Fernando Cristó...
Imagen de Fernando Cristóbal Otxandio

De Santillana del mar a Colombres. Tiempo de hidalgos e indianos

 

Levanto la vista y al fondo veo nevadas las cumbres de los Picos de Europa, en mi camino de Santillana del Mar a Colombres. El blanco resplandor y la altura majestuosa de los macizos redimensionan el espacio y hacen despertar en la conciencia pensamientos extraños (“ Benedicite glacies et nives, Domino…”). Imagino a Liebana en algún punto por ahí: entre esos dos cerros debe estar Potes. Pienso en el estado mental del alucinante ilustrador del siglo VIII que pintó los comentarios al Apocalipsis, o en las ensoñaciones del Beato sobre Santiago y España.¿Es el tempo de las montañas, con el silencio y la pureza de la nieve el que les hacía pensar y sentir así? ¿Era la orden benedictina, que veía en ese ritmo del tiempo el paso de Dios?

 

Estos días, mientras caminaba tramos del Camino del Norte, me ha dado por pensar bastante en la cuestión del tiempo: en los tiempos del hombre, los de la naturaleza, los de Dios. Me estaba desasosegando ver tantas explotaciones madereras de eucaliptos por las colinas cántabras, esquilmando el paisaje, donde antes hubo bosques de encinas, con su sutil riqueza natural y su misterio. Y me he acordado de una vez, cuando era joven y hacía dedo, que me paró un hombre a la altura de Torrelavega, y al empezar yo con mi discurso anti eucalipto, me espeta: “¡Mira, chaval, yo trabajo en la papelera de Torrelavega, y vivo de esos eucaliptos, así que tú dirás!!” jajaja! Puntería la mía.

 

¿Cuánto tiempo necesita una encina para crecer?¿ y un magnolio? ¿ y un eucalipto? Que no se me diga, hasta la palabra “explotación” ya suena bastante ¿turbulenta, desasosegante?. Y sí, explotaciones desde luego han crecido como las setas por estos lares: madereras, ganaderas, pecuarias…

 

El otro día, después de pasar cerca de una Piscifactoría estilo Auswitz en la ría Tina Menor, subía yo por Muñorrodero, y me topé en una campita una cabritilla y su madre. La pequeña empezó a balarme tiernamente, y me acerqué a acariciarla. La escena tenía algo como de Heidi, de literatura piadosa decimonónica, quizá algo cursi, pero de pronto caí en la cuenta de algo que había estado echando de menos los últimos días: esas humildes parroquias y curas de aldea, que contrapesaban el poder económico, y recordaban que el mundo no sólo se rige por la lógica y las medidas de Mammon. Y Sí, claro que hay jesuitas en torno a Comillas, pero los jesuitas… ya se sabe que juegan en liga champions, las medidas de lo humilde como que no va mucho con ellos.

 

En Muñorrodero mismo empieza una senda de montaña en honor a J.M.Pereda, el escritor de “Peñas arriba", tradicionalista montañés del siglo XIX, al que siempre se ha contrapuesto al Galdós progresista. Pero me pregunto si no estarían los dos bastante de acuerdo en que ese aire de depredación económica que sobrevuela estas tierras hoy día no necesitaría un contrapeso.

 

Solo con ver cómo se ha trabajado la piedra tradicionalmente en las casas de esta zona se percibe otra pausa, otra sensibilidad humana que no costaría tanto hacer volver a florecer. El equilibrio entre balconadas montañesas, huertos con limoneros e higueras, los adoquines de las calles, los soportales y portales dan una idea de otro equilibrio civilizatorio, de otra cadencia de tiempo y otras prioridades. Claro que hoy pueblos como Santillana del mar están convertido en disecadas postales turisticas, pero ¡Mamma mía! Cuanto hay que reaprender, cuánta sabiduría hay en las dimensiones gustosas y tranquilas de sus calles. Y quien dice Santillana dice Cabezón de la Sal, o Potes, Barcena mayor.

 

Tengo entendido que en los siglos XV-XVI, tiempos de la crispación entre moros.judios.cristianos, había gente adinerada de la Corte que se hacía casa por aquí para “vestirse" de un origen “cristiano viejo". Así que bueno, tensiones y miserias sociales seguro que ha habido siempre.Pero una cosa que me gusta mucho es que de bastantes de las casas montañesas lo mismo podrías imaginar salir un hidalgo que un paisano con su dalle. O incluso dudar si no serían la misma persona, dependiendo si era Domingo a mediodía en fiesta mayor, o martes de una tarde de Octubre en que a uno justo le conocen los suyos a la hora de comer.

 

Los canteros de estos pueblos tenían su circuito de trabajo por todo el norte, de Francia a Galicia, y supongo que en gran medida se confundirían con los peregrinos en los caminos. Una de las características de su gremio era una jerga con giros bearneses, vascos, leoneses o gallegos. En mi propia familia, oriunda del Duranguesado, hay una rama de canteros que desaparecían por temporadas, y en recónditas faldas del Anboto hay arcones en los caseríos con mantones de Manila, de ofrenda a las mujeres cuando volvían los hombres tras meses fuera. Y sí, en estas casas siempre parece que va a salir de un momento a otro María Dolores Pradera cantando aquello de “la flor de la canela"… esa finura, esa cadencia del tiempo…

 

Cuenta el guía de Altamira, sobre esto de las correrías peregrinas por el Cantábrico, que las cuevas fueron habitadas durante milenios por nómadas que iban por estos lares en dirección al Oeste, y que se sabían perfectamente las localizaciones de las cuevas habitables en todo el recorrido: igualico igualico a nosotros que sabemos que aquí toca dormir en la parroquia de Grañon y ahí en el municipal del Burgo Ranero. Y las palabras del guía de Altamira me resuenan con aquellas del guía de Atapuerca cuando contaba que esa zona de Burgos se enclavaba en una especie de “pasillo continental" europeo por el que discurrió Flora, fauna y humanidad per seculam seculorum…. Vamos, que el Camino francés y el del Norte se inventaron ayer por la mañana.

 

En fin, cerca de Pesués recalo en un bosque de encinas, y en un claro tranquilo y silencioso me pongo a comer una naranja y chocolate. Unas lagartijas jóvenes se están persiguiendo entre ellas entre la hierba y los árboles, y su inconsciencia jurasica hace que me pregunte qué idea podrán tener ellas del ser humano, de su Historia, de su vanidad y torpeza. Para estas bisnietas del Tiranosaurus rex, personajes como Cleopatra, Jesucristo o Napoleón no significarán más que si yo empezara a poner nombres a las nubes que pasan. Y en cambio soy yo el que añora estos pequeños seres del bosque (bosque, sí, no explotacion maderera), en una melancolía que se me podría reprochar como un bucolismo ¿inútil?, pero que en el fondo sé que sería el camino de nuestra redención como especie.

 

En el puente que cruza el río Deba, de Unquera a Bustio, de Cantabria a Asturias, la paranoia perimetral hace que me tiemble un poco el pulso. En realidad, no tengo intención de seguir más allá de cinco kilómetros del límite provincial, y volver a dormir en Cantabria… pero es que después de calentárseme la imaginación con María Dolores Pradera y los mantones de Manila, no puedo sino volver a “pecar"(estado natural del peregrino), saltarme el confinamiento provincial, y llegar a Colombres, villa indiana por excelencia. Y cuando por la empinada cuesta subiendo desde Bustio empieza a aparecer la torre del palacio/archivo de indianos, mi cabeza vuelve a sentir extrañas vibraciones. No tanto por el exotismo de creerse en pleno México en medio de pastizales astures (no es difícil imaginar la barbarie depredatoria que debió haber detrás de la fortuna que permitió construir este palacio...), es otra cosa la que atrapa la atención:

 

Justo después de pasar una pequeña ermita, al llegar al llano, siento una extraña calma. No sé si sabré explicarlo: es como si en el aire se percibiera las muy sensatas, gustosas y civilizadas pautas por las que esa comunidad se rige. Algo en las medidas de la plaza, algo en el equilibrio de las calles, o en la suavidad del acento local, en una Camelia en esta valla de piedra, no sabría decir si es la extraña altura de la colina sobre la que se asienta el pueblo, o la serenidad de la brisa cuando llego.

Sí, desde luego, se ve el “sudor" de la Americas hasta en el diseño de la iglesia, Pero hay como una calma redentora aquí: la tensión, la ambición, se afloja y me viene un aire como de jesuitas en las reducciones del Paraguay. ¿No estaba el otro día añorando contrapeso social a la barbarie? Quiza no esté todo perdido….

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Penedo
Imagen de Penedo

Hola a tod@s. Hola Fernando. ¡¡¡¡¡Hombre...!!!, esto no se le hace a un compañero de foro. Yo aqui "penando" (como muchos otros) para retomar mi Camino del Norte en Santillana y vienes tú a ponerme los "dientes largos" con Santillana, Colombres, etc. etc.. Quedas apuntado.

 

Te he leido con atención y según ibas citando esa plaga llamada "Eucalyptus globulus o Eucalyptus camaldulensis", o sea Eucalipto, me iba relamiendo de lo que seguramente podrías llegar a decir si fueras, como yo, gallego. Bien sabrás como han "florecido" los susodichos en esta mi tierra, como han sustituido a los autóctonos y como por desgracia, a metros alrededor de el, no nace absolutamente nada. Un plaga con dimensiones diferentes.

 

Parece ser que a nuestra tierra lo trajo el Padre Rosendo Salvado en 1.846 mandando unas semillas, aqui cerquita de Vigo, a Tui concretamente, aunque hay hipótesis contrarias que indican que fue un Dominico que lo trajo de Filipinas, sea cual sea el origen, es evidente que con "La Santa Madre Iglesia hemos topado Sancho". A partir de la Guerra Civil, los ganadores, como siempre, marcan la pauta a seguir y ya sabemos en lo que se convirtió esto.

 

Tema interesante las "jergas" de los canteros, incluso otros oficios relacionados con la construcción, por ejemplo los "telleiros"(los que hacen la teja, curva, plana, etc.) en Galicia. Los oficios que por aqui se daban en esa época que mencionas, como los dos que destaco anteriormente, solían salir a trabajar a Castilla y regiones limítrofes, y ya no solo ponían la característica firma en el sillar, mampuesto, etc. etc., también usaban la jerga para entenderse entre ellos, lejos de que pudieran entenderlo sus jefes y aún hoy en día diversas palabras de esa jerga se siguen citando y mucho, en zonas muy concretas del Baixo Miño, A Guarda, O Rosal, etc.

 

Y ya por último las casas de Indianos, ¡¡¡huy...!!!, de esas los gallegos tenemos un buen muestrario. Pocos pueblos habrá en Galicia que no tengan su pequeña representación, bien es cierto que aquí la emigración, además de ser muy variada en cuanto a cantidad, lo fue también en cuanto a destino, pero como vosotros, hay momentos que si uno fuera capaz de "abstraerse" del entorno, dudaría si estaba en Galicia o en algún lugar recóndito de, pongamos por caso, Puerto Rico. Permítirme el chiste, pero están mandando satélites por el espacio exterior y hay evidencias de que algún gallego se les anticipo a todos ellos, casa incluida.

 

Un saludo Fernando, no me vuelvas a mencionar Santillana, porfa, que uno lleva muchos meses de confinamiento medio autoimpuesto, como para "mentar" lo deseado.

 

Bo Camiño.

Fernando Cristó...
Imagen de Fernando Cristóbal Otxandio

Es que ese amor por el buen trabajo artesanal en Galicia se acentúa y resplandece... de hecho yo creo que, aún inconscientemente, cuando los peregrinos se embelesan con tu tierra, quizá no lo sabrían verbalizar, pero están percibiendo ese amor a la piedra y a los demás materiales en cada una de sus manifestaciones.

Y por ello mismo se le revuelven las tripas a uno más cuando se ha dado paso a una cultura de la chapuza rápida y avariciosa de las explotaciones varias.

Indi
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Bueno, bueno ¡Para enmarcar! Pero qué bonita manera de engatusarnos con florituras de estilo mientras, aparentemente, infringes las estrictas medidas vigentes, a no ser que os hayáis anexionado ya Cantabria y yo no me haya enterado, pecador. En tu afán de conquista no has reprimido hollar hasta los dominios del mismísimo Pelayo. Y yo que pensaba que lo vuestro era la mar. Qué pensarían los buenos de Urdaneta, Blas de Lezo o Elcano ante tu osadía. Aunque, ahora que me acuerdo, tu eres de secano.

No puedo mas que rendirme ante tu agudeza sensitiva. El bucolismo, el tradicionalismo, la melancolía y la añoranza de esa condición humana trascendida ya, esos sentimientos que también a mí me atrapan en una mezcolanza entre la envidia y el dolor, entre la admiración y el desencanto, una de cal y otra de arena, Pereda o Galdós, tiranosaurio o lagartija. 

Qué alegría leerte siendo testigo de esa inspiración y consciencia que infunde el Camino.

Ultreia, Fernando, et suseia.

 

 

Fernando Cristó...
Imagen de Fernando Cristóbal Otxandio

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Lo que a ti se te escape... pero que conste que las vueltas literarias no eran florituras para que pasara desapercibido el delito, sino la razón misma de delinquir...

Me temo que algo de razón tienes con lo de la inercia anexionadora: yo hace décadas que me quiero alejar de la horterada bilbaína, pero la llevo pegada como una sombra jajaja! Y reconozco que la querencia por Cantabria tiene mucho que ver con veranos de la infancia en Oriñon, Laredo o S.Vicente de la Barquera, cuando, fíjate, estas tierras se llamaban, sin más, "Santander" o "La montaña". De hecho, en mi memoria emocional, la hermosura de estos lares irá por siempre asociado a "La montaña", y en cambio, si pienso en "Cantabria" como que me vienen otras cosas a la cabeza...

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