Hoy, entre las regiones de Lombardia y Emilia-Romagna, experimentamos con alegría y crudeza las dos caras que todo camino nos depara. La parte buena es el recorrido en barca por el Po, evocando el transitum Padi realizado por Sigerico y tantos otros peregrinos que nos han precedido. La mala, auténtico castigo, lo que nos espera desde Calendasco in crescendo, sobre todo la llegada a Piacenza, que es de lo peorcito de toda la Francígena. Quien tema navegar, o no quiera abonar el excesivo pasaje, puede elegir la ruta habilitada para las bicicletas, que discurre al norte del río y es más larga, si bien con menos carreteras, pues discurre por el dique fluvial; con todo, la entrada a Piacenza por los puentes sobre el Po es también un horror. Pese a no confiar en su potencial turístico, y estar poco cuidada, Piacenza es una urbe hermosa, repleta de monumentos.