Llegamos hoy a Subiaco, enclave fundamental en la vida de San Benito y, por lo tanto, también de nuestro Camino. Su relevancia histórica y espiritual se superpone a un paisaje fascinante de cuevas, bosques y montañas. En realidad, todo el recorrido por el valle del Aniene es una evocación de los tiempos en que el eremitismo dio el paso hacia la vida monástica reglada: de San Cosimato, en Vicovaro, a los trece cenobios de Subiaco. A través de dicho corredor fluvial, con un perfil fácil, avanzaremos escoltados, desde las alturas, por pueblos medievales que se nos antojan inalcanzables. Si pernoctamos en los monasterios (etapa siguiente), implicará alargar la etapa desde Subiaco un par de km. Un placentero recorrido tan solo afectado por la obra del nuevo acueducto Marcio, destinado a saciar la creciente sed de Roma.