Pistoia

Servicios:
Habitantes: 
89.440
Municipio: 
Pistoia
Provincia: 
Pistoia

Alojamientos en Pistoia

 
D
Céntrico, a 350 m de la Piazza del Duomo
Abierto: 
Todo el año
 
25+ €
 
35+ €
 
65+ €
A 350 m del duomo y el Camino
Abierto: 
Todo el año
 
75+ €
 
80+ €
A la entrada, a 50 m del camino y a 550 m del duomo
 
35+ €
A 1 km del duomo y el Camino
 
55+ €
 
72+ €
Casco antiguo
 
60+ €
 
70+ €
Casco antiguo
 
85+ €
 
114+ €
Junto al Camino saliendo de la ciudad, a 550 m del duomo
 
60+ €
 
90+ €
Casco antiguo, a 150 m del duomo

Notas destacadas

En el Battistero di San Giovanni, al lado del duomo, os harán entrega de La Jacopea, certificado que acredita haber peregrinado hasta la reliquia del apóstol en la catedral. A diario de 10:00 a 13:00 y de 15:00 a 18:00, en invierno solo de viernes a domingo. Si estuviese cerrada dirigíos a la Oficina de Turismo (Piazza del Duomo, 1).

Varios restaurantes y bares ofrecen un menú peregrino a un precio fijado. Solicitad información en la Oficina de Turismo, porque cambian con frecuencia. En la zona de la estación de tren a destacar la Pizzeria Il Pollo d’Oro (Via Attilio Frosini, 132).

Desde el punto de vista de un peregrino el albergue de Pistoia, el Spedale di Sant’Andrea e Jacopo, es el mejor de este itinerario: se sitúa en el centro histórico, lo gestiona la Confraternita di San Jacopo de Perugia, con amplia experiencia en el campo de la acogida en varios caminos jacobeos y romeos, dispone de hospitaleros voluntarios y ofrece la cena y el desayuno comunitario a cambio de un donativo responsable.

Hacia 1139 el arzobispo compostelano Gelmírez le echó una mano a su amigo el obispo Atto de Pistoia, entregándole un gran tesoro: una porción del cráneo de Santiago el Mayor. La llegada de la reliquia a la ciudad encumbró la figura del prelado, que no las tenía todas consigo frente al Comune, y convirtió a Pistoia en un centro de peregrinación, una pequeña Compostela.

La visita al duomo di San Zeno (s. XII) nos permitirá conocer un portentoso edificio románico de tres naves, con el característico cromatismo pistoiés de piedras blancas y negras en fachada y torre, esta última muy esbelta. Pero como estamos en un camino jacobeo, en el interior nos dirigiremos rápido a conocer la famosa pala argéntea de San Jacopo, o sea el altar de plata, construido de 1287 a 1456. Se encuentra abarrotado de figuritas y escenas de la vida y martirio de Santiago. La misma capilla acoge el relicario gótico de Ghiberti, de 1407.

El Ospedale del Ceppo es uno de los hospitales más nombrados en el mundo de peregrinaje, y no solo por su función, evidente, sino por poseer en su logia, del s. XVI, un friso cerámico del taller della Robbia en el que se representan las obras de Misericordia: entre ellas, obviamente, acoger a los peregrinos. Sin embargo, aquí Santiago, copatrono de la ciudad, acompaña a San Juan Bautista, el de Firenze, al que lavan los pies. La escena, guerras y derrotas por medio, es más política de lo que parece.

Ya que está al lado del albergue, no dejemos de entrar en la iglesia de Sant’Andrea para conocer el magnífico púlpito gótico de Andrea Pisano (1301), sostenido por siete columnas, dos de ellas apoyadas en leones. Algunos lo consideran un anticipo del Renacimiento, hecho que se puede comprobar en su sereno Juicio Universal donde hasta los diablos mantienen la compostura, nada que ver con los macabros escenarios góticos.

Después de haber visto la cúpula del duomo de Firenze cualquiera podrá percibir la semejanza que guarda con ella la de la basílica della Madonna dell’Umilità. Aquí su autor es otro de los grandes arquitectos del Renacimiento, Giorgio Vasari. Pero claro, esta fue concluida en 1568, más de 130 años después de la de Brunelleschi.

El plato más típico de la cocina local es el carcerato. Tal como suena, es lo que se daba de comer a los presidiarios de la cárcel, una sopa de pan rancio con despojos de ternera del vecino matadero. Es de suponer que con mucha más delicadeza, la receta ha pasado a los restaurantes, aunque no todos deseen probarla.

De los dulces sobresalen los confetti a riccio, ya documentados en el Medievo, que consisten en una bolita rugosa, con corazón de almendra, avellana, naranja confitada o cacao, recubierta de azúcar. Son famosos los de la confitería Corsini, de Piazza San Francesco, donde además nos ponen el sello.

Al salir de la Piazza del Duomo, enfilando la Via degli Orafi, encontramos una sorpresa: la Xunta de Galicia ha regalado a la ciudad, en 2019, un marco de piedra similar a los que balizan el Camino de Santiago que señala 2.505 km a Compostela.