castillo, es recomendable visitar Villa Garzoni (s. XVII), pero sobre todo sus jardines históricos. Dispuestos en terrazas, se comunican por una monumental escalinata de balaustres y acogen varias fuentes, grutas y numerosas estatuas. Si sabéis posar bien, os sentiréis como los modelos de Armani, aunque la ropa de peregrino…

La iglesia de San Gennaro, del s. XII, es otra de las piezas valiosas de este itinerario. Posee tres naves, buenos capiteles y un púlpito de mármol de 1162. Pero la bomba ha sido la atribución reciente, de una pequeña estatua en terracota de San Gabriel existente en su interior, al mismísimo Leonardo da Vinci.

La Fattoria es un lugar muy recomendable para hospedarse, pues ocupa una granja del s. XVII. Además, posee un restaurante rústico que elabora cocina regional utilizando productos de la casa.

En el templo, de nave única con ábside románico (principios del s. XIII), llama la atención su alta torre cuadrada.

La calzada que precede a Segromigno es muy chula, no cabe duda, pero sus desgastadas losas pétreas se convierten en una pista de patinaje cuando llueve. En estas circunstancias podemos seguir la carretera.

Su pieve di San Lorenzo es un templo de envergadura con tres naves separadas por columnas de mármol. Documentada en el s. IX, fue reedificada en el s. XII con su esbelta torre, y la cabecera reformada en el s. XVIII. Atención a su pila bautismal (s. XV), el tabernáculo eucarístico (Baccio da Montelupo, 1518), el púlpito marmóreo, las pinturas y el órgano.

El tránsito por la localidad, en concreto por la Via delle Ville, es una pesadez. Se trata de una carretera que, en algunos tramos, carece de aceras e incluso de arcén. Paciencia. Tras la capilla de San Cristoforo el tránsito es laberíntico y se suceden los cruces. Atención y más paciencia.

Aconsejamos una parada, junto a la iglesia de San Jacopo, en el Caffè Gemignani, que por la tarde ofrece un generoso surtido de tapas con la bebida.

De la capilla de San Cristoforo cabe decir que es románica del s. XI. Muestra bella factura, con sus arquitos ciegos lombardos, ábside, tres naves y algunos elementos del s. X reaprovechados en la portada.

SOBRE LUCCA:

Se da una curiosa circunstancia, y es que el escudetto municipal blanco y rojo, que figura en todas las papeleras y otros elementos del mobiliario urbano, se confunde con las marcas del GR. Desconfiad si tiene forma de escudo…

Muchos peregrinos de la Vía Francígena se verán tentados de hacer una visita a Pisa, que tan solo dista 30 minutos en tren. Su catedral, baptisterio y torre inclinada son Patrimonio Mundial de la Unesco.

En 2023 se inauguró la Statio Peregrinorum, una oficina de acogida al peregrino que también ofrece servicio de consigna. Se encuentra detrás de la catedral (duomo de San Martino), en el Palazzo Arcivescovile (Piazza Giulio Arrigoni, 2), que alberga asimismo el Ospitale San Martino e Giacomo.

Con la credencial, podremos visitar gratis el duomo y la basílica de San Frediano.

De mayo a octubre, en la iglesia de San Giovanni se celebran a diario recitales de ópera a las 19:00. En abril también, pero en el Oratorio de San Giuseppe (junto al duomo). Con piano y dos solistas, centrados en Puccini. 25-30 €. Más info: Puccini e la sua Lucca Festival

Hay un bonito y céntrico restaurante, la Trattoria da Leo (Via Tegrimi, 1), con buen menú económico. Otra opción a la carta es la La Bottega de Anna e Leo (Via San Frediano, 18), con platos económicos. Dos zonas de pizzerías populares son el Corso Garibaldi y la Piazza de San Francesco.

Entre las heladerías clásicas de Lucca se cuenta Veneta, con dos locales en intramuros: Via Fillungo, 136 (junto al Anfiteatro) y Via Vittorio Veneto, 74 (zona del Corso Garibaldi).

Una simpática pastelería con café: Dianda (Via delle Rosse, 9). Muy surtida, cierra miércoles.

La librería Mondadori (Via Roma, 20) es un espectáculo en sí misma, pues ocupa un palacio de comienzos del s. XX con vidrieras en el techo; dispone de cafetería. Otra librería con café literario, próxima a la estación de trenes, es Luccalibri (Viale Regina Margherita, 113).

El recinto murado, con seis puertas, once baluartes y fosos, tiene un perímetro de 4,2 km. Se trata del sistema defensivo de la Edad Moderna mejor conservado en una ciudad, y fue comenzado en los albores del s. XVI y concluido en 1648. Tal vez por su perfecta concepción, nunca llegó a ser utilizado con fines defensivos. Más vale así.

La iglesia más vistosa de la ciudad es, sin duda, la de San Michele in Foro. Comenzada en el s. XI, con torre del s. XII, fue concluida ya en estilo gótico. La fachada, en mármol, recuerda a la de la catedral de Pisa por sus galerías de arcos, y aparece rematada por una imagen del titular en la acción de matar al diablo. Una leyenda dice que el arcángel lleva un anillo con un diamante que brilla al anochecer. En el interior no podemos dejar de admirar la bella Pala Magrini (Filippino Lippi, 1483), que representa a los santos Roque, Sebastián, Jerónimo y Elena.

El duomo de San Martino, que tiene su origen en la fundación de San Frediano (s. VI), es un gran edificio románico-gótico con fachada del s. XII (reparad en su laberinto), loggia de principios del XIII y alta torre de 60 m a la que se puede ascender por 3 €. El interior de tres naves, con importantes obras de arte como la tumba de Ilaria del Carretto (Jacopo della Quercia, 1410), acoge el célebre Volto Santo. Este Crucificado del s. XI, que la leyenda atribuye a Nicodemo con la colaboración de ángeles, siempre ha sido el principal objeto de veneración en Lucca por parte de los peregrinos.

Tumba del obispo que le da nombre, la basílica de San Frediano fue erigida en el s. XII con piedras de mármol procedentes del vecino anfiteatro. En el remate de la fachada vemos un mosaico bizantino del s. XIII que representa la Ascensión de Cristo. El campanario, del s. XIII, muestra hasta seis pisos de ventanas. A lo largo de las tres naves comprobamos cómo han sido reutilizados capiteles y columnas romanos. La pila bautismal del s. XII es una pieza románica soberbia.

Dos lugares tienen un encanto especial en el casco antiguo: la Piazza dell’Anfiteatro, que a lo largo del Medievo se fue configurando con los edificios que ocuparon las gradas del edificio romano, erigido en el s. II; y la torre Guinigi, erigida en ladrillo por esta familia junto a su palacio (s. XIV), que presenta la particularidad de contar con un jardín colgante en lo alto con siete encinas.

Por elegir dos cosas típicas de la ciudad, una serían los tordelli lucchesi, pasta al huevo rellena de carne de vaca y cerdo, mortadela y queso, y la segunda el bucellato, un pan de huevo con pasas y anís que se puede mojar en vino dulce.