Etapa 4M: Antequera - Villanueva de Algaidas | Al Loro

Distancia: 
24,5 km
Duración: 
6 h 45 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
2

La primera parte de la etapa discurre plácidamente por una pista agraria asfaltada, sin apenas tráfico; tras superar dos autovías viene un tramo por camino de tierra, ancho y rectilíneo, que conduce en suave ascenso hasta la pedanía de Cartaojal. 4,9 km después afrontamos una fuerte subida entre campos de olivos y la posterior bajada con un par de tramos de gran pendiente, que se puede complicar si llueve o hay barro. Tras superar la cantera de áridos del Barranco del Agua una pista nos lleva, de nuevo por terreno llano, a Villanueva de Algaidas.

Saldremos de Antequera pasando bajo el arco de la Puerta de Granada, uno de los accesos de la antigua muralla medieval; más adelante bordearemos el recinto arqueológico de los Dólmenes, donde abandonamos el casco urbano.

Hoy abandonamos la vega de Antequera para adentrarnos en un territorio ondulado, dominado por una sucesión infinita de hileras de olivos que se extienden por las laderas de los montes; es un anticipo del paisaje que nos espera durante los próximos días o semanas.

En Cartaojal hay un bar-restaurante, una tienda-panadería y un alojamiento rural situado a las afueras; Villanueva de Algaidas es una localidad grande, donde disponemos de albergue de peregrinos, un hostal, varias tiendas, bares y restaurantes.

El nombre viene del árabe al-gaydah, que designaba un lugar pantanoso con vegetación tupida, como la que antiguamente cubría la zona.

A un kilómetro del pueblo, siguiendo el trazado de la próxima etapa, tenemos los restos de una ermita rupestre de origen mozárabe (siglo IX) que está junto a las ruinas del convento de franciscanos de Nuestra Señora de la Consolación, del siglo XVI, así como el puente medieval del arroyo del Bebedero, un rincón bucólico y sombreado.

Además de las parpuchas (tortillitas de espárragos o de bacalao), la carne cortijera (un estofado a base de carne de cerdo) y la porra cruda (similar al salmorejo), destacaremos el relleno de Carnaval, embutido casero hecho con pan rallado, huevos, pavo, jamón y panceta.

Entre los dulces tradicionales de la localidad tenemos los borrachuelos, los piñonates, típicos de Semana Santa, y los huesos de santo, rollitos cilíndricos con forma de fémur donde el hueso sería mazapán y su tuétano un relleno de yema; estos últimos suelen consumirse en la festividad de Todos los Santos, como celebración —un tanto irreverente— del Día de Difuntos.