Gracias a todos por vuestros ánimos.

Está mañana llegué a Sahagún al mediodía y tiré hasta Calzadilla de los Hermanillos. 13 kms. Mañana hasta Mansilla de las Mulas. Me crucé con algunos peregrinos y ahora mismo estoy en el albergue con tres coreanos muy majos.

La rodilla va respondiendo. A ver si es verdad que con el tiempo se va fortaleciendo,  y tened por seguro que al llegar al Bierzo voy a tomar un analgésico de los que recomienda Papadopou.

Dicen que el pulpo también tiene un efecto antiinflamatorio . A ver si llego pronto a Galicia 

Seguimos en contacto. Un saludo a todos.

Hola.
Gracias a todos por vuestros deseos, recomendaciones, ungüentos y otras hierbas.

Finalmente llegué hasta León y decidí regresar a casa. La rodilla se quejaba en los últimos kilómetros y por las noches en la litera me molestaba bastante y no me dejaba conciliar el sueño.

Quizás fue la mejor decisión, y a pesar de que quedé un poco triste por no concluir esta aventura, estoy contento de haber vivido estos 3 días de nuevo el ambiente del Camino, volver a recorrer y recordar por donde pasé hace ya algunos años, las charlas con otros peregrinos, las cenas y desayunos, etc.

Así que nada. El Camino siempre estará hí y ya llegará el momento ideal para retomarlo.

De nuevo agradecer todos vuestros comentarios y que por aquí seguiremos leyendo y contestando dudas sobre este y otros Caminos.

Un saludo a todos.

Hola a todos.
Después de estas últimas semanas saliendo a caminar entre 10 y 15 kilómetros cuando el tiempo me lo permitía, me decidí a retomar el Camino de nuevo donde lo había aparcado hace algo más de un mes.

Me lo tomé con la idea de caminar con más calma, un camino lento, como le gustan a João Batista, Y hasta donde llegue. Si llego a Santiago de Compostela pues genial, y si tengo que regresar a casa, pues he disfrutado los días que he podido y tan felices.

El mes pasado mi mochila pesaba 12 kilos con el agua.
En esta ocasión compre en Wallapop una mochila prácticamente nueva y bastante buena, de 30 litros por 20 pavos, y me propuse que todo lo que llevara tenía que coger ahí.
Así que, saco sabana, chanclas de piscina del todo a cien, reducir botiquín, neceser y ropa, no power bank ni electrónica innecesaria, y como abrigo un plumas que no pesa nada y se comprime como ni te imaginas.
Finalmente 6 kilos pesaba. Que gustito daba ponerla.

En vez de retomar en León, me salté dos etapas que ya conocía y que no me atraían, así que comencé en Astorga.

Llegué el lunes día 6 sobre la 1 del mediodía, puse un sello en la oficina de turismo y empecé a caminar. Parada de avituallamiento en El Ganso con bocata de tortilla y cervecita, y llegué a Rabanal del Camino pasadas las 6 de la tarde.
Me sorprendió la cantidad de peregrinos para ser principios de mayo, españoles muy pocos, todo el tiempo hablando inglés.

Al día siguiente llegué hasta Molinaseca. Me encantó volver a pasar por Foncebadón, Manjarín, pero sobre todo por la Cruz de Ferro.
La posterior bajada ya no me gustó tanto. Los paisajes impresionantes ,eso si. Los montes Aquilanos todavía con neveros, los valles… Pero no recordaba tan dura la bajada. Han pasado 18 años desde la última vez y éramos más jóvenes.
La rodilla que había estado tranquilita, ya me preguntaba que le estaba haciendo.

Desde Molinaseca llegué hasta Villavieja. Desayuné en Ponferrada y esperé hasta las 9 que abrían los supermercados para aprovisionarme. Comí un bocata en el mirador de Santalla y llegué a Villavieja sobre las 3 de la tarde. Allí compartí la tranquilidad y belleza del lugar con dos españoles jubilados de Gijón y Valencia, y una chica holandesa que no volví a ver.

La siguiente etapa hasta Puente de Domingo Flores fui acompañado de los dos jubilados, que llevaban un ritmo tranquilo y al que me adapté perfectamente. En Las Médulas tomamos un café de Dolce Gusto en una tienda de souvenirs, y que agradecimos enormemente, pues los bares todavía no estaban abiertos. Llamamos a Casa Rosa para reservar y cogimos las últimas plazas. Disfrutamos después de las vistas en la bajada por el valle de Valdebria hasta PDDF mientras conversábamos sobre la vida, nuestros Caminos y otras vivencias.
Llegamos sobre la 1 de la tarde, y como Casa Rosa no abre hasta las 2, nos fuimos a comer un menú del día al hostal restaurante La Torre. Caballo ganador, como diría Álvaro Lazaga.
Después de alojarnos en el albergue pasamos una tranquila tarde y esa noche la rodilla ya me tuvo sin dormir hasta pasadas las 12.

La siguiente etapa hasta A Rúa de Valdeorras era de unos 29 kilómetros, así que me mentalicé y la tomé con calma. Después del generoso desayuno que te brinda Ángel y Rosa, salimos de PDDF con las primeras luces y un cielo impresionante. En Sobradelo paramos a tomar algo en el Centro Social y llegamos sobre las 12 a O Barco de Valdeorras.
Mis dos acompañantes se quedaban en O Barco y ya no los volvería a ver, así que los acompañé hasta el Hostal, y como había descubierto hace un mes, gracias al amigo Efrerik Jesus, el restaurante Casa Lameiro, les propuse comer un menú ahí. Otro caballo ganador.
Cuando nos despedimos eran las 3 de la tarde y me quedaban unos 12 kilómetros hasta A Rúa. Cargué agua, volví a repostar la botella en Vilamartín de Valdeorras y llegué al albergue sobre las 6 de la tarde. Éramos 10 peregrinos, 6 italianos y 4 españoles que compartimos una estupenda cena comunitaria. Esa noche la rodilla tampoco me dejó conciliar el sueño hasta altas horas, me escuché todos los ronquidos en sus diferentes fases.

En la etapa hasta Quiroga ya tenía decidido coger el tren para casa a las 8 de la tarde, así que disfruté con calma del bonito día que se presentaba, abrí todos los sentidos y me dejé empapar por la primavera en todo su explendor. La retama amarilla que inundaba el paisaje, el olor de la jara pringosa, el transcurso del Sil con su caudal al máximo…
Al llegar a Montefurado vi a lo lejos a Casimiro debajo del alpendre de su casa. Las 4 veces anteriores que pasé por aquí siempre encontré el “puesto ecolóxico” en el cual deposita frutas de sus fincas que son siempre diferentes dependiendo de la época del año, pero nunca me topé con él. Así que no desperdicié la ocasión, me desvié y me acerqué para saludarlo. Estuvimos hablando un buen rato, más bien dejé que él me contara cosas de su vida, y antes de despedirnos le pedí si podía sacarme una foto con él. Después me obsequio con una bolsa de cerezas y me despedí hasta la próxima. Una persona muy entrañable.
En Quiroga comí en Casa Aroza y pasé el resto de la tarde con algunos peregrinos que conocí en A Rúa. Luego caminé los 2 últimos kilómetros hasta San Clodio y a las 11 de la noche ya estaba en casa.

En resumen, disfruté mucho de estos 6 días y me bastó para aliviar el síndrome de abstinencia de Camino. Sé que en cuanto tenga la oportunidad lo retomaré en San Clodio y hasta donde llegue.

Un saludo a todos.