Etapa 17: Gubbio - Pietralunga | Al Loro

Distancia: 
25,6 km
Duración: 
7 h 45 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

SOBRE LA ETAPA:

La partida de Gubbio por el teatro romano es confusa. Después de atravesar el área arqueológica, tanto se puede seguir por las vías Alcuino de York y dell’Arboreto (nuestra opción), como por la trasera de la cávea y siguiendo el Viale Umberto Parruccini y la Via Leonardo Da Vinci (más artificial).

En toda la etapa solo vamos a encontrar un bar, el de Raggio (a pie de carretera). Se nota que este no es un Camino de Santiago.

Entre Gubbio y Loreto dispondremos de varias fuentes, pero de aquí en adelante el desierto; desierto verde, pero desierto. En caso de necesidad se puede pedir agua en alguna casa, pero no siempre será fácil dar con los vecinos.

La zona más boscosa de la jornada es la que rodea el torrente de San Giorgio y, sobre todo, el tramo final por el valle de Carpinella hasta Pietralunga. Si bien está presente el manto caducifolio mediterráneo, en esta etapa también abundan las repoblaciones con abetos y, sobre todo, pinos.

No encontramos grandes inconvenientes, salvo los propios de los desniveles, a no ser en el tramo final. Quien desee evitar el rodeo que traza el camino oficial, tras Monteleto puede tomar la carretera SP205, que pasa por Ospedaletto, topónimo hospitalario, y el ponte de San Giorgio, regresando a la ruta pedestre poco antes de San Benedetto Vecchio.

Lo que sí es recomendable, tras San Benedetto Vecchio y hasta Pietralunga, es seguir las carreteras 205 (hasta el área de descanso con el relieve de San Ubaldo) y 204, que aunque con numerosas curvas cerradas evita el peor tramo del día (fuerte descenso, piedras, barro si llueve y un vado incómodo cuando el torrente va crecido).

El anunciado Templo de Diana, que se localiza a la vera del camino, desilusionará al que vaya pensando en columnas, frontones, frisos y demás. Aquí solo restan los basamentos, poca cosa. Más adelante hallaremos consuelo con la visión de Villa Benveduti (fines del s. XVIII), esta sí intacta y con sus jardines.

El atrio de San Giovanni de Loreto resulta idóneo para la parada intermedia de rigor, máxime al comenzar aquí el sector más duro de la etapa.

La traza desprecia olímpicamente el monasterio. Aconsejamos pasar entre lo que de él subsiste (incluso se ataja), regresando poco después a la SP205.

Muy alterada, de la abadía permanecen el templo, con escasos vestigios del s. XI (ábside, capiteles), y algunas dependencias.

Que nadie se desespere, llegando a Pietralunga, si no ha aparecido el pueblo. Permanece oculto al final de un frondoso valle.

SOBRE PIETRALUNGA:

El refugio Betania, aunque modesto y de escasa capacidad, es uno de los que tienen carisma. Se la proporciona don Francesco, el párroco. Cuenta con tres sellos.

En el centro hay dos restaurantes-pizzerías de buena calidad, ambos con terrazas panorámicas: Il Triangolo (Via Roma, 2), económico, y Locanda dei Fiorucci (Corso Giacomo Matteotti, 3), algo más elaborado. Buenas pizzas y tagliata de carne en los dos, y en el primero generosas ensaladas.

En la plaza del pueblo fue colocado el monumento de un machete clavado en un tronco. Podemos pensar, lógico, que alude a la cultura forestal o maderera, pero nada más lejos de la realidad. La talla testimonia el milagro de un francés, peregrino al Volto Santo de Lucca, que injustamente acusado de un homicidio fue llevado al cadalso para ser ejecutado. En ese momento, encomendándose al Volto Santo, consiguió que la hoja del machete se girase sin alcanzar su cuello. ¡Salvado por los pelos!

En el centro nos llama la atención una alta torre fuerte pentagonal, resto del castillo lombardo originario del s. VIII.

Presume mucho de su patata bianca, fina y harinosa, autóctona de montaña, con escasa producción y por el momento protegida bajo una denominación municipal.

Seguimos en Umbria, y aquí es un buen lugar para probar algún plato, por ejemplo de pasta, con tartufo o trufa negra, si sois muy afortunados blanca, procedente de sus bosques.

Quien tenga la suerte de catar el vino de cereza ácida de Pietralunga (Sollucchero di Monte Valentino), entrará a formar parte de un selecto club: el de quienes han probado una de las 4.000 botellas que cada año elabora la familia Polchi con una antigua receta del bisabuelo farmacéutico. ¡Ánimo!