Cadena de favores
Voy a contar una experiencia personal y la idea que se me ocurriò a raíz de esa experiencia, a ver qué os parece, yo creo q es la esencia pura del camino.
Hace un par de años haciendo el camino Sanabrés en Noviembre ( por lo q era bastante solitario) coincidí con un señor mayor en A Gudiña, era Holandés se llamaba Cornelius y tenía 75 años, y lo típico hablando hicimos amistad, él era un veterano del camino, ya había hecho todos los caminos "largos" y con este daba por finalizada su aventura en el camino (dijo que era él último que iba hacer).
En Laza volvimos a coincidir y entendiéndonos, o más bien intentando entendernos (no hablaba ni español ni inglés, solo Holandés del cual yo ni papa...) en el idioma universal del camino: señas, traductor de google etc.. me dio a entender después de enseñarme su pasaporte que al día siguiente estaba de cumpleaños, dormimos los dos solos en el albergue y a la mañana siguiente salí antes que él quedando en vernos en Xunqueira de Ambía al final de la etapa.
Bien, pues al llegar yo a Alberguería paré a desayunar en el curioso bar del Rincón del Peregrino (muy recomendable y de los auténticos) después de desayunar y rellenar la correspondiente concha de vieira con mis datos se me ocurriò dejarle pagado el desayuno al mi amigo Cornelius, explicándole al dueño del bar que era un peregrino mayor que pasaría por allí dentro de un poco (no había más peregrinos en ruta).
Al llegar a Xunqueira de Ambía, se dio la casualidad que el albergue estaba cerrado y nos alojamos los dos en Casa Tomás, después de pasar la tarde en el albergue hablando de nuestras experiencias mi "amigo del camino" se empeñò, después de agradecerme la invitación al desayuno, en invitarme a cenar en el albergue con motivo de su cumpleaños, donde le recomendé probar la "Galician Soup" (caldo gallego), y un chupito de hierbas!. Sobra decir que saliò enamorado de esos dos manjares.
Seguimos camino juntos hasta Ourense, y allí cenamos la última vez antes de separarnos y como no!, pidiò caldo y su respectivo chupito de hierbas tras el postre. (Yo creo que cuando llegò a Santiago se llevò para tierras holandesas un par de botellas de ese licor de hierbas que tanto le gustaba).
Bien, a lo que iba, que me enrollo recordando mis vivencias en los caminos.
El año pasado haciendo el camino Inglés trabé amistad con Javier Navarro de Cartagena, al que aprovecho para mandarle un saludo, y se diò la casualidad de que estando en Hospital de Bruma se me ocurriò la idea, (me separaba de Javier, ya que hacíamos etapas diferentes) invitar a Javier a comer por mi cumpleaños, hay que decir que resultò difícil pagarle la comida (no se dejaba invitar fácilmente jajaja), pero llegamos a un acuerdo, yo lo invitaba con la condición de que cuando hiciese otro camino y coincidiese su cumpleaños, él invitaría a otra persona a una comida! Y trato cerrado, aceptò la invitación gustosamente.
Pues eso, después de todo este rollo, creo que sería una buena idea que al que le coincida su cumpleaños en el camino y ya que hay que celebrarlo lejos de los seres queridos, invite a un "amigo del camino" (expresión de mi amigo el Holandés errante Cornelius) a una comida, café, desayuno, o cualquier otro tipo de pitanza con la condición de que él haga lo mismo cuando esté de celebración en ruta!
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Pues me parece muy buena idea.
El Camino es una vía de encuentro entre gentes y culturas. Gentes de paz frente a aquellos que solo parecen disfrutar amordazando o prohibiendo todo lo imaginable a los demás. Tenemos que crear, ayudar a crecer, seres humanos a nuestro alrededor.
¡Un saludo y, siempre, buen Camino en tu vida, Montaraz!
Pues no te lo vas a creer, pero... yo lo hice hace hoy una semana, en Santiago.
Os dejo una foto de una pequeña muestra. Eso sí, el orujo, blanco
Una bellisima idea Montaraz!
Saludos!
Voy a hacer lo mismo.
Un abrazo y buen camino!
A ver si coincido contigo ese día y te pagas una zamburiña por cada año que cumples A los chupitos invito yo
Hola Indi! Saludos amigo.
Ahora que he visto tu provocación!
Es difícil que coincidamos en mi cumpleaños. Mi cumpleaños es el 27 de diciembre, y déjame decirte que no tengo intención de caminar en esas fechas. Pero aun así, cuando yo esté por ahí, estás invitado a comer unas zamburiñas conmigo. No la misma cantidad de mis años de vida, pero un tercio ¡sí!
Ahora los chupitos pueden ser mis años de vida!
Abrazos
Bueno, esto de invitar a otras personas a una consumición o incluso una comida, es una costumbre bastante extendida en algunos lugares, aunque en otros pueda resultar extraña. Se hace entre amigos, conocidos, pero también entre personas que acaban de conocerse con las que surge un vínculo o una oportunidad especial. El que invita no pone condiciones, lo hace porque quiere y porque entiende que igual que ha sido él el que ha invitado esta vez podría haber sido perfectamente al revés. Este tipo de comportamientos, que están desapareciendo, dicen mucho del talante de las personas y de las culturas que los fomentan y tienden a aparecer en situaciones de alegría y compañerismo como las que surgen muy frecuentemente en el Camino. El que invita se siente dichoso y orgulloso de hacerlo (los jetas y ruines estarán alucinando con lo que escribo, y relamiéndose) y el invitado que se crea digno sabe que la acción altruisa de la que ha sido regalado forma parte de una enorme cadena de favores que le compromete y en la que otra vez el querrá ser el ser el que pague. Sí, ya sé que a muchos les cuesta entender este tipo de actitudes, mejor que cada uno pague lo suyo o ahora te hago un Bizum (creo que los jóvenes ya no se invitan).
¡Salud y buen Camino!
El día 10-10-2010 llegué por primera vez a Santiago de Compostela.Ese día yo cumplí 50años.Lo planee de esa manera y me salió bien.Los que me acompañaron no dudaron en comer juntos.No me dejaron pagar la comida.A cambio pagué los cafés y los chupitos.Pero eso era lo de menos.Había llegado a Santiago en una fecha muy señalada.Estaba con mis compañeros de Camino.LLegó la hora de las despedidas,de los lloros y risas.Un momento que uno siempre lo lleva en el corazón.Un saludo.PATXI.
Hace dos años en el camino de Santiago a Finisterre he coincidido con una pareja de paisanos míos (soy Polaca). Eran jóvenes, justo este año han terminado los dos la carrera de ingeniería y han decidido venir desde Polonia y celebrarlo haciendo el camino desde Bilbao hasta el fin de la tierra. Lo estaban haciendo con la tienda de campaña, con un presupuesto bastante ajustado. Me han contado que dormían en los albergues cada 5-6 días, el resto de las noches buscaban sitio para montar la tienda. Hemos coincido en un bar cenando. Les he ofrecido pagar el albergue esta noche pero han rechazado la invitación.
Para no ser pesada insistiendo en la oferta cuando pagaba mi cuenta he pagado tambien la cena de ellos.
Al día siguiente casualmente ha coincidido con ellos. Las caras de agradecimiento no tienen precio, me han contado que con lo que han ahorrado con la factura de la cena van a poder gastar en la cena clebrando haber finalizado el camino en Finisterre.
Conclusión: este pequeño gesto les ha hecho felices, podemos invitar a alguien porque es su cumple o simplemente sin motivo ninguno. A lo mejor cuando yo esté mas apurada de presupuesto alguien me invita y también me hace feliz.
Este post me ha recordado que hace ya unos seis u ocho años yo también fui "beneficiario" de la generosidad de alguien a quien no conocía. Fue durante una peregrinación de invieno en Mansilla de las Mulas. Coincidí en el albergue con un peregrino italiano culto y simpático con el que salí a cenar. A la hora de pagar se empeñó en invitarme, como es lógico traté de explicarle que en el Camino lo normal es que cada uno pague lo suyo pero él inistió y al final tuve que aceptar. Me explicó que en Población de Campos había cenado en un restaurante y al ir a pagar quiso hacerlo con su tarjeta pues no llevaba efectivo. La dueña del local le dijo que no tenía conexión para ese tipo de pago pero que no importaba, ella le invitaba a la cena con la condición de que cuando tuviera oportunidad invitara a cenar a otro peregrino. Yo fui el primer peregrino con el que tuvo ocasión de cumplir su compromiso. Como es lógico yo también cumplí mi parte del convenio con un peregrino francés en Virgen del Camino cuando hubo ocasión. Cosas que pasan y que hacen que merezca la pena seguir saliendo al Camino por mucho que el mercantilismo nos lo haya ido desnaturalizando.
Buen Camino.
Sin haber reparado en ello hasta ahora, yo también he participado de esta cadena de favores. En noviembre de 2013 llegué a Ponferrada para cerrar el círculo de mi camino francés: 2011-Ponferrada-Santiago, 2012-Roncesvalles-Santo Domingo de la Calzada, 2013-Sto.Domingo-Ponferrada. Para celebrarlo, esa noche se improvisó en el albergue una cena con el grupito de peregrinos que habíamos ido coincidiendo esos días (una joven pareja de canadienses del Québec, otra pareja vasco-brasileña, una coreana con su madre y yo mismo). Todos seguían hacia Santiago y yo me volvía ya para casa. Al día siguiente los invité a todos a desayunar en un bar cercano.
Un año después me atreví con el Primitivo y lo prolongué hasta Muxía y Fisterra. Allí quise darme un homenaje y cuando iba buscando un buen sitio para cenar me llamaron desde la terraza de una marisquería. Era Volker, peregrino alemán mayor de 70 años, con quien habíamos coincidido en algunas de las últimas etapas del Primitivo. Casualmente, nos habíamos encontrado también en Casa Manolo de Santiago, donde compartimos mesa junto con otras peregrinas que se habían convertido ya en mis amigas. Yo no sabía que él iba también a Fisterra y realmente no lo vi en ninguna de las etapas hasta allí. El caso es que, aunque él había acabado ya de cenar quiso que me sentara con él y me acompañó durante toda mi cena. Nos entendíamos a duras penas en inglés, pero fue una velada francamente agradable. Al final, él abonó toda la cuenta y solo dejó que yo pagara la última ronda de orujo. Creo que este tipo de vivencias entrañables solo se dan en nuestro contexto.
En mi camino ingles, en la etapa Betanzos-Bruma, saliendo de Betanzos, conocí a dos chicas y empezamos a hablar y a caminar juntas. Al llegar al primer bar, paramos a desayunar. No aceptaban tarjeta de credito y no tenían suficiente en efectivo, me dijeron que si podía pagarle el desayuno, les dije que si, por supuesto, y me dijeron que en cuanto pudieran sacar dinero me lo pagaban,les dije que no, que no hacía falta, que ese dinero lo usaran para pagarle algo a alguien que estuviera en su misma situación y lo necesitara. Luego en Santiago se empeñaron en invitarnos a unas cervezas.