Etapa 6: Pisa - Tirrenia | Al Loro

Distancia: 
19,6 km
Duración: 
5 h
Dificultad: 
1
Paisaje: 
3

No hay manera de salir indemnes en la pineta costiera. Este bosque, formado por pinos y otras especies, es bastante selvático, y lo recorren numerosas pistas y sendas, con los accesos al mar numerados. Las señales, además, flaquean en el sector por el difícil mantenimiento. ¿Solución? Jugar a medias con el sentido de la orientación (el mar primero al frente, luego a la derecha, lo malo es el rodeo de Marina di Pisa) y la geoposición sobre el track. Y si estás a punto de tirar la toalla,… ¡al agua!

Toda la etapa se puede realizar en bici sin problemas. Es posible que algunos prefiráis seguir al borde del canal dei Navicelli para llegar rápidamente, sin pasar por Marina di Pisa ni Tirrenia, a Livorno.

El canal dei Navicelli, alimentado por el Arno pero de caudal regulado y seguro, conectaba el barrio pisano de Porta Mare con la fortaleza vieja de Livorno. Fue construido en tiempos de Cosimo I dei Medici (1563-1575), pero no comenzó a funcionar hasta 1603, siendo mejorado a posteriori. La conexión de Firenze y Livorno por una vía fluvial de navegación constituyó una obra estratégica para el Gran Ducado.

En el Museo delle Navi Antiche di Pisa, instalado en los astilleros mediceos, se pueden ver reproducciones de las pequeñas barcas (navicelli) que lo surcaban.

La basílica se localiza en el lugar donde, según la tradición, desembarcó el primer papa en la península itálica, procedente de Palestina, en el 44 d.C. Sobre un edificio romano fueron levantados dos templos, paleocristiano y prerrománico, predecesores del actual, que data de los siglos X y XI, aunque fue reconstruido parcialmente en el s. XII. El edificio tiene forma de basílica y una rareza: ¡consta de dos cabeceras absidales y carece de fachada!

Si no queréis dar el rodeo de Marina di Pisa podéis evitar la localidad y dirigiros directamente, por el pinar costero, a Tirrenia. Se ahorran 1,7 km.

El Camino atraviesa, en su aproximación al mar, el Parque Natural di Massaciuccoli, Migliarino e San Rossore, que abarca las tierras de aluvión, antaño palúdicas, inmediatas al delta del Arno, así como el extenso pinar marítimo que impidió, como sucede en Portugal, el avance de las dunas costeras. La finca Tenuta di Tombolo es una de esas áreas «bonificadas» que, por pertenecer en parte al ejército, y en otra parte a la Universidad de Pisa, conserva amplios espacios arbolados.

En Italia gran parte del litoral es entregado en concesión a empresas que explotan las zonas de baño. Las áreas libres son escasas, y es vox populi que suelen ser las peores. En Marina di Pisa hay algunas zonas en las que te puedes bañar si no quieres pasar por caja y alquilar una tumbona con sombrilla y toalla. Tenemos un par de spiaggie libere (playas libres) en el centro, la más cercana a 450 m del Camino (en sentido contrario), pero hay otros lugares sin arena, inmediatos a la marcha, igualmente aptos para un chapuzón.

En el s. XIX el humilde pueblo de pescadores, junto a la desembocadura del Arno, se fue transformando en un centro balnear. Su más ilustre y recurrente visitante fue el poeta Gabriele d’Annunzio. De aquella primera época de esplendor permanecen algunos edificios modernistas.

La atracción del mar es siempre grande, y muchos, desde Marina de Pisa, se verán tentados a seguir la carretera hasta Tirrenia. Pero ojo, porque esta no discurre al borde del mar, sino que se va apartando poco a poco, con accesos perpendiculares a la primera línea. Y caminar por la arena, en la sucesión de playas privadas, no es factible.

Los numerosos baños privados de Tirrenia se suceden en el litoral. También los restaurantes para probar la fritura de pescado y marisco, cuyo precio no es tan elevado como pudiera parecer. En este sentido tienen más fama los de Marina di Pisa, por ejemplo el de Totò, con un bonito comedor en madera sobre las arena y terraza playera.

No es una ciudad antigua con conventos, albergues o alojamientos de peregrinos. Su oferta es grande, pero en agosto, cuando los italianos salen en masa hacia las playas, puede resultar difícil encontrar una habitación, con precios además elevados si uno va solo. Planificar con tiempo es la única solución, y el camping una alternativa.

El Oasis de las dunas de Tirrenia es un espacio protegido de 48 hectáreas, gestionado por la asociación WWF de Pisa, en el que se mantiene incólume la naturaleza originaria de la costa. Están presentes la vegetación y la fauna propias de las dunas, con senderos balizados que evitan que la dañemos.

En Marina di Pisa o Tirrenia la cocina del mar es la reina. Se puede probar el cacciucco, pero preferimos reservarlo para Livorno, su meca, por lo que aquí hay otra especialidad que ofrecen en todos los restaurantes: la fritura de pescado, con un rebozado al estilo andaluz.