Papadopou
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Ideas peregrinas en un Camino desde Sevilla (XII)

Salimos de Xunqueira sin desayunar, era temprano y todo estaba cerrado. Para colmo, a poco de empezar, una señal inducia al error y nos apartó del Camino. Afortunadamente me percaté enseguida y pudimos rectificar, pero otro trio de peregrinos que iba delante alargó innecesariamente la jornada. Al menos el entorno era bonito, junto al rio. En A Pousa lo comenté en el bar donde paramos a desayunar. Ya lo sabían, no era la primera vez. Tampoco podían hacer nada, era cosa del Concello. Lo que si habían hecho era una colecta entre los vecinos para reparar las campanas de la parroquia que habían dado servicio durante doscientos años y necesitaban una restauración urgente. Al menos eso decía un cartel que explicaba la iniciativa y reclamaba la participación de los vecinos. Mejor arreglarlas y  disfrutar, o sufrir, el tañido de las campanas que poner una grabación con un carillón cualquiera u otra melodía grabada de las que se usan ahora en muchos sitios para recordar que el tiempo pasa. Además con unas buenas campanas se puede dar la alarma si se pierden más peregrinos.

Bajamos en dirección a Ourense caminando entre la niebla. Resultaba muy sugestivo con grandes robles que aparecían fantasmagóricos extendiendo sus ramas hacía mi cabeza. Las piedras que limitaban el camino, cubiertas de musgo y humedad, se tragaban la luz y entre la bruma parecían losas de un viejo cementerio. Tras cada curva temía ver alguna aparición inesperada. Esto es Galicia. Habrá duendes, espíritus, mouros, brujas, meigas … algo.

Pero cuando la niebla se disipó, el sol iluminó otra vez la dura realidad. La del asfalto que me iba a llevar hasta Ourense. Zonas urbanizadas y un polígono industrial. Un paso tras otro hacia la modernidad cuanto más me aproximaba a la urbe.

Sin embargo, como contrapunto, allí reencontré la primavera.  Ayer, llegando a Xunqueira, ya pude ver los márgenes del camino cuajados de unas pequeñas y delicadas orquídeas, o alguna prima hermana en formato diminuto de aquellas flores tropicales, dando notas de color rosado. Al ir descendiendo y disiparse la niebla vi que muchos robles tenían ya brotes verdes. También aparecían muchas flores en los campos y en los jardines. Los frutales convocaban multitudes de insectos con su exhibición floral. He tenido que recorrer toda Salamanca, Zamora y bajar de las alturas orensanas en dirección al Miño para recuperar la primavera, las flores y el color. Kilómetros y kilómetros de una primavera de color gris como el invierno.

Pero aún me quedaba la mitad de la etapa y no precisamente la más agradable. Vi el letrero de un bar que, para variar, no se llamaba ni el rincón del peregrino, ni el descanso del peregrino, ni el refugio del peregrino, ni nada del peregrino. Se llamaba El Descanso, a secas. Podía parar allí cualquiera que estuviera cansado fuera peregrino o no. Ciclista, paseante, caminante o simplemente un vecino con ganas de tomarse un café. Así que cedí y pare, a descansar, naturalmente. Permitidme que sí tengo que elegir entre el café del peregrino y el café para los parroquianos habituales, me quedé con este último. Igualmente si puedo escoger un menú del día no optaré por el menú del peregrino. En Galicia suelo acabar cansado de tanto comer caldo gallego, y cerdo en cualquiera de sus variedades. Pero en Ourense, bien aconsejado por el hospitalero del albergue, comí en un mesón cercano. Un menú sin apellidos. Como era festivo fue algo más caro de lo habitual pero las opciones incluían, por ejemplo, chuletas de ternera, bacalao, gallos, navajas, chipirones… y otras que no recuerdo. Ah, y una botella de albariño para mi solo. No lloré de felicidad pero el mesonero me recordó que no era necesario rebañar tanto el plato porque disponían de máquinas para lavarlos. Pero es que con el pan que servían hubiera sido un pecado no rebañarlo incluso por la parte de fuera.

Casi llegando a Ourense atravesé algunas aldeas y me encontré detalles simpáticos. Unos niños dejaban de jugar al balón y me saludaban,  ¡Bo camiño! Un hombre se baja de la bicicleta y me pregunta ¿donde empezaste? y se queda con la boca abierta cuando le digo que vengo de la otra punta del mapa. Un panadero que se lamenta de haber agotado todas las empanadas y no poder servirme una, pero que si quiero una barra de pan me la regala. La gente que al cruzarse conmigo me desea buen viaje.  Algún vehículo qué aminora la marcha en la carretera y me saluda con un ligero toque de bocina.  La emoción al pasar por esos lugares donde me infunden ánimos proporciona nueva energía para seguir adelante un día tras otro.

De Ourense se sale cuesta arriba vayas por donde vayas. La de Canedo no la conozco porque las dos veces fui por Tamallancos. Por ese lado la subida hasta la ermita que hay arriba de la cuesta es también de órdago. Pero bueno, si la otra es peor bienvenida sea esta.

Camino de Cea el bosque volvía a estar en plenitud. Ya habían brotado nuevas hojas a los robles, que lucen un verde brillante. Los trinos de los pájaros inundando el aire deseaban un buen día a quienes pasábamos por allí esperando que el calor no apretara demasiado. Al atravesar un bosquete de eucaliptos aspire hondo, el olor era delicioso. Serán un castigo en muchos sentidos, pero hay que reconocer que huelen bien. Por el camino me cruzo con un señor mayor que paseaba con su bastón. Nos detenemos a hablar y es como si estuviera escuchando a mi madre. Ambos nacieron después de la guerra, con un año de diferencia al parecer. Que no entiende para qué tanto andar.  Que ellos tenían que andar mucho cuando iban al trabajo pero era por necesidad. Que la gente ahora está loca y que si nos obligarán pondríamos el grito en el cielo. También me dijo que por este camino bajaban a Castilla a segar y que trabajaban de sol a sol.  Nunca hubiera imaginado que la gente pudiera utilizarlo por capricho para andar sin necesidad. Ahí lo dejé deseándole que pasara un buen día y él me deseo lo mismo.

Después de comer en Cea me quedaba por recorrer un trecho bajo un sol canicular porque dada la hora las sombras no abundaban. Decidí utilizar las desaprovechadas capacidades de mi paraguas para cobijarme  del sol inclemente a la sombra que proporcionaba. En cada caño de agua fría que encontraba usaba el sombrero (por cierto, obsequio del Xacobeo) para refrescarme recogiendola y echándomela por la cabeza. Así llegué a mi destino empapado de sudar y de tanto remojarme. 

Hoy descanso en Oseira, en un nuevo y flamante albergue de la Xunta en un lugar especial. De tan nuevo todavía quedan por pulir algunos detalles. No hay donde lavar ropa pues todavía no han instalado las maquinas para ello. Tampoco hay donde tender una vez has lavado a mano donde has podido. Además la maquinaria para calentar el agua para ducharte puede jugarte una mala pasada y, como me ha ocurrido a mi, acabar tomando una vigorizante ducha fría. Bromee con el hospitalero suplente y le dije que propondría que les retiraran la estrella michelín. Los peregrinos extranjeros echan de menos una conexión a internet y los nacionales un poco también porque la cobertura es muy deficiente. Aunque tal vez eso más que defecto resulte virtud. Aquí la desconexión es posible. Aunque, como veis, no siempre se opta por ello.

Muchas gracias y buenas noches.

João Batista Campos
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Hola Papadopou

Eres muy creativo!!

Cada crónica tuya me sorprende más por la riqueza de detalles con que narras tus vicisitudes y alegrías en el camino.

Muchas gracias por estos momentos mágicos!

Estoy hasta un poco tímido y temerario para escribir mis próximas crónicas y/o descripción de mis etapas o tramos del Camino que realizaré próximamente.

¡¡¡Bravooooo!!!

Buen camino!!

Papadopou
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De nada, Joao. Me alegro que te guste. Cuando empieces a caminar, solo lánzate a explicarlo seguro que te queda fantástico. Saludos. 

Ma Teresa
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Buenos dias Papadopou, que tengas un buen recorrido. 
abrazo

Papadopou
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Muchas gracias MaTeresa. Ha sido un buen día . Saludos desde Lalín. 

jabeque
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Papadopou eres genial .

La verdad que tenemos unos cuantos de foreros sensacionales.

Yo creo que con tus narraciones las de Sandra y las fotos del tío de la boina se podría hacer un libro simpático. 

Yo soy un lector empedernido pero un escritor lamentable así que os seguiré disfrutando, y solo me queda un mes para mi partida .....

Papadopou
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Gracias jabeque, pero te aseguro que exageras. Saludos. 

Anónimo
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Una pulsera de paracord hubiera sido la guinda para una jornada tan sublime, ya que además de mil usos que le puedes sacar, viene genial como cuerda de tender en estos casos. Ocupa lo mismo que las típicas pulseras de perroflauta que solo sirven para decorar y si se mojan se estropean.

 

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Además, el fabricante te envía por mail un PDF con las instrucciones de más de 100 usos útiles que se le puede dar al paracord sin necesitar ninguna herramienta más. Imprescindible para salir a la naturaleza. El único coñazo es que después de usarla hay que trenzarla de nuevo, pero bueno, es un rato entretenido.

 

 

Papadopou
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Me parece que si hay que volver a trenzarla no me servirá. La próxima vez bastará con llevar un par de metros de cuerda para tender. Saludos. 

Anónimo
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No es necesario volver a trenzarla, a menos que quieras seguir usandola como pulsera o enrollandola con el sistema tradicional, aún así pesa y ocupa menos que una cuerda de tender, tampoco se deshilacha y es más resistente.

Indi
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Un relato tan completo que es difícil escoger. Tal vez las sentencias del señor mayor: "Que la gente ahora está loca y que si nos obligaran (a caminar) pondríamos el grito en el cielo."  Con total seguridad sería así. 

Una relectura me avisa de conflictos de contradicciones: Eucaliptos que huelen bien pero condenan a muerte a otros aromas. Primaveras grises y primaveras verdes. Robles fantasmagóricos en bosques oscuros y robles luminosos cargados de brotes verdes. Refrescantes caños de agua fría y deseada agua caliente. Conexión a internet o conexión a la vida; menú sin apellido para el peregrino orgulloso de portar ese apelativo.

La vida es una contradicción a la que damos forma y sentido en el Camino, convergiendo los polos opuestos hacia un centro neutro, interno y eterno...ultreia et suseia.

 

Papadopou
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Gracias Indi. Ya sabes: yo soy yo y mis circunstancias. En este caso será con mis contradicciones. Saludos.