Hacer camino (según Josep Pla)
Estoy leyendo ahora (y disfrutando) un libro de Josep Pla, “Viaje a pie”. Son un conjunto de pequeñas piezas en formato de artículo periodístico sobre sus viajes caminando, en 1947-48, por los pueblos del Bajo Ampurdán, la comarca catalana en la que él vivía.
La forma y los propósitos de este viaje a pie los deja bastante claros Pla. Salvo el hecho mismo de caminar con sus pertenencias, quizá no tenga mucho que ver con nuestro Camino, pero no puedo resistirme a exponerlos aquí.
Pla nos invita a hacer un corto viaje caminando, por poblaciones pequeñas, para “enterarse de lo que es el país, de cómo vive en él la gente”, y empaparse “del material humano”. ¿Y qué hacer en cada pueblo?: pasear y hablar con la gente.
El viaje lo realiza Pla en septiembre, “cuando cesan los rigores estivales”. Sin ningún tipo de espíritu deportivo (ni inquietud por su salud):
“En mis viajes a pie no entra jamás preocupación alguna de sentido heroico o deportivo. No devoro kilómetros, ni colecciono paisajes; jamás se me ocurrió escalar picachos, ni descender a las profundidades de la tierra. No suelo ir vestido de excursionista ni de acampado. Me paseo por las carreteras, sencillamente, fumando cigarrillos”.
Va andando de pueblo en pueblo, pero sólo cuando las distancias no son largas. No le importa, llegado el caso, coger un autobús si no queda más remedio.
Y viaja generalmente por la tarde, porque las tardes “son maduras y granadas”. Sale a caminar después de comer, lentamente, a una velocidad de “dos kilómetros y medio o tres, máxime, por hora”. Porque cree que “esta es una excelente velocidad si de lo que se trata es de ver algo de lo que transcurre ante nuestros ojos”. No deja de echarse alguna siesta tumbado en un pinar o una arboleda.
Así, suele llegar a la población a la hora del crepúsculo y busca entonces una posada pueblerina o una fonda para dormir.
Como es natural, tratándose de Josep Pla, de esta manera de viajar suya surge una observación nítida, crítica y al mismo tiempo teñida de un cierto cariño, del paisaje y el paisanaje. Vertida en una prosa castellana excelente.
En fin, como decía al principio, no mucho que ver con nuestras andaduras en el Camino. Pero… ¿quién sabe?
Un saludo a todos.
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Los escritores con talento son capaces de convertir cualquier simple actividad en un libro interesante, de eso viven. Sale a caminar, más bien a pasear, después de comer con alguna siesta de por medio, como así no se llega muy lejos coge el autobús. Está claaro que hay muchas formas de caminar; unos corren, otros devoran kilómetros, y luego estaba Pla, ja,ja,ja.
Pla era genial, sí, Blenques.
Con este libro se vuelve a demostrar que el caminar es fuente segura de literatura. En su caso, de buenísima literatura.
Y su invitación a viajar a pie, de ese modo, es tentadora.
Un saludo a todos.