Lo he intentado. He disfrutado como un gorrino hasta que mi rodilla derecha a hecho crack.

A las 09:00 en punto el autobús que todavía a día de hoy realiza varios viajes entre Jaca y Somport, pese a estar cerrado todo, y cuando digo todo es todo, me ha dejado allí en medio de la ventisca y la nieve.
La previsión era mala pero en teoría hoy no tenía que nevar. Es para mañana cuando se esperan varios días de temporal del de verdad, del más crudo invierno. O sea que o hoy o hasta primavera.
En un par de días hemos pasado de 15° a -2°, y como yo soy así, ayer mismo me dije, ¿Por qué no?, me la juego.
La primera en la frente. Nada más irse el bus dirección Astún, última parada, mis orejas se han percatado de que les faltaba el gorro. Iba camino de Astún en el asiento contiguo al mío. Dos opciones. Seguir y que le den al gorro, o esperar bajo el tejadillo de la antigua aduana su regreso. Tras unos minutos y empezar a sentir el frío intenso poniendo en peligro el plan y algo más, recordé que llevaba en PDF en el móvil los horarios. Lo he consultado...faltaba media hora para que regresara. Imposible esperar sin morir congelado. Así que inicio Camino. Visita a la capillita de la virgen del Pilar y camino hacia Santa Cristina.
Allí estaban cubiertas sus ruinas de una fina capa de nieve helada. Como desde hace mil años. En días como hoy cobra sentido el por qué de fundar un hospital de peregrinos en ese lugar. Si hoy hubiera sido 1.020 en lugar de 2.020, allí hubiera recibido calor y cobijo. Hoy nadie te cobija por allí. Ni en los hoteles de lujo de Candanchú.
Esta vez no me detengo mucho, quiero esperar al bus en la carretera de Candanchú.
A los 10 minutos aparece entre la ventisca, para y me da mi gorro. Primer contratiempo salvado; una hora heladora perdida: a disfrutar.
Si la bajada de Somport es de por sí bonita, hoy era la pera. Pisando nieve fresca. Fácil, unos tres cm, lo justo para poder mantener un ritmo casi normal, pero con máxima precaución porque estaba en ocasiones helada.
Una vez en zona boscosa el viento se apacigua, la nieve pierde intensidad, y la paz y el amor te reconfortan. Estoy en el Camino por fin. El paisaje, brumoso, dejando ver entre nubes los picos circundantes, grandioso.
El desnivel es en ocasiones abrupto, y el estar medio helado te mantiene en tensión y concentración.
La estación de Canfranc luce magnífica tras su rehabilitación, pero en espera debido a las circunstancias y al remate de los exteriores.
Ha salido el sol y un par de terrazas abiertas han posibilitado comerme unos huevos fritos con unos filetes de lomo a 5° sin viento, -3 o -4 con él, en menos do 5 minutos. Al segundo minuto ya estaban fríos. Pero, ¡qué manjar de los Dioses el primer almuerzo en el Camino tras lo vivido estos meses!.
El tramo que transcurre entre la Estación y Canfranc pueblo es de los más bonitos y evocadores. Y en eso estaba cuando de repente, crack...mi rodilla derecha que creía recuperada ha dicho "hasta aquí".
Sé lo que ese crack supone. Lo he experimentado tres veces en los últimos meses. Significa que no puedes seguir caminando sin sufrir un dolor insoportable. Significa que si estás en medio de la nada solo tienes dos opciones: soportar el dolor hasta llegar rígido y caminando de espaldas a ratos hasta un lugar medio civilizado, jugándote una lesión mucho más grave, o pedir ayuda. Hasta ahora nunca he pedido ayuda. Me da cosa que me traten por inútil o tonto. Así que, tras meditar la situación tranquilamente y recordar que llevaba ibuprofeno, tras media hora de descanso en espera de que hiciera su milagroso efecto, he podido continuar hasta Canfranc pueblo y después, ya cojeando otra vez, hasta Villanúa, donde finalizaba hoy, teniendo reserva desde ayer en el único hostal abierto entre Somport y Jaca. Caro, deficiente, sin posibilidad de comer, cenar o desayunar en el pueblo. Todo cerrado, salvo la bendita gasolinera, con sus sandwiches, sus galletas, y otros caros caprichos para viajeros. Manjares hoy para mí.
Así que aquí estoy. En una habitación espartana y congelada, con wifi a ratos, contándoos mis imprudentes aventuras.
Ahora mismo afuera aúlla el viento, helador, inmisericorde, anunciando la nevada que dicen se avecina, con la rodilla hecha polvo. Deshojando la margarita.
La ilusión de esta locura era abrir senda para incluir la variante hasta Castiello por Sta. María de Iguacel, pero eso ahora no va a ser posible. Mañana seguramente estará impracticable y la distancia y el puerto que hay que salvar no podré superarlo en el descenso. Intentarlo sería una temeridad. El plan seguía por Castiello (todo cerrado), Jaca (Albergue Mamré abierto y con reserva para dos días), San Juan de la Peña, Santa Cruz de la Serós (todo cerrado), Puente la Reina (hotel abierto) y Berdún, último pueblo de Huesca y frontera pandémica provincial. Tras Berdún vendría el monasterio de Leyre, en otra ocasión, siguiendo esa variante pérdida ya hace tiempo.
Así que me temo que mañana haré turismo antártico y patinaje artístico por la jacetania. Y cuando esto pase, que pasará, Dios dirá.
He recuperado una vieja credencial inacabada, y he estampado tres sellos en ella. Ya nadie recela, duda o te la exige. La llevo porque quiero. Porque me hace sentir peregrino. Porque lo necesitaba.
Vuelvo a casa por primera vez sin terminar lo empezado. Alguna vez tenía que ser. Y el resumen es... quédate en casa.
Ultreia!