Isidro García
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Al apóstol desde Roma

No estaba muy convencido de abrir un hilo en el foro sobre esta Peregrinación, pero gente próxima me ha animado a que narre mis impresiones en tiempo, más o menos, real para que con el paso del tiempo pueda recordarla. Lo de escribirlo en una agenda se complicaba por lo del peso y el espacio. Así que he elegido el soporte virtual y dejarlo en el foro de Gronze por si alguien también tiene interés en conocer mi narración.
Como todos sabéis antes de dar el primer paso en el camino que hayamos escogido hay que cubrir dos etapas: la preparación de la logística, y el desplazamiento hasta el punto de partida.
 En mi caso, la parte más laboriosa de la preparación fue el elegir las vías (sería la Francígena hasta La Spezia, la Via della Costa en el resto de Italia, y en Francia la Vía Aurelia hasta contactar con el Camino de Arlés), asegurarme que tendría alojamientos en la mayor parte del recorrido (creo que llego a tener identificados albergues hasta un 85% de toda la Peregrinación, y lo que no está asegurado: el Apóstol proveera día a día). Preparar la mochila se convirtió en la repetición de mis dos peregrinaciones anteriores (excepto conseguir dos credenciales de la Francígena, por internet), y no le dediqué mucha atención, (esas cosas se pagan, y olvidé los trastos de lavar y secar: jabón, pinzas e imperdibles). Eso sí, tuve que añadir ropa de invierno, que supongo será necesaria desde la llegada a los Pirineos. (Más peso: unos dos quilos, y más bulto)
 Llegar al destino antes de dar mi primer paso no fue tan complicado como otros peregrinos contáis en el foro: ni compartir taxis, ni complicadas conexiones de transporte (por ejemplo la llegada a Le-Puy-en-Velay). Avión a Roma, tren a Termini y autobús H hasta el Trastevere donde está la acogida donde me pondrían el primer sello en la credencial, y pasaría mi primera tarde y noche: la Acogida de la Cofraternita di San Jacobo de Compostella. 
 De esta acogida ya hay escritas aportaciones de otros peregrinos en Gronze, en los comentarios al albergue, la mía también. Sin embargo, sorprende que personal laico voluntario ponga tanta dedicación a propagar el espíritu jacobeo a 2700 kms. de la tumba del apóstol, cuando casi todos (por no decir todos) los peregrinos que llegan lo son después de caminar a Roma por la Vía Francígena. Creo que muchos de los que dicen amar al Camino tendrían que conocerles como ejemplo. Por cierto, que allí, María o Doriana, sin las elucubraciones de lo que son turigrinos, tienen claro el daño que hacen al Camino de Santiago, y si va teniendo sentido su trabajo jacobeo con la proliferación de excursionistas por las sirgas compostelanas.
 Y al día siguiente comencé el inicio de lo que hasta ahora son 200 kms. (o así) recorridos.
 La primera etapa, con el quilómetro 0, en la plaza del Vaticano (magnífico marco para tan magna empresa, todo hay que decirlo), se presentaba insulsa, intrascendente, y como tributo a la necesidad de dejar el área metropolitana de Roma. Pero hete aquí que a los 60 minutos de recorrer calles de Roma la ruta propone al peregrino que se despida de la ciudad desde el monte Mario. Y, claro: con el calor húmedo romano, el macuto un poquito pesado, la falta de hábito en las piernas, y unas rampas muy, muy considerables me hicieron pensar que: "total, ¿para qué?" "que dos horas de paseo por Roma no podía considerarse como una retirada de un camino", y que "si estos trabajos era ya el primer día, casi mejor volverse a casa". Por vergüenza torera llegué a los belvederes del monte Mario.
 Y sí, realmente la vista es magnífica y merece asomarse por allí aunque no haya una Peregrinación a Santiago por delante.
 Y en efecto, el resto de la jornada insulsa, toreando coches, cambiando continuamente de acera buscando algo de sendero que casi nunca existe en los laterales de carreteras; la ciudad sin acabarse nunca,... Pero no hay mal que 100 años dure y por fin la llegada a La Storta. En mi caso había buscado la cama en otra acogida de donativo que no figura en la relación de albergues de Gronze, (y esto para que piense el jefe sí debe incluirla). Esta en la Vía Cassia, n° 2040, a dos quilómetros y medio de la ruta oficial, pero estoy convencido no voy a tener otro alojamiento más cómodo y "lujoso" que éste. 
 Al día siguiente, y dada la ubicación de la acogida de la Casa de Santa Brígida, elegí una carretera, por suerte poco transitada, para atajar e incorporarme a la ruta oficial ocho kilómetros más adelante. Pero era para pensárselo. Y utilizo el verbo en pasado, porque con lo que llevo al cabo de 200 kms. empiezo a verlo como algo natural. Pero después pude pisar polvo, y piedras hasta llegar hasta Campagnano donde el alojamiento fue en un albergue parroquial, y del que podéis leer mi valoración (buena) en la página que Gronze tiene fijada. 
 En Campagnano di Roma es importante sacar, al menos hasta ahora, la conclusión de que toda población italiana tiene unas bellezas monumentales que tal vez estén fuera de la sirga, pero que hay que encontrarlas. Aplicar esta conclusión evitará alegar ignorancia si salimos de una ciudad sin haber disfrutado de los monumentos. Y en Campagnano, en efecto, allí estaba, al final de la población, el barrio medieval, con sus casas-torre, sus calles cubiertas con  arcos casi túneles, por supuesto la puerta de la muralla que en la edad media tenían para entrar a la ciudad. Y por fin, la última casa del casco antiguo se colgaba al barranco que servía de defensa natural de la antigua población. Vamos, que me gustó ese primer barrio medieval que la Peregrinación me ofrecía (habrá más).
 En la etapa del día siguiente empecé mi traición con los finales de etapa "oficiales", que me han permitido, ganar un día. Elegí para finalizar la ciudad de Capranica, la ciudad de los mil callejones. Por tanto, me quedé sin ver la ciudad de Sutri, a la que se adjudica gran riqueza monumental (será para la siguiente vez).
 Aunque si pude ver, por estar junto al camino, un anfiteatro (por ser anfiteatro era romano) excavado totalmente en la roca (lo de aprovechar la orografía del terreno para excavar las gradas era cosa de griegos, por que los romanos ¡más rumbosos! hacían todo el edificio, desde los cimientos, como obra de construcción) Pero éste, no. Hasta los pasillos de acceso a los vomitorios eran túneles, como galerías mineras, excavados en la roca volcánica (que yo creo, por lo que vi después, que es la característica orográfica de la comarca, y que es fácil de desmoronar).

Indi
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Faltan seis días para el 3 de junio de 2023.

Saint Jean, a pie de puerto, será testigo una vez más de fuertes emociones propias de los seres humanos. Las más de las veces atestigua ansiedad, inquietud, dudas, miedo, aunque también ilusión y esperanza. El 3 de junio lo será de la alegría, del amor, de la felicidad. 

Se cruzarán las miradas de incertidumbre e inseguridad de los llamados al Camino con las más serenas, limpias y profundas vuestras, las de aquellos que han estampado un sello más preciado que el de Calzadilla, que no precisa credencial y se estampa en lo más profundo de uno: el de la amistad entre peregrinos. 

José estaba ayer a una semana del Pirineo.

¿Será también testigo Saint Jean, a pie de puerto, de tan emotivo encuentro? smiley 

PD.- Isidro, agradezco mucho tu consideración, pero comparado contigo y con muchos otros soy un humilde y extraviado iniciado, jamás maestro de nada ni con pretensión de serlo. No podría mejorar, ni igualar nunca lo que viene después de tu "después de tantas semanas, de tantos quilómetros, ¿qué hemos aprendido José?..."  y no siendo el destinatario de ellas, sí te diré que sé de qué estás escribiendo, que estoy de acuerdo contigo, y que esas lecciones, no aún bien aprendidas por mí, nos harán libres y afortunados. wink 

Ultreia, Isidro, siempre Ultreia, et suseia.

 

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Papadopou
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Triste día de despedidas. Sentidas las que nos has narrado, se nota. Finalmente has llegado al Apóstol,  como tú dices. Llegaste, en realidad porque lo que hoy leemos ya ocurrió. Llegarás,  porque aún no sucedió para quien todavía no lo leyó. Nos has traido. Te hemos acompañado. Te acompañaran los que luego lean tu relato. Una continuidad de tiempo y una continuidad de las personas.  Pero ahora despedimos este periplo con pesar, lamentando haber llegado. Tal cual como ocurre cuando es uno mismo el que calza las botas. Hemos escuchado con deleite tus descripciones de los paisajes y de esos momentos únicos. La de tus lentejas, sintiendo como nos caldeaban el cuerpo y el ánimo en esa fria mañana. Si a Proust no se le hubiera ocurrido en su momento lo de la magdalena, la imagen de unas buenas lentejas calientes hubieran servido perfectamente como hilo para conectar con momentos pasados.  Suerte en la vida, peregrino, y que sigas teniendo buen Camino.