Etapa 6: Caminha - Porto Mougás | Al Loro

Distancia: 
23,5 km
Duración: 
5 h 45 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

Un servicio de barca-taxi (12 plazas) enlaza Caminha con A Guarda, bajo la denominación de Xacobeo Transfer. Nos permite cruzar el Estuario del Miño en 5 minutos, al precio de 6 € (+2 € con bici), con servicio entre las 7:30 y las 17:30 (hora portuguesa), y con frecuencia de uno a la hora (en función de las mareas). Conviene reservar en la web Xacobeo Transfer. Hay otro servicio privado, que no recomendamos. Otra posibilidad es dar un rodeo de 15 km —caminando, en tren o autobús— hasta Vilanova de Cerveira, donde hay un puente de carretera hacia Goián.

La etapa recorre uno de los tramos más bravos y agrestes de la costa atlántica gallega. Si coincidimos con temporal, quedaremos asombrados por el viento, la altura de las olas y la espuma al romper contra las rocas.

Después de desembarcar en el puerto de A Pasaxe-Camposancos rodearemos el monte de Santa Tegra (Santa Tecla), en cuya cima se ha excavado un gran castro cuyo origen data del siglo IV a.C. El poblado, amurallado y con casas de planta circular, llegó a acoger a 5.000 habitantes y ocupaba una extensión similar a 20 campos de fútbol.

La actividad principal de esta villa es la pesca y la cría de crustáceos y marisco. Vale la pena recorrer las calles del casco viejo con sus coloridas casas marineras, visitando la bonita plaza do Reló y la iglesia de Santa María. También veremos numerosas casonas de indianos, construidas a finales del siglo XIX por emigrantes que volvieron enriquecidos de las colonias de ultramar.

A la salida de A Guarda los ciclistas deberán tomar el carril bici que va en paralelo a la carretera PO-552, y seguirlo –salvo algún tramo aún sin ciclovía– por la costa hasta más allá de Baiona, gracias al cual evitarán varios tramos de sendero pedregoso.

Uno de los lugares más fotogénicos de este camino es el monasterio de Santa María de Oia, abocado sobre la playa. Fundado a mediados del siglo XII, fue incorporado a la orden del Císter en 1185, y presenta elementos románicos, renacentistas y barrocos. El edificio está hoy en manos privadas y sólo se puede visitar la iglesia, en horario de misas o bien solicitando la llave en la oficina de turismo (lunes y martes cerrada) cercana.

Los que se queden en Porto Mougás no pueden perderse la puesta de sol sobre el océano, un espectáculo sublime que los lugareños disfrutan a diario desde la puerta de sus casas, en primera línea de costa.

A sólo 1 km, en la cima de un otero con extraordinarias vistas al mar, se halla el conjunto de petroglifos y el castro de A Cabeciña, cuyos misteriosos grabados rupestres datan de la Edad del Bronce, hace más de 4.000 años.

La langosta, el bogavante lumbrigante en gallego–, el buey de mar y la centolla son manjares propios de esta zona. Hasta hace unas décadas, después de su captura eran conservados en cetarias, viveros construidos al abrigo de las rocas, aprovechando olas y mareas para renovar constantemente el agua. A la salida de A Guarda pasaremos ante una de estas estructuras pétreas, la cetaria Redonda, y veremos muy cerca otra, la Altiña.