Sobre dar la bienvenida
Hola, abro este hilo simplemente para agradecer a quienes me disteis la bienvenida hace poco vuestras amables palabras de acogida. Os he leído a todos con mucha atención, al tiempo que iba reflexionando sobre lo que escribió Koro en un hilo acerca de que lo que aleja a las personas no es la distancia sino el silencio.
Asi que me iba preguntando mientras os leía: "¿qué debo hacer, guardar silencio o contestar?" Y, como veis, he escogido lo segundo.
A veces creo que estamos tan acostumbrados a las palabras que no las damos importancia. Empezamos a pronunciar las primeras siendo muy pequeños. A estas se van sumando otras, y otras y otras más, hasta tener muchas ya interiorizadas. Las escuchamos o las leemos constantemente a lo largo de la vida. Están tan presentes y lo están desde hace tanto tiempo que es fácil dejar de captar su magia. Pero yo creo que la tienen, porque leo la palabra mar y a veces me llega su olor. Leo cigüeña, y la veo. Es más, junto a la esbelta cigüeña imaginada a veces me llega la imagen de una torre y de una campana, y la campana, misteriosamente, suena en mi mente. Y estos son sólo dos ejemplos.
Hay palabras que alegran y las hay que duelen. Las hay que asustan y las hay que infunden valor. Sin tocarnos se las siente. Eso para mí es magia.
No soy una persona práctica. Me atraen las quimeras y me pierdo en lo intangible. Doy más valor a lo que siento que a lo que creo saber. Donde otros me dicen que ya no hay nada, yo sigo buscando. Los sueños, lo indemostrable, los anhelos... casi todo lo invisible me parece vida y camino. Sin embargo, certezas comprobables y demostradas las siento como cadenas o losas.
No sé rendir culto a la razón. No siempre veo cordura en lo que se juzga razonable, como tampoco veo locura en aquello que se considera como tal.
Cuando estoy en el Camino, debido a que no soy persona práctica, me alegro más ante un saludo o ante una franca bienvenida que ante una buena ducha o una cómoda cama. Y no me refiero solo al Camino de Santiago.
Hay camas que me han parecido tumbas, y habitaciones que he confundido con panteones. He sentido tanta desolación en algunos hoteles que no envidio ni añoro lo más mínimo lujo alguno cuando me hecho al Camino.
Me siento, y es así, como inmersa en un plano intangible de seres que no somos prácticos, como en otro plano o en otro mundo diferente que no se ubica en un lugar concreto.
Asi que gracias por darme la bienvenida. Ahora ya sabéis algunos porque para mí es más importante un saludo franco que un lujoso techo. Yo misma puedo procurarme refugio sin problema alguno porque aprendí a hacerlo, pero nunca podré recibirme y acogerme con sincera y cálida bienvenida.
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Comparto tu opinión sobre la importancia de las palabras. Añadiría, además, que estas palabras han de ir acompañadas por un gesto, una caricia, un movimiento que confirme aquello que estás diciendo. La combinación de palabras y gestos crea una comunicación rotunda y auténtica, ya que el lenguaje corporal refuerza ese mensaje verbal y transmite una mayor sinceridad y, lo pongo en negrita por su importancia para mi, compromiso. En definitiva, la coherencia entre lo que decimos y cómo lo expresamos es fundamental para lograr una comunicación verdaderamente auténtica y poderosa.
Abrazo
Hola. Justo estamos en un espacio de intercambio de ideas y no tenemos otra cosa para envolverlas que las palabras, por decirlo así. A veces resultaran más oportunas, a veces menos afortunadas. Útiles en ocasiones, sugestivas en otras. Unos son más hábiles con ellas, otros no lo somos tanto. Pero aquí será lo único que puedas ofrecer y que te ofreceran. Los gestos y las expresiones de un interlocutor que pudieras tener delante y que facilitarían la comunicación aquí no los habrá. Hay que ser comprensivos y nunca presuponer la mala intención. Pero la calidez de la bienvenida si puedes tener la certeza de que es sincera. Saludos.
¡Ay! las palabras.
Ahora recorro las tuyas, pero llegan con mi voz. El silencio me rodea pero tus palabras resuenan, tan cerca que podría oírlas, pero no, estás muy lejos. Y sin embargo tu agradecimiento es cálido, cercano.
Así puede sentirse uno acompañado siempre, si no de personas, sí de palabras, y así sirve de refugio y albergue este Foro, aunque un abrazo y una sonrisa no lo atraviesen.
Pues yo también te doy la bienvenida, aunque que sea un poco tarde. No se me da muy bien escribir o expresarme pero he de decir que me siento identificado con mucho de lo que comentas. Hace unos años en el francés coincidí caminando en varias etapas con un hombre y nunca hablamos pero siempre nos saludábamos mirándonos a los ojos, como hay que saludar. Al principio era un simple "Buen Camino" pero cada vez el saludo era más franco y la sonrisa más amplia.
Por fin un día, al pasar Melide, el estaba esperando a la puerta de un albergue y yo pasé continuando camino. Me paré unos segundos y nos dimos la mano con una sonrisa y una mirada super afectuosas, quizá presentía que no le volvería a ver, como así fue.
Ni sé cómo se llama ni nunca hablamos pero llevo su presencia grabada desde hace años y lo considero un amigo, durante un tiempo me pesó no haber sido más abierto y haber hecho más trato pero ahora me doy cuenta de que la magia estuvo ahí, en algo etéreo e intangible pero cierto, magia entre personas.
En fin, no sé porque ahora necesitaba contar esto, pero es mi forma de darte la bienvenida. Buen Camino
¡Hola Apasitos!
Esa misma sensación que describes la he tenido varias veces cuando he terminado el Camino, o bien, de vuelta a casa, e igual que tú, he lamentado no haber sido más abierto, quizás el miedo a molestar, el idioma, la edad, un poco todas o cualquier otra cosa... nos lo impide o simplemente es así.
Sin ir más lejos, acabo de regresar del Camino Sanabrés donde he caminado pocos días pero los suficientes para coincidir con ciertas personas y que haya surgido esa "magia", como ellas tenían previsto llegar a Santiago,y yo como lo dejaba antes, me hubiera gustado desearlas de forma sincera un "Buen Camino" y que todo fuera bien, y por estas cosas del Camino no he podido hacer y ciertamente me ha creado cierta desazón.
Saludos y ¡Buen Camino!
¿No se ta da muy bien escribir? ¡Anda ya!
Eso que nos cuentas creo que nos habrá pasado a muchos. Yo aún recuerdo las sonrisas de aquellos con los que nunca hablé pero que tanto nos dijimos.
¡Cuanta razón teneis! Palabras!
Hola Iandante,
Muchas gracias por tu comentario, que, compartiéndolo palabra por palabra me ha parecido muy pertinente. Aprovecho para darte la bienvenida por mi parte.
Saludos. ¡Buen Camino!
Bienvenida, Landante. Gracias por tan preciosas palabras.
Es curioso; soy una persona muy callada, introvertida, tímida, muy reservada.
Sin embargo, en el Camino hablo mucho :) No durante el trayecto, que me gusta hacerlo solo, absorto en mis pensamientos; pero sí al terminar la jornada, cuando me encanta intercambiar impresiones con otros peregrinos. Yo soy el primer sorprendido cuando me veo a mí mismo iniciando la conversación.
Supongo que el Camino nos cambia
Preciosas palabras, landante. Creo que has conseguido plasmar los sentimientos que nos abordan durante el Camino.
¡¡¡Bienvenida y Ultreia!!!
Hola Landante, nunca es tarde dar la bienvenida, no?
Gracias por haber venido a esta comunidad maravillosa!! Bienvenida! Siempre será un placer leerte!
Qué razón tienes! Las palabras siempre son muy importantes, sobre todo cuando no tenemos la oportunidad de charlar cara a cara. Cuando las usamos según lo que sentimos y aprovechando de su gran potencial, siempre podemos crear un ambiente de mutuo bienestar y una comunicación de alegría y confianza.
A mí también me gusta mucho pensar en esta fuerza que tienen las palabras!
Buen Camino!
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"Izena da izana" dice un proverbio vasco: la palabra es la identidad, o nombrar es ser. Un poco como aquel "En el principio fue el verbo". ¿Has leído "la historia interminable", te acuerdas de aquel reino que iba a perecer porque nadie daba nombres nuevos a las cosas? Este mundo jacobeo también tiene muchos intangibles que perecerán si no los vamos tejiendo con experiencias vertidas en palabras.... como tú lo haces
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En euskera también se dice: " izena duen guztia, bada" que viene a significar "lo que tiene nombre existe".
Es una expresión que me encanta, a veces caminando por algunos bosques me vienen a la mente imágenes de duendes, elfos y hadas,meigas, trasgos y lamias que la razón me dice que solo son leyendas, y entonces me viene a la mente esa expresión de "si tiene nombre existe" y me hace creer un poco más en la magia, y eso me reconforta. También lo utilizo para lo negativo, cuando me asaltan miedos más o menos infundados me repito "si lo nombras existe" y entonces paso página. Da que pensar el enorme poder que se da a la palabra y al "nombrar" en idiomas y culturas tan antiguas.
Hola, regreso a este hilo y compruebo con alegría que algunos foreros me habéis dado también aquí la bienvenida. Asi que reitero mi agradecimiento. Muchas gracias a todos.
Me alegra saber que logré explicarme, y aún más que me habéis entendido. Pero lo que más me alegra es comprobar que no lo habéis hecho porque yo me haya expresado de un modo acertado y preciso que permita al intelecto procesar la información según algún método establecido previamente por la razón y avalado por un conité.
No hay ningún método para ciertos asuntos, ni pasos que se puedan seguir y cotejar. Dije, simplemente, algo que también vosotros habéis sentido. Es en ese sentir común donde creo que está el entendimiemto.
Las cosas intangibles, banalidades para unos y sustento para otros, son difíciles de traducir con gestos o palabras. Se las puede intuir, pero sólo se entienden si se sienten.
Ya os dije que no soy una persona práctica, pero mi entorno si lo es. Son personas que llaman al pan, pan y al vino, vino. De las que no buscan tres pies al gato. De las que repiten mil veces que lo que hay es lo que hay, y que hay que saber adaptarse. De las que ven un río y construyen un puente. Gente útil que hace cosas útiles. Otros les siguen, muchos, porque también son gente práctica y les es útil y grato cruzar el puente y hollar la otra orilla.
Yo también sé agradecer esa sólida construcción, los esfuerzos de la gente y el trabajo de sus manos. Y cruzo el río con ilusión, dando las gracias si puedo. Pero llego al otro lado y me parece el mismo que dejo.
Por eso sigo caminando. Obstinadamente. Me alejo una y otra vez de todo lo que es útil y práctico. Me enredo de nuevo en lo invisible, percibiendo ️retazos de cosas que no existen pero tienen forma, aliento y nombre.
En cierto modo, Fernando, creo que mi vida es como la de Bastián. No sé cómo puedes haber estado tan acertado nombrando el libro de La Historia Interminable. He aquí otra cosa que me parece magia y misterio, ese singular acierto.
Que me hayáis entendido es para mí alegría y consuelo. Que sintáis lo mismo, esperanza. Gracias.