Fernando Cristó...
Imagen de Fernando Cristóbal Otxandio

Imposición de manos en Moratinos, Palencia

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Muy probablemente fue porque llevaba sandalias - no me había decidido a comprar las botas Bestard de última generación - pero el caso es que para cuando llegué a Calzadilla de la cueza tenía por encima del tobillo algo más que un principio de tendinitis. En vez de haber sido prudente y haberme quedado en Carrión de los Condes, con la euforia de alucinación mesetaria me había lanzado adelante otros 17 km, y por la tarde los músculos de la zona estaban muy hinchados ¡Panorama para el día siguiente!

La ventaja de Calzadilla es que ya está a un tiro de piedra de Moratinos, mi siguiente punto fuerte del camino de este año. Quería pasar a saludar a Rebeckah Scott, mujer a la que aprecio por distintos motivos. Recuerdo haber escuchado el invierno anterior una entrevista que le hacían en el podcast australiano “My camino”, y desde entonces me dije “!Tate! a ver si la pillo por banda!”. En Febrero había hecho gran parte del camino de Madrid, y al llegar a Sahagún pensé en aprovechar para ir a saludarla, pero mi tren de vuelta a casa salía a las 16:00 y ningún alma caritativa se prestó en el ínterin a llevarme a dedo hasta Moratinos.

A partir de entonces y durante un tiempo la pobre Rebeckah tuvo que soportar mi pesadez mediática: le mandaba emails, le comentaba posts en Facebook, la buena mujer era educada y algo sí me respondía, pero vaya, supongo que yo no pasaba de ser una mosca cojonera intentando llamar la atención. Dos meses me costó darme cuenta de lo pesao que podía resultar jaja!, y bueno, ya paré.

Pero, ¿Por qué me parecía tan interesante esta señora? Periodista norteamericana, en los noventa había hecho un reportaje sobre El camino para la prensa en EE.UU, y seducida por la peregrinación y por la austeridad Zen de la meseta, decidió dejarlo todo y venirse a Palencia a vivir con su marido, periodista también, él inglés. Desde entonces se ha destacado por su implicación jacobea: a través de la organización “Peaceable projects” canaliza fondos de la asociación “American pilgrins” para proyectos ligados con el camino: entre los últimos, la reforma del albergue parroquial de Tosantos, o la renovación del sistema de la fontanería del convento de las monjas benedictinas de Sahagún, en peligro de cierre si no se acometía la obra. Rebeckah ha escrito dos libros de temática jacobea: una novela histórica centrada en la princesa Zaida, la mujer mora de Alfonso VI, y luego “A furnace full of god”, crónica de sus vivencias en Moratinos en el jubileo del 2010. También ha traducido al inglés el mítico libro de Bolitx “El gran caminante”.

A parte de estas y otras tareas, lo que me seducía de su modo de estar en el camino era su ligazón con la Orden Benedictina. Esto realmente me tocó la fibra. Hace muchos años que pienso que no ha habido modo civilizatorio más benigno en Europa que el que fueron marcando estos monjes a lo largo de los siglos. El equilibrio entre vida del espíritu y vida laboral, entre interioridad y colectividad, entre labor cultural y trabajo manual, entre naturaleza y ser humano, el desarrollo sostenible que han imprimido a las comarcas donde se establecieron uffa! me parece que es no solo un ejemplo histórico de “benigna humanidad”, sino como diría G.Celaya, “un arma cargada de futuro”. Así que al enterarme de que una periodista norteamericana vivía en plena tierra de campos en consonancia a los principios del “ora et labora” de S.Benito, uauh! No me quedaba otra que intentar conocerle.

Esa mañana, de camino, me preguntaba: “¿y cómo me voy a presentar: “Hola, soy el pesado que te ha mareado estos dos últimos meses?” Iba a llegar a Moratinos hacia las 9:00, aunque la tendinitis no dejaba de fastidiarme. Y cuando divisé el pequeño pueblo limítrofe con León, reconocí los “árboles abrigados” que las mujeres locales zurcen en las largas tardes de invierno. “¿Qué le voy a decir, qué le voy a decir?” con ese mantra en la cabeza, pregunté a un paisano por la casa de Rebeckah, y allí me presenté, trinnnggg! Ya no había marcha atrás.

Salió ella corriendo desde el otro extremo del patio, abrió la puerta, me dedicó una dulce sonrisa, y cuando me presenté, gracias a Dios no me reconoció. Se me ocurrió pedirle un autógrafo como lector sus libros, y me invitó a pasar. En una salita empezamos a hablar, e hilando tema con tema, bueno, pues ya estuvimos un ratico. Me interesaba sobre todo su ¿filiación? benedictina. En realidad, me dijo, no es que sea una monja de la orden – está casada y su vida no es extrictamente contemplativa ni intramuros -, sino que estoy ligada al “New benedictine community”, un tejido de gentes interesadas en cultivar los valores de la vieja orden. De pronto pensé que un lugar tan austero como la planicie palentina tiene que resultar perfecto para una vida cercana a la introspección. Sí, tiene algo de zen el paraje, las casas, los ritmos de la vida allí.

En fin, tampoco le quería robar más tiempo – temía que descubriera que era el pesao de los emails jeje! – así que estaba por despedirme cuando ella me preguntó: “¿Necesitas algo?”. Aquello me sonó a la cultura de la hospitalidad de S.Benito, inspirada en la samaritana idea de que cualquier peregrino es encarnación de Jesús, y como tal hay que atenderle. “¿Necesitar? Todo y nada a la vez” le respondí, “pero quizá sabrías qué debo hacer con esta tendinitis que arrastro desde ayer”.

“A ver, deja que mire… mmmm… bueno, puedo imponerte las manos”. No sé si esto lo dijo en inglés o en su español de andar por casa. “Vamos fuera, y te descalzas”. Otra vez en el patio, me quité la sandalia izquierda, ella rodeó mi tobillo con sus delicadas manos, y comenzó una especie de plegaria que no entendí, pero que sonaba como un canto chamánico. Por un momento casi me da la risa – me contuve – porque me acordé de esa corriente new age californiana en plan Shirley Mclaine o Annie O´Neill, que mezclan lo mismo ideas budistas que técnicas esquimales o prácticas cristianas en un totum revolutum divertido y pop. Pero, bah! En general, ese toquecillo hippie.indie le va bien al Camino, y en todo caso, en fin, a Rebeckah se le veía muy seria en su imposición y yo no quería faltarle al respeto. No noté ninguna energía especial, ninguna sanación instantánea, pero me hacía ilusión que mi apreciada benedictina norteamericana me hubiese dedicado unos minutos de su cariñosa atención. Nos despedimos, y yo ya tiré para Sahagún, para alojarme en el monasterio de monjas.

Esa tarde y la siguiente me pasé buenos ratos con la pierna izquierda en alto y con hielos. En ningún momento tomé calmante alguno y al de dos días ¡Hop! El dolor se había esfumado. ¿es lo normal o fue prematura mi sanación? Pues no me he puesto a averiguarlo, pero decidí que la desaparición de mi tendinitis en parte se debía a la imposición de manos de Rebeckah, y así se lo hice saber a partir de entonces a cuantas personas con las que charlé – si es que a pesao no es fácil ganarme!-.

Fue un pequeño gesto, apenas nada más, pero para mí estuvo cargado de sentido, y lo tengo por una de las cosas bonitas de la peregrinación de este extraño año. Hace poco he sabido que habían acabado la obra de la fontanería en el convento de Sahagun, y ayer me decidí a mandarle a mi buena samaritana una caja de latón de “Vasquitos y nesquitas”, los típicos confites de trufa de Vitoria.

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EngelAbel
Imagen de EngelAbel

Si te apareció una tendinitis Cristóbal es porque tenía que aparecer, no por no coger las Bestard ;). Ya estabas "obligado" a visitar a Rebeckah. ¿Y si no aparece la tendinitis? "Fue un pequeño gesto, apenas nada más, pero para mí estuvo cargado de sentido, y lo tengo por una de las cosas bonitas de la peregrinación de este extraño año."

Sí, ciertas cosas pasan. ¿Energía? ¿O el interruptor que no encontrábamos para, de alguna manera, equilibrar y canalizar la nuestra y continuar?. No creo mucho en esas cosas. Bueno, o sígolas teniendo pendientes desde que vi continuar a mi compañera al día siguiente después de que Luis, fisioterapeuta profesional y Reiki, Portugués de Oporto, hiciera el "milagro" de "escuchar" y "hacer" lo que necesitaba sin tocarle un solo pelo y, claro, tampoco el pie. No cobraba. Solo la Voluntad. Equilibrar energías dijo que hizo, donde lo necesitaba. De eso hace 5 años. Sigue sin molestias y hasta entonces las tuvo todas en un sufrimiento casi constante. Abrazos Luis !

Toda una pequeña gran experiencia. Y un gran, grande, relato Fernando. Muchas gracias !