Relato del Camino Santiago-Muxia-Finisterre

Autor: 
Sofía
Fecha: 
2013

Introducción

No parecía el mejor momento para irse al Camino. Me encontraba inmersa en una gripe de las que dejan postrado, mi compañera y amiga de los dos últimos, en esta escapada caminera estaba igualmente con la gripe aunque casi a punto de sacársela de encima, todavía con los pañuelos en la mano. Pero las ganas de andar saliendo de Santiago hacia el mar de la costa da Morte era más fuerte que todos los inconvenientes que se nos planteaban. Descartamos andar Ourense hasta Santiago pues el llegar a ver el mar fue lo más apetecible para ambas y los pronósticos del tiempo en una semana que parecía de lo más amenazante, resultaban algo más favorables que saliendo de Ourense.

Andaríamos etapas que apenas superasen los veinte y pocos kilómetros lo que nos aseguraba ser del todo llevadero, si te lo tomas con calma andar en invierno el Camino observarás que está lleno de matices, ausente de las riadas humanas veraniegas por lo que se presentaba de todo apetecible con un punto introspectivo y relajado.

Santiago – Negreira – 22 km

Negreira – Santa Mariña – (Maroñas) 20 km

Santa Mariña – Dumbria – 20 km

Dumbría - Muxía – 21 km

Muxía - Lires – 15 km

Lires – Finisterre – 17 km

Siempre he sentido como objetivo al caminar, el andar en si mismo, el paso a paso en el día a día, aunque el final físico y espiritual para mi está más en llegar a Santiago que a Finisterre, pero había transcurrido demasiado tiempo que como peregrina caminase hasta el Atlántico, desde mayo de 2005 cuando peregriné desde mi casa del tirón, desde el centro geográfico de Catalunya subiendo hasta las montañas de Montserrat y comenzar a seguir las flechas amarillas, convirtiendo tan largo trayecto en un sueño hecho realidad, del Mediterráneo al Atlántico.

Ese Camino tan especial, quizás fue tan cercano a la perfección que el resto siempre serán como pequeños afluentes. De ese río tan poderoso por donde pude navegar, caminar cuarenta y cuatro días desde la puerta de mi casa hasta el Atlántico de los acantilados del Finisterre siempre será mi pequeña gran aventura. Sin desmerecer a los demás siempre será diferente sin duda alguna.

Santiago - Negreira

Desayunamos a la salida de la ciudad pétrea, Santiago, sin prisa pero sin pausa. La cafetería Suso la encontramos cerrada por lo que decidimos hacerlo bien entrado el camino que señala la salida hacia el Finisterrae. Pronto la vista se relaje en la carballeira de san Lorenzo y agradecemos que el día sea tan luminoso, soleado y con el cielo azul, algo no demasiado frecuente en Compostela. La señalización es visible por lo que no representa ninguna dificultad alejarse de la ciudad y poder ver en lontananza y por última vez las imponentes torres de la Catedral en Sarela de Baixo, con las fotos de rigor. Numerosas casas de edificación de piedra que deben de valer una fortuna que van dejando atrás. Mojones de piedra jacobeos y tierra bajo nuestro pies. Vamos dejando diferentes aldeas a ambos lados. Se llega al lugar con seres humanos a la vista como el del Alto del Viento, encontramos un bar restaurante que por ser la hora de comer está a rebosar.

Antes del alto de la Ovella dimos buena cuenta de nuestro bocata lo que sin duda es una inyección necesaria pues no es cualquier cosa, al pasar delante de la Fuente nos tranquiliza pues nos sitúa ya en lo más alto del desnivel. Ciertamente no lo recordaba tan duro además el suelo alquitranado empieza a hacerse demasiado presente. Llegada a Ponte Maceira es un regalo visual, pequeña cascada, y el puente que es una maravilla, con lo que me gustan a mi los puentes, es divino muy antiguo y construido sobre otro de la época romana y el río Tambre fluye con gran fuerza, es un entorno idílico.

Da pena dejar atrás tan bella estampa y tener que seguir caminando, pero frente a la desgana hay que hacer un últimos esfuerzo y llegar hasta Negreira, donde recuerdo un albergue algo alejado de la población por lo que hacemos la necesaria visita antes al súper y comprar provisiones para la cena. Además es posible que en el día de mañana no encontremos nada abierto. El año pasado caminamos también juntas un buen tramo de la Plata desde Sevilla y ya adquirimos esa costumbre.

En el albergue municipal encontraremos una pareja de franceses pero que no coincidiremos en el mismo dormitorio y si lo haremos con un chico de a Coruña que iba haciendo el Camino Inglés unos días que tiene libres. La hospitalera es servicial y amable, nos viene a timbrar, inscribir, cobrar y nos ofrece una credencial específica de ese Camino de Finisterre, de modo que iremos con dos cada una, espero que no suponga un problema. La mía ya la había “personalizado” con fotos del Faro de Hércules, de la Iglesia de Santiago, las Torres de la Catedral de Santiago y no querría renunciar a usarla. ¡Original que es una! Dormiremos como ángeles en ese albergue tipo chalet que en invierno parece un refugio suizo, al final de la tarde empieza a llover con bastante fuerza y a media noche se convertirá en tormenta intensa con truenos y relampagueo, menos mal que el cuerpo me pilló más que cansado y no le presté apenas atención, solo deseaba seguir durmiendo en esa cama, puesto que no es litera, son camas y bastante confortables.

En Negreira han ido surgiendo albergues privados, hostales y establecimientos que en verano tendrán mucha demanda, solo puedo decir que ahora en invierno sin las ordas de turisteo se agradece que el municipal siga dando cobijo al peregrino.

Por la mañana Isa baja al pueblo para comprar comida para llevarnos, en la farmacia le ponen pegas cuando pide un medicamento para liberarse de las molestias al respirar y la derivan al ambulata, y que vaya al médico. La atienden casi de inmediato por su condición de peregrina caminante sin hacerla esperar, la doctora le receta después del reconocimiento algo para que la ayude en sus síntomas. Yo voy tirando con paracetamoles que tomo cada seis horas aunque ya no tengo fiebre, he decidido no observarme más que lo justo, solo quiero caminar y no estar demasiado presente, soy 3 consciente de que disto de estar al cien por cien pero no quiero esclavizarme ni tener demasiado presente los efectos de la gripe.

Recuerdo de Negreira que posee como más importante una fortificación medieval y pazo señorial y que todo me resulta de inevitable subida ….. mis recuerdos de este pueblo son de hace siete años en que busqué un centro de sol artificial, de bronceado, necesitaba tomar una sesión y calentarme por dentro las articulaciones y huesos pues arrastraba un poco de humedad y la verdad es que me sentó muy bien. También recuerdo imborrable de una cena muy agradable con mis compis de Camino preparada por uno de ellos, cenamos menú casi tipo gourmet, rape con salsa de coñac y nata, ¡que bueno estuvo todo, la charla tipo rollo existencial y las ganas que teníamos de llegar a Finisterre, inevitable añoranza de esos bonitos recuerdos!! Ah, también un sillón roto y destartalado que había a la entrada y que observo que han arreglado, lo mismo que la cocina que está estupendamente bien.

Negreira – Santa Mariña

Ayer decidía que no me quería hacerme mucho caso excepto lo imprescindible pero no puedo obviar que tengo problemas con mis botas, los calcetines gordos no me caben, me podré unos finos y prescindiré de las plantillas. Menuda mierda botas me compré en Andorra hace tres meses, North Face como las de siempre pero creo que les falta medio número más, están domadas pero casi me siento como una butifarra dentro de ellas no puedo calzar cómoda con el calcetín gordo, hasta ahora he ido bien, pero los dedines peques están muy oprimidos, siempre se quejan los pobres. Entrenada no he venido demasiado, creo que ido más a correr que practicado en caminatas largas de veinte kms o más, a Isa le di mucho la paliza y la tía corre a diario una hora y camina un montón los fines de semana de modo que yo predico pero sin el ejemplo, pues no lo pongo en práctica. Hace tiempo que no camino treinta y pico, algo que hasta hace no mucho no me representaba demasiado esfuerzo.

Los subes bajas de ayer algo laberínticos alternando bosquecillos con asfalto creo e intuyo que de forma parecida se irán alternando en el día de hoy, no tardaremos en encontrar de nuevo con los mojones, una iglesia muy bonita que paro a fotografiar a la salida del pueblo y el ambiente mágico de las sendas encantadas, con el barro húmedo bajo nuestros pies, que la piel peregrina reconoce como la que le lleva al lugar correcto.

Devoramos nuestras provisiones, he preparado un bocata de pan con tomate con jamón bastante bueno y un segundo de pavo con queso gallego cremoso también con pá amb tomaquet que una no los concibe comer de otra forma.

Al llegar a Vilaserio su visión se muestra como un pueblo deshabitado sin seres humanos a la vista con bar cerrado, albergue privado donde nos dijeron que había para comer también cerrado,,,, pues que les vaya bien, estos hospederos solo tiene interés en la mass y no en los pringaos que puedan pasar en invierno, en ese momento resbalo y me caigo de culo en la escalera que voy bajando, acabamos riendo. De manera que no paramos ni dos minutos y a buen ritmo en un par de horas confiamos en llegar a santa Mariña, bajo una intensa lluvia que aparece la última media hora afortunadamente.

La aldea de Santa Mariña perteneciente a Maroñas cuenta con un par de albergues privados, el que está abierto es Casa Pepa se cobra 12 euros y allí nos dirigimos. Descansamos en unas instalaciones completamente nuevas, baños y duchas algo pequeños pero el lugar está muy coqueto, con mantas tipo edredón. Me aseguro que haya calefacción, cuando se paga puedes pedirla, si duermes en un local cedido, garaje o parecido nada puedes exigir pero cuando pagas, como que creo que se ha de tener en cuenta… porque vamos, tontos tampoco vamos a ser y en los albergues gallegos de la Xunta, mejores o peores, de mejor o peor atención al peregrino, todos cuentan con calefacción y ahora el tiempo lo hace necesario y el cuerpo lo agradece. La semana en cuestión se presenta complicada en lo que a tiempo y meteorología se refiere pero en toda la península.

Después de descansar y tomar algo en el bar que dispone el albergue pasaremos la tarde sin poder salir a pasear y ver la iglesia románica que se encuentra enfrente, lluvia sin tregua, de modo que entre lectura del diario local y consultas del tiempo por el móvil, relajante modo de pasar la tarde para meterse en el sobre a la hora de las gallinas, que las supongo ya recogiditas.

Santa Mariña - Dumbría

A las 8,30 de la mañana el propietario del albergue y bar todavía no ha hecho acto de presencia y todo permanece cerrado a cal y canto. Como no nos apetece marcharnos en ayunas decido llamarle por teléfono, en dos minutos aparece y entonamos en cuerpo con el café y las tostadas. Pagamos y nos despedimos. Nos aconseja comer en Olveiroa en as Pias, veremos que tal... Salimos cubiertas por las capas de agua, chubasquero de pies a cabeza que sin duda cumple su función pero resulta incómodo, cuesta sacar fotos y limita los movimientos a parte de formar como una sauna.

Creo que ayer difícilmente hubiera llegado del tirón a Olveiroa desde Negreira, mi compañera y amiga opina lo mismo. En invierno el andar no es tan vivo y el terreno es más pesado, por lo que la marcha es algo más lenta. Durante toda la mañana la lluvia no nos abandona… que pesadez, una es mediterránea y tanta agua resulta repetitiva, demasiado bueno ha sido el tiempo hasta ahora. El paso por el puente Olveiroa no se como pudimos hacerlo era tal la cantidad de agua que caía en ese tramo que apenas se veía nada. Olveiroa es otra población en la que han surgido albergues como setas - a pesar de que el municipal es un encanto y la hospitalera un cielo de persona, así la recuerdo - tantos albergues de nueva creación imagino que se harán necesarios en verano sino no lo comprendo. La carretera – arcén nos lleva directamente a donde nos han aconsejado parar a comer, pasamos por delante de otro albergue privado con buena pinta y que está abierto y en seguida vamos a dar a la pensión bar restaurante as Pias donde llegamos echas unos zorros, pasadas por agua totalmente, empapaìtas hasta el tuétano. Las capas de agua las dejamos en el porche de piedra de la entrada para no mojar ni ensuciar el local. Comemos el cocido gallego típico de estas tierras y una bandeja con carnes de cocido de acompañamiento, agua y dos cafés con leche. Nos dio espacio tiempo para pasar bastante frío en el gélido comedor, cambiarnos de camiseta, calcetines y pagar 18 euros por las dos. Cobran, cobran… mejor hubiera sido sin duda comer el menú de 10 euros cada una, al menos nos hubiera entrado un segundo plato, algo de vino y postre. As Pias sería mejor el nombre as espabiladiñas.

Como el pronóstico es de lluvia para todo el día no nos parece que valga la pena esperar a que escampe, en el local hace un frío de muerte es posible que más que en la calle, y para estar incómodo casi mejor caminar, no se si mejor, pero así lo decidimos por consenso. Nos queda un buen trecho hasta Dumbría como objetivo hay que tirar p ‘alante no ha lugar para el apalanque. Bajo una torrencial lluvia nos disponemos a reanudar la marcha, sin duda parece algo excéntrico digno de dos zumbadas, pero… a eso hemos venido, a mojarnos y empaparnos y lo que nos caiga, en este caso chuzos de punta. Dejamos a nuestra derecha el mojón de la salida de Olveiroa y pronto empieza la movida… hay que atravesar un auténtico torrente. El agua corre como un riachuelo con bastante fuerza, hay que pisar las piedras o el verde que las rodea, el agua baja con mucho raudal y cogidas de la mano con mucho tiento pero afianzando nuestros palos bastones en las piedras para mantener la estabilidad y no caernos, cruzamos ese cauce inesperado aumentado sin duda por la lluvia cayendo en ese momento y de los días pasados. Suspiramos, no veo que esto sea de recibo, es una auténtica burrada esta inmersión hasta la pantorrilla con este tiempo, pero ya estamos listas para seguir y en suave ascenso subimos y subimos pero las sendas se han convertido en torrentes casi continuamente, ya no hay que tener cuidado en donde poner el pie para no mojarse, directamente te sumerges la totalidad del pie quieras o no sin poder evitarlo, pero la pendiente del terreno aumenta la sensación de movimiento del caudal y en serio que me hace sentir cierta inseguridad. Da risa el recordar otros tranquilos riachuelos atravesados en el camino Portugués, en la Plata rodear el arroyo tal o cual… ¡madre mía!, esto son palabras mayores. El Camino está impracticable además creo que sería más prudente tomar la senda de la derecha aunque no sea propiamente el camino que se dirige hacia el puente y Hospital. Isa me deja la mochila junto a mí y decide andar un kilómetro para otear el camino. Cuando regresa retrocedemos y tomamos el que tenemos ahora a nuestra izquierda y que es de fuerte subida pero decidimos dejarlo pues no lo vemos claro que desemboque de forma que lleve a Hospital y evitar equivocarnos en la orientación. Hemos de seguir de modo estricto las flechas y mojón y que sea lo que Dios quiera. He sacado fuera el cocido gallego cuando estaba sola, las torrenteras me han inquietado y no me ha caído bien lo comido por lo visto, demasiado graso.

La parte buena es que parece que el tiempo mejora y se abre el cielo y luce un poquito el sol. Isa y yo estamos en un brete, estamos casi a punto de decidir que regresaremos a Olveiroa o para bien o para mal continuamos por las torrenteras … en esas estamos debatiendo cuando aparece a buen paso un peregrino vestido de negro caminando hacia nosotras, es rubio y parece muy decidido. Le informamos que el Camino está impracticable y que hemos pensado recular y en ese mismo instante estábamos sopesando todo y ver que hacíamos… - “Nada, nada, que no hay problema”, nos dice, que el lo lleva haciendo casi cada año como poco diez veces y alguna en esta época y que lo conoce de primera. Con esa aseveración de vasco seguro de si mismo que no deja lugar a la duda. Pues venga, seguimos juntos y ya lo verá. Nos alegra contar con un experimentado en el terreno en una situación comprometida como ésta. Su compañía nos anima a caminar algo más rápido que nuestros pasos habituales además su conversación y el compartir experiencias camineras se junta con que en ese instante se deja ver el sol y sirve para despejar nuestras dudas. Atravesamos el puente hacia Hospital. Nos despojamos del 6 chubasquero con la ayuda de nuestro ángel recién aparecido y pronto llegamos al albergue privado de Logoso que es donde el quiere quedarse pues les conoce y dice gustarle bastante el lugar. Gracias peregrino de Donosti, tu nombre no es Angel, pero para nosotras así nos lo pareciste. Te deseamos larga vida en tus caminos, a menudo caminos de ida y vuelta que según nos contaste tanto te gusta hacer ésta vez inmerso en el Inglés desde Ferrol hasta Fisterra y desde Fisterra de nuevo a Ferrol.

Continuamos nuestra caminata ya más animadas y contentas, hemos tenido que sumergirnos de nuevo en el agua, cuando ya parecía que los pies estaban menos empapados, de vuelta al lago en que se ha convertido nuestro andar. Poco después vemos la bifurcación hacia Finisterre a la izquierda y Dumbría a la derecha. Tomamos ésta segunda opción, la menos utilizada y poco a poco pasito a pasito, chop, chop, subidita, canturreando se hace más llevadero, dejamos las pistas asfaltadas y nos acercamos a Dumbría por caminitos donde aparece ante nuestro ojos un estupendo albergue de mega lujo. Demasiado para el cuerpo, en un día tan duro este regalazo. Si lo construyó en buena parte el Sr. Inditex, pues muchas gracias, se lo agradezco de cuerpo y alma, dinero bien empleado aunque no creo que se esté utilizando mucho por peregrinos excepto en verano. Arquitectura modular de colores vivos casi estridentes que contrasta con las edificaciones del lugar, pero parece ser que la autora del albergue que es gestionado por la Xunta, es la misma arquitecta del cementerio de la localidad, también novedoso de colores fluorescentes que a pesar de ser tan original se compraron rápidamente todos los nichos, ha tenido más suerte que el cementerio sin inaugurar, el fantasmagórico con forma cúbica y demasiado hormigón de los acantilados de Fisterra. Isa considera imprescindible ir nada más llegar a comprar a la tienda del pueblo pues necesita cosas urgentes. Yo le contesto que la humedad en mis pies lo hace imposible, ni que cayese un meteorito en el lugar, me privaría de darme un duchazo de quince minutos bajo el agua caliente y sin pérdida de tiempo, lo antes posible. El día de hoy me ha resultado realmente duro, he llegado al límite, no por la distancia recorrida sino por las circunstancias. Me siento feliz de poder descansar en un lugar tan increíblemente bueno, espacioso y luminoso donde las luces se van abriendo conforme andas por el pasillo, las duchas de diseño, armarios de puertas correderas, cocina magnífica, las habitaciones estupendas con termostato y la calefacción por el suelo en placas de material tipo pizarra. Excelente. Para nosotras solas y por cinco euros. Increíble pero cierto. Sin lugar a dudas nos lo merecemos.

Regresa mi compañera de fatigas de la tienda del pueblo que también es bar. Me cuenta con expresión agria que se ha sentido espiada mientras elegía las cosas a comprar de las estanterías, el chico con gafas de culo de vaso temía que le robasen, pero debería afinar más y no ser tan desaborío, que cuando pasamos por allí dejamos nuestros dineros, que no se les olvide. Curioso nombre, Truhanes. Nada extraño, me digo. El gallego en ciertas ocasiones y no todos, puede ser de maneras un poquiño desconfiadas, a veces lo percibes, quizás temen que les robes las berzas o las vacas de la pradera.

Pronto aparecerá la responsable del albergue que es joven, amable y mona. Nos sella, registra y nos dice que podemos conectarnos a Internet en el edificio anexo, también hay un polideportivo donde vemos a unos pocos niños jugando, un gimnasio que no llegamos a pisar aunque nos hubiese ido bien hace unos cuantos estiramientos. Cenamos una sopa de sobre de verduras y atún de lata. Fruta y café tipo instantáneo que llevamos en la mochila y que a menudo resulta muy útil. Entra de nuevo en nuestra habitación la chica responsable del albergue que depende del Ayuntamiento para avisarnos que en la sala de reuniones hacen un curso, un grupo de ciclistas de la “parroquia” ósea de los pueblos y aldeas de alrededor y que estarán haciendo un cursillo del tema del pedaleo…. Les oímos, les oímos de sobras, a las diez y cuarto me levanté de la cama a reclamar mi merecido descanso, descanso silencioso. -“Por favor dejarnos dormir que estamos muy cansadas, bajad un poquito la vozzzz”. La verdad es que a los cinco minutos ya se les dejó de oír. Me pareció ver que eran más de veinte o treinta los del cursillo y nosotras tan solo dos peregrinas que caminan, que lo hicieron en el día de hoy y lo intentarán mañana… pero de todos es sabido que sin llegar a ser estricto, a las diez de la noche toca silencio en la mayoría de los albergues. Duermo como un tronco.

Dumbría - Muxía

Salimos de Dumbría después de apurar en el desayuno las provisiones de ayer. La chica del albergue no supo decirnos si encontraremos o no algún lugar abierto para tomar algo o comprar en la mañana de hoy. Creo que se lía un poco con el tramo siguiente, como este lugar concentra a peregrinos en ambas direcciones, hacia Fisterra o Muxía, a eso le atribuyo su poco conocimiento para informarnos. El pueblo de Dumbría es bonito y con servicios, combinación de casas de nueva construcción, pronto dejaremos la civilización para adentrarnos en un entorno y paisaje rural, húmedo, verde y cien por cien gallego. Motivadas por llegar al Océano caminamos con buen paso, pese el cansancio acumulado del día de ayer y tantas pequeñas pruebas sobre el terreno. Al rato de un buen rato caminando se llega a una aldea que no recuerdo el nombre, apenas las menciono ni recuerdo, pues tampoco se ven escritas en prácticamente ningún sitio. Vemos y entramos en una tiendecita de comestibles con una pequeña barra tipo bar, pero nadie aparece a mis gritos de : -“Hola, holaaa “ “ Buen día, holaaaa” a pesar que está abierto y vemos una chaqueta en una silla. Proseguimos la marcha por nuestro nulo éxito y a en unos pocos cientos de metros aparece de nuevo un colmado tienda de las mismas características, donde elijo de las frutas expuestas comer un plátano y una manzanita no demasiado grande. Isa comerá el bocata que llevamos y un colacao. Mientras un matrimonio se sitúa enfrente de nosotras observándonos con atención sin pestañear de modo insistente y sin apenas hablar.

La parada cumple su función, ha sido una suerte encontrarlo abierto, aunque no ofrece cafés de cafetera de bar, solo del tipo sobres y de esos ya llevamos. Isa se despide con un pelín exagerado: “Ha sido un placer “, bueno, para mi no ha llegado a tanto, pero, cada uno es cada cual y siente a su manera. Nos informan que en el siguiente pueblo si que hay bares y más servicios, Quintans, de modo que estiraremos un poco más la mañana para poder tomar algo calentito. El día va aguantando sin llover y sin ser demasiado frío, al caminar la verdad es que las temperaturas bajas resultan igualmente llevaderas si vas bien equipado como es nuestro caso.

Frente a la iglesia y a pie de camino aparece el ansiado bar, ya son pasadas las doce del mediodía y ansío un café con leche calentito y doy buena cuenta del bocata pues ya va siendo hora de comerlo, Isa continúa con sus colacao o Cacaolat. Para acompañar nos ponen una cestita con galletas de las tipo té que me guardo sin ningún pudor en la mochila, pero se lo comento a la chica del bar, “es difícil a veces poderse abastecer , nos las llevamos” no dice nada y sonríe. Aprovechamos para poner el sello, ahora se hacen necesarios en todos los caminos, los hospitaleros siguen los timbres en la credencial para asegurarse que la gente llega andado. Animada charla con dos parroquianos que explican que están en el paro, como casi seis millones del país. Variados temas, que si la utopía de independencia de Cataluña, aquí tenemos el Bloque y tal y cual Pascual. El más joven trabajó bastante tiempo en Puigcerdá - menudo nivel – le digo, y se trajo a la vuelta a una catalana como recuerdo del lugar. Recién salimos del bar cuando caemos en la cuenta que nos hemos ido sin pasar por caja, un simpa en toda regla. Uf, menos mal que Isa ha caído casi de inmediato. La verdad es que la chica no salió a la calle para reclamarlo, bueno, nos disculpamos y resuelto.

Al atravesar la calle principal carretera vemos que hay un buen mesón restaurante pero ni nos planteamos parar a comer aquí, ponemos la directa para llegar a Muxía. De bajada por caminitos pronto comenzará el ascenso pero nos sorprende un precioso cruceiro junto a otro imponente hórreo de grandísimo tamaño y excelente estado de conservación, detrás del cruceiro oímos una voz. Tomamos fotos y nos lo enseña el único habitante del lugar, ruinoso pero lleno de encanto el antiguo monasterio que en verano acoge peregrinos. El extraño encanto decadente de los monasterios antiguos que encierran tanta historia. Nos ofrece si queremos tomar un te que no aceptamos, recién tomamos un café en el pueblo, dice ser peregrino que está ahí instalado, es de la peña de los Manjarines nada menos. Tres perros preciosos e imponentes como compañía, atados esos si, como la mayoría que se ven en Galicia. Algunos se quejan de los perros sueltos, pero atenta a mi sensibilidad verles todo siempre ladrando como locos. Nos despedimos del personaje que pese a la intensidad del frío viste con camiseta de manga corta de camuflaje y chanclas de ducha sin calcetines.

- Buen Camino, peregrinas ¡! Gracias, igualmente se lo deseamos.

En un par de horas pretendemos plantarnos en Muxía, aunque fue algo más por un par de paraditas necesarias para descansar. Se puede oler que el Atlántico está ahí fuera muy próximo para mostrarse, pero nos lo tomamos con cierta calma.

El camino en invierno se vive de otra forma, es algo áspero pues tiene según vivo un mayor nivel de exigencia, te pone a prueba y hay que estar a la altura. Si quieres puedes escuchar que está enviando ese mensaje. La visión del azul de mar es maravillosa tan inmenso y fiero. La Costa de la Muerte en estado puro brillante y radiante, con su reflejo de plata y oro en sus aguas mientras el sol va haciendo acto de presencia y se esconde a ratos mientras las peregrinas en un laberíntico sube y baja en distintos sentidos y cambio de direcciones, como manda la escarpada y curvilínea costa del lugar. Parece no tener sentido está desorientación que cambia de sentido y te obliga a estar atento permanentemente a mojones y flechas. La llegada a la Iglesia, preciosa, que recuerda en sus formas a la de la señora de la Barca, presagia su proximidad.

Nos saluda una lugareña azada en ristre, me pregunto como una mujer de esa edad pueda dedicarse a cavar la tierra con la espalda fuertemente inclinada. Menudas mujeres curtidas y fortachonas, es admirable. De bajada de nuevo un paseante con bastón en mano nos indica que quedan dos kms “escasos”…. Imagino que significará que serán tres y medio. A Mugía…. por allí, nos indican. Luce a ratos el sol pero se mantiene muy baja temperatura, unos dos grados. Isa es una persona sensible con los animales, por ello congenio con ella. Horrorizada se ha dada cuenta que un borreguito se ha enredado en los espinos los alambres de las puntas y sin dejar de berrear para poder liberarse mirando suplicante hacia su madre que a su vez la reclama desde el otro lado del campo. Isa se dirige rápidamente hacia la puerta de la casa para a la propietaria y decírselo, en pocos minutos ésta baja y antes de que pueda ayudarle, el borreguito ya corre aliviado hacia su mama. Menuda lástima, seguro que se ha hecho daño en el cuerpo, esos alambres son una barbaridad. A duras penas nos da la gracias, algo hosca y nos imaginamos que muy atareada se vuelve hacia su casa. La ovejita después del susto no se separa de su madre.

Muxía aparece en su entrada por la playa muy bonita, inmensa, sus aguas grises cielo oscuro todo abierto al espíritu algo distinto a Finisterre. Me siento un instante en la pasarela de madera, larga pasarela, a oler aspirando el aire y mirar el Océano, pero el tiempo es tan malo que Isa asegura que no pillaré nada bueno con tan solo permanecer ahí un minuto, neumonía asegurada. Venga, a seguir toca, además ya hemos llegado. Elegimos lugar donde comer aunque es algo tarde pero no nos ponen pega donde hemos entrado, es muy céntrico en el mismo paseo y oferta menú peregrino. Creo que es sábado o domingo y a veces esos días no se suele encontrar menú pero también leemos que hay raciones. Lo primero que hace – sin pedir permiso – tomarnos un par de fotos con el tablet. - “Son para mi facebook”, dice. No le presto apenas atención, llamo a mi familia, y aflojo las botas esperando la comida. No recuerdo el primer plato, seguro que no fue una maravilla, el segundo parece tener muy buen aspecto, chipirones a la plancha muy tostaditos y acompañados de ensalada de arroz. Dentro tiene el plástico esqueleto del calamar y observo que están cocinados sin limpiarse, mi amiga me lo certifica. Me dan pelín asco por ese motivo y prescindo de ellos. La cocinera y camarera me reprende diciendo: “no los sabes comer “.

- Pues será lo que tu quieras, pero a mi me gusta comerlos limpios no veo que sea tan complicado ponerlos bajo el agua del grifo”. Todo esto evidentemente no se lo digo en ningún momento pero si lo pienso. - “Es que cuando estoy cansada apenas me entra la comida” ,digo como disculpa. De postre nos decidimos por la crema catalana, sale engalanada con pegote de nata en el medio. Será una variante que incorporan en Galicia. Está rica, me viene bien comer algo dulce, procuro no comer demasiados dulces, Isa también se cuida mucho en las comidas, diría que bastante más que yo, pero se dice que el cerebro a veces demanda azúcar. Después de pagar nos despedimos y nos indica la forma directa de llegar al albergue lo antes posible. Está bastante cerca y allí vemos la habitación bastante llena, con nosotras el hospitalero echará el completo, vimos una nota que anunciaba que llegaría sobre las 7 de la tarde. No hemos coincidido ni tampoco visto a nadie en el día de hoy, es posible que todos ellos lleguen en la dirección contraria o simplemente en bus. Cada uno a su bola, mientras tenga mi porción de descanso en la ansiada litera, como si se trincan tres botellas de vino cada uno. Unas noruegas que apenas superar los veinte años le dan con mucha alegría al tinto, mientras nos dejen dormir.. Compramos cena en el súper a media tarde después de la necesaria ducha reparadora y pequeño descanso, pero con personas hablando en la misma habitación es del todo imposible. Menudo lujazo el pasado que hemos vivido, a diario solitas como dueñas y señoras en casi todos los albergues… pero también está bien compartir el día de hoy con el cuarto lleno, añoraba ya un poco la sinfonía de ronquidos, los olores, el inevitable crujir de las bolsas de plástico, los que intuyes que no andaron en el día de hoy pues se les ve excesivamente descansados y fresquitos, las charlas de intercambio de experiencias… vamos la historia y la música de siempre. Hospitalero muy competente da cumplida información de todo y muy acertada, la visita a la Virgen de la Barca la dejaremos para mañana, nos ofrece la Muxiana que aceptamos y le pido una manta por si hace frío a medianoche pues a veces desconectan la calefacción. La iglesia de la Barca emplazada casi tocando el mar es una belleza, sus piedras legendarias nos evoca la leyenda de la Virgen que en barca de piedra arriva desde el mar para echar un cable al apóstol Santiago al que no le estaba yendo demasiado bien el predicar por estas tierras descreídas. Le tomo varias fotos a Isa mientras pregunta:

-“Cual debe de ser la de los dolores de espalda ¿? Quiero una foto en esa. La de quedarse embarazada, como que no”.

El día de hoy después de la subida a la Virgen y retomar camino nos ha llevado más de una hora. Hemos sido las últimas en salir del albergue a las 7’30 ya había marchado todos, supongo que a esa hora saldrían en bus de regreso para Santiago. A nosotras nos toca tomar de nuevo rumbo a través de un día con lluvia amenazante. Hablamos con un par de pescadores, a uno le pedimos nos tome un par de fotos y otro que nos dice que regresa a su casa pues con mal tiempo la pesca no se le da bien.

Bien parapetadas con pantalones de lluvia ateridas de frío en el paseo de Muxía.

Maravillosas vistas caminando junto a la playa imponente y salvaje de Lourido, no quiero imaginármela teñida de la negra muerte. Superado el desastre del Prestige mejor ni un segundo para recordar algo tan tremendo que tuvo que ser un auténtico trauma para sus gentes. Voy coja, apenas me puedo liberar del dolor de pies, estas botas no me han dejado disfrutar del Camino pero es lo que hay y me animo pensado que el día lo acabaremos en Lires. Etapa para no llegar hasta Finisterre que son treinta km más tres de subir al faro y tres para bajar, nos ponemos en treinta y seis, vamos ni de coña, si se puede dormir en literas en ese pueblin lleno de encanto y por 12 euros, está más que claro. El primer tramo de carretera me machaca en exceso luego se alterna por sendas bonitas el mar tan cercano proporciona un olor a la vegetación y un color especial. Es muy bonita esta parte, la lluvia sin ser intensa es un calabobos incesante. Llegamos a Lires como el quien llega a un oasis. Esta pequeña aldea en invierno no cuenta con apenas nada, excepto el bar a pie de carretera y varias casas rurales que tienen buena pinta pero con aspecto de que están cerradas. Lo publicitan como un lugar idílico donde el turismo aún no se ha instalado. Será interesante conocerlo. Su ría la más pequeña de Galicia está muy preservada y no se deja ver fácilmente. Por la tarde bajaremos a la playa, pues desde donde estamos no se llega a ver y hay una buena distancia. El bar restaurante As Eiras es a donde nos dirigimos, nos han dicho varias personas que se come muy bien. El peregrino de San Sebastián nos dijo que no nos lo perdiéramos, y lo vascos suelen saber de las cosas del comer.

Somos muy bien recibidas. La pensión – hostal con encanto cuenta con una habitación preparada para los peregrinos con literas a doce euros y todo impoluto, muy buen lugar donde parar sin duda alguna, se lo recomiendo a cualquiera que si se tercia, duerma allí. La comida tal como nos dijeron estupenda y de mucha calidad. Mientras damos buena cuenta del flan de queso casero vemos aparecer a un peregrino muy alto con una mochila tan grande como él a la espalda. Hasta tres horas después no lo volveremos a ver, ha vuelto a irse a caminar por el monte casi a campo través e indagar el tramo del día siguiente, la variante de “la ruta de la costa” o la tradicional siguiendo los mojones.

Cena y agradable charla con el italiano que habla un español aceptable. Es alto y desgarbado rayando en lo desaliñado viste espantoso pero atractivo con facciones agradables. Apenas sale de su rollo, erre que erre, le pregunto por varias cosas concretas de Italia, sobre el volcán en erupción de Strómboli que se puede subir haciendo trekking en verano algo por lo que manifiesto tener mucho interés, pero él oye pero no escucha, no contesta y sigue a lo suyo.

Tiene fijación con que en el Camino no se debería pisar asfalto y carretera, que se le va a hacer, le decimos. Insiste en que en su país cuando se empieza en camino de tierra no se pasa a asfalto, está del todo indignado por chafar alquitrán. Donde le apetece se queda cuatro o cinco días para conocerlo, en Santiago pasó cinco días en Muxía tres y en Finisterre planea estar otros tantos … parece tener tiempo y dinero y la sensibilidad necesaria para absorber la belleza de todos los lugares. Nos suelta una charla casi magistral sobre Miguel Angel y su arte que nos deja a ambas con la boca abierta. Emocionante.

“- Aquí tenemos a Goya, Velázquez, arte e historia casi tanto como Italia de modo que no nos quedamos cortos, yo soy fanática de Gaudí a quien considero tocado por la mano de Dios y su genialidad fue divina , esa si que fue “la mano de Dios “ y no la de Maradona”. Yo también revindico lo nuestro, me quedo a gusto.

Nos cuenta su intención al hacer el camino, como es muy personal no creo que deba reproducirla solo decir que logró hacer llorar de emoción a mi compañera Isa, a quien según dijo pocas cosas la consiguen hacer llorar. Si, fue una conversación especial en que salieron a la luz las muertes de nuestras respectivas madres, la mía a los sesenta, la de Isa a los sesenta y dos y la de Luca a los sesenta y cuatro. Curiosa charla en el camino, en el que a menudo se dice que de alguna manera es nuestra muerte que da paso a la resurrección de otra nueva existencia. Algo de nosotros muere en el Camino y a continuación vuelve a nacer y regenerado.

Hablamos de nuestras madres que fueron las que nos dieron la Vida.

De Lires al Finisterre

Después del desayuno nos ponernos en marcha después de despedirnos de la familia que regenta el restaurante bar pensión, son buenos profesionales competentes y colaboradores con el peregrino, decir esto es decir mucho.

Aquí se presenta la decisión de por donde tirar, lo haremos un poco a nuestro aire por una trazada que no es camino oficial del tipo cortafuegos pero alucinados por las imponentes vistas.

Nos sobran las palabras, solo hay que disfrutar de esas playas salvajes que parece que ya no existen, bosquecillos y natura en estado puro. La suerte añadida es el cielo azul, brisa de mar que roza nuestras caras y el sol sobre nuestras tres cabecitas peregrinas.

.¡¡ Dios mío que maravillas hay escondidas!!

La larga playa do Rostro aparece a nuestros pies y el italiano sucumbe a su encanto. Y no me extrañaría que se quedase por aquí y acampase.

Tras despedirnos sin saber si nos volveremos a ver, como así fue, casi inmediatamente hablamos con un curioso joven que dice va a recoger piedras. Nos da un poco pie a hacer cachondeo porque no hay nadie que se crea lo que cuenta.

Proseguimos de nuevo solas el tramo que nos resta para llegar a Fisterra. Fueron un par de horas largas las que necesitamos. Pero esta vez por hacer el tramo tan a nuestro aire, sin mojones ni flechas del camino que se prolongo a Fisterra por lo nos llevó un buen rato por carretera de muy poco tráfico hasta llegar a un cruce que se junta con el camino digamos tradicional el de siempre. Se entra en la población marinera por la parte alta del pueblo, dejamos el legendario Dumgium a la izquierda, el cementerio antiguo del pueblo con la proximidad del Finisterre de sus acantilados plagado de historias e Historia, pues ya resultan cercanos, son muy hermosas las vistas y no son las típicas que se suelen ver del puerto, del faro o de sus legendarias puestas de sol.

Finisterre

Nada más llegar y situarnos en el albergue decidimos irnos a comer, son pasadas las dos de la tarde y hemos de reponer fuerzas. Caigo en la cuenta que hoy en lunes por lo 14 tanto un mal día para comer, ahí frente a la lonja de pescadores confiemos que podamos quedar contentas sin gastarnos mucho.

La taberna tasca Miramar veo que está cerrada por lo que elegiremos el lugar más casero aunque en este tiempo invernal los que se dedican estrictamente al turismo se les ve cerrados. De primer plato pido almejas en salsa y de segundo merluza a la gallega, estupendo, sin embargo de postre solo nos puede ofrecer helado (del de tarrina industrial tipo bloque compacto) y de vainilla, que no me gusta precisamente. Lo uno por lo otro, la mayoría de las veces prescindo de postre y he disfrutado de la buena comida y eso es lo que importa.

Al faro subiremos por la tarde después de descansar e ir a comprar la cena.

A media tarde saludo y abrazo a Bejo hospitalera responsable del albergue y además de presidenta de la AGACS que vela por el Camino de Santiago, asociación gallega a la pertenezco. Subimos al Faro pues el tiempo apremia a cuando se esconde el sol.

Nos separan tres kms de subida pasando delante de la hermosa Nuestra señora das Areas.

Desde casa me dice mi marido por teléfono: - “Al Faro, ¿a la puesta de sol dices que subes a ver? Pues aquí es de noche hace rato.

Alerto a Isa que apriete el paso – tiene energía de sobra – pues es su primera vez aquí y no quiero que llegue unos minutos tarde para contemplar el Ocaso del Sol en el Mar pues veo que oscurece ya mismito. Me contó que el último kilómetro lo hizo corriendo y cuesta arriba a buen ritmo pues pensaba que no llegaba. Pero llegó a tiempo y pocos minutos después llegué yo también. Es especial y cada uno lo vive a su manera, pero tiene un sentido si llegas caminero y peregrino con el corazón abierto.

Poca, poquísima gente en el faro. Y frío mucho frío.

 

Sofía, Vieira do Minho. Sofía, Vieira do Minho. Invierno 2013