La memoria climatológico/locativa del Camino
Hola a todos.
No sé si serán desvaríos o imaginaciones mías, pero a veces me parece observar en mí (y quiero pensar que esto también os ocurrirá a otros peregrinos) una cierta memoria climatológico/locativa del Camino. La cual se manifiesta principalmente cuando, ya en mi ciudad, voy andando en soledad y con la suficiente tranquilidad para observar con cierto detenimiento a mi alrededor.
Me explico.
Hoy, por ejemplo, he tenido que acudir a una cita a primera hora de la tarde. He ido caminando parsimoniosamente al lugar convenido. Las calles desiertas, la luz del sol, la temperatura (calor, cerca de 30 grados), las escasas sombras, las viviendas unifamiliares con jardincitos, el rumor de la débil brisa, me han hecho recordar muy vivamente el último tramo de aquella vez que llegué a Ponferrada...
Como es natural, las más de las veces esto me ocurre cuando voy andando a mi trabajo por la mañana. Así, el amanecer, las luces, el viento, el fresco, las calles con escasa gente y baldeadas por los servicios de limpieza, las nubes de diferentes clases, o el sol... me hacen revivir los momentos en los que los peregrinos/trabajadores emprendemos nuestra etapa/jornada. Y por las coincidentes circunstancias concretas de temperatura, luz y cielo, se me hace estar saliendo de Astorga ese preciso momento de aquel 18 de agosto de 2015; o dejando atrás San Juan de Ortega, aquella mañana fría pero soleada de 2021; o emprendiendo la subida a O Cebreiro desde La Laguna de Castilla pisando la dudosa claridad del amanecer; o ...
A diario, cada andadura matutina se puede convertir, de este modo, en el redescubrimiento de las sensaciones que guardamos de esas otras mañanas, concretas y localizadas en el tiempo y el espacio, del Camino. De aquellas que, en particular y según nuestra precisa memoria, presentaban las mismas características ambientales.
Eso sí, creo que todavía no se me ha dado la ocasión de volver a vivir/rememorar de este modo las circunstancias de aquellas dos últimas jornadas de mi primera llegada a Compostela, con una lluvia fuerte y constante bajo la cual caminaba, a ratos, a lagrima viva. Pero quién sabe.
Un saludo a todos.
- Inicie sesión o regístrese para comentar
Pues es una suerte Manuel. A mí solo me ha ocurrido en montaña, no en mi día a día. Ya me gustaría!
Bueno, Laura, suerte o alucinación. A saber.
Buenos días.Pues tengo que decir que a mí también me pasa lo que comentan Manuel y Laura.Por mi trabajo,muchas mañanas en eso amaneceres preciosos,me acuerdo de aquellos pueblos del Camino donde partía la etapa de ese día,viendo salir el sol.De mañanas de frescura,que al comienzo te tienes que abrigar y luego sobra todo.Por mi pueblo pasa el Camino Ignaciano.Que decir que cuando veo a los peregrinos con sus mochilas,mi memoria se traslada a mis Caminos,y me digo:quién pudiera.Practico el senderismo y la montaña.Muchas rutas son parecidas a esos Caminos que muchas veces pisamos:senderos,pistas,bosques,...en esos momentos también acuden a mí recuerdos de mis Caminos.Y así más cosas.Y no es una alucinación.Un saludo.PATXI.
Gracias, Patxi. ¡No estamos locos! (O, si lo estamos, somos al menos unos buenos pocos).
Un saludo a todos.