TRAINERA
Imagen de TRAINERA

GENERAL

Hola, amigos, soy MANU, de DONOSTIA, en el año 2015, y después de celebrar los cumpleaños de mis dos hijas gemelas, 25 de Diciembre, al día siguiente cojo el tren para marchar hasta SANABRIA, me apetecía pasar una Nochevieja sin celebraciones de ninguna clase y disfrutar del invierno por el Camino. Al principio me encontré solo, no había nadie, cosa normal por la fechas que eran, pero llegando a A AGUDIÑA, en el albergue me encuentro con un matrimonio portugués, sus dos hijos y el novio de una de sus hijas, ivan con furgoneta de apollo. Digno de ver, llevaban ollas, sartenes y toda clase de ingredientes para hacerse la cominda ellos mismos en los correspondientes albergues. Gente magísima, donde tuve la suerte de acompañarles para cenar en alguna de sus invitaciones. Antes de llegar a OURENSE, ya no los volví a encontrar, y así estuve solo hasta llegar a SANTIAGO. La Nochevieja la pasé en CEA, en su precioso albergue, donde tomé un par de vinos con el hospitalero ORLANDO, antes de cenar e irme a la cama. Tenía ganas de dormir en OUTEIRO, Albergue DE VEDRA, donde estaba de hospitalera mi amiga PILAR, querida por unos y odiada por otros. La tarde estaba lluviosa y en la altura en que estábamos, seguro que haría frío a la noche, así que me ubicó en un cuartito pequeño que está detrás de la mesa donde nos inscribía, pues tenía estufa y seguro que ahí estaría calentito. Seguía lloviendo, caía aguanieve, cuando me levanto, más de lo mismo, lluvia, recuerdo que eran las 5 de la mañana, quería llegar pronto a SANTIAGO. Pues bien, me bajo a la carretera, pues no sabía cómo podía estar el camino, y la verdad, no sé que hubiese sido mejor, y no hacía nada más que repetirme, qué hacía yo aquí con lo bien que podía estar en casa, seguro que más de uno se habrá hecho esa pregunta. Cuando llego a SANTIAGO, casi las 11 de la mañana, directo a la Estación de Bus, donde en los servicios del mismo tuve que cambiarme hasta de calzoncillos, no es mentira, en mi vida había cogido tanta agua como aquella mañana. AGUR, MANU.

carapau
Imagen de carapau

Por curiosidad he dormido en el mismo cuartito en el albergue de Vedra. blush 

Una semana santa se me acabaron los calcetines secos. Tuve que coger un bus de vuelta a casa. 

Bruno Leonés
Imagen de Bruno Leonés

Tu mensaje me ha recordado uno de esos momentos que se pasan en un Camino invernal y que no se nos olvidan, aquí lo mando por si a alguien le interesa saber cómo se las puede arreglar uno un 13 de febrero tras varias horas bajo lluvia y nieve.

"Iba notando hambre y sabía que tendría que parar a comer en Villafranca, el problema era decidir dónde hacerlo. Ha sido uno de esos momentos en que he tenido la tentación de dejar de actuar como peregrino y hacerlo como viajero sin más: entrando en un restaurante de los muchos que hay en Villafranca y tomando una comida como cualquier persona corriente. Pero algo ha despertado el instinto de superación y no he cedido.

Uno de los primeros edificios del pueblo es el albergue municipal de peregrinos. Lo he utilizado alguna vez y tenía la remota esperanza de que estuviera abierto. Cuando he llegado ésta se ha desvanecido. Cerrado a cal y canto. En la entrada principal tiene un pequeño porche donde podía estar al resguardo de la lluvia y en éste hay un banco así que no lo pensé más. Me quité el poncho y le puse las varillas de fibra para tensarlo y que se secara lo mejor posible. Me quité las botas que cambié por los zuecos y en éstas metí hojas de papel recogidas en Camponaraya. Me quité el forro polar, humedecido por la transpiración y lo colgué a secar, en su lugar me puse el chaleco de pluma y el anorak. Coloqué el poncho apoyado por sus partes más largas en el suelo y en la pared de forma que cubriera el banco; al tener las varillas puestas formaba un gran paraguas rectangular que no era preciso anclar a ningún sitio. Los laterales no estaban cerrados pero el banco quedaba tapado y metido allí debajo me sentí bastante protegido del desapacible ambiente. Mientras comía mis magras vituallas de etapa -un trozo de queso y pan de dos días atrás- encendí el gas y puse a calentar agua para preparar un té. Debajo del poncho el calor se notaba y pese a lo gélido del ambiente exterior no sentí frío ni ninguna incomodidad digna de mención.

Mientras comía llegó un peregrino, salido no supe de dónde, que me preguntó por algún albergue. Iba empapado, helado y hambriento y me aseguró que no le importaba el lugar pero necesitaba urgentemente un sitio donde meterse, secarse y comer. Justo enfrente del municipal, al otro lado de la carretera, está el albergue de la familia Jato, el famoso Ave Fénix, y allí le encaminé. Supuse que lo encontraría abierto pues es un albergue familiar y funciona todo el año. Yo no necesitaba de tales comodidades.

Acabé de comer, tomé el hirviente té que me reconfortó y recogí el equipo. Me volví a poner el forro polar y las botas, guardé en la mochila los zuecos, el anorak y el chaleco y poniéndome el poncho, que se había secado casi del todo, al menos el interior, volví al camino sintiéndome en muy buenas condiciones. Lo mejor de todo fue el no haber tenido que terminar en un restaurante como un turista cualquiera".

Buen Camino.