El cruce de los Pirineos por la ruta de Napoleón no tiene nada de particular en lo referente a dificultades. Los primeros kilómetros son por carretera y justo al salir de Saint Jean hay unas fuertes rampas. Este es un lugar "peligroso" porque al estar al comienzo, cuando nos sentimos en plenitud de facultades, y ser terreno fácil por estar asfaltado, la tendencia natural es caminar más rápido de lo conveniente. Mucha gente se quema ahí y luego va sufriendo las consecuencias durante el resto de la etapa. Pasado el albergue de la "Ferme Ithurburia" hay un tramo de senderos con fuerte inclinación, mejor tomarlo con calma. La parte de Orisson es más nivelada pero luego viene un largo tramo de carretera en zig-zag en el que siempre se espera haber terminado la subida para comprobar a continuación que hay que seguir en la cuesta arriba. Paciencia. A partir de la cruz de Rolando se entra en sendero, ya sin grandes desniveles hasta llegar a la fuente y la línea divisoria con España. Al llegar al descenso se ofrece la posibilidad de bajar por bosque, a la izquierda, o por carretera, a la derecha. Cuestión de gustos pero sobre todo de condición física, en especial del estado de los pies. A la menor duda mejor la carretera, los pies nos tienen que llevar aún muy lejos y no es cosa de quemarlos en una bajada preciosa pero muy exigente. Saliendo de Saint Jean al amanecer se puede estar a mediodía en Roncesvalles con lo que si se quiere hacer una etapa algo más larga se puede continuar unos cuantos kilómetros más, no suponen nigún esfuerzo extrarodinario. De cualquier forma es una de las etapas más bonitas de todo el Camino, pese a no ser la ruta que seguían los peregrinos medievales que como es natural iban por Valcarlos.
Buen Camino.