La salida depende de tus gustos, de como sale el día (previsión de calor, de lluvia, estación del año) y de los kilómetros que quieras hacer ese día. A muchos, entre los que me incluyo, les gusta madrugar en verano para disfrutar del frescor y de las primeras luces del amanecer y llegar a medio día al final de etapa. En invierno o días de frío la cosa cambia y no aptece madrugar tanto. A otros les gusta salir un poco más tarde, comer a mitad de camino y caminar algo por la tarde. No tengas dudas de que en unos pocos días el cuerpo te  dirá lo que más le gusta. Yo conforme van pasando los días cada día voy madrugando más (si hace calor) y obviamente voy llegando antes. En un día que amenaza caluroso, el amanecer, el frescor de la mañana caminando, me parecen una experiencia maravillosa e inigualable. Al final salgo casi de noche, no por prisas, sino por puro placer y porque mi cuerpo y mi mente funcionan así mejor. Eso hace que luego te vayas antes a la cama y que adaptes tus biorritmos a los de la naturaleza. Una pasada.

¿Kilómetros por hora?. Nunca me lo he planteado, tal vez sea porque vengo del mundo del senderismo y de la montaña donde cuentan factores tan importantes como el desnivel y las travesías se miden en tiempo, no en kilómetros. No se puede llevar el mismo ritmo (kilómetros/hora en llano que subiendo los Montes de León). Pero el Camino es otra cosa, un día vas parando, disfrutando, charlando, descansando, te quedas mirando una lagartija, una flor, una piedra, te paras a la sombra de una ermita, etc y otro vas como una flecha. Una vez más el Camino te lo dirá. 

¡Salud y buen Camino!