Muy positiva y gratificante a los ojos de un peregrino. Bien señalizado (algún punto deficiente en la parte gallega ); excelentes zonas boscosas tanto en Portugal como en Galicia y trato exquisito con todos los lugareños con los que me he cruzado.
De los peregrinos, pues, como en la viña del señor; hay de todo. Respeto a aquéllos que quieren madrugar, pero los que corren (literalmente) por llegar antes al albergue...