Hola a todos

Hace unos días que he vuelto de hacer mi primer tramo de Camino. Han sido solo 10 días desde Astorga hasta Santiago que he disfrutado como un enano. Realmente he ido en muchos tramos emocionado por la belleza de lo que estaba viendo y caminando con una sonrisa al sentir que al fin estaba allí, después de años de desearlo. No quiero dármelas de experto en nada, ya que espero que esto sea solo el comienzo de muchos otros caminos y más largos. Pero sí quería compartir una reflexión.

Tenía la idea preconcebida de que el Camino Francés estaba masificado, que iba a encontrar a muchos caminando sin mochila, a otros haciendo tramos en taxi, que los precios eran abusivos… Y pensaba que todo esto iba a provocar que de aquí a no tantos años el Camino Francés muriera de éxito, haciéndolo insostenible. Pero he vuelto a casa con la idea contraria, y no precisamente para bien.

Me explico. Todo lo malo que esperaba encontrar lo he encontrado, e incluso algunas cosas peores. No me esperaba tanta gente antes de llegar a Galicia a finales de abril, yendo algunos tramos con muchos peregrinos a la vista por delante y por detrás. He visto grupos organizados que solo hacían caminando los tramos más bonitos y sencillos y en microbús el resto. He visto vallas publicitarias enormes en mitad de parajes preciosos o de bosques hermosísimos. He visto subidas de precio de 4 euros en un albergue porque era fin de semana. He cometido errores de novato y muchas de estas cosas hubieran sido evitables. Y alguno se preguntará por qué he elegido el Camino Francés si sabía que todo esto me iba a molestar. Por alguna razón siempre he sentido que mi primer Camino debía ser el Francés, supongo que por reconciliarme con mi Yo más joven, que empezó a fantasear con la idea de hacerlo antes de saber que existían otros caminos. Además, con el paso de los días aprendí a huir de determinado tipo de albergues y de finales de etapa, y curiosamente en Galicia he conocido la soledad. Sólo es una reflexión que no me quito de la cabeza, realmente he disfrutado cada minuto de Camino.

A lo que voy. Creo que todas esas cosas que yo considero un problema no lo son para la mayoría de gente con la que he caminado. Creo que la mayoría solo piensa en terminar la etapa, llegar al albergue y ya después hacer vida social y tomar algo. No les importa el Camino, les importa llegar. Sus mejores recuerdos van a estar en la terraza de un bar después de haberse duchado, no caminando, y su gran meta es tener la Compostela para poder decir que lo hicieron. Por supuesto que he conocido gente fascinante. Recuerdo a un hombre con el que caminé a la salida de Villafranca del Bierzo que se asombraba con cada prado, con cada arroyo y con cada fachada. Se detenía una y otra vez a mirar, a sentir y a fotografiar, daba gusto verle y fue especial compartirlo con él. Pero la mayoría de los que he conocido van por el Camino como si fuera una vía del tren de la que no puedes salir. 

Ha hecho más calor del que esperaba y el gore tex hacía que me sudaran mucho los pies, por lo que tenía que parar a menudo a cambiarme los calcetines. Eso me ha permitido observar. En el Monte do Gozo solo vi a una pareja desviarse y a dos o tres personas mirar, el resto no se salieron de su rail sin saber siquiera por donde estaban pasando. Cuando en el albergue hablaba de la Capilla de San Froilán de Ruitelán o del hórreo de Vega de Valcarce me miraban como si hablara en chino. Me pasó hasta con el castaño centenario de Ramil, llegando a Triacastela, que más a pie de Camino no puede estar. Y lo mismo cuando me senté en un banquito que hay nada más pasar la Igrexa de Santa María de Ferreiros, camino de Portomarín, y no sólo no vi a nadie pararse a contemplarla, si no que ni siquiera vi a nadie girar al menos la cabeza y darse cuenta de que había ahí a 5 metros una iglesia románica. Me he sentido un bicho raro por caminar sin prisa rodeado de gente que parecía en una carrera por llegar. Pero que me quiten lo bailado, creo que he exprimido cada momento.

En definitiva, pienso que el Camino Francés aún tiene capacidad de masificarse mucho más, de hacerlo en todas las épocas del año y de extenderse a otros caminos. Y creo que esto no le va a pasar ninguna factura porque a la mayoría de la gente no le molesta. Aquellos a quienes les preocupa el futuro del Camino son una minoría y no son la gente en la que están pensando las autoridades, los empresarios de la zona y las agencias de viaje. Entiendo que cada persona es un mundo y tengo pendiente hacer un trabajo interior para tratar de entenderlo, pero me cuesta. Me cuesta pensar que teniendo un recorrido con tanta historia, tan cargado de naturaleza, de arquitectura, de cultura o de personas interesantes lo único que importe sea llegar, y no precisamente el Camino. Seguiré intentándolo, pero me va a costar entender a gente que se ha cruzado medio mundo para mirarse los pies tratando de llegar cuanto antes al albergue mientras sobre sus cabezas hay un robledal de cuento.

Y para terminar quiero pedir disculpas, porque nada me gustaría menos que dar la sensación de que mi forma de hacer el Camino es mejor que la de nadie. Simplemente era poner de manifiesto esta humilde reflexión y a ver si consigo mejorar mi capacidad de entender a los demás.

Un saludo