Etapa 54: Bourg-Saint-Pierre - Col du Grand-Saint-Bernard | Al Loro

Distancia: 
11,6 km
Duración: 
4 h
Dificultad: 
4
Paisaje: 
5

Hoy ascendemos 875 metros en poco más de 11 km; a ello hay que sumar los efectos de la altitud en el rendimiento físico de las personas más sensibles a ella. Encarar la etapa sin prisa es la mejor recomendación.

Conviene ser precavidos en estos tramos de alta montaña. En caso de que llueva fuerte, o de que haya nieve en el Camino, desde el final del embalse des Toules es casi obligatorio seguir la carretera. Si el viento arrecia, la ausencia de árboles o de cualquier otra protección dificulta el avance, y además hace descender la sensación térmica. El paso solo está abierto de junio a mediados de octubre.

Podemos encontrar tramos encharcados, en un terreno falso —por momentos fluye encajado bajo tierra— y que puede hundirse si no miramos bien donde pisamos.

Como refugios ocasionales pueden servir una casa abandonada al borde del embalse des Toules y el refugio de pastores situado cerca del desvío al Bourg-Saint-Bernard.

Hoy no podremos comprar nada de nada en toda la etapa hasta la meta, tampoco hay fuentes, aunque se puede beber el agua de los torrentes. En ocasiones funciona un chiringuito en el embalse des Toules.

Si bien hasta la presa de Toules es posible avanzar por la VF, a partir de aquí, lo decimos con gran dolor de corazón, no se puede continuar por una senda destinada a senderistas y peregrinos, por lo que habrá que subir al Grand-Saint-Bernard por la carretera, la ya habitual Route 21.

Construido de 1858 a 1964, el túnel del Gran-Saint-Bernard tiene una longitud de 5,8 km y evita el paso por el collado, que entre octubre y mayo suele estar cerrado por la presencia de nieve. Sin embargo, el tráfico pesado suele utilizar los pasos de Saint Gotthard y el Simplon, por lo que aquí el tránsito nunca resulta excesivo.

En la parte italiana del Gran San Bernardo existe una tienda que, si bien está orientada a turistas y senderistas, ofrece algunos productos de alimentación a mejor precio que en la parte suiza: galletas, mermeladas artesanas, patés y ¡aquí arriba y con el frío que pela, helados!, no podían faltar.

Aunque en la parte italiana hay un albergue más económico, un tanto apartado de la cumbre, pernoctar en el Hospice constituye una experiencia única, y nos sentiremos herederos de una acogida que se dispensa desde hace casi un milenio. La misa y bendición de peregrinos, el oratorio de la cripta y la cena comunitaria nos devuelven a la esencia del Camino.

Bernard de Menthon o Aosta fundó, en lo alto del Montjoux, una alberguería en 1050. Se puso bajo el cuidado de unos canónigos regulares bajo la regla de San Agustín, que siguen encargándose de ella. La casa se fue agrandando con el paso del tiempo, y llegó a acoger a Napoleón en 1800. Su templo medieval fue sustituido por uno barroco a finales del s. XVII. Se puede visitar libremente el tesoro, que acoge interesantes reliquias y piezas de orfebrería, y el mausoleo del general Desaix, fallecido en la batalla de Marengo.

La segunda institución del puerto son los perros de la raza San Bernardo, esos de grandes orejas caídas y cara de bonachones que portaban el barrilillo de licor para auxilio de los montañeros extraviados. Los canónigos los utilizaban desde el s. XVII para defender el lugar y el ganado, pero también para ayudar a los viajeros. El más famoso de ellos fue Barry, que entre 1800 y 1812, cuando Napoleón pasó con su armada, salvó 40 vidas de la «muerte blanca». En su honor se creó la Fundación Barry, que tiene museo en Martigny y también perros en el puerto durante el verano; por las tardes los sacan a pasear y podemos verlos. Más info: Fondation Barry