Camino Portugués Interior | Información

«…el más bello, el más espectacular, el más íntimo y el más espiritual trazado jacobeo portugués, es el que une Viseu y Chaves, por Régua y Vila Real,…» (Arlindo de Magalhães)

Grosso modo, se puede decir que el Caminho Portugués Interior, que por su belleza algunos han calificado como el secreto mejor guardado de las rutas jacobeas, es aquel que usaban los peregrinos que se dirigían a Compostela por el centro del país. Recuperado entre 2010 y 2012 por las câmaras municipales atravesadas, lideradas por la de Vila Pouca de Aguiar, la ciudad de Viseu ha sido fijada, por el momento, como el punto de partida más recomendable. De acuerdo con el mojón colocado en la plaza de su catedral, la distancia a Compostela es de 387 km. Hablamos, por lo tanto, de una ruta de media distancia que puede ser completada a pie en medio mes.

Del total de las etapas propuestas desde Viseu, 9 discurren íntegramente en Portugal, una entre Portugal y Galicia, y las siete restantes, ya en coincidencia con el Camino Sanabrés (prolongación desde la Vía de la Plata), en Galicia. Si sumamos cuatro jornadas desde Coimbra, en el Camino Central Portugués, a Viseu, entonces ya estaríamos hablando de alrededor de 20 días, más lo que se destine a conocer las principales ciudades.

Podemos leer una síntesis de lo que nos vamos a encontrar en esta ruta en: Camino Portugués Interior, un tesoro olvidado.

Los viñedos del Douro, un paisaje declarado Patrimonio Mundial por la Unesco

El planteamiento de este itinerario jacobeo tiene su lógica de partida: si existe una ruta, quizá equívocamente denominada Central, que recorre el país de sur a norte para proseguir a Compostela con inicio en Lisboa, y si ya hace años también se había hablado de otras vías compostelanas más próximas a la frontera, que avanzan en el mismo sentido y ahora han sido bautizadas como Nascente y, con bastante menos sentido histórico y lógica caminera, da Raia, parece sensato intuir que por el centro de Portugal, para canalizar el tránsito de peregrinos de estas comarcas y regiones, habría de funcionar históricamente un cuarto eje sur-norte que, apoyado en antiguas vías romanas y medievales, y más o menos en paralelo a la emblemática N-2 (Faro-Chaves), permitiría completar esta red básica. Este sería el Caminho Interior, hasta aquí todo ok.

Ahora las pegas, y la primera es llamativa: ¿por qué Viseu como punto de partida, acaso hay algún acontecimiento relevante, como en Oviedo, que lo justifique? Pues no, la elección de Viseu ha sido meramente circunstancial y nos atreveríamos a decir que provisional, dado que si el sentido del Camino Portugués Interior es el de servir al eje sur-norte en el centro del país, lo sensato es que su procedencia sea o bien Lisboa, con conexión desde Coimbra siguiendo en parte el valle del Mondego, o incluso el Algarve (Faro, Tavira). Esta última ruta atraviesa el Alentejo por Beja, Évora y Estremoz, y entra en la Beira Baixa a través de Castelo Branco, con enlace desde Covilhã, a donde también llegaba la ruta procedente de Mérida, por Seia, aunque para ello sea preciso atravesar la Serra da Estrêla. Ambas conexiones, la de Coimbra-Viseu y la de Covilhã-Viseu, se corresponden con vías medievales relevantes bien estudiadas.

Lo de Viseu, que en realidad ni siquiera es la ciudad propiamente dicha, pues el Camino está señalizado a partir de Farminhão, pequeño pueblo de su término municipal (todavía más absurdo), responde a una convención que, además, no parece haber tenido el éxito esperado. Por otra parte, el Conselho Consultivo da Comissão de Certificação dos itinerários do Caminho de Santiago no ha primado los itinerarios históricos medievales en su día estudiados y definidos por el profesor Humberto Baquero Moreno, y actualizados por el investigador Arlindo de Magalhães, dejándose llevar por una política de hechos consumados que reconoce, por ejemplo, rutas de autor con proyección turística como la realizada por Diego de Torres Villarroel en 1737, lo que ha generado no pocas distorsiones en la definición oficial de los caminos jacobeos en el centro del país.

Por los anteriores motivos nosotros, adelantándonos a lo que ya parece va a ser el futuro de este itinerario, y sobre todo apostando por la accesibilidad, lo hacemos partir de Coimbra. Se trata de una ciudad relevante y bien comunicada, por la que discurre el Camino Portugués Central, situada a medio camino entre Lisboa y Porto.

La bifurcación no pretende poner en disyuntiva a los peregrinos que han elegido el Camino Central, que viene siendo para Portugal como el Camino Francés para España, sino la de ofrecer una alternativa, sobre todo a los reincidentes, para que en vez de proseguir por las muy urbanizadas áreas de la Beira Litoral, Douro y Minho, puedan tener la posibilidad, desde luego más larga y más dura, de conocer una zona del país que se caracteriza por su ruralidad, amables paisajes y, también hay que decirlo, precios más asequibles que los de las zonas más turísticas de occidente.

El enlace, aún en precario (año 2021), entre Coimbra y Viseu, está siendo balizado como Caminho Natural da Espiritualidade, que suena a meliflua marca publicitaria, cuando no a eufemismo que reniega de lo jacobeo, aunque para captar clientes sus señales usen la emblemática santiaguista. La propuesta, otro episodio surrealista, se ha quedado a medio camino, y por el momento los indicadores desaparecen, de repente, en una aldea perdida; desde ella hay que buscarse la vida para continuar a Viseu, aunque por fortuna nos han dejado tirados en un lugar próximo a Tondela, y aquí principia la ecopista do Dão (vía verde sobre la caja de una antigua vía férrea abandonada), la cual nos permite enlazar con el Caminho Interior en Farminhão.

En realidad, muchos ya os habréis dado cuenta de que en Portugal se está improvisando mucho a la hora de recuperar las rutas jacobeas históricas. El mayor ejemplo de este despropósito es la primacía que le han otorgado a una caprichosa y circunstancial ruta de autor de la Edad Moderna tardía, el Caminho de Torres, para la que incluso se solicita ¡el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Mundial!, situación que clama al cielo en comparación con otros caminos bien documentados, como lo es el Interior, que a nivel estatal han sido abandonados a su suerte.

Por fortuna en esta ruta, de la que a Gronze proporciona la información más completa hasta ahora disponible tanto en papel como en internet, ha sido recuperada con rigor, bastante sentido común, una correcta señalización y cierta capacidad para ofrecer servicios básicos al peregrino, por lo que su futuro parece asegurado. Se trata de un trabajo que, como siempre, ha sido desarrollado por un pequeño grupo de entusiastas, los cuales lograron transmitir su pasión a los municipios atravesados, aunque sin continuidad en el propósito. De hecho, su web oficial (www.cpisantiago.pt), que estaba muy bien diseñada y resultaba práctica, se ha convertido en una mera cuenta de Facebook, algo inconcebible.

Al no obtener los resultados inmediatos que se vislumbraban, el Camino Portugués Interior se ha estancado, y algunos parecen haber tirado la toalla en su promoción y mantenimiento, optando por publicitar la N-2, que recorre la espina dorsal del país de Faro a Chaves, como un itinerario icónico para automovilistas, moteros o cicloturistas. Deseamos que con la guía de Gronze la ruta pueda ser más conocida en el ámbito internacional y volverse más popular, porque quien la recorra, a buen seguro, se quedará prendado de ella.

Como dato histórico temprano, en cierto modo asociado a la peregrinación, se cita que los obispos de Lamego, Argimiro, y Viseu, Teodomiro, estuvieron presentes en la consagración de la segunda basílica compostelana (899). Coimbra es reconquistada por vez primera en 893, y tras la razzia de Almanzor definitivamente en 1064 por Fernando I de León (Viseu lo había sido en 1058, y Lamego un año antes), lo que deja expeditos los caminos al norte del Mondego. 

En cuanto a la acogida, dos de las alberguerías más antiguas fundadas para los peregrinos por la reina Dª Mafalda, esposa de Afonso Henriques, fueron las de Penajóia (Lamego) y Chaves, ambas poco antes de 1160. Se estima que este camino pudo ser la vía preferente de Coimbra a Compostela durante la fase central del Medievo y así parece ratificarlo la descripción de Al-Edrisi (s. XII), quien menciona un itinerario desde Coimbra, por Avô y Outeiro (São Miguel), que luego cruzaba el Douro por un paso de barca.

El valioso misal de São Martinho de Mateus (s. XII), parroquia próxima a Vila Real, incluye, como el de Vic, una benedictio baculi, esto es, la bendición de los bordones que han de servir de apoyo a los peregrinos. En la zona de Chaves y Vila Real, asimismo, se da una gran concentración de capillas e iglesias dedicadas a Santiago, reflejo de un culto temprano e intenso.

Pese a todo lo indicado, resulta evidente que el paso de peregrinos por las tierras trasmontanas, ya fuese por esta vía Lamego-Chaves, bien a través de Bragança, fue minoritario en comparación con las rutas occidentales, pero también más temprano, por lo que en cierto modo se puede equiparar al Camino Primitivo.

Lamego era una encrucijada viaria, importante para las rutas comerciales, que permitía aumentar el caudal procedente de Viseu con el aporte de los llegados desde la Vía de la Plata a través de Guarda; este hecho explica la abundancia de albergues para peregrinos en la zona. Otro enlace conocido, ahora con el Central, es el que de Vila Pouca de Aguiar se dirigía a Guimarães por el puente de Cavês, ruta que siguió Leo de Rosmithal, procedente de Salamanca, en 1466, que cita a Vila Pouca como Villa Alavanca.

Ya en la Edad Moderna, en 1610 peregrinó a Santiago el obispo lamecense Martim Afonso de Melo. Aún en 1717, los canónigos de Lamego tenían permiso para ausentarse del cabildo hasta 30 días, sin pérdida de honorarios, para peregrinar a Compostela.

Veseo, que ya había sido un paso importante de calzadas romanas (de Emerita Avgvsta a Bracara Avgvsta, la procedente de Aeminium, etc), no solo funcionó como un paso sur-norte de peregrinos, que más tarde regresarían por los mismos u otros caminos, sino también como punto de engarce de los procedentes del oriente, agrupando desvíos y ramales diversos desde la Vía de la Plata.

En estas rutas, el culto a Santiago se combinaba con el de São Gonçalo de Amarante, romero y maestro ponteador al igual que Sto. Domingo de la Calzada o San Lesmes.

En 1995 la Xunta de Galicia reconoció el ramal que desde Feces de Abaixo, que no coincide con la salida propuesta por los portugueses, formaba parte del Camino entonces denominado del Sudeste, que se correspondía con el Sanabrés y sus variantes, entrando en Galicia por la provincia de Ourense. De este modo se estaba invitando a los portugueses para que hiciesen valer el camino que llegaba a Chaves, algo que encontró apoyo en la publicación, ese mismo año, del libro Camiños Portugueses de peregrinación a Santiago, donde se incluía esta ruta (Arlindo de Magalhães). Iniciado el proceso de recuperación en 2007, dos años después también fue marcado con flechas el tramo de Vinhais a Chaves, pues se creyó que la ruta de Bragança iba a ser la más frecuentada; vana ilusión cuando antes de Vinhais no había ni marcas ni infraestructura de acogida.

La historia reciente de la recuperación del Camino Interior concluyó, tras los trabajos de documentación, cartografiado, apertura y limpieza de caminos, señalización y puesta en marcha de algunos albergues que permitiesen cubrir todas las etapas, en abril de 2012. El peso de esta empresa recayó en los ayuntamientos, algunos más implicados que otros, con la ayuda de grupos de escuteiros (scouts), asociaciones culturales y, en el plano académico, el de la Universidade de Tras-os-Montes e Alto Douro. En la definición del itinerario, respetando al máximo la traza histórica, se aplicaron criterios funcionales para que el peregrino disfrute del paisaje y evite las carreteras con más tráfico y peligro.

Al terminar en Verín el trazado a pie en otoño de 2020, nuestra primera reacción ha sido la de asombro, porque parece inexplicable que un Camino tan maravilloso como éste, con un potencial tan grande en los ámbitos de la cultura, la sociedad y la economía, permanezca semiabandonado. Los responsables en divulgarlo no deberían cejar ahora, cuando han hecho ya lo más difícil, en su empeño, permitiendo que las señales se deterioren y la maleza vuelva a cerrar los caminos. Por nuestra parte, recomendamos vivamente a los peregrinos inquietos que no dudéis en recorrerlo, porque os sentiréis como pioneros, con todo lo bueno (hospitalidad, aventura) y malo (sobre todo cierta ausencia puntual de servicios) que ello conlleva. Puesto en la balanza, creemos que lo primero pesa mucho más.

El clima es de tipo mediterráneo con influencia oceánica. Podemos diferenciar varios sectores, el primero entre Viseu y la sierra de Montemuro, propio de la Beira Alta, caracterizado por unos veranos secos pero no excesivamente calurosos (no se suelen alcanzar los 30º), con escasas lluvias de junio a septiembre (prácticamente nulas en julio y agosto), e inviernos fríos y húmedos, con bastantes días nublados que también se extienden de mediados de otoño a mediada la primavera. Las temperaturas pueden caer bajo 0º en los días más fríos.

En el corto tramo en que atravesamos el Alto Douro, podremos conocer las peculiaridades de este microclima generado por las montañas circundantes y la geomorfología de un valle muy hondo. La lluvia es escasa, y en verano las temperaturas pueden ascender por encima de los 30º, y algunos días incluso de los 35º, lo que es muy bueno para la maduración de las uvas, pero no tanto para que los peregrinos suban cuestas entre las terrazas vinateras.

Entre Vila Real y el Alto Tâmega avanzamos por una zona de transición entre la dulzura atlántica, muy atenuada por las sierras que se elevan al oeste, y los rigores trasmontanos del interior. De este modo, los veranos son calurosos, pero sin llegar a los excesos del Alto Douro. Por contra, los inviernos son bastante frescos, y la temperatura media mensual cae a entre 6-8º en enero-febrero, con mayor posibilidad de precipitaciones que, no obstante, al año se sitúan entre los 700 y 1.200 mm. Por encima de los 800 m de altura se pueden registrar nevadas entre noviembre y marzo.

Visto lo visto, para quien no soporte ni el frío ni el calor, las mejores estaciones para peregrinar son, como ocurre en el Camino Francés o con la Vía de la Plata, la primavera (sobre todo de mayo a mediados de junio) y el final del verano e inicio del otoño (septiembre-octubre). El otoño nos ofrece el excepcional espectáculo de las vides tornando el verde de sus hojas en tonos amarillos, rojizos y azulados, todo ello en el tiempo de la vendimia.

Si tuviésemos que elegir algunos adjetivos para describir el paisaje dominante de esta ruta, quizá los que mejor nos servirían son los del verde y la ruralidad. Verde porque en este itinerario, a diferencia de los más próximos a la costa, la densidad de población es baja, y la urbanización por lo tanto escasa a no ser en el entorno de las ciudades, todas de pequeño o medio tamaño, y villas. Por lo tanto, lo que predomina de principio a fin son los paisajes agrarios y forestales, las pequeñas aldeas con las iglesias en la cabeza de cada freguesia (equivale a la parroquia, pero en Portugal está reconocida como unidad administrativa) y un sinfín de casas dispersas. Los cultivos se concentran alrededor de las aldeas (huertas), y con mayor desarrollo en los valles y en sus laderas, acondicionadas por medio de terrazas ocupadas por olivos y otros frutales mediterráneos. El resto del espacio está destinado al monte, con algunos bosquetes residuales autóctonos, sobre todo acompañando a los ríos, y aprovechamientos forestales en los que el eucalipto, con mayor presencia entre Coimbra y Viseu, cede su protagonismo a pinos y acacias, mayoritarios frente a robledales (carballo y rebollo) y castañares, salpicados de algunos alcornoques, madroños o abedules.

Un punto y aparte lo constituye el cruce del alto valle del Douro con sus afluentes transversales, área que se prolonga desde Lamego hasta las inmediaciones de Vila Real. Este territorio, histórica e intensamente aprovechado para el cultivo de la vid y la producción de los afamados vinos amparados por su D.O. (Douro, y los vinhos dulces de Porto), que es la más antigua de Europa, nos ofrece un magnífico escenario en forma de bancales (en portugués geios), que con gran esfuerzo han permitido cultivar las laderas, también con olivos y alcornoques, salpicadas de bodegas de todo tipo. Junto a los ríos nacen fresnos, alisos y chopos.

En cuanto al relieve, el Camino no cruza grandes cadenas montañosas, pero sí un territorio constantemente quebrado, salvo en el paso por el valle del Mondego, al inicio, y por la penillanura de la Terra de Aguiar. El principal accidente es la transversal sierra de Montemuro, entre Castro Daire y Lamego, que sirve de divisoria entre la Beira Alta y el Alto Douro, con el techo de la ruta cerca de Bigorne (1.009 m); comprobaréis que es un terreno muy degradado por el fuego, en la mayor de los casos prendido para que el ganado pueda pastar.

El fuerte escalón a superar para cruzar el Douro, que ha generado un valle muy encajado, se prolonga hacia el norte por el valle del Corgo, que se abre paso entre los derrames de la sierra do Alvão, a poniente, y da Padrela, a naciente. Por fin, y tras un largo recorrido por la penillanura de Aguiar, entre Vidago y Chaves coronamos los montes de Santa Bárbara, que no llegan a los 800 m de altura, para alcanzar la Veiga do Tâmega, por la que continuamos hacia Verín.

Desde el Centro de Portugal, partiremos de la Beira Litoral si lo hacemos desde Coimbra, capital de la región, para introducirnos en la Beira Alta al llegar a Viseu, segundo distrito de la ruta. El Alto Douro, paisaje homogéneo a ambos lados del río, es ya mayormente trasmontano; al cruzar el Douro entraremos en el distrito de Vila Real. En Galicia enlazamos con el Camino Sanabrés en Verín, ya en la provincia de Ourense, y hasta Santiago aún será preciso recorrer las provincias de Pontevedra y A Coruña.

De Viseu a Chaves, además de estos dos municipios vamos a cruzar los de Castro Daire, Lamego, Peso da Régua, Santa Marta de Penaguião, Vila Real y Vila Pouca de Aguiar.

Descontando Coimbra, no hay grandes agrupaciones urbanas en el Camino Interior y su enlace desde el Camino Central. Viseu, la más poblada, no alcanza los 50.000 habitantes, y mucho menores son Vila Real o Chaves, que se aproximan a los 20.000, mientras que Lamego o Peso da Régua se quedan en torno a los 11.000. Las restantes localidades relevantes juegan el rol de una pequeña cabecera comarcal (Vila Pouca de Aguiar) o municipal (Santa Marta de Penaguião), y todo lo demás es el mundo rural, organizado a partir de las freguesias.

Decíamos que desde Viseu son 387 km según el marco de piedra allí colocado frente a la catedral: de ellos 197 km hasta la frontera, y el resto en Galicia. Por lo tanto, quien desee completar el itinerario de Viseu a la tumba del apóstol deberá contar con entre 15 y 18 días, a los que sumar viajes de ida y vuelta. Si se amplía el recorrido desde Coimbra, entonces habrá que sumar otras cuatro jornadas, y una más para conocer tan monumental e histórica ciudad, o sea, entre 20 y 23 jornadas. Quien parta de Lisboa ya tendrá que calcular un mes, o quizá algo más, de marcha.

Por supuesto también se puede hacer un Camino Interior de corto recorrido, bien saliendo de Peso da Régua, bien comunicado desde Porto, o incluso desde Vila Real, lo que reduciría la duración a unos 11 a 14 días según la elección y velocidad.

Lo que carece por completo de sentido es pretender iniciar, según moda reciente que responde a intereses comerciales, el Camino en Chaves, porque nos limitaríamos a cruzar la frontera para realizar, en realidad, otra ruta diferente, el Camino Sanabrés (prolongación de la Vía de la Plata) en sus etapas gallegas.

Con más mentalidad de senderista que de peregrino también se puede hacer solo la parte portuguesa del Camino, o sea, de Coimbra o Viseu a Chaves o Verín. Para ello bastaría con 10 días desde Viseu, y dos semanas desde Coimbra.

Nuestra opinión es que este itinerario, del mismo modo que el Primitivo, es un Camino bastante redondo, por lo que obviar alguno de sus tramos sería imperdonable, sobre todo a partir de Viseu.

A diferencia de lo que ocurre en los caminos de España o en las regiones del Douro y Miño, el Camino Interior, acaso por haber sido recuperado de forma consensuada por los municipios recorridos, carece de desdoblamientos o variantes. Las únicas relevantes están al principio y al final: en la primera etapa forzada por cuestiones de seguridad, entre Coimbra y Penacova, para no correr el riesgo de tener que caminar por una carretera nacional; en la última, de Chaves a Verín, por existir varias alternativas para cruzar la frontera.

Una de las situaciones más chocantes, similar a lo que ocurre entre Asturias y Galicia con el Camino Norte, es que la vía principal portuguesa, y la oficial de Galicia, no coinciden. Tan rocambolesca situación no afecta a quienes seguimos el Camino Interior, pues su recorrido también está marcado, más allá de la frontera, hasta enlazar con la propuesta oficial de Galicia.

El Camino debió de estar bien señalizado en su día, y si bien hay cierta homogeneidad en las marcas, resultando mayoritario el uso de unas planchas horizontales con la concha estilizada del Consejo de Europa y la flecha, ambos en amarillo sobre fondo azul, se percibe con claridad que cada municipio ha seguido un criterio propio, sobre todo en el repintado y cuando se procede a confirmar la ruta. De este modo, hay algunos tramos en los que el balizado es correcto en todo momento, y se comprueba que ha sido revisado y/o renovado. En otros, sin embargo, las marcas escasean, y en algunos cruces han desaparecido (en este caso indicamos por donde hay que seguir, información que también se puede consultar en el track de Gronze). Además de las señales viarias han sido dispuestos algunos marcos de piedra grandes, con la distancia que falta a Santiago, en las principales localidades. La densidad de flechas amarillas es muy inferior a la que estamos acostumbrados en España.

En cuanto a las etapas de Coimbra a Viseu, el Camino Natural de la Espiritualidad (CNE), promovido por la Comunidade Intermunicipal da Região de Coimbra (ver en wikiloc), goza de una señalización homologada y reciente, a base de postes de madera con los logotipos anteriormente citados. Sin embargo, al tratarse de un proyecto desarrollado de arriba hacia abajo, sin participación de colectivos, han cometido un error garrafal de principiantes, y la ruta adolece de flechas confirmatorias más allá de los cruces salvo en los primeros tramos, coincidentes con el GR-48. El resultado es desastroso, pues basta con que uno de estos postes se tumbe o desaparezca por cualquier motivo, para que estemos perdidos sin remedio, al menos hasta que haya un nuevo cruce en el que sepamos si seguimos en el buen camino o tenemos que retroceder. Por lo tanto, en estas cuatro etapas conviene llevar consigo, para consultarlo con frecuencia, tanto el descriptivo del trayecto como el track.

Al igual que ocurre con otros caminos del Norte y Centro de Portugal, según el modelo impulsado en los años 90 por la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago, las señales son dobles: marcación de flechas amarillas a Compostela, y en sentido opuesto de flechas azules hacia Fátima. De este modo, el itinerario funciona en doble dirección, hacia ambos santuarios, el jacobeo y el mariano.

Un punto negro. Situada en la cara norte del Douro, Peso da Régua es una ciudad centrada en el enoturismo y los cruceros por el río, y por su municipio transita el Camino Portugués Interior a lo largo de 3,7 km, pero también el Camino de Torres, que aquí se dirige a Mesão Frío y Braga. Pues bien, en la encrucijada donde se debería marcar la bifurcación de ambos no se ha hecho, y esto nos empuja, erróneamente, a seguir la única señalización jacobea por el río, aguas abajo. Conviene prestar mucha atención a las indicaciones de la etapa, porque la salida de la ciudad por el Camino de Torres es una sucesión de terribles rampas, alguna de las cuales supera el 20% de pendiente, que nos aleja de nuestro objetivo llevándonos hacia el noroeste.

En cuanto al tipo de firme de los caminos, estamos realmente de suerte, pues atravesamos una parte de Portugal mucho menos habitada y, por ende, urbanizada, que la recorrida por los caminos Central y de la Costa. Aquí pasaremos mucho tiempo por el monte, o entre pastos y zonas agrícolas, y la mayor parte de las poblaciones serán aldeas rurales, a no ser entre Lamego y Vila Real, donde el cultivo de la vid propicia una mayor dispersión y una densidad más alta.

En consecuencia, abundan los caminos con firme de tierra, con vías tradicionales e incluso algunos tramos enlosados de antiguas calzadas romanas reutilizadas en el Medievo y a posteriori. Sendas, caminos de herradura y carro, pasos de ríos sobre poldras o pequeños puentes, rutas de montaña que aprovechan el lecho natural rocoso, y también pistas forestales de nuevo cuño y agrarias por mesetas y valles. Como mal menor pisaremos un sinfín de vías adoquinadas o pistas locales; y en muy escaso porcentaje las carreteras, entre ellas la omnipresente N-2, sobre todo en el momento de cruzar algún río o en las inmediaciones de las ciudades.

El tramo más pesado sobre asfalto coincide con la salida de Chaves hacia la frontera, tanto es así que quizá reconvendría promover alguno de los restantes pasos históricos hacia Galicia.

Ya hemos indicado que este itinerario se caracteriza por atravesar un terreno montuoso, con muchos valles transversales y un relevante porcentaje de caminos de tierra, forestales y agrarios, que en ocasiones no están en buen estado. Tanto en razón a los desniveles, como a la mala conservación o falta de desbroce en muchos tramos, que pueden estar casi impracticables cuando llueve fuerte, se puede decir sin ambages que el Camino Portugués Interior no es recomendable para bicicletas, y en caso de llevarlas tendrán que ser BTT bien preparadas para las piedras, el agua, el barro y, sobre todo, para ser empujadas cuesta arriba. Y si bien el Interior no es el Primitivo, habrá etapas en que superemos los 1.000 m de pendiente acumulada, con desniveles muy acusados, sobre todo en el Douro.

Para quienes piensen más en un perfil cicloturista, con bicicletas mixtas, siempre habrá alternativas, sobre todo a través de la socorrida y siempre próxima N-2, que tras la construcción de la A-24 ha quedado aligerada de tráfico, sobre todo del pesado. No obstante, su trazado sinuoso, la falta de arcén en muchos casos, y la velocidad que a veces alcanzan los usuarios locales, o los motoristas, hace que la N-2 sea una vía peligrosa y, por lo tanto, poco aconsejable.

Los promotores de este Camino han intentado abrir algún alojamiento específico para peregrinos en cada una de las etapas propuestas. En la fase promocional se suele plantear esta solución, con alojamientos pequeños y humildes, pero acogedores, que en la mayor parte de los casos son de donativo o tienen precios simbólicos, así hasta que la iniciativa privada vaya reforzando la oferta. Estos albergues suelen ocupar edificios municipales que estaban en desuso, así las escuelas primarias, contando también con la Iglesia para que eche una mano. Por lo general son albergues de escasa capacidad y muy básicos, gestionados por alguna asociación o directamente por las juntas de freguesia o el municipio, de modo que en ocasiones, como ocurría en el Camino Francés hace décadas, será preciso avisar de la llegada para que esté abierto, o dedicar un buen tiempo a localizar las llaves si no lo hemos hecho, con el riesgo que ello implica si el responsable no está en el pueblo ese día.

Por fortuna, en las principales localidades que son fin de etapa es posible pernoctar en otros alojamientos alternativos, bien sean pensiones y hospedajes, amparados bajo la calificación de Alojamento Local, un cajón de sastre en el que cabe de todo, o bien hoteles y, en zonas más rurales, casas de turismo rural. En muchos casos estos alojamientos, sobre todo si se comparte habitación entre dos o tres peregrinos, salen a buen precio, prácticamente como el de un albergue privado en España, y por lo general con el desayuno incluido.

Fuera de las etapas tipo, sin embargo, será más difícil encontrar alojamientos económicos, por lo que conviene planificar bien las jornadas no solo en función de la distancia, sino también de la oferta existente, y teniendo en cuenta nuestra capacidad de gasto.

La mayor parte de los finales de etapa coinciden con poblaciones bien preparadas para aprovisionarnos. En las localidades intermedias también abundan los bares y las tiendas, en algún caso en ese entrañable formato del ultramarinos rural, en el que venden un poco de todo y también sirven café y bebidas, y nos pueden preparar un bocadillo. Los precios, en general resultan más bajos que en el Camino Central y de la Costa, porque esta zona es menos turística salvo excepciones (Peso da Régua, en menor medida Viseu, Chaves o Lamego), y por ahora pasamos pocos peregrinos.

En consecuencia, prácticamente no existen los menús de peregrinos, ni las ofertas más o menos veraces y dirigidas a nosotros. En el Camino Portugués Interior nos vamos a encontrar con el Portugal del interior, más profundo y auténtico, con su humildad y precios asequibles, sobre todo a la hora de comer (de menú o a la carta) o tomarse un café o una cerveza.

Este valor tan apreciado por los peregrinos, y que prácticamente ha desaparecido de las rutas más concurridas, permanece en el Camino Portugués Interior por ser todavía los peregrinos una rara avis, por esa tradición de tratar bien al forastero que se dirige a un santuario (¡Prega por nós em Santiago, aún dicen algunas mujeres mayores!, ¡Bom Caminho, las personas que trabajan en el campo o apacientan el ganado!), y acaso también por la novedad. En muchos locales los peregrinos, lejos de ser sableados, somos tratados con cariño y especial atención, pues nos consideran abanderados de lo que puede llegar a ser una mayor presencia; de lo que acabemos transmitiendo a los demás, y publicando en las redes sociales, depende también su futuro.

No existe una credencial propia del Camino Portugués Interior, y tampoco es una ruta reconocida por la catedral de Santiago, por lo que os darán la Compostela, sí, pero solo por haber completado el tramo entre Verín y Santiago; así pues, pasaremos a engrosar la estadística del camino ourensano, mal llamado Vía de la Plata.

A quienes estéis acostumbrados a otras rutas jacobeas más desarrolladas, os sorprenderá sobremanera lo poco que los rituales del Camino han empapado aun el trayecto. Muchos de los sellos, nada de conchas de vieira, peregrinos o flechas, serán los legales de las empresas (hoteles, restaurantes, bares, tiendas), con poco glamour pero, desde luego, mucha autenticidad.

Si comenzamos en Coimbra, la Aeminivm romana, conoceremos esta ciudad única, antigua capital del reino y famosa por su Universidad, declarada por la Unesco Patrimonio Mundial en 2013 (ver 10 lugares que visitar en Coimbra). Si bien las villas de Penacova o Tondela también revisten interés, no encontraremos otro conjunto monumental relevante hasta Viseu, ciudad episcopal amurallada con un casco antiguo con su traza medieval bien preservada, amén del corolario de templos, conventos y palacios de la Edad Moderna, completado con la arquitectura civil y los parques burgueses, propios de una capital distrital.

La arquitectura popular y los elementos etnográficos asociados a la cultura agraria serán la nota predominante, junto a las infraestructuras viarias y devocionales (calzadas, puentes, capillas, oratorios, alminhas), hasta Lamego. Esta urbe, también con silla episcopal antigua, es una de las más sobresalientes del itinerario, y en ella destacan la catedral y el escenográfico santuario de los Remédios.

Cruzar el Douro es conocer un paisaje fuertemente humanizado, a través de la explotación vitícola, que ha sido reconocido como Patrimonio Mundial (2001). Visitar una bodega resulta casi obligatorio.

Poco después, pese a su relativa modestia, también reviste interés el conjunto urbano de Vila Real, donde citar la Capela Nova, obra atribuida a Nicolau Nasoni, y en los alrededores el decorativo palacio de Mateus, tal vez el solar barroco más conocido del país gracias, en gran medida, al vino rosé que lleva su nombre.

La cultura termal decimonónica y de comienzos del siglo XX hace acto de presencia en Vila Pouca de Aguiar y Chaves, con los balnearios y parques de Pedras Salgadas, Vidago y Chaves.

Por fin, Chaves es la Aqvae Flaviae romana con su puente y el casco medieval con el castillo, digno final de una ruta con una enorme y variada riqueza patrimonial que, si bien no puede competir con el Camino Central, nos ofrece una completa panorámica de la historia portuguesa.