El Camino Portugués de la Costa está que se sale

Las cifras son contundentes: hasta finales de agosto del año en curso, 34.309 peregrinos, o lo que sean, han recogido su Compostela en el Centro de Acogida de la compostelana Rúa Carretas.

Para establecer una sencilla comparativa, recordemos que en 2022 realizaron el CPC 30.607 peregrinos, lo que supuso que esta ruta se colocase como la tercera más popular, solo superada por los caminos Francés y Portugués Central. De mantenerse la afluencia, a falta de cuatro meses para que concluya el año, dos de ellos de temporada todavía alta, los registros van a ser pulverizados.

El itinerario en cuestión, que ya dobla en número de usuarios a los caminos Inglés, Norte y Primitivo, acabará pisando los talones al estancado Camino Portugués Central, que si en 2022 todavía lo triplicó en número, ahora solo lo dobla. Y todo ello pese a los denodados esfuerzos, realizados mayormente desde Tui, por justificar la historicidad irrefutable de este paso del Miño, que además, no lo olvidemos, es también la apuesta de las administraciones portuguesas, la cuales proponen proseguir desde Caminha hasta Valença do Minho, bien por la ruta jacobea que recorre núcleos de población y sus templos, bien por la modélica ecovía ribereña del Miño, en ambos casos a través de Vila Nova de Cerveira.

El crecimiento porcentual del CPC resulta espectacular, puesto que en 2023 ha crecido un 78% respecto al año anterior. Su peso en el cómputo global de los caminos jacobeos reconocidos por la catedral ya supera el 11%, y a finales de año no será nada raro que alcance una cifra en torno a los 50.000 usuarios, que eran casi los mismos que llegaban a Compostela, sumando todas las rutas, a comienzos del milenio.

Otra cuestión muy relevante es la abrumadora mayoría de extranjeros (el 76%), una singularidad que no se da en los restantes caminos, donde el equilibrio es mayor entre nacionales y foráneos.

En su día ya explicamos aquí los motivos de este éxito [Camino Portugués de la Costa: Los 10 motivos del éxito], y creemos que las explicaciones siguen siendo válidas.

Desde luego uno de ellos, nada despreciable, ha sido la rápida recuperación, tras el cese de actividad por parte del ferri Santa Rita de Casia, de las barcas de pasaje entre Caminha y Camposancos (A Guarda).

Hemos pasado cuatro días en la zona, y hablado con los responsables de las dos barcas que ahora cruzan. Una de ellas es un servicio subvencionado por el Xacobeo, una barca eléctrica, capaz y silenciosa, que en 20 minutos atraviesa el río. La otra, la motora de dos hermanos de Caminha (Taxi Mar) que en poco más de 5 minutos, en un trepidante viaje a toda velocidad, hace lo propio. Uno de ellos, Rubén, nos comentaba que en tan solo cuatro meses, él solo, había transportado a 13.000 personas, la mayoría peregrinos.

Hablando con algunos peregrinos de paso, alemanes, coreanos, españoles,… algunos en su primer Camino, otros reincidentes, todos recalcaron que recorrer esta ruta constituía una experiencia muy especial, siempre junto al mar desde Porto, con opciones para descansar y bañarse, y con el aliciente añadido de atravesar dos países. Alguno de los veteranos no dudó en calificarla, aún sin haber caminado mucho por Galicia, como el mejor itinerario de los que había hecho hasta el presente.

Camino del mar, camino de playas, de bellas localidades, de escasa exigencia a no ser por lo implacable que puede resultar el sol en largos tramos sin sombra, que refleja una nueva forma de peregrinar muy alejada del rigor, la austeridad y la envolvente espiritualidad de rutas como los caminos Francés o de la Plata. El sino, ¿imparable?, de los nuevos tiempos.