Isidro García
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Al apóstol desde Roma

No estaba muy convencido de abrir un hilo en el foro sobre esta Peregrinación, pero gente próxima me ha animado a que narre mis impresiones en tiempo, más o menos, real para que con el paso del tiempo pueda recordarla. Lo de escribirlo en una agenda se complicaba por lo del peso y el espacio. Así que he elegido el soporte virtual y dejarlo en el foro de Gronze por si alguien también tiene interés en conocer mi narración.
Como todos sabéis antes de dar el primer paso en el camino que hayamos escogido hay que cubrir dos etapas: la preparación de la logística, y el desplazamiento hasta el punto de partida.
 En mi caso, la parte más laboriosa de la preparación fue el elegir las vías (sería la Francígena hasta La Spezia, la Via della Costa en el resto de Italia, y en Francia la Vía Aurelia hasta contactar con el Camino de Arlés), asegurarme que tendría alojamientos en la mayor parte del recorrido (creo que llego a tener identificados albergues hasta un 85% de toda la Peregrinación, y lo que no está asegurado: el Apóstol proveera día a día). Preparar la mochila se convirtió en la repetición de mis dos peregrinaciones anteriores (excepto conseguir dos credenciales de la Francígena, por internet), y no le dediqué mucha atención, (esas cosas se pagan, y olvidé los trastos de lavar y secar: jabón, pinzas e imperdibles). Eso sí, tuve que añadir ropa de invierno, que supongo será necesaria desde la llegada a los Pirineos. (Más peso: unos dos quilos, y más bulto)
 Llegar al destino antes de dar mi primer paso no fue tan complicado como otros peregrinos contáis en el foro: ni compartir taxis, ni complicadas conexiones de transporte (por ejemplo la llegada a Le-Puy-en-Velay). Avión a Roma, tren a Termini y autobús H hasta el Trastevere donde está la acogida donde me pondrían el primer sello en la credencial, y pasaría mi primera tarde y noche: la Acogida de la Cofraternita di San Jacobo de Compostella. 
 De esta acogida ya hay escritas aportaciones de otros peregrinos en Gronze, en los comentarios al albergue, la mía también. Sin embargo, sorprende que personal laico voluntario ponga tanta dedicación a propagar el espíritu jacobeo a 2700 kms. de la tumba del apóstol, cuando casi todos (por no decir todos) los peregrinos que llegan lo son después de caminar a Roma por la Vía Francígena. Creo que muchos de los que dicen amar al Camino tendrían que conocerles como ejemplo. Por cierto, que allí, María o Doriana, sin las elucubraciones de lo que son turigrinos, tienen claro el daño que hacen al Camino de Santiago, y si va teniendo sentido su trabajo jacobeo con la proliferación de excursionistas por las sirgas compostelanas.
 Y al día siguiente comencé el inicio de lo que hasta ahora son 200 kms. (o así) recorridos.
 La primera etapa, con el quilómetro 0, en la plaza del Vaticano (magnífico marco para tan magna empresa, todo hay que decirlo), se presentaba insulsa, intrascendente, y como tributo a la necesidad de dejar el área metropolitana de Roma. Pero hete aquí que a los 60 minutos de recorrer calles de Roma la ruta propone al peregrino que se despida de la ciudad desde el monte Mario. Y, claro: con el calor húmedo romano, el macuto un poquito pesado, la falta de hábito en las piernas, y unas rampas muy, muy considerables me hicieron pensar que: "total, ¿para qué?" "que dos horas de paseo por Roma no podía considerarse como una retirada de un camino", y que "si estos trabajos era ya el primer día, casi mejor volverse a casa". Por vergüenza torera llegué a los belvederes del monte Mario.
 Y sí, realmente la vista es magnífica y merece asomarse por allí aunque no haya una Peregrinación a Santiago por delante.
 Y en efecto, el resto de la jornada insulsa, toreando coches, cambiando continuamente de acera buscando algo de sendero que casi nunca existe en los laterales de carreteras; la ciudad sin acabarse nunca,... Pero no hay mal que 100 años dure y por fin la llegada a La Storta. En mi caso había buscado la cama en otra acogida de donativo que no figura en la relación de albergues de Gronze, (y esto para que piense el jefe sí debe incluirla). Esta en la Vía Cassia, n° 2040, a dos quilómetros y medio de la ruta oficial, pero estoy convencido no voy a tener otro alojamiento más cómodo y "lujoso" que éste. 
 Al día siguiente, y dada la ubicación de la acogida de la Casa de Santa Brígida, elegí una carretera, por suerte poco transitada, para atajar e incorporarme a la ruta oficial ocho kilómetros más adelante. Pero era para pensárselo. Y utilizo el verbo en pasado, porque con lo que llevo al cabo de 200 kms. empiezo a verlo como algo natural. Pero después pude pisar polvo, y piedras hasta llegar hasta Campagnano donde el alojamiento fue en un albergue parroquial, y del que podéis leer mi valoración (buena) en la página que Gronze tiene fijada. 
 En Campagnano di Roma es importante sacar, al menos hasta ahora, la conclusión de que toda población italiana tiene unas bellezas monumentales que tal vez estén fuera de la sirga, pero que hay que encontrarlas. Aplicar esta conclusión evitará alegar ignorancia si salimos de una ciudad sin haber disfrutado de los monumentos. Y en Campagnano, en efecto, allí estaba, al final de la población, el barrio medieval, con sus casas-torre, sus calles cubiertas con  arcos casi túneles, por supuesto la puerta de la muralla que en la edad media tenían para entrar a la ciudad. Y por fin, la última casa del casco antiguo se colgaba al barranco que servía de defensa natural de la antigua población. Vamos, que me gustó ese primer barrio medieval que la Peregrinación me ofrecía (habrá más).
 En la etapa del día siguiente empecé mi traición con los finales de etapa "oficiales", que me han permitido, ganar un día. Elegí para finalizar la ciudad de Capranica, la ciudad de los mil callejones. Por tanto, me quedé sin ver la ciudad de Sutri, a la que se adjudica gran riqueza monumental (será para la siguiente vez).
 Aunque si pude ver, por estar junto al camino, un anfiteatro (por ser anfiteatro era romano) excavado totalmente en la roca (lo de aprovechar la orografía del terreno para excavar las gradas era cosa de griegos, por que los romanos ¡más rumbosos! hacían todo el edificio, desde los cimientos, como obra de construcción) Pero éste, no. Hasta los pasillos de acceso a los vomitorios eran túneles, como galerías mineras, excavados en la roca volcánica (que yo creo, por lo que vi después, que es la característica orográfica de la comarca, y que es fácil de desmoronar).

Isidro García
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 Y tras Sutri los 7 kms. más bonitos que recuerdo en mucho tiempo. Un camino entre árboles, que poco a poco se convierte en bosque espeso, donde casi no llegaba la luz de un día soleado. Me recordó mucho al bosque que existe llegando al alto de Erro, un poco antes de Zubiri, en la primera etapa del Camino Francés.  Si el día llega a estar nublado, poca, muy poca visibilidad hubiera habido.
 Y al final llegué a la ciudad de los mil callejones: Capranica. Como la acogida que elegí estaba en un "vicolo" (=callejón) había que llegar lo antes posible al barrio medieval. De nuevo una ciudad que asoma su última casa al barranco por dónde llegamos (¡¡¡cómo para asaltar la villa en la edad media!!!). Así que... cogí el ascensor. 
¡Existe un ascensor para llegar al casco antiguo de la ciudad! Pero encontrar la acogida donde dormiría (y de la que podéis leer mi opinión donde siempre) en ese laberinto de callejones, se hizo complicado. El GPS de Google también se volvía loco, y sólo los lugareños me daban alguna explicación, en italiano, con la paciencia que tantas veces nos toca usar a nosotros cuando alguien no quiere entender lo obvio. Así que, de obviedad en obviedad, a la última encontré donde dormiría esa noche, y pude después recorrer ya con tranquilidad una ciudad preciosa, increíble, ... Ya los nombres de los "vicolos" son pura magia, y en algunos el arte inspira su decoración.
 Imprescindible está ciudad cuando hagáis este camino. 
 El recorrido de la siguiente etapa, la cuarta, como ya empieza a ser norma, tocaba hacerlo, a veces,  por carreteras aunque con poco tránsito. Pero ¡oh, sorpresa!, en un tramo el recorrido pasa por medio de una plantación de almendros (supongo que de un particular, no sé), y para que el peregrino no pierda la alineación de las hileras de los almendros, están colocadas a ambos lados unas cintas que te encierran en una calle sin tapias ni edificios. De cualquier manera el albergue elegido para esa noche, en medio de la nada fue otro acierto, por la magnificencia instalación. Y porque esa tarde cayó una tormenta (vamos, ¡la mundial!) que en medio de la naturaleza todavía la pude disfrutar más.

Isidro García
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 Para el día siguiente, la quinta etapa, yo atravesaba, cómo pasó intermedio, la ciudad de Viterbo, la Castelgandolfo medieval. Habitual fin de etapa, lo que no es extraño porque la población merece una visita detallada. Yo por mi parte os contaré tres peculiaridades que vi en ella (lo habitual se encuentra en múltiples guías) La primera: de nuevo la geología volcánica que facilita escarbar el terreno, de manera que la carretera que llega a Viterbo va encajada en un callejón de paredes altísimas durante bastante quilómetros, (personalmente creo que hubiera sido más fácil, y hubieran tenido que mover menos material si hubieran calado un túnel, en vez de excavar tantos metros de altura en la trinchera).
 La segunda: que oficialmente no haya agua potable en esa ciudad, y por tanto el peregrino no pueda llenar su cantimplora ni siquiera pidiéndolo, de la serie de favor, en un bar. Por suerte todo se resuelve preguntando a alguien entrado en años si él bebe el agua de la fuente que tenemos a nuestro lado (la de la plaza de San Carluccio) en ese momento. Y te responde que toda la vida lo lleva haciendo hasta ese momento, y a la vista está el resultado. La explicación de este sindios está de nuevo (así me explicaron) en la geología volcánica del terreno que tiene incorporado porcentajes de arsénico. Un día cambiaron la ley sobre los componentes que pueden acompañar al agua, y los que no, para considerarla potable. Y dejó de serlo. O sea, que el agua sigue siendo la misma, pero la ley ha cambiado. Supongo que como yo no soy italiano la ley me afectaba menos y pude seguir bebiendo litros de agua de las fuentes (Y es que yo necesito beber mucho).
 Y la tercera es una escalera volada en la Vía Aurelio Saffi en el cruce con la Vía Cavour. Sólo es un tramo que asciende un piso, pero no alcancé a entender la solución arquitectónica para que el rellano arriba se sujetara sin ninguna columna. De los cuatro lados del rellano, uno eran los escalones de subida, y otro el muro del palacete; los otros dos..., no lo explico 
 (Una escalera volada es aquella en la los rellanos no se sujetan sobre columnas, si no que de alguna forma se sujetan sobre la pared que van ascendiendo. En España hay tres escaleras voladas: el la Iglesia de Santa Catalina en Talavera, sin duda la mejor pues consta de tres tramos, la del parador nacional de Plasencia, y una tercera que no tengo muy identificada, a la espera de que algún lector me ayude, creo que en Gerona). 

Isidro García
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 Y salí de Viterbo a una llanura, y con un calor que ríete tú de la Tierra de Campos. Al salir de la llanura, y ya encaminado al albergue Casa Domus Peregrino vi la primera flecha amarilla, sin continuidad, por supuesto, pero a partir de ese momento alguna más he visto (el que pretenda llegar a Santiago desde esos pagos con las flechas amarillas, .... lo lleva claro).. Del albergue, tres quilómetros antes de Montefiasconi, de donativo, sólo cosas buenas que ya he explicado en el apartado de albergues: Marco, Immacolata y Franco son experimentados peregrinos a Santiago de Compostela, y sienten los avatares del Camino como cualquier hospitalero de El Bierzo, por decir un territorio; y, como en Roma, tampoco tuvimos que definir turigrinos para coincidir en la degradación que se va notando por su excesiva presencia. Pero, su dedicación como hospitaleros hacen que te plantees cómo devolverles todo lo que ellos te dan. La jornada acabó con una cena con los otros peregrinos..., mágica: uno de los momentos que da el Camino (como el que ha contado Fernando Cristo en otro hilo, pero más humilde).

Isidro García
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 Y al día siguiente, nueva etapa (ya no sé cuál) al lago de Bolsena. Con la preciosa ciudad de Montefiasconi en medio de la jornada. Al llegar al balcón de la ciudad que se asoma por primera vez para mí al lago Bolsena, a las ocho de la mañana, tenía en la explanada una mesa de viandas, de flores, y de bebidas que agradecí a las tres personas que la habían preparado, muy encarecidamente: "Molte grace per la benvenuti" o algo así. No tardé en confirmar que eso no era para mí, y descubrir en los tres ínclitos, poco sentido del humor. ¡¡¡Chico, qué miradas!!! Y es que parece ser que eran las fiestas de la población, pues el paisaje de la preciosa ciudad de Montefiasconi a las ocho y media de la mañana, intuía que la noche había sido larga  (aunque había acabado antes de mi paso por sus calles).
 La senda hasta Bolsena permite magníficas vistas a este lago volcánico, y dispone de dos o tres fuentes con un derroche de agua que para España la quisiéramos en este momento. Agua fría, fría, que se agradecía en otro día caluroso.
Bolsena nos engaña, tiene el atractivo del lago con agua caliente y color sospechoso, y donde llegué a darme un baño testimonial, por eso de pasar por aquí y no mojarse... pues no. Sin embargo, el tesoro escondido de Balsera es su barrio medieval. Un dédalo de callejas que arropan y esconden al castillo de la ciudad, y que también está tomado, con menor éxito que a orillas del lago, por los restaurantes nocturnos para turistas. Casi se me escapa, pero entré en una calleja en cuesta bajo un arco y se abrió un paisaje nuevo. No sé colgar fotografías, y aquí lamento mi ignorancia porque algunas me salieron bonitas. Cuando hagáis este Camino no dejéis de visitarlo.

Isidro García
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 Y al día siguiente, otra vez al Camino desde el albergue de Bolsena, albergue de donativo con donación oficializada que indican las monjitas (no es importante, es más importante disponer de una cama en esta ciudad tan turística). El destino para hoy: Acquapendente. 
 Para la etapa de ayer y para esta tenía deberes que me había puesto Franco, el hospitalero de Casa Domus Peregrino: como soy el único peregrino que camina hacia el norte desde Roma, a los bastantes peregrinos que me cruzo hacia el sur, debía repartir tarjetas de su albergue para que se animaran a quedarse con ellos; lo que no me representaba mayor problema porque el albergue lo merece, y los que allí lleguen lo agradecerán. Así que recorrer los quilómetros con la única excepcionalidad en la etapa de despedirme de las vistas del lago en San Lorenzo Nuovo que tiene el último balcón sobre ese paisaje. Es que es un lago bastante grande.
 Así hemos llegado hasta Aquapendente desde donde estoy escribiendo. Si hay otros 200 kms. los contaré en este hilo.
 Si no los hay, será porque alguna circunstancia me ha obligado a dejarlo. (Supongo que con cierto orgullo herido también lo contaré)
 Ultreia.

Indi
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Dale infinitas gracias a quienes te han convencido de plasmar tus impresiones en este foro.

Sabemos que peregrinando no nos gustan los compromisos en redes sociales; pueden convertirse en una molesta obligación. Hacerlo así, cada 200 km, nos da una perspectiva más abierta y continua, y a ti te facilita la desconexión, a la vez que recuerdas lo más interiorizado.

La anécdota de Montefiasconi es de película de Alberto Sordi laugh..."Fiasco en Montefiasconi" 

¡Buen Camino, Isidro! ¡Ultreia!

 

toroastur
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buenos recuerdos, Fuerza y adelante, sigue haciendonos babear ¡¡

Josep Nadal
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Gracias por tus aportaciones. Las he leído y las seguiré leyendo, pues tengo interés en hacerlo el próximo año. Saludos y buen Camino peregrino.

Isidro García
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Gracias por vuestros ánimos. Por aquí seguimos

Y el día 23, he entrado en La Toscana. Tengo la típica fotografía, un autorretrato, porque camino sólo; la típica fotografía ante el  cartel de carretera qué identifica que se abandona El Lazio y entramos en La Toscana. Todo el rato caminando por la carretera estatal n° 2, por un arcén inexistente y con la sensación, como ya he escrito, y me temo lo diré más veces mientras camino por Italia, de estar realmente en riesgo. Por suerte, con las salidas a caminos locales, o a la antigua, y fosilizada, carretera, el peligro "sólo" dura unos 14 quilómetros.
  Por suerte, a partir de Ponte a Rigo dejamos la carretera y comienzan "las suaves y onduladas colinas de La Toscana": 10 kms. al 5% medio de pendiente, hasta llegar a la ciudad de Radicofani, un hito en la vía Francígena. Os será conveniente llenar las cantimploras en la fuente que hay al inicio, porque después no encontrareis agua. Y el esfuerzo obliga a beber.  Pero al final, el esfuerzo lo merece: por los increíbles paisajes que se disfrutan desde los belvederes de la población, por la belleza de la ciudad, y por la acogida en el albergue (como ya he comentado en la sección correspondiente).
 Y como nos enseña las leyes físicas: todo lo que sube, baja. Y ahora toca bajar casi los 32 kms. hasta llegar a San Quirico d'Orcia. Claro que sí para mi fue bajar,  para todos los peregrinos, menos uno (yo), de la Francígena es subir. Por eso, hasta ese momento, en las conversaciones en los albergues todos hablaban de esta etapa. A partir de ahora seré yo el que les avance lo que les espera.

Isidro García
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Eso de caminar en dirección contraria al resto tiene su guasa al comienzo: ",-caminas al contrario" ".-¿también vas a regresar caminando?"; pero al final es una lata que, con algunas personas que apetecería, no sé pueda alargar la relación en sucesivos días del Camino. Pero el récord lo marcaron la charla, en medio del arcén de la carretera, con tres parejas que viajaban en una autocaravana desde Venecia hasta Sicilia, haciendo lo que ellos decían la dorsal de Italia: me contaron sus planes, les conté los míos, nos echamos unos tragos, nos hicimos unas fotos, todo en unos veinte minutos. De yo haber tenido Instagram, facebook, twitter, o algo parecido todavía estaríamos en contacto.
 Lo de caminar la vía Francígena hacia el norte, en contravía a la mayoría, además de los inconvenientes sociales mencionados, tiene un inconveniente funcional: no hay control sobre las señales indicativas, y resulta muy fácil perderse. Algunos hilos del foro de Gronze ya han mencionado lo difícil que resulta volver a casa después de la peregrinación a Santiago sólo siguiendo las flechas amarillas. Como dice en el foro algún compañero,  del que no recuerdo el nombre, siempre mirando por el retrovisor. Pues aquí lo mismo.
 Como norma general cuando en un cruce hay una indicación de la dirección a Roma, debes situarte en el punto donde ves totalmente de frente la indicación, y a tu espalda tendrás el camino que debes tomar. Lo ideal sería que en las proximidades al cruce encontraras alguna señal identificativa de la vía para confirmar la correcta elección, pero eso varía según en que región: en el Lacio abundan las pegatinas sobre postes, farolas, señales,...; y sin embargo, en La Toscana las echo de menos, aunque aquí aparecen unos mojones blancos con las letras VF, pero escasos y puestos sin seguir ningún criterio (o yo no le he descubierto). También me ha llamado la atención que en las proximidades de Siena se encuentran en los cruces señales tanto indicando la dirección había Roma, como la dirección a Canterbury. Por supuesto, comodísimo, pero después se ha perdido tan sana costumbre.
 Pues estábamos en este lío de señales cuando yo las volví a perder (con esa iban....). Y la traza que había elegido en Wikiloc me llevaba todo el rato hasta San Quirico d'Orcia por la peligrosa carretera. Así que..., tiré de aventura y yo mismo elegí la ruta entre las sendas que propone Google Maps. Así que la última hora y media de llegada a Quirico d'Orcia la caminé como el apóstol me dio a entender. El resultado perfecto, la experiencia muy útil porque me tocará repetirla más veces, y la ciudad tan bella y monumental como me habían ido contando

Isidro García
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La etapa del día 25 tiene como punto fuerte la llegada a otro de los albergues indispensables en la vía Francígena: Ostello Centro Cresti en Ponte d'Arbia donde David y Jaime atienden a los peregrinos como si fuéramos su familia. En estos "ostelos" y acogidas es curioso como los hospitaleros, y muchas de los peregrinos hablan de sus experiencias en el Camino de Santiago, normalmente el francés, claro. Y enfrente del albergue, al otro del puente un bar que siempre estaba abierto.  No sé si duermen, pero cuando lo necesitas el bar ... responde.
 Pero antes de la llegada, ya sí, suaves colinas, cipreses, "poderes" (=casas de propiedades agrícolas) en lo alto de cada loma,  pueblos en las cimas de las montañas (preparados para resistir asedios en la Edad Media, pero ¿cómo conseguirían allí arriba el agua suficiente para resistirlos?)
 El agua: en La Toscana las etapas van de una ciudad a otra, con pocas poblaciones entre medias, a veces ninguna. Y por tanto asegurarse el agua, como las ciudades medievales, se puede volver primordial. Yo necesito beber en abundancia, y comienzo siempre con litro y medio, y cuando ya me queda menos del medio litro, empieza mi búsqueda preguntando a los lugareños que van apareciendo. De esta forma encontré, en Ponte a Tresa, en la etapa entre Ponte d'Arbia y Siena el mayor lujo de fuente que creo encontraré hasta Santiago: una fuente gratuita que da agua natural, agua fría, fría, fría, y agua fresante (como nuestro antiguo sifón) fría, fría, fría. Y casi sin desviarme de la ruta. Os daré la dirección para cuando paséis por allí: Vía G.Armendola cruce con Vialle R.Morandi

Isidro García
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Y todavía con acqua fressante fría, fría, frio en el termo/cantimplora llegué a Siena.
 ¡Qué maravilla de ciudad!
 Es de esas ciudades en las que todos los comentarios que hagas, y todos los calificativos que utilices, resultan, en mí opinión, tópicos, reiterativos e insuficientes. Doy por hecho que otros narradores, u otras guías, dan información completa de la ciudad que yo no podré hacer. Por tanto voy a dar tres pinceladas personales de Siena. La primera es de nuevo (ya tenía que haber aprendido... ¡pero nada!) desmontar el prejuicio de que la piedra (granito, caliza, volcánica, ...) dignifica más que el ladrillo una construcción. Las iglesias románicas del Camino en Sahagún, hechas en ladrillo no tienen nada que envidiar a la iglesia de Santiago en Carrión de los Condes; los castillos en ladrillo de Coca o La Mota no son menos castillos que el templario de Ponferrada; o por no hablar del mudéjar. Y ahora llega el momento de poner la construcción civil o palaciega en ladrillo al mismo nivel que las casonas pétreas. 
 Como segunda reflexión es que creo no he visto plaza más bella en el mundo como la Piazza del Campo (la plaza mayor). Tal vez me cogiera con las defensas bajas por la fatiga de la jornada, y tuviera la sensibilidad más a flor de piel, pero me dejó girando sobre mi mismo un buen rato, y unas cuantas vueltas (había que mirar lo general y lo particular, hacia arriba y hacia abajo; y girar, y girar, una y otra vez). Todavía levito al recordarlo.
 La tercera cosa que me llamó la atención fueron las banderolas a lo largo de todas las fachadas que identifican a "las contradas" (más o menos, las peñas) de cada barrio y que dan tanto colorido en las fiestas del Palio. Bueno, banderolas en los edificios, y pañuelos rodeando el cuello de numerosos lugareños. 

Y como Siena tiene tanto por ver llegue a la catedral del Duomo ya en el atardecer, y la tuve que ver con la iluminación artificial. Yo creo que gané. De nuevo faltan palabras que ya no se hayan dicho: ¡otra maravilla!

Isidro García
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Pero el Camino está ahí, y nos espera cada día. No es muy celoso el Camino, y permite que cada día, la ciudad a la que se llega se convierta en un nuevo amor, con la condición de que sea pasajero, y al día siguiente le vuelvas a dedicar toda la atención.
  Y hoy, creo que era el 27, tocaba caminar sobre un lago. Antes de llegar a él, abundantes seteros en el bosque con una buena cosecha de boletus, que yo no la consigo en octubre. Y ya por fin, en medio del bosque aparece la pirámide conmemorativa de la magna empresa de desecar un lago que provocaba abundantes enfermedades en la zona (paludismo). Fue allá en 1780 cuando construyeron una galería subterránea de unos 2kms. de longitud, que sumía las aguas estancadas. El resultado, a la vista está, fue satisfactorio: el lago quedó desecado, el paludismo desapareció, los terrenos pasaron a ser fértiles cultivos, y la galería (canal de la Granduca) sigue estando ahí visitable para todo el que quiera recorrerla (no apta para claustrofóbicos). Dos apuntes para el recorrido de esta etapa: tras 13 kms. de marcha: un oasis, "un punto sosta da villa" con fuente de agua, mesas y asientos, buena sombra. Agradable el descanso, al contrario de lo que me pareció Monteriggioni, un burgo rodeado por completo por una muralla, y que es un auténtico parque temático: no pude hacer ninguna fotografía al caserío sin que apareciera una tienda o un bar. Hice rápidamente una a la iglesia, antes de que allí también pusieran un negocio.
 Y en Abadía d'Isola, aldea que no tiene más vida que el albergue instalado en lo que fue una abadía, con magnífica iglesia románica, se ha perdido un albergue con encanto por un mal trato al peregrino, y un mal manejo de lo que debe ser una acogida en la soledad de la campiña

Indi
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Bueno, bueno, si es que se ponen los dientes largos.

Qué bien lo describes. Una maravilla. Lo que cuentas de la plaza de Siena se puede sentir.

Ahora a esperar a los 600 ¡Ultreia, Isidro! 

 

Papadopou
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Bravo, Isidro. Que tengas unos felices 200 siguientes kilómetros. Nosotros  esperaremos tus impresiones. Ultreia!!!

toroastur
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Buff la llegada a Radicofani es una autentica preciosidad, y mas saliendo de Roma, y la Hospitalidad era una delicia, me dejas tieso con lo que comentas de su mal trato, cuando yo pase lo llevaba la Confraternita y  era una maravilla y el bar de al otru lau de la carretera una pasada.

Buen Camino, sigue haciendonos babear, recordar y fuerza, mucha fuerza....

Isidro García
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No. No. Toroastur. Creo que algo no se ha entendido.

El albergue de Radicofani es una maravilla. Así lo he dejado reflejado en los comentarios de los albergues. La hospitalidad que dan los tres albergues de la Fraternidad de Santiago que he conocido hasta ahora es ejemplar, y yo se lo recomiendo a todos los peregrinos que pasen por ahí 

Isidro García
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 Indi, Papadopu, Toroastur, Josep: muchas gracias por vuestros comentarios y vuestro apoyo. En tres días dejo la Francígena y entró en el Camino de la Costa. Tengo mis prevenciones en todo ese trayecto hasta Arlés: ¿rutas y alojamientos?

 El apóstol proveerá.

Ultreia 

toroastur
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lo de escribir sin mirar te juega malas pasadas laugh, lo de la hospitalidad me queria referir a la de la Abadia de Isola que era una pasada y era de la confraternidad, yo lo hice hace 9 años.

Un abrazu y Fuerza ¡¡

toroastur
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Efectivamente ahora empieza lo mas complicado, una vez que dejas la Francigena es mas complicado hasta Ventemiglia( frontera con Francia) y despues aun mas hasta Arles, no obstante algo de informacion tendras de ese tramo que le llaman la Francigena de la Costa( por Genova) y cuando llegues a Francia en San Raphael pregunta que ahi esta la sede de la Asociacion que lleva el Camino de la Costa y tienen una pequeña guia con lugares de acogida, tu tranquilu que solo tienes que mirar que llevas el mar a tu contraderecha y pa alante laugh, te quedan sitios maravillosos,el Parque Nacional Cincue Terre.. 

Sigue gozando y haciendonos babear...

Blenques
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Te agradezco enormemente que hayas pensado en nosotros para contar la crónica de tu peregrinación desde Roma ¡nada más y nada menos!.  Das detalles concretos sobre la logística, rutas  y alojamientos que serán de gran utilidad para los que en el futuro emprendan semejante empresa, Pero sobre todo describes tan bien y tan literariamente el Camino, tus vivencias y sensaciones que es una delicia leer tu cuaderno de viaje e intuyo que para mí será también una delicia tener el privilegio de poder acompañarte en la distancia en esta aventura tan enorme que has emprendido gracias a tu trabajo y generosidad. Seguiré tu crónica con deleite, Isidro, hasta Santiago o hasta que tu cuerpo y tu mente lo dispongan. En este hilo tú eres el protagonista y los demás leeremos con respeto y agracecimiento; así que no entraré a "ensuciar" el hilo con mensajes de agradecimiento y ánimo que seguramente todos los días te daría pero que sólo añadirían "paja" a lo realmente importante, tu crónica. No me leerás, pero con tu permiso aquí estaré esperando saber de tí y de tu viaje que te deseo discurra con salud, sereno y libre de malos contratiempos

¡Muchas gracias y muy buen Camino!

Ma Teresa
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Gracias por compartir tu experiencia. Como dice Blenques y el resto, procuraré no interferir demasiado, pero aquí estamos. 

Abrazo y Buen Camino

jabeque
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Que hermoso y complicado.

Una duda , el camino está señalizado como en España ? 

Slds.

Isidro García
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El día 28 había que llegar a una de las ciudades míticas de la Vía Francígena, San Gimignano, la ciudad de las 100 torres (bueno, lo dejamos en 14, aunque en los momentos de mayor competencia entre las familias nobiliarias de la ciudad, sí hubo). También es la ciudad donde existe el tercer albergue de peregrinos donde la Fraternidad de Santiago ofrece hospitalidad. 
 Pero no adelantemos acontecimientos. Esa etapa tiene dos variantes en el recorrido, y por supuesto, no lo perdamos de vista, la señalización me obligaría a ir mirando siempre por el retrovisor. Pérdida casi asegurada. Así que decidí inventarme yo la ruta con los mapas de Google y el geolocalizador del móvil. Tengo que practicar con esas herramientas porque me serán útiles en el tramo entre la Francígena y Arlés. Utilizando el indicador de ruta de Google Maps, unas veces me dejaba aconsejar de esta "máquina infernal", y otras me inventaba yo la ruta. Con éxito total, ahora sí, llegué a una maravilla de ciudad.
 San Gimignano tiene, y no es exageración, un sky-line (¿está bien escrito?) que recuerda a una 5a. Avenida cualquiera, (50 ms. de altura, tienen algunas torres) salvo que las construyeron en la Edad Media. Pero todo el casco urbano, incluido el bajito, es una preciosidad. Cuando paséis por aquí no dejéis de asomarnos al museo que reproduce en maqueta a San Gimignano en su mejor momento, con murallas y todo. Y también una maqueta de cómo era el interior de una torre estándar. ¡Interesante! 
 Y de nuevo la convivencia en el albergue el mejor momento, con la tertulia.
 Está vez la conversación giraba alrededor de lo rico que le habían quedado a Giovanni (el hospitalero) los macarrones de la cena. O la importancia del "pomodoro" (=tomate) en una buena pasta ¡A ver! Yo no soy italiano y carezco de la mística que tienen alrededor de la pasta, pero no eran más que macarrones con tomate y atún. Yo creo que ya llegaba maleado porque todas las cenas en comunidad son con pasta: macarrones, espaguetis, los macarrones de tornillo, ... ¡¡Todas las cenas con pasta!! Si yo hubiera sido testigo de esta conversación la segunda o tercera noche, pensaría que asistía a un debate sobre grandes y arcanos secretos de la cocina nacional. Pero a estás alturas, que ya me sale la pasta por las orejas, pensé en algún momento que me estaban realizando un programa de cámara oculta. ¡¡¡A ver, qué eran macarrones con tomate y atún!!! 
 Y cuando en un alarde de integración internacional alrededor de la cocina, los italianos (o sea, todos menos yo) aceptaron que la tortilla de patata de nuestra tierra está bien, pero que había que añadirle queso fundido, decidí que era el momento de no entender italiano.
 ¡Joder con la pasta!

Isidro García
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Así que con las fuerzas de una buena cena de pasta me atreví a unir dos etapas en una. La primera era un paseo de 14 kms., la segunda eran 24. Casi 40 kms. que es donde tengo marcado mi límite excepcional.
 Así que la primera parte, con la fresca, se hizo rápida y en la población de Gambassi Terme conocí al dependiente de una tienda de ultramarinos, que trata a los peregrinos con un cariño especial (me terminó regalando algo de fruta). Aunque los peregrinos clientes suyos se dirigen siempre a Roma, él estaba de acuerdo conmigo en que todos van al contrario, y que la peregrinación correcta es la de Roma a Santiago (léase con ironía). 
 El resto de la jornada es recorrer terrenos llenos de viñas sin sombras "bajo el sol de La Toscana". Eso de "bajo el sol de La Toscana" está sobrevalorado, yo tengo mis dudas del atractivo que hay a las 2 de la tarde, con 32°, con 30 kms. en las piernas, y siempre subiendo la última cuesta para llegar a la ciudad de destino. Preferiría que La Toscana estuviera nublada.
Por esos caminos, ese día coincidí con una pareja que llegaban desde Canterbury. Ella llevaba una camiseta del Barça, y rápidamente se puso a pegar la hebra. No era española, pero hablaba muy buen español. La explicación: su, hasta ese momento, silenciosa pareja, resultó ser madrileño como yo, y él le motivaba para que ella practicara el idioma español. 
"Lo que puede el amor"
 (que el madrileño permite que su chica vista la camiseta del Barça.... es una gran prueba de amor, ¿no?)
 Ese tramo de los 24 kms. del final tiene fama de pocas fuentes. Pero hay tres. Sólo mencionan la fuente tras la iglesia de Coiano; pero 4 kms antes de ese punto hay una, y a unos 5 kms del final de la etapa la otra. En estos dos casos justo cuando cambias caminos de tierra por asfalto.
 Y por fin San Miniato, que sería el final del día  29, un casco urbano lleno de edificios dedicados a temas religiosos. El caserío ofrece perfectamente la imagen de lo que sería un pueblo toscano, y casi sin personas. Se ve que San Miniato conoció tiempos mejores, pero el pueblo de abajo se ha quedado con toda la actividad humana.

Isidro García
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El día 30 se convirtió en una jornada para descansar del día anterior. En líneas generales es una etapa llana, que cruza el gran río Arno, y a partir de la localidad de Fuececchio el firme de la senda se convierte en el tapiz soñado por un caminante: casi, casi, el césped de un campo de fútbol. Se camina por el alto de un talud con una hondonada de trazado regular que durante mucho rato me invitó a adivinar de que se trataba ese paisaje claramente artificial. Por un rato pensé que era el trazado de una antigua línea férrea, pero la hondonada de la parte de abajo invitaba a pensar en un canal. Llegué a la conclusión que ese talud por encima del nivel de los campos circundantes al canal era el camino por donde caminaban las acémilas que arrastraban las barcazas que se desplazaban por el canal (como nuestro Canal de Castilla). Pero eso sí la dulzura del firme no nos la quita nadie 
 ¡Qué descanso para los pies! 
 Y cuando pasamos el puente techado donde estaban/están las esclusas que regulan el canal, comienza un bosque muy agradable y en bajada para seguir disfrutando de la jornada. Cuando paséis por el bosque estad atentos a vuestra derecha a un lago sugerente para inmortalizar en fotografías.
 Y cuando llego a la población de Altopascio, por fin en llanura y sin tener que ascender una última empinada cuesta, población moderna, y sin un núcleo medieval relevante, me da la sensación que será un final de etapa intrascendente. No pude conseguir alojamiento de peregrinos, y me tocó alojarme en un hotel convencional de nombre "Los caballeros del Tau". 
¿Del Tau?  ¿Como el símbolo que llevaban los miembros de la Orden de San Antonio, que administraban el Convenio de San Antón junto a Castrojeriz, hoy en ruinas? ¿Tienen alguna relación?
 Y la iglesia de la localidad está consagrada a San Jacobo el Mayor, o sea,  nuestro apóstol Santiago. ¿Tiene todo esto alguna relación? Y lo que presagiaba una tarde anodina, se convirtió en continuas lecturas de entradas en internet para intentar aclarar las coincidencias. Las primeras lecturas amenazaban mayor "endogamia", pues los "caballeros del Tau", oficialmente eran la Orden de Santiago de Altopascio. Lecturas varias, contrastando fechas, repasando las reglas de cada orden, todo se queda en una serie de casualidades, pero sin relación común: la primera orden religioso militar de la Cristiandad se crea en esta ciudad italiana con el nombre de Orden de Santiago de Altopascio, y adopta como símbolo la letra griega Tau. La orden de San Antonio fue fundada en 1095 en Francia y adopta como símbolo la letra griega Tau. Y esa es toda la conexión. Cuando pude concluir la tarea de poner orden en este cúmulo de datos (y algunos más unidos a la interesante historia de Altopascio), era hora de dormir, y pensar en la llegada a otro hito de la Vía Francígena: Lucca

Isidro García
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Yo no conozco la historia de Lucca, ni la he repasado después de pasar por allí, pero si me queda una cosa clara: no hay concordancia entre la arquitecta románica de los templos de Lucca y las murallas de la Edad Moderna. Tampoco existe concordancia entre el trazado urbano cuadriculado y el periodo medieval de sus iglesias (en el Medioevo el trazado de las calles es un caos como ya hemos visto en otras ciudades por las que hemos pasado (Viterbo, Radicofani, San Gimignano, ....). Por tanto, hipótesis que quedan para confirmar cuando el Camino decida que debo hacerlo:  ¿Qué, o quién, transformó toda la estructura viaria de la ciudad? Sí esto es así, ¿cuándo fue? Supongo que éstas son las dudas que nos quedan para después, con tranquilidad, desasnarnos. 
 Yo llegué a esta ciudad con la única referencia en mi mente de una de las muchas maravillosas ciudades italianas (mi mujer dice que Italia es muy "desagradable" porque la mínima ciudad es un conjunto artístico, y paseando despreocupadamente por las calles llegas a una plaza, y te encuentras una fontana de .... Bernini por decir a alguien... O sea, como nosotros). Gracias a mi ignorancia, pude caminar de sorpresa en sorpresa, arquitectónicamente hablando. Puertas de las primeras murallas que el crecimiento de la ciudad dejó intramuros de las murallas modernas (esas bajitas pensadas para resistir los asedios cuando ya había artillería, pensemos en la Ciudadela de Pamplona). Un anfiteatro que, a ver, ya no es anfiteatro claro, pero guarda la forma del que algún día, con los romanos, fue; y tiene el mismo atractivo para las masas, como debió tener hace 2.000 años (la "arena" del anfiteatro llena de terrazas de bares). O lo más sorprendente, un catálogo de románico en las iglesias, que me fueron asaltando increscendo en su majestuosidad sorpresivamente al ir doblando esquinas, y que me dejó pensando si el mejor románico es el templo de Santiago, o la iglesia de la Santa Fe de Conques. Es que, claro, eso de construir los templos en mármol, que deja ese color tan blanquito, en contraste con la piedra oscura del románico de nuestras tierras, parece que quita antigüedad y épica, al edificio. Absorto me dejó la catedral de San Martín (el que corta la capa), y allí me quedé hasta la hora de regresar al albergue, lo cual se convirtió en un nuevo disfrute, al regresar por ese caserío, con una acertada iluminación, y unas calles casi desiertas. Del albergue, creo que ya se quedó escrito en su lugar correspondiente

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Yo creo que la señalización de la vía Francígena depende un poco del grupo dinamizador activo que haya en cada zona, además de las decisiones de las autoridades regionales.  Por ejemplo: creo que los mojones que ya he mencionado antes que uno se encuentra sin, para mí, gran lógica, aunque muy frecuentemente son decisión de las autoridades de la Toscana. Sin embargo, en zona próxima a Siena (antes y después de llegar) abundaban señales que indicaban en los cruces la dirección de Canterbury (o sea, hacia el norte), lo que era de agradecer. Pero hacia Altopascio esos carteles se cambian por las pegatinas que ya conocíamos en el Lacio. De la señalización de la vía Francígena en la Liguria, no pude sacar conclusiones pues la abandoné al poco de llegar a la nueva región.

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Y comencé el mes de septiembre caminando desde Lucca, junto al río Serchio. Hay que reconocer que esas sirgas que se trazan junto a la orilla de los ríos suelen ser cómodas (lisas, con un sueño mullido, con buena visión del río y lo que se cuece en él para los que gustan de temas de naturaleza).
 Pero el paisaje va cambiando para convertirse en montañoso y para llegar a una minúscula aldea metida en las montañas Apuanas, y que es el lugar donde está el magnífico albergue "Casa del Pellegrino". Estamos en Valpromaro, y por suerte llegué antes de que comenzara una tormenta considerable (la colada no se secó). Estéfano y Ana han convertido éste apartado lugar en hito para los peregrinos. El cariño que allí se recibe te hace disfrutar de la Peregrinación. Y la tertulia de la cena giró en algo que desearía retomar cuando vuelva a mí casa: yo pienso que los hospitaleros dan muchísimo al peregrino, pero que el peregrino no tiene oportunidad de devolver, aunque quiera, tanto como recibe. Ana y Estéfano decían que se sentían satisfechos con el bienestar que proporcionaban. Lo decían convencidos. Tal vez allí, con pocos peregrinos (ese día éramos dos), la acogida desinteresada tiene más sentido

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Y esto me hace pensar en los diferentes tipos de albergues que ya he conocido. Hay que decir que la acogida desinteresada, a cambio de un donativo esta siendo la norma para mí. Y es que, a lo largo de la vía Francígena todavía es abundante este tipo de acogidas: unas veces responsables parroquiales o municipales, han preparado locales ex-proceso para los peregrinos a Roma (bastantes veces se limitan a dar una llave, y mostrar el buzón donde se devolverá la llave y se dejará el donativo); otras veces en sedes de órdenes religiosas, donde la presencia peregrina es una anécdota en su día a día monástico; otras veces organizaciones laicas con espíritu religioso gestionan los albergues con hospitaleros voluntarios y rotativos; y otras, que tienen voluntad de acoger a peregrinos y ceden su casa más o menos preparada. En las dos últimas casuísticas lo normal es tener una cena en comunidad, donde mejor se disfruta de la camaradería y solidaridad de la Peregrinación, y salen sustanciosas conversaciones. He conocido, también, algún caso que ofrece lo mismo que las acogidas particulares, pero fijan un precio fijo

Isidro García
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  El 2 de septiembre, (creo, porque ya me lío) llegué a una ciudad que me impresionó por su dinamismo y modernidad: Pietrasanta.

  Pero antes, en el recorrido, se juntó la geografía con la climatología para sentirme como si caminara por terrenos gallegos. Los Alpes Apuanos que ahora atravieso por el Alto de Piazzano, provocan un embotellamiento de nubes mediterráneas para remojar el territorio y a los que por él caminamos. Tras estas sierras, de exuberante naturaleza, se adivina ya el mar por su olor, por la claridad del cielo, y porque al final, se ve. Y se entra en un país que me pareció muy feraz, por la abundancia de agua, la facilidad del terreno, y la buena temperatura. Y en efecto, la película que me monté la confirmé al ver la cantidad de fruterías que mercadean en la importante ciudad de Camaoire. Que, por cierto, al igual que en muchas poblaciones españolas tienen costumbre de preparar el día de Corpus Christi alfombras de flores por donde pasa la procesión.

 Y se llega a Pietrasanta. La ciudad tiene doble valor artístico, uno por las bellezas arquitectónicas que la ciudad tiene, y otro porque ha decidido convertir todas sus calles y plazas en un museo de escultura. Yo no entiendo de muchas cosas, y una de ellas de escultura; pero algunas de las obras que veía en las calles me resultaban familiares, hasta que llegué a Botero. Al colombiano sí le conozco, y allí estaba un guerrero gordo de los suyos, entre cientos de obras de otros escultores.

 Por tanto, la ciudad la tenemos llena de arquitectura muy interesante de las edades medieval y moderna (catedral, palacios, iglesias, ...), y de escultura contemporánea repartida por las calles y plazas de la villa. Y, además, llegan los que saben y pueden, y deciden dedicar la iglesia de San Agostino, que preside desde lo alto de sus gradas la plaza mayor, a un museo de … ¿adivinas?...En efecto..., de escultura. El día de mi paso por allí había una amplia muestra de la obra de Marco Cornini, un escultor realista, que esculpe desnudos humanos a escala real con bastante ... realismo. Por su parte, el templo conserva, como aportación al arte de la pintura, todos los cuadros que desde siglos han estado decorando sus paredes, sus bóvedas, y el retablo. Maravillosa combinación de todas las artes, y todos los tiempos.

 Pero ese día, la dosis diaria de arte que la vía Francígena nos regala, la voy a mejorar con una visita a la renombrada ciudad de Pisa. Mi hija, la pequeña, que tiene su vida organizada acá en Italia, y su “ragazzo”, me visitan hoy ¡con coche!, Y aprovechamos para pasar la tarde en la plaza de los Milagros, a 38 kms. de Pietrasanta y del Camino; y que yo, con mis modestos recursos peatonales de peregrino, no hubiera podido visitar. Por supuesto, que en esta visita lo que tiene más valor es la proximidad familiar: la satisfacción emotiva de reencontrarme con mi hija. Que, dadas las exigencias de nuestras vidas en diferentes países, llevábamos demasiado tiempo sin estar juntos. De las maravillas pisanas no voy a dar ningún detalle: nada nuevo aportaría a lo que ya conocéis, o las guías lo tienen ya escrito. (Y además, no corresponde; está fuera del Camino). Pasada la tarde y la cena, mis hijos me retornan a mi Camino, y ellos retornan a su vida italiana.

Isidro García
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El camino hacia la última ciudad de la vía Francígena que yo voy a recorrer toca hacerle por asfalto, asfalto y asfalto. Porque a estas alturas ya no se menciona, ni le doy más valor; pero el caminar por el no-arcen  de las carreteras es elemento diario. Y es peligroso, muy peligroso. Pero lo peor está todavía por llegar, y no será hoy.
 El destino de, para mí, la última ciudad de la vía Francígena es Avenza, al parecer, un barrio de Carrara, la ciudad de las canteras de mármol. Ya desde lejos se aprecia la montaña de color blanco (de no ser por la época, hubiera pensado si era nieve). La extracción de tanta roca ha cambiado claramente la montaña.  Uno queda con la certeza de que un día la montaña desaparecerá. No lo veremos nosotros, pero es evidente como las canteras se han comido un buen "trozo" de montaña. Simplemente es cuestión de tiempo. Y ya que de mármol se habla, es interesante prestar atención cuando se pasa junto a alguna de las empresas de marmolería (¿se dirá así?), pues se pueden ver toda la evolución: primero amplios bloques bastos de piedra sin belleza todavía; después en otro lugar bloques ya cúbicos con caras completamente lisas, y ángulos de 90° sobre las doce aristas, que ya dejan entrever la belleza de dibujos y colores; y por fin, en otro lugar se apilan las lajas de placas de mármol, ¡preciosas!, que como yo las veía ya embaladas con palés, las suponía ya listas para la distribución. 
 Y así, curioseando sobre el trabajo del mármol, llegue a la coqueta plaza de Avenza donde está el albergue parroquial

Isidro García
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El 4 de septiembre recorro los últimos quilómetros de la Francígena hasta Sarzana. Pero todavía me dejaba la ruta un contratiempo de unos 3 quilómetros de exceso. 
 Resulta que la sirga rodea la población de Dogana, en una loable intención de sacarnos del asfalto, y acercarnos a las ruinas del anfiteatro romano de Luni y al próximo museo arqueológico. Pero, yo no sé por qué, (carteles de la policía prohibían el paso) en medio de la llanura una verja que abarca los terrenos del museo y una puerta que debería estar abierta, pero no está. Hay que retroceder, y buscar los caminos que rodeen el área museística. Cuando consigo reparar el "daño" causado y llegar a la puerta por donde debía haber salido de la zona vallada ha pasado casi una hora, y unos 3 quilómetros. Así que cuando paséis por allí pensad si merece la pena el rodeo a Dogana, o en vez de inventar,  seguir todo de frente por la carretera estatal 1.
 El resto del camino hasta Sarzana se hace a lo largo de un bucólico canal, lo que significa ausencia de cuestas, y un buen firme, ver a los peces; a cambio de dar abundantes vueltas según las curvas del terreno.
 Y en Sarzana fotografié la última señal que vi de la vía Francígena. Romántico que es uno.

Isidro García
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Puede ser un buen momento para hacer un pequeño balance de 20 días y casi 500 quilómetros.
Me acuerdo ahora de Javier Alda que ya no me acompañará. ¿Quién es Javier Alda? No lo sé. Es el nombre con que se identifica la persona que ha subido a Wikiloc las trazas que he venido siguiendo en casi todas las etapas. Su compañía me ha sido muy útil, y ha llegado el momento de dejarnos.
 En este tiempo también he perdido varias cosas:
  Dos mosquetones
  La bolsa de aseo: la saqué en una fuente para llenar la botella de reserva que llevo dentro del macuto, y a la hora de cerrar, olvidé incorporarla
 El sombrero: un golpe de viento le tiró a un río y desde entonces decidí cubrirme del sol con un pañuelo/bandana, y cuatro nudos en las puntas. Mi particular homenaje a los comienzos laborales de mi padre como albañil. Además el pañuelo es indispensable para que las jodías moscas no utilicen mi calvicie como pista de aterrizaje ¡Qué pesadas!
 El camino, bastantes veces: lo que me ha significado unos cuantos quilómetros de más. Pero eso no me produce mayor desazón: gajes del oficio.
 Una uña: el día que desapareció lo agradecí, pues me había torturado desde el primer momento. En un año, uña nueva.
 Y al día de hoy no he perdido el ánimo, lo cual es importante.
 Pero hasta ahora, sobre todo, he encontrado maravillosas vivencias, a veces sólo captadas por mí (tributo de caminar en solitario). Pero otras muchas veces ha sido la compañía de los hospitaleros, de otros peregrinos, o las personas que iban apareciendo las que me han dejado maravillosos momentos. Paisajes, arte, buenos vinos, algunas comidas suman al lado positivo. ¡¡¡La pasta, no!!!
Seguimos caminando hacia Francia

Indi
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Como alguien dijo ya, menuda guía de viaje estás dejando para quien decida seguirte: fantástica.

Es un deleite leerte, Isidro. Supongo que ahora viene el tramo de mayor incertidumbre pero estoy seguro de que lo resolverás con solvencia. 

Mucho ánimo compañero, te seguimos atentos...¡Ultreia!

Isidro García
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Y para el final, y para disfrute de los amantes del ciclismo, llega el homenaje a la Milan-San Remo. Hasta el balizamiento en la calzada está pintado en rosa.
 Es lógico, este tramo, que para mí, y estadísticamente soy irrelevante entre los que lo usan, es la última etapa italiana; sale de San Remo, y la afición al ciclismo en estas comarcas es bárbara.
 Pero pongamos orden.
 En las dos últimas etapas italianas, la sirga sigue, en su mayor parte, el recorrido de una antigua vía de tren (como algunas vías verdes que se han creado en España, y como ellas sin grandes subidas, ni grandes bajadas). Y en este parte de Europa (pues las características son comunes a Italia y a Francia), donde los Alpes se empeñan en llegar hasta el Mediterráneo, el trazado de ese antiguo ferrocarril, por muy próximo que anduviera al mar, necesitaba de muchos túneles (como los tiene la nueva vía férrea, o la autopista de  la Liguria). Y esos túneles forman parte del recorrido que debe hacer el excepcional peregrino, o el habitual turista que hace un poco de paseo matutino para acallar la conciencia de las cervezas vespertinas, o los numerosísimos ciclistas que pedalean  despreocupados a bastante velocidad porque aquí un coche no les va a atropellar (ahora son los de a pie los que deben preocuparse).
 Las dos últimas etapas italianas: Imperia-Oniglia a San Remo, y San Remo a Francia son casi 60 kms, de los que unos 40 van por estos trazados. Están bien para el peregrino que debe recorrer 2.700 kms. No tienen desniveles, el firme es homogéneo. Aunque son como las autopistas actuales que haces rápida y cómodamente muchos quilómetros, pero sin llegar a conocer por dónde se pasa.
 Y con abundantes túneles. Pequeños en su mayor parte, pero en la primera hay un tramo de 1.400 metros que a mí me llamó la atención por lo novedoso de estar metido bajo tierra más de 15 minutos (el metro no cuenta). Sin embargo, en la siguiente etapa nos superamos, y el túnel es de 2 kms.
 Y aquí es donde los que saben y deciden hicieron el particular homenaje a la Milan-San Remo, con la pintura del suelo en rosa. Está bien pensado pues cada 20 metros, o así, hay colgado un cartel que habla de la historia de la prueba, y hace más digerible los 25 minutos que caminas en el túnel. 
 Los grandes aficionados al ciclismo lo disfrutaréis. Pero si vais caminando, pues en bicicleta no te da tiempo a leerlos. Son muchos carteles, y algunos no se pueden leer porque la bombilla de al lado se ha fundido y se queda a oscuras. De todos los que llegué a leer, sólo se menciona a dos ciclistas españoles: Poblet, "el matador" (así aparece en el texto) y Óscar Freire.
 Y después, de estas dos etapas cómodas (¿aburridas? tal vez, pero seguro que hasta el apóstol tendré mucha "diversión" para compensar); y tras sortear un quiosco que está en medio de la calzada. Sin enterarte, si no te has fijado con un poco de atención en el quiosco, los carteles están en francés y los adoquines del pavimento hacen nuevo dibujo.
 Es lo que tiene la Europa de hoy en día, que las fronteras ni las notas si no estás atento. Yo creo que ha perdido un poco de épica

Isidro García
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He empezado por el final del tramo de la Vía Liguria, porque lo tengo más fresco, y más fácil de narrar. En este tramo de once etapas y 300 kms., dejar testimonio diario en mis apuntes se convirtió en tarea muy difícil, pues la mayor parte del tiempo lo pasé buscando soluciones al alojamiento de cada final de etapa.
 Así que voy a dedicar a comentar, todo esté recorrido de once etapas y 300 kms. con mucho trabajo de memoria, a riesgo de confundir algún dato de día, o de sitio.
 Y comenzaré por los alojamientos en este tramo. Se pueden identificar tres zonas en lo que ha sido mi experiencia (tal vez, alguna acogida  intermedia entre las que elegí hubiera permitido acoplar las etapas de otra forma, o tal vez etapas de más de 30 kms. hubieran resuelto lo que para mí fueron carencias de albergues; pero estas son mis conclusiomed)

 Desde Sarzana hasta Sestri-Levante se puede avanzar con acogidas, o albergues con precios razonables.   De  Sestri-Levante a Génova, y de Génova a Sabona está el gran agujero negro de alojamientos donde yo tuve que dormir un día en la playa de Camogli, pagar un hospedaje convencional en Génova, o adelantarme en tren a un hospedaje para al día siguiente volver de nuevo en tren donde lo había dejado el día anterior y recorrer ahora a pie lo que el día anterior había hecho en ferrocarril. Y por último el trayecto Sabona a Francia donde encontré cada noche acogidas para descansar.
 Como Gronze no tiene entrada para describir la Vía Liguria, no tengo donde anotar mis opiniones sobre los diferentes albergues de este último tramo italiano.

 Por lo tanto lo haré aquí 

Isidro García
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 La primera etapa fuera de la Francígena la terminé en La Spezia, y allí había confirmado (con llamada telefónica previa, por supuesto, como me está tocando hacer desde el día 1) el monasterio benedictino de Santa María del Mare, que está en las alturas de la ciudad. De nuevo recordando los "mejores momentos" de los finales de etapa en la Toscana. La subidita se las trae, pero el paisaje que se va ganando va compensando el esfuerzo que se realiza. La acogida de las monjas ofrece dormir, cena (por fin comí carne, y sin pasta; un lujazo) y desayuno (este un poco tarde, así que le rechacé). Y piden un donativo de 30 euros. El convento podría acoger mucha gente, pero no hay peregrinos para tanta instalación, y  aparece un poco descuidado. Pero todo queda compensado a la mañana siguiente, al salir del monasterio en plena naturaleza con las campanas de iglesias cercanas, y los pájaros compitiendo en el concierto mañanero. Por lo tanto, si le aconsejaría.
 La siguiente pernoctación fue en Levanto, en la Ospederia del Mare, un albergue pensado para el turismo del país de Las Cinque Terres, y donde hacen descuento al peregrino, cuya presencia es anecdótica ante tanto turismo joven y de excursión. No hay más servicio que dormir en la noche, pero está en un lugar privilegiado, y acoge a todo el viajero que llega. Por tanto, sí le recomendaría.
 Y en Sestri-Levante, una institución de nombre Opera Madonnina dei Grapa, acoge a quien necesita alojamientos, y por tanto también a peregrinos. Allí, en la cena volví a tomar sopa, olvidada desde hacía semanas. También le recomendaría.
 Y llegó después el "agujero negro" de antes y después de Génova. En todo este tramo se daban acogidas por instituciones religiosas, pero por diferentes motivos dejaron de hacerlo. El caso que más me enterneció fue el Convento de San Barnaba en Génova, pues fui hasta allí fue a verles por si me daban albergue, y me dijeron que ya no lo podían hacer pues la comunidad era sólo de tres monjes, y muy ancianos. Eso sí, el lugar era, si no el más elevado de Génova, casi, casi. Tuve que ascender muchas escaleras y cuestas. Y así aprendí que sí en el callejero de las ciudades italianas encontraba "salitas", las evitara: son las vías, a veces rampas, a veces escaleras, que ascienden y ascienden las colinas, que por otra parte es la marca de la casa de la patria chica de Cristóbal Colón (del que presumen como hijo predilecto: además de una gran estatua del navegante, conservan, dicen, la que fue su casa).
 Y a partir de Albenga de nuevo aparecen los alojamientos que están pensados para peregrinos, o viajeros.
 En Albenga, en el Ospital de la Via della Costa, Daniel y Gabriela nos reconcilian de nuevo con los albergues en que el peregrino es importante: magnífica cena en familia, aún mejor desayuno, y un reposo reparador me sirvió para recuperar los ánimos que en esos momentos estaban bastante alicaídos. También ellos son peregrinos que han abrazado varias veces al apóstol, y pudimos contar todos nuestras anécdotas con la ventaja de que los escenarios eran comunes. Por supuesto que recomendaría este albergue, sin duda el más jacobeo de la Vía della Costa, y animo a todos a que acopleis las etapas para pasar por él. Y es de donativo 
 Andora, Olimpia-Oniglia y San Remo fueron los finales de etapa donde de nuevo las parroquias ofrecen sus instalaciones para que el peregrino duerma con donativo. Bueno, una de ellas no aceptó donativo.

Isidro García
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En cuanto al recorrido, este tramo estaría dividido en dos partes: la primera sería el país de las Cinque Terres, con el Parque Nacional del mismo nombre. Son terrenos donde, como ya he dicho, pareciera que los Alpes nacen en el fondo del Mediterráneo. Y por tanto la costa es escarpada, y abundantes radas son abrazadas por acantilados. Tiene gran presencia internacional de excursionistas, y muchos senderos que recorren estos montes junto al mar. 
 La sirga ya desde la subida al ya citado Monasterio de Santa María del Mare es un continuo subir y bajar. En un comienzo con recoletos caminos y escaleras de épocas antiguas que se cuelan entre las casas de campo, y más tarde, ya en el corazón del Parque, auténticos caminos de montaña en medio del bosque que en ocasiones tuve que ascender dejando los bofes. Aún recuerdo una subida de 4,5 kms. al 14% de desnivel medio (como sería, yo que lo más sofisticado de aparatos de montaña que llevo encima es el móvil, para que después me pusiera a buscar datos para cuantificarlo); y que desde entonces me sirve para no protestar cuando las subidas se ponen muy, muy duras.
 Pero el paisaje es precioso, en algunos lugares asomándose al mar en balcones de cien de metros en vertical. En algunos puntos, muy peligroso, y aéreo. Por dos veces dando el paso para superar una torrentera que bajaba por 60 metros en vertical hasta el mar. Me acordé de Toroastur cuando me recordaba esos maravillosos parajes
 Pero hay una cosa que me sorprendió del Cinque Terres: no detecte presencia animal. No vi mamíferos, ni aves; lagartos y lagartijas, sí. Ni el canto de ningún pájaro. ¿Por qué? No lo sé. Tal vez la abundante presencia de excursionistas haya retraído/expulsado a los animales. Pero tampoco estoy tan seguro pues en algunos puntos el camino, de tan tapado que estaba, delataba la escasa presencia humana. A veces era más fácil seguir la traza de Wikiloc que la trocha en el monte.
 A partir de Camogli el paisaje deja de tener las peculiaridades que he intentado describir para la Cinque Terres, (aunque la comarca ya quedó atrás una jornada antes). La costa se dulcifica, y se camina mucho rato junto a la orilla del mar. Tanto antes de Génova como después.
 Y a mencionar también la influencia urbana de la gran ciudad durante tres jornadas, con lo aburrido que resulta caminar sorteando coches, parando en semáforos, dudando en las calles,...
 Pero antes de llegar al tramo con el que he comenzado hoy el relato (la antigua vía del tren, con sus túneles, junto al mar) quiero recordar la travesía de un bosque que me dejó impactado. Dos etapas después de Génova, tras salir de la bonita población, con casco urbano medieval, de Finalburgo, comienza una subida de 300 ms. de desnivel en dos quilómetros (jodía, como muchas; pero ya he dicho que tras la Cinque Terres estoy inmunizado); entrando en el bosque desde el primer momento. Yo no sé vosotros, pero cuando llega una de esas subidas donde los pasos son muy cortos, muy lentos y muy empinados, yo sólo miro al suelo, porque si levanto la vista es para desmoralizarme. Y como ya hemos dejado aclarado como principio de la física, que todo lo que sube, baja; pues había que bajar ahora en este bosque. Pero esta vez la bajada es larga, suave, pausada, sobre un suelo mullido, que permite disfrutar de observar lo que nos rodea.

 Y yo creo que ese bosque era mágico: por supuesto caminé solo, entre masas de piedras oscuras de esas que tienen oquedades que parecen caras, sin animales y solo muy de tarde en tarde el sonido de, tal vez, un grajo. Y nada que delatara que el hombre había hecho en ese bosque alguna vez acto de presencia; pero las piedras poco a poco fueron formando una valla a cada lado del camino, que no servía para proteger nada, pues nada excepto bosque había. Y ya en un momento las vallas de piedras alcanzaban casi a taparme. E igual que subio la altura de las piedras, luego bajo;  y después el bosque fue paulatinamente clareando hasta que ya no hubo. Esas vallas no he sabido si eran artificiales (¿y para qué servían?) o naturales. No soy aprensivo (¿quién se pone a caminar cuatro meses solo siendo aprensivo?), pero la sensación que tuve en los tres quilómetros que calculo anduve entre los árboles no la he sentido en ningún otro paraje. Y no digo que fuera desagradable

Isidro García
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En esta ocasión, el relato de mis sensaciones en la Vía della Costa lo empecé con un recuerdo de la ultima etapa. Ahora lo quiero acabar con un recuerdo del primer momento.
 Ya dejé caer en algún párrafo, hablando de lo riesgoso que es el caminar por carreteras, que lo peor todavía no había llegado.
 Lo peor llegó en la salida de la población de Sarzana, donde hemos abandonado la vía Francígena, e iniciamos caminatas sin tanta claridad de por dónde habrá que dirigirse. Pues bien, al salir de la ciudad hay que cruzar un río, el río Magra. Con mucha anchura. 
 El viaducto de la Carretera Estatal n°1, de unos 400 ms. de largo, que cruza el río es paso obligado para llegar a Arcola, la siguiente población. 
 Al ser una carretera importante, en la salida de una importante población, está protegida en los laterales por unos guardarrailes muy altos. Casi imposible saltarlos.
 Y como suele ocurrir también en España, las salidas e incorporaciones a la importante carretera (casi autopista) siguen teniendo los guardarrailes de los laterales durante muchos muchos metros.
 Todo esto ¿para qué lo escribo? Para avisar que, si no has encontrado otro modo de llegar desde Sarzana a Arcola que la Carretera Estatal n° 1, elige bien el lado por el que vas a atravesar el puente.
 Debe ser por el lado derecho de nuestra marcha, pues si lo haces por el izquierdo te encontrarás con que, encerrado por el guardarrail como estás, una incorporación a la carretera te obliga a caminar muchos, muchos metros hasta que desaparece la barrera protectora, y puedes, con riesgo, atravesar la incorporación, para después regresar a la Carretera Estatal. Eso me pasó a mí.
 Por tanto desde mucho antes de llegar al puente del río Magra debes asegurarte que llegarás a él ya situado en el lado derecho.
 En el puente, el estado de las baldosas del estrecho sendero peatonal, te obligará a poner fe en la solidez del suelo, al menos en los primeros pasos, hasta que ves que en este tema no hay riesgo.
 Después te tocará recorrer cinco quilómetros por el lateral de la Estatal hasta llegar a  Arcola. Algo de locos. Muy arriesgado.
 Como esto es lo primero que uno se encuentra tras abandonar los senderos de la vía Francígena, la pregunta obligada a hacerse es: pero, ¿voy a poder hacer 300 quilómetros en estas condiciones? La realidad es que todo es un poco más difícil, pero para mí, nunca lo fue tanto como en ese momento.
 Mi consejo es que, es necesario encontrar otro camino diferente para llegar a Arcola. O tal vez ya está diseñado, y yo no lo supe encontrar.

toroastur
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jajaja, tantos años despues(9) veo que la salida de Sarzana sigue siendo un autentico infierno, yo cuando me di cuenta estaba en medio de la autovia, bufff  era o morir atropellado por detras o cruzar y ser atropellado de cara laugh,decidi esto ultimo laugh.

Sigue disfrutando y haciendonos babear... te quedan maravillas, Graciaaasssss¡¡

 

Isidro García
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Antes de comenzar a caminar por Francia quiero recordar un encuentro que tuve en el último quilómetro italiano. De frente a mí viene otro caminante con las pintas de llevar muchos días caminando (lo cual me hizo pensar en cuál será la apariencia mía), y el aditamento de una guitarra. Tras el mínimo saludo protocolario en italiano,  pues todavía estábamos en Italia, el consabido "¿guer ar yu from?". Y resulta que se trata de un compatriota catalán que salió de Barcelona hacia Roma. Jorge Mohira, su nombre.
 Su toque de guitarra le sirve para financiarse; aunque, como lleva su tienda de campaña, sus necesidades económicas tienen por fuerza ser menores que las mías. Pero es que Jorge, a la guitarra, no es un desconocido (es posible que algunos le conozcáis). Es profesor en el Conservatorio de Barcelona, y es una autoridad en el flamenco. Me cuenta que recorrió la Vía de la Plata con su guitarra, como lo hace ahora, y el gusto que le quedó en su Camino le ha empujado a caminar, esta vez a Roma. Yo no sé Jorge, pero yo tenía ganas de desquitarme de un mes sin hablar español, y la echamos larga. Después, el compromiso de contarnos nuestra experiencia cuando estemos ya en casa. Y por último: "Buen Camino" "Ultreia", nos dimos la espalda como correspondía, y seguimos caminando por donde lo había hecho el otro.

Isidro García
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Y es el momento de hablar de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago y Roma Provence-Alpes-Cote d'Azur-Corse. Al menos, en lo que va a ser mi acompañamiento durante dos semanas. Una de las actividades que tienen propuesta, es la asistencia a los peregrinos que cruzan la región. Y en su página de internet facilitan los medios de contactar con ellos.
 Yo lo hice para solicitar esa asistencia en general, e integrarme, si la asociación lo consideraba posible, en la "cadena de acogida a peregrinos". Unas llamadas telefónicas a los interlocutores que ofrece la Asociación, y pasan a ponerse en contacto con uno para comprobar la condición de peregrino: fotografía del documento de identidad, y de la credencial para demostrar que eres peregrino de largo recorrido. Después, un miembro de la organización pasa a tutelar al peregrino, e intenta dar apoyo y soluciones a las necesidades que van surgiendo. En mi caso, Mario me va ayudando dándome la propuesta de etapas según la posibilidad de alojamiento: conventos, monasterios, campings, e incluidos los voluntarios de acogida. Para esta última solución, Mario, y el coordinador regional de la región, Pierre Botto para el departamento de Alpes Marítimos, localizan al voluntario posible para el día y el lugar, y te envían el número de teléfono para que contactes con él la cita para tener su acogida. Es una actividad llena de solidaridad, con la que devuelven los favores y ayudas que en su día ellos recibieron cuando peregrinaron.
 Y vuelvo a hacerme la misma pregunta que (me) hacía en Valpromaro: ¿cómo podré devolver toda la dedicación que dedican hospitaleros y demás gente que me acoge y me ayuda?
 Pero siendo vital esta "cadena de acogida" para seguir avanzando en la ruta, el apoyo llega a otros temas. Y según llegué a Menton, Marcos me avisa que la ruta "oficial" de la primera etapa francesa está cortada por las autoridades debido a un reciente incendio, y me propone el trazado alternativo. Todo él por la carretera

Isidro García
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Así que, tras conocer en Menton la primera acogida de voluntarios en la "cadena", comienzo la Peregrinación por Francia.
 Me habían hablado que la actividad senderista de nuestros vecinos garantizaba senderos por lugares menos "urbanos" de los que había conocido en Italia. Pero en esta primera etapa no me sentía extraño a lo que había sido la marcha habitual en el país vecino: asfalto y arcén escaso o nulo para poder ver de cerca los coches. Bien es cierto que el incendio forestal me había impedido hoy conocer los caminos de montaña, pero no me impedía sentir un "deja vu".
 Así que 11 kms. de subida continuada, que a estas alturas de la Peregrinación ya no pesa. Es una lástima hacer esta subida con los coches pasando al lado, pero en los lugares donde la carretera de ensancha se disfruta de una buena vista del Mediterráneo. Incluyendo una ciudad que hay ahí en medio del acantilado con unos rascacielos considerables, que no sé cómo las leyes francesas no han puesto control en un urbanismo tan loco. Se ve activa y con riqueza a esta ciudad. (Luego que pueda mirar el mapa tendré que ver que ciudad es).
 Ya en La Turbie pude ver de nuevo desde miradores ahí abajo, junto al mar a Mónaco.
 Era el principado de Mónaco lo que había identificado como una excepción urbanística, pero sin ponerle nombre. ¡¡¡Ignorante, yo!!! Desde luego, es bonito el paisaje desde las balconadas de La Turbie, ¡y puedes decir que tienes Mónaco y Montecarlo a tus pies!
 Pero no hay que abandonar la visita de la ciudadela medieval, por donde atravesaba la vía Augusta, y ver los restos del Trofeo de Augusto, monumental "faro" que conmemora la victoria de los romanos sobre los ligures, y que servía para recordar, dada su grandiosidad, el poder de Roma desde muchos puntos del país.
 Y 3 kms. más y llegamos al santuario de Nta. Sra. de Laghet, lugar de comida, cena, pernoctación y desayuno. Un lugar muy recomendable por el entorno, la tranquilidad, la espiritualidad; y si eres católico, por la importancia que tiene este santuario, según deduzco (cuando vayáis no dejas de visitar la galería de exvotos: veréis que la fe que tienen a esta virgen es muy grande).
 Al igual que existe turismo rural, turismo gastronómico, turismo enológico, ... también existe el turismo religioso (aunque tenga menos cobertura mediática). Y allí llegan números turistas, viajeros, caminantes o peregrinos que se alojan en este santuario. Sí Gronze me preguntara si recomendaba este alojamiento diría SÍ sin ninguna duda

Isidro García
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La siguiente etapa consistía en llegar a Aspremont, y ahora ya sí pude comprobar que la tradición senderista francesa se convierte en este país en caminos que recorren las montañas de las últimas estribaciones alpinas.
 Además los caminos están bien señalizados con la doble marca horizontal roja y blanca de los G.R. No debemos perder de vista que la señalización rojiblanca de un camino no significa que sea nuestro camino correcto. Las mismas señales encontraremos en una senda que vaya al norte, que en la nuestra que va hacia el oeste. Sin embargo en los cruces si hay buenas flechas indicadoras de los destinos hacia donde marca la flecha. También comienza a aparecer en la flecha el código de nuestro camino: 653A. Y aún más: empieza a haber pegatinas de la estrella (¿o es una viera?) marcando la dirección al apóstol. ¿Perder la ruta? Por supuesto, pero empieza a ser más difícil.
 Recuerdo en ese día  tras pasar una población metida en un 
valle, Traverse la Torre,  veo allá en lo alto la siguiente población a la que hay llegar (se trata de Tourrete-Levens). Se aprecia la muralla, la iglesia, el caserío del antiguo burgo. En fin, lo que uno imagina de una ciudad en lo alto de la montaña. Allí arriba aislada.
 Al llegar arriba sin solución de continuidad, la sirga te saca del casco viejo, y  la ciencia física es implacable una vez más: todo lo que sube, baja... para enlazar con la última colina por hoy que nos dejará en Aspremont. 
 Por fin tenemos el mejor balcón para observar hacia abajo el camino que hemos hecho. Y observo que la anterior población, el casco viejo de Tourrete-Levens, que yo imaginaba aislada en lo alto de la colonia no es más que un pequeño barrio de una inmensa población llena de modernas construcciones que se extienden por terrenos suaves; al otro lado de lo que fue mi subida.
 Y es que a 20 kms. de Niza, en cuanto el terreno lo permite, el urbanismo moderno te prepara unas cuantas urbanizaciones llenando todo el paisaje de construcciones

Isidro García
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 Allí tuve la fortuna de conocer personalmente a Pierre Botto, como ya he mencionado, el coordinador de la cadena de acogida en el departamento de Alpes Marítimos. Pude charlar un rato con él, agradecerle en mi nombre, y en el de todos los peregrinos, la ayuda que prestan en estas etapas, que todavía no participan del camino oficial de Arles. Y Pierre aprovechó para, está vez en persona, presentarme en el Abadía de Nuestra Señora de la Paz, de la orden cisterciense donde pasé la noche

Isidro García
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Para el día 17 toca llegar a Vence. Allí Pierre me ha hecho una reserva en el camping Domaine de la Barguerie que está 5 kms. más allá de la población, pero junto a la ruta. 
 La etapa desde la salida de Aspremont es adentrarse por zonas boscosas donde no camina nadie, aunque en los diferentes cruces que uno encuentra, existe una perfecta señalización con tablillas indicando destino (casi siempre desconocido para mí), tiempo para llegar y número de la senda. Sí, hay que reconocer que las organizaciones de senderistas trabajan bien aquí. Es una maravilla disfrutar del silencio de estos parajes, lo que no impide que las cuestas, bien hacia arriba, bien hacia abajo, ganen verticalidad cuando toca; como por ejemplo, el violento descenso desde las montañas hacia el río Var (que después llegará a Niza). Por cierto, un espectáculo doblar una loma y encontrar a tus pies la visión de un cauce ancho, muy ancho: ¿300 ms.?, o así. Toca cruzarle por un puente interminable y subir por duras rampas a la población medieval de La Gaude, con unos miradores hacia el río Var, que llega la visión hasta la desembocadura en Niza.
 Porque, si habéis seguido el recorrido del camino por la Vía Aurelia, la ruta va por el interior, evitando el mar y las turísticas poblaciones de la zona: Mónaco, Niza, Cannes, ... (sí ya es difícil el alojamiento en estos finales de etapa del interior, cómo sería el tema si fueran poblaciones del litoral).
 Y por fin, llegada al camping en bungalows muy sencillos, pero muy funcionales, y conocer una forma nueva de pasar la noche. Sí, os recomiendo éste lugar (también hay que tener en cuenta las alternativas: muy pocas)

Isidro García
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Y para el día 18, toca atravesar la comarca del río Loup.
 Zona de senderismo, que me recuerda a aquellas tierras italianas de Cinque Terres. De nuevo la trocha quiere ocultarse por las hierbas, y de nuevo la traza resulta más clara.
 En estos momentos, pienso, el camino que une Roma con Santiago se limita a una hierbas un poco aplastadas que insinúan una senda. Poca cosa parece para tan grande empresa
 Supongo que el Camino, como tantas veces, es metáfora de la vida. E importantes proyectos vitales, casi fundamentales (o al menos creemos en ese momento), avanzan con eslabones nimios, pero imprescindibles (Por ejemplo: de una llamada telefónica, y no otra, a una hora concreta, y no a otra hora).
 Y como en el día anterior, de súbito un paisaje nos detiene el caminar: el grandioso valle que forma el río Loup, y la vista, frente a nosotros, de la ladera simétrica a la que vamos caminando, aunque pareciera más salvaje: paredes más verticales, mayor alturas. Y cuando la ladera frente a nosotros se rompe porque un afluente del Loup forma su propio valle, vemos por el hueco que se abierto los Alpes en todo su esplendor (bueno, a lo mejor en todo, todo su esplendor, no; pero bastante impresionantes sí). 
 La etapa termina en Roquefort les Pins en el Foyers María Mater donde la acogida es impecable: cena, desayuno, de donativo. Sí que le aconsejaría.
 Por cierto, no busquéis en Google Maps este albergue por la dirección (calle, número), porque lo escribiréis perfectamente pero el buscador os llevará a 6 kms. de donde está. A mí me pasó, y me tuvo dos horas andando y desandando hasta que pude llegar. Cuando estéis en Roquefort les Pins buscad el Foyers por el nombre, y os pondrá en el sitio correcto.

Isidro García
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Día 19, de camino hacia  Mouans-Sartoux. Allí me va a alojar Marie-Luise, miembro de la asociación de la cadena de acogidas. 
 En este día la presión urbanística hace que el trapantojo de caminar siempre en medio de la naturaleza sea muy visible. Me explico: desde la entrada en Francia (no tengo en cuenta la primera etapa en la que un incendio reciente tenía cortados los caminos de montaña), las sendas van recorriendo espacios verdes, pero el urbanismo de las ciudades, sobre todo en forma de urbanizaciones, queda cerca. Se van evitando, pero las sientes al lado: ruido de coches aunque no llegas a ver, ladridos de perros que vigilan casas que no son visibles, ... 
 En el día de hoy, los pasillos verdes son muy estrechos, y parece muchas veces que se camina por el parque de la alameda.
 Hay que reconocer el gran esfuerzo de las asociaciones de senderistas para ir trazando senderos de la naturaleza en medio de las ciudades. Y no menor, el de las organizaciones ecologistas que consiguen salvar estas islas verdes de la insaciable presión urbanística.
 Eso no evita que hoy, en un tramo el sendero vaya todo el rato junto al río Brague, recorriendo uno de los bosques que más me han impresionado hasta ahora en lo que llevo de peregrinación. El río va formando cascadas, charcas, cañones, y la senda no es muy difícil aunque es de subida (¿o será que el paso de los días nos va curtiendo las facultades de caminante, y aparece menos la fatiga?)

Blenques
Imagen de Blenques

Qué delicia leer tu crónica del Camino con tan bellas descripciones y amenos comentarios. Compartes tu experiencia, nos enseñas y nos deleitas a la vez. ¿Dices que no sabes como devolver todo lo que estás recibiendo como peregrino?, pues bien lo estás haciendo; tu relato y tus indicaciones quedarán en Gronze como faro para los peregrinos que quieran seguir ese Camino. Muchas gracias Isidro, que sigas bien y progresando adecuadamente. Que los arcenes de la vida te sean anchos.