Camino de San Benedetto - Información

A través del Camino de San Benedetto (CSB), que suma 300 km desde Norcia a Montecassino, pisando las regiones de Umbria y Lazio, recorremos los principales escenarios en los que vivió y elaboró su obra San Benito, patrón de Europa. Estos lugares son: el que le vio nacer con su hermana Santa Escolástica, la umbra Norcia, con su basílica como punto de partida; el cenobio donde intentaron envenenarlo por vez primera, San Cosimato de Vicovaro; el que sirvió de retiro como eremita, y donde residió tres décadas y llegó a fundar trece monasterios, Subiaco; y, por supuesto, la abadía en la que compuso la célebre regla monástica, y donde fue enterrado, Montecassino.

Si bien el Camino puede ser realizado en ambos sentidos, la lógica vital impone con claridad un sentido: de la cuna a la tumba, de norte a sur, de Norcia a Montecassino.

La propuesta de Simone Frignani, creador del itinerario, plantea 16 etapas a pie, pero no hay ningún problema para reducirlas a 14; son dos semanas que encajan perfectamente en lo que venimos definiendo como un recorrido de media distancia.

Del mismo modo que el Camino de San Francesco o el de San Antonio, ambos en Italia, no estamos hablando de un itinerario histórico equiparable al de las rutas jacobeas, sino de una vía ideada para revivir el territorio hollado por el santo. Cierto que para unir los puntos icónicos, conectados con otros santuarios como el de Santa Rita de Cascia, monasterios y recursos turísticos, se han aprovechado algunos caminos antiguos, y también sendas que potencian el valor paisajístico evitando, en la medida de lo posible, los tramos asfaltados. Con todo ello se ha pretendido adaptar la ruta a la demanda y necesidades de un peregrino del siglo XXI.

A grandes rasgos podemos definir la ruta como un compendio de naturaleza, espiritualidad y arte. Sin embargo en este caso, si lo comparamos con el Camino de San Francesco, con el que coincide en una etapa, la impronta del primer componente es mayor. De hecho, gran parte del trayecto se desarrolla por los diversos macizos montañosos que componen el Appennino, esa gran cadena montañosa de 1.200 km que se extiende de norte a sur por la península itálica.

Una de las características del CSB es la implantación de una red de acogida, con importante presencia del sistema del donativo en la región del Lazio, con precios especiales para los peregrinos a través de una red de asociados que apuestan por el desarrollo del itinerario.

Ah, y ahora sí la última cuestión. Las guías contienen errores (todas) y con el paso del tiempo se van quedando desactualizadas. Por lo tanto agradecemos tu comprensión, y también tu ayuda opinando sobre los albergues (en su ficha de Gronze) y escribiendo sobre aquello que consideres relevante para mejorar la información de esta web. Buon Cammino!

Mapa del Camino de San Benedetto

La ruta nace a partir de la vida de un personaje de gran relevancia no solo para el mundo cristiano, sino para la historia de Europa, tal es la de San Benito.

Hemos de enmarcar la figura del santo en un momento histórico muy específico, tal es la caída del Imperio Romano de occidente y las invasiones de los bárbaros. El orden conocido se descompone y genera en la sociedad una fuerte conmoción que también afecta a la religiosidad. En este ámbito se potencia el eremitismo, importado de Oriente, por parte de quienes se aíslan en grutas, retornando a un modo de vida más propio del Paleolítico, para purificarse a través de la ascesis y la oración.

Benito, nacido en Norcia en 480 junto con su hermana melliza Escolástica, era miembro de una familia noble que lo envía a Roma, en plena decadencia tras las invasiones, para estudiar leyes. Allí surge su vocación, y renunciando a una vida más placentera en el orden material, se traslada al valle de Aniene para recogerse como ermitaño durante tres años cerca de Subiaco (Sacro Speco). Se cree que luego pasa un tiempo en el monasterio de San Cosimato, en Vicovaro, de donde huye tras haber los monjes intentado envenenarlo.

De regreso a Subiaco, donde residirá tres décadas, funda y organiza un total de trece monasterios, realizando varios milagros que acrecientan su fama y, a la vez, desatan las envidias, con nuevas tentativas de asesinarlo. Es entonces cuando decide dirigirse a Montecassino, cumbre en la que había existido un templo dedicado a Apolo que los ermitaños intentaban santificar con la erección de capillas. Aquí organiza un monasterio y compone la regla, falleciendo en 547.

Gran aportación del santo, y pieza clave para entender desde entonces la vida cristiana, la regla benedictina permite organizar bajo unas normas precisas el monacato, superando la fase anárquica del eremitismo, a través de sus 73 capítulos. El monasterio es desde entonces la casa común, auto subsistente, en la que se reza, estudia, trabaja y practica la hospitalidad, metódicamente, en honor de Dios. Para el gobierno se instituye la figura paterna del abad, elegido por una comunidad de monjes presidida conforme a una concepción igualitaria.

Benito fue canonizado en 1220 por el papa Honorio II, y declarado por Pablo VI, en 1964, patrón de Europa. Sus reliquias son veneradas hoy tanto en el monasterio de Montecassino, donde se encuentran su tumba y la de su hermana Escolástica, como en la abadía francesa de Saint Benoît-sur-Loire, cuyos monjes las habrían sustraído y trasladado a finales del s. VI. Por su parte, los monjes de Le Mans se habrían llevado las de Santa Escolástica, que hoy también están duplicadas en Juvigny-sur-Loison. Monreal del Llano (Cuenca) afirma poseer un fragmento del cráneo del santo. La fiesta de San Benito se celebra el 11 de julio.

A San Benito se le representa anciano y barbado, tocado con la túnica negra de la orden benedictina, sosteniendo el báculo de abad y portando el libro de su regla. Asimismo, puede aparecer acompañado de un cuervo con una copa rota o un pan, en recuerdo de los milagros, relatados por el papa Gregorio Magno en los Diálogos, que evitaron su envenenamiento en Vicovaro y Subiaco.

Para saber más, el peregrino curioso puede adentrarse en el libro segundo de los Diálogos de San Gregorio Magno, en los que se recogen la vida y milagros de San Benito (numerosas ediciones). Una buena síntesis biográfica se puede descargar desde www.poblet.cat.

A veces nos sorprende que una sola persona pueda ser capaz de articular, dado lo complejo que resulta trabajar en un territorio tan extenso y con intereses contrapuestos, un itinerario. En este caso ha sido así, pues todo el mérito del diseño y puesta en marcha del Camino corresponde a Simone Frignani, profesor en Modena y autor de diversas guías a pie y en bicicleta para la editorial Terre di Mezzo sobre caminos italianos, entre ellas la de la Vía degli Dei.

La idea nació en el otoño de 2009, y fue desarrollada durante dos años; el Camino ya estaba operativo en mayo de 2012, en que fue publicada la primera guía, por supuesto de Simone, en Terre di Mezzo. El logo, un monograma bien pensado y visualmente atractivo (la cruz con la B de Benedetto, amarilla sobre fondo marrón), es también diseño de Frignani. A comienzos de 2014 fue creada una asociación de la ruta, y desde entonces el CSB pasó a ser un proyecto colectivo. Las administraciones, que en Italia tardaron en subirse a la moda de los caminos, no entraron en el juego hasta que la maquinaria ya estaba plenamente engrasada.

La traducción de la guía de Terre di Mezzo al inglés, y al alemán por parte de Tyrolia, así como la aparición de reportajes en diversos medios de comunicación italianos, propició un fulgurante crecimiento del Camino. Sobre el número de usuarios contamos con datos meramente aproximativos, por ejemplo alusivos a las credenciales expedidas por la asociación: desde 2016 hasta el presente la media ronda las 1.500-1.600 cada año. En cuanto a la entrega del certificado o testimonium en Montecassino, que se concede por "devotionis ac pietatis causa", sin kilometraje mínimo, desde 2016, el registro solo se ha establecido a partir de 2021 (1.000), cifra de la que hemos pasado a casi 5.000 en 2024. Sin embargo, al no exigirse una distancia mínima para la entrega, tampoco es un dato muy fiable. Las estimaciones realizadas por la asociación, que se basan también en registros de paso y pernoctas, ofrecen la cifra de unos 8.000-10.000 peregrinos por año.

Por ahora el itinerario está sobre todo frecuentado por italianos, pero se ha constatado un crecimiento del número de extranjeros; si bien su presencia aún es baja si la comparamos con lo que sucede en los caminos de Santiago, en poco tiempo ha pasado del 10 al 20%. Entre las nacionalidades de procedencia hay sorpresas, pues encabezan la lista holandeses, alemanes, checos y franceses, seguidas de otros países europeos; últimamente también se percibe la llegada de estadounidenses. Parece asimismo notorio que son los maduros y jubilados quienes mayoritariamente recorren el CSB, pues de 2019 a 2014 solo el 6,7% era menor de 30 años, y un 6,3% mayor de 70 años, concentrándose la mayoría (61,7%) en la franja entre 51 y 70 años, y un 25,4% en la de 31 a 50 años.

Sobre las motivaciones se citan la búsqueda espiritual, de la paz y el desarrollo de una dimensión interior, así como seguir las huellas dejadas por San Benito. La dimensión puramente religiosa no parece tener primacía.

En cuanto a la realización del peregrinaje, en un principio se solía hacer completo, de principio a fin, pero en los últimos años se está poniendo de moda partirlo por tramos, incluso en fines de semana o puentes. Las alternativas intermedias pasan por dividirlo en dos sectores (hasta y desde Subiaco), o en tres (con finales en Rieti y Subiaco). Desde luego, nuestro consejo es que reservéis las dos semanas para recorrerlo entero y verdadero; es como mejor se disfruta.

Por lo que atañe a las dos regiones implicadas, Umbria ha pagado y colocado las señales, pero en el Lazio, que es donde se desarrolla la mayor parte de la ruta, ha sido Simone, con un colaborador, quien ha realizado el trabajo; sin comentarios. En cuanto a los municipios, alguno se implica, pero la mayoría no, por lo que son los voluntarios de la asociación los que se encargan de mantener las vías, sobre todo las sendas, en buen estado y bien balizadas.

La Iglesia católica, por su parte, también ha apoyado la idea: los monasterios benedictinos han acogido positivamente la iniciativa, pero no tanto hasta el nivel de implicarse en la acogida de un modo decidido. Mejor servicio prestan algunos conventos de monjas, que han visto en el paso de peregrinos una ayuda a su —en la mayor parte de los casos— complicada economía doméstica.

Visto lo anterior la conclusión es clara: sin voluntarios no habría Camino.
El CSB es uno de los mejor valorados de la actual y amplia oferta de rutas de peregrinación en Italia. Quienes lo realizan se convierten, como es nuestro caso, en los más animosos prescriptores y divulgadores. Por otra parte hablamos de un camino vivo y en constante mejora, siempre bajo la supervisión de Frignani, como veremos a lo largo de la guía en forma de recientes cambios; a estas actuaciones se unen otras menores, pero entrañables, como la instalación de piezas artísticas. Lamentablemente, por ahora no se espera que las administraciones realicen obras, por ejemplo sendas paralelas a algunas carreteras.

La región de Umbria, situada en el centro de la península itálica, se ve beneficiada por un clima que comparte rasgos mediterráneos y subcontinentales, caracterizado por un estío no excesivamente sofocante y por inviernos, a no ser en las montañas, relativamente suaves. Las lluvias suelen ser elevadas, entre 800 y 1.200 mm anuales, con mayor frecuencia entre octubre y marzo. En cuanto al Lazio, a medida que avanzamos hacia el sur va creciendo la impronta mediterránea, lo cual se traduce en un invierno más suave, pero en un verano más largo y, por momentos, sofocante; a medida que se elevan las temperaturas también van disminuyendo, progresivamente, las precipitaciones, sobre todo al introducirnos en el valle del Liri y, sobre todo, en la zona de Montecassino y Cassino, que ya se sitúan en el límite con la región de Campania, cuya capital es Napoli.

Los rasgos generales se modifican en altitud, y al caminar en muchos tramos entre las cotas de los 500 y los 800 m, las temperaturas pueden ser más frescas.

Dado que avanzaremos por los derrames y valles intercalados del Appennino, los microclimas serán algo habitual, y esto es algo que se comprobará in situ, por ejemplo en lo que se refiere a las precipitaciones, que con carácter tormentoso pueden ser intensas en un área concreta, pero que resultan difíciles de predecir con antelación en tan compartimentada geografía. Al respecto advertimos que los fenómenos tormentosos son recurrentes, y pueden adquirir carácter torrencial, llegando incluso a resultar peligrosos, tanto en primavera como a finales del verano e inicio del otoño.

Si hacemos un balance en función de lo expuesto, el verano no sería una mala estación para recorrer el itinerario, aunque las olas de calor puedan hacer acto de presencia, más intensas a medida que avanzamos hacia el sur. Por lo tanto, por nuestra parte consideramos que la primavera es la mejor época para hacer el Camino, porque los bosques mostrarán todo su esplendor, los campos estarán llenos de flores y la extensión de las horas de luz nos permitirá programar mejor las etapas, e incluso avanzar más rápido de lo inicialmente previsto.

Tampoco el otoño es una mala alternativa sobre todo la primera parte de la estación, para disfrutar de las tonalidades de los bosques caducifolios que dominan en el paisaje. Las bajas temperaturas de noviembre a febrero, con posibilidad de nieve en varios pasos, y la desnudez del arbolado, no hacen recomendable este período a no ser que el peregrino tenga experiencia, casi de montañero, para moverse en condiciones difíciles.

El perfil y ambiente general de la ruta es de media montaña, ya que seguimos la gran dorsal del Appennino, de norte a sur, sin separarnos de ella, aunque a veces transitamos por valles intermedios, más o menos extensos, a través de desfiladeros o por laderas próximas. La presencia de bosques, entre el ámbito atlántico y el mediterráneo, es constante, y junto a ellos los pastos, de altura o de valle, en los que aparece el ganado, sobre todo bovino. Si Umbria es calificada como el “corazón verde de Italia”, lo mismo se puede señalar, aunque con un perfil más mediterráneo (abundancia, por ejemplo, de olivos), del sector del Lazio que recorre el Camino.

La ruta recorre algunas áreas protegidas bajo la figura de reservas o parques naturales. Cabe citar que en Castel di Tora rozaremos la Reserva Natural de Monte Navegna y Monte Cervia, al este del Camino y visible un buen trecho; más adelante, tras Subiaco y hasta pasado Trevi nel Lazio, nos introduciremos en el sector meridional del Parque Natural Regional de los Montes Simbruini; por fin, también está protegido el bosque que rodea a la abadía de Montecassino.

Por su parte, Rieti tiene asiento en la Valle Santa, antiguamente palúdica y hoy salpicada por algunas lagunas testimoniales, y en su mayor parte cultivada, pero rodeada por elevaciones, dominadas al este por el monte Terminillo (2.217 m de altura), pobladas de robles, castaños, encinas, carpes y hayas, y en altura por pinos negrales y abetos.

El gran desfiladero que conduce a Rocca Sinibalda nos devuelve a un paisaje de colinas y bosques. En realidad, la mayor parte de los trayectos coinciden con áreas de gran riqueza natural y paisajística, lo que de hecho nos dará la sensación de avanzar por un parque natural casi continuo y escasamente antropizado.

El Camino de San Benedetto solo discurre por dos regiones: Umbria (2 etapas y media) y Lazio (las restantes 13,5 etapas). En la primera región pasa por la provincia de Perugia, y en la segunda por las de Rieti, Roma y Frosinone.

Las principales poblaciones son todas de pequeña entidad, y tan solo escapan a dicha condición Rieti (39.000 habitantes) y, después de Montecassino, como ciudad receptora para la pernocta y el regreso, Cassino (35.000 habitantes). Cabe citar asimismo otras menores como Cascia (3.000), Subiaco (8.500), Isola del Liri (10.500) o Arpino (6.500).

En general cabe definir el Camino de San Benedetto como un itinerario acusadamente rural, a través de un gran número de localidades que tuvieron un papel más relevante en el pasado, pero que en la actualidad experimentan un hondo proceso de envejecimiento y despoblación, ya que en su mayoría han sucumbido a la proximidad de Roma, que actúa como un irresistible polo de atracción. Será la tónica cruzar pueblos muy tranquilos, semivacíos, con gran parte de sus casas cerradas y solo ocupadas en verano por quienes emigraron; esta realidad demográfica solo desaparece en los valles del Velino y el Liri, más urbanizados, y en Cassino, un importante núcleo de comunicaciones.

A las circunstancias de las propias coyunturas demográficas hay que sumar, en el tramo umbro, los efectos del terremoto de 2016, que supuso una catástrofe, por la destrucción causada y el impacto económico, con las heridas aún visibles en Norcia, Cascia y otros lugares.

No podemos ni queremos engañar a los futuros usuarios diciendo que este recorrido, que podemos calificar de media distancia, es fácil. Al contrario, se trata de un camino bastante exigente, y no porque esté repleto de puertos de montaña, que también tiene alguno, sino por transitar por una geografía bastante quebrada, con presencia de barrancos, gargantas, valles intercalados entre macizos montañosos, pintorescos pueblos encaramados en colinas y muchos trayectos por los derrames de los montes. Las pendientes a veces son acusadas, nada que ver con la mayoría de las rutas jacobeas, y por compararlo con otro itinerario similar italiano, también resulta más duro que el Camino de San Francesco.

Basten algunos datos sobre los desniveles acumulados de ascenso, que hasta en cuatro etapas rondan o superan ligeramente los 500 m, y en tres los 600 m. Pero el problema no es tanto la propia subida, sino el acumulado día tras día, con unas bajadas que en ocasiones son bastante técnicas, ya que discurren sobre sendas pedregosas.

La distancia total no es grande, unos 300 km, por lo que si pensamos en caminos jacobeos, sería la distancia desde Avilés por el Camino Norte, desde Oviedo por el Primitivo, desde León por el Francés o desde Tábara por el Camino Sanabrés.

Aunque para quien se desplace a Italia la mejor idea es hacer el itinerario completo, para quien no disponga de tiempo o fuerzas suficientes se puede parcelar en sectores provistos de cierta lógica. Estos podrían ser, atendiendo a la geografía y la accesibilidad: de Norcia a Rieti (80 km, a completar en cuatro o cinco días), de Rieti a Subiaco (98 km, en otros cuatro o cinco días) y de Subiaco a Montecassino (120 km, para el que se precisan al menos 6 días). La anterior segmentación permite plantearse tres campañas de una semana, incluyendo viajes de ida y vuelta, cada una, aunque también podrían ser dos, algo más largas, con división en Subiaco.

Las jornadas propuestas por la asociación de amigos del Camino son razonables si tenemos en cuenta el perfil, la disposición de la oferta de alojamiento y la presencia de localidades con servicios o el interés de los recursos turísticos, pero hay algunas ciertamente cortas, incluso menores de 15 km (así las de Leonessa a Poggio Bustone, cuya razón es el Paso de San Bartolomeo, la siguiente hasta Poggio Bustone por la complicación del descenso, o la de Rocca Sinibalda a Castel di Tora, en este caso por el puerto inmediatamente posterior, que constituye el ascenso más exigente de toda la ruta).

Por nuestra parte, creemos que el camino completo se puede hacer, cierto que con un grado de esfuerzo, en dos semanas; la media resultante encaja a la perfección en la que realizan habitualmente los peregrinos del Camino de Santiago (21,5 km/día), aunque aquí, dada la exigencia del trazado, es más recomendable optar por los 16 días recomendados (18,8 km/día de media).

Llegar a Norcia, el punto de partida, tiene una pizca de aventura. Lo más fácil es hacerlo desde Roma, con buena conexión en tren hasta Spoleto (desde la estación Roma Tiburtina), y desde allí un trayecto en bus de 50 min. hasta la localidad en la que nacieron Benito y Escolástica.

Para quien venga del norte, pensemos en ciudades con aeropuertos bien comunicados como Milano, Bologna o Firenze, lo más rápido también pasa por dirigirse a Roma, aunque existe otra posibilidad: parar en Perugia y, desde allí, dirigirse a Spoleto (tren o bus), para luego proseguir a Norcia.

Mucho más fácil y rápido va a resultar el regreso desde Cassino, situado al pie de Montecassino (7 km). Dicha ciudad está muy próxima a Napoli (1 h 30 min en autobús, 2 h en tren), con su aeropuerto, y también comunicada por bus o tren directo con Roma Tiburtina (1 h 30 min).

Consultad las líneas y horarios en: www.trenitalia.com, www.italotreno.com, www.itabus.it o www.fsbusitalia.it, todas con sus aplicaciones, así como en los buscadores genéricos www.thetrainline.com y www.omio.com. Y recordad que conviene adquirir los billetes previamente por internet, y los del tren también en las máquinas o taquillas de las estaciones; los del bus en los estancos (el billete adquirido al conductor resulta siempre más caro). 

Por supuesto, todas las etapas son meras sugerencias, y cada uno podrá redefinirlas según su criterio, condición física, circunstancias, percances, etc.

En este camino no existen apenas variantes que nos compliquen la vida (salvo las de Veroli y Santopadre), por lo que casi siempre predomina una traza lineal y única de principio a fin. La única tentación serán los pequeños desvíos para conocer pueblos o monumentos muy próximos al itinerario. Lo que sí existe es algún manifiesto rodeo que ha sido propuesto para evitar carreteras con tráfico, visitar algún enclave interesante o dirigirse a una localidad con servicios, entre ellos los de Vicovaro y de Isola del Liri (sin pasar por la abadía de San Domenico se ahorran 6 km).

Son los recurrentes para quien se desplace por Europa, y más concretamente por Italia. En primer lugar no se debe olvidar la tarjeta sanitaria europea, para no tener que abonar los servicios sanitarios que podamos precisar.

Al igual que en los caminos jacobeos de España, Francia o Portugal, en todas las poblaciones encontraremos farmacias, por lo que no es necesario que carguemos con un botiquín. En los albergues también suelen disponer de un botiquín básico, y si no lo hay los responsables pueden ayudarnos en lo que necesitemos. Bastará llevar un kit para ampollas (desinfectante, gasa, tiritas, aguja, hilo) y acaso aspirinas o paracetamol, estaremos bien servidos.

En todo momento hemos de tener presentes los teléfonos de emergencias, y sobre todo el 112 europeo, que en este caso conecta con los Carabinieri, o el específico de las urgencias sanitarias, que en Italia es el 118. Si os topáis con un incendio podéis avisar a los bomberos (115) o al Corpo Forestale dello Stato (1515), en el segundo caso también si os encontráis un animal herido.

En cuanto a los pagos, siempre es conveniente utilizar las tarjetas o Bizum, pero en bastantes casos, tanto en albergues como en otros alojamientos (B&B, affittacamere, agriturismo), no habrá más remedio que pagar en metálico. En Italia no hay ningún problema para utilizar los cajeros de Bancomat, red única para todo el país, ya que carecen de comisión y son muy abundantes.

Telefonía. Quienes dispongan de un contrato con tarifa plana de móvil no pagarán ningún suplemento en Italia para hacer llamadas en el propio país o al exterior, ya que el roaming ha desaparecido desde 2017 en la UE. Lo mismo cabe señalar sobre el uso de los datos del wifi. Si no se dispone de este servicio, el coste será el mismo que el de las llamadas nacionales, y por lo que respecta al wifi, habrá que estar pendientes de los lugares que lo ofrezcan, pero atención, porque atravesaremos muchas áreas de montaña con pobre cobertura o sin ella, y en muchos albergues, sobre todo en los de acogida tradicional, no lo tienen instalado. Para llamar al país de origen se marca como habitualmente, y para Italia con el prefijo +39.

Estimamos que el gasto medio diario, máxime con la reciente deriva inflacionista, puede rondar los 60 € entre los que van a pie en solitario y realizan un peregrinaje austero, utilizando en algunos casos los albergues de donativo responsable (en Italia se suelen dejar 15-20 € por dormir, más 5 € si ofrecen el desayuno, y otros 10-15 € si también dan la cena).

Cuando no hay albergues, o alojamientos concertados para peregrinos con un precio especial, compartiendo habitación se puede ahorrar mucho dinero. Por lo tanto, la ruta resulta hasta un 25-35% más cara que el Camino de Santiago, y no tanto por el coste de la vida —ya que el de Italia cada vez es más parecido al español, con precios incluso más bajos en algunos productos y servicios (transporte, cena en una pizzería, la cerveza, etc.)—, sino sobre todo por la ausencia, en determinados fines de etapa, de albergues o alojamientos económicos.

Por fortuna, los gestores del Camino han conseguido, en casi todos los fines de jornada, que algún alojamiento haga un precio especial a los peregrinos, y también existe el recurso de los conventos, que suelen proponer el régimen de media pensión a un precio contenido.

Si quieres una guía en papel como complemento, las mejores y predilectas de los italianos son las que publica la editorial milanesa Terre di Mezzo. Y en este caso con más razón, pues se trata de la escrita por quien concibió y diseñó la ruta, Simone Frignani, muy útil en todos los sentidos (ambientación, cultura, mapas, datos prácticos) y que además se va reeditando periódicamente con incorporación de todas las novedades.

Más allá de esta guía, traducida al inglés y al alemán, existen algunos diarios en italiano. Citamos en primer lugar el de Paolo Gessaga (Benedetto il Cammino. A piedi con san Benedetto da Norcia a Montecassino, IPL, 2020), para quien desee, como peregrino, profundizar en la espiritualidad de la ruta. Otro relato experiencial es el de Angelo Gavagnin, que hace la ruta con tres amigos (Lungo il Cammino di San Benedetto. Da Norcia a Montecassino in compagnia di Lucio 48, 2023); Lucio 48 es un cantante italiano uno de cuyos discos, por cierto, tiene un título de lo más apropiado para comenzar cada día la marcha: Di mattina molto presto. Por su parte Loredana Boscarato, viajera impenitente, describe el tramo hasta Subiaco (Cammino di San Benedetto “da Norcia a Subiaco”, 2022).

Además de las guías y libros, la revista Meridiani (nº11, julio de 2021) ha publicado un número dedicado a este itinerario con bellas imágenes. Se puede adquirir en internet.

La web de los amigos del Camino (www.camminodibenedetto.it) incorpora cada año las actualizaciones de los alojamientos recomendados para peregrinos.

En cualquier caso, como vamos a ver ahora, la señalización es tan completa que, incluso sin guías ni tracks que nos geoposicionen, el Camino se podría hacer sin mayor problema.

No cabe duda de que Frignani se ha esmerado en señalizar la ruta, con un detalle que el mismo califica de “excesivo”, pero este afán nunca está de más cuando parte de las señales pueden quedar ocultas por la vegetación o ser dañadas o vandalizadas. El trabajo puede ser calificado de sobresaliente, pues en 300 km tan solo hemos dudado un instante en un par de cruces. Eso sí, esto no es el Camino de Santiago, y aquí la lógica caminera impera cuando nos topamos con un evidente desvío menor, o hacia una propiedad (casa o finca), por lo que conviene no apagar el navegador de la intuición y la lógica que todos, al menos hasta hace un par de décadas, traíamos de serie. También será preciso consultar el track en los tramos urbanos, pues en ellos no resulta fácil conseguir permisos para situar postes o pintar señales.

La señalética, a través de diversos modelos, incorpora siempre el monograma de San Benedetto. Lo hace, en la cartelería, bien en amarillo, por aquello de vincular la imagen a la archiconocida del Camino de Santiago, sobre fondo marrón (en gran formato en los fines de etapa, menor a lo largo de la vía), o bien en postes de guía más sencillos, en blanco y rojo, presentes en la mayoría de encrucijadas y bifurcaciones. Estos postes, que de vez en cuando también indican la distancia al próximo pueblo y al final de la etapa, son homogéneos en Umbria y Lazio, un gran logro imposible de conseguir en las autonomías españolas, siempre celosas de sus competencias; tan solo cambian de material, de metal a madera, al introducirse en un parque natural.

Pero lo anterior no es lo único, porque acompañando a los carteles encontramos una gran variedad de marcas realizadas en pintura, y también pegatinas ubicadas en postes. Entre las de pintura tenemos las habituales marcas de los GR, blancas y rojas, con el añadido de las letras SB, el monograma en diferentes colores y las flechas amarillas.

En cuanto a la traza, aúna la filosofía de un peregrino que camina, esto es, el llegar al siguiente punto por el camino más corto, con ciertas apetencias del senderista, que procura un itinerario amable, natural y seguro. En gran medida pisaremos caminos antiguos, desde vías romanas a otras medievales o de la Edad Moderna, y la presencia de caminos asfaltados u hormigonados será siempre inferior a la de los tramos de tierra, hecha la salvedad de las etapas de Poggio Bustone a Rieti, Collepardo a Casamari y, sobre todo, en las tres etapas finales, donde se concentran algunos de los tramos negros, coincidentes con carreteras, que algún día deberán ser redefinidos.

En buena parte del recorrido el CSB coincide con el de San Antonio, que discurre en sentido inverso, hacia el Norte (Padova). Otras coincidencias momentáneas con grandes itinerarios serán la del Camino de San Francesco (de Poggio Bustone a Rieti) o con La Vía Francígena del Sud entre Casamari y Arpino.

A los ciclistas no les conviene hacer esta ruta; nos explicamos. Son tantas las veces en que la traza no resulta apta para las dos ruedas —salvo que os queráis despeñar, pinchar o castigar los radios y la llanta—, que continuamente nos veremos forzados a indicar las carreteras alternativas; estas, afortunadamente, existen, y nos permitirán conocer otros pueblos y lugares de una forma más segura y pausada, pues la mayor parte de las veces se proponen carreteras locales o secundarias con escaso tráfico de vehículos a motor. El problema es que nos apartaremos tanto del Camino que, en realidad, ya no tendremos muy claro si lo estamos realmente haciendo, aunque al no tratarse de un itinerario histórico esta circunstancia puede resultar irrelevante.

Conviene reiterar y recalcar, para advertencia de temerarios, que abundan las sendas estrechas y pedregosas, con vegetación alta —arbustiva o espinosa— en los márgenes y de pendiente fuerte, tanto es así que algunos trechos resultan realmente peligrosos. En los pasos de montaña no será difícil tener serios contratiempos, máxime si llueve o ha llovido, sobre todo en bajadas como la que conduce a Poggio Bustone, y también con los que circulan a pie —nos referimos a atropellos, claro está—. Por todo ello es muy recomendable que se elijan las alternativas sugeridas, que en Gronze no son tan estrictas como las que figuran en la guía oficial, pues siempre que exista un camino mínimamente apto para las BTT prescindiremos de ofrecer una variante.

A veces, sobre el terreno ya aparecen indicadas las variantes para ciclistas, pero no todo el tiempo a lo largo de la ruta. Es por lo tanto muy recomendable que planifiquemos el día anterior el recorrido a seguir, evitando lanzarnos a una aventura que nos pueda meter en ratoneras, u obligarnos a un sobreesfuerzo.

Además, para quien no sea italiano a todo lo anterior habrá que sumar el fastidio de tener que trasladar la bicicleta al punto de partida, a no ser que se pague un considerable sobrecoste para alquilar una, máxime cuando en este itinerario no hay empresas que gestionen a inicio y fin el alquiler y la recogida.

Por lo tanto, hemos de ser aún más rotundos de lo que lo fuimos en el Camino de San Francesco: en absoluto es recomendable hacer esta ruta en bici, y ni siquiera en BTT. La realidad se impone, y prácticamente no veréis ciclistas en este itinerario, aunque cada uno es libre de hacer lo que desee.

Como siempre que se trata de Italia, hemos de aclarar un equívoco, y es que la palabra que se debe buscar para identificar los albergues es ostello, y no albergo, pues este último alude a un hotel tradicional o posada.

Hecho el apunte, ahora vamos a la cuestión del alojamiento, que se resume en unas cuantas ideas:

1. Aquí hay que reservar (será necesario sacrificar la aventura en aras de la seguridad), y avisar con antelación, al menos un día (en el caso de algunos conventos y casas de acogida de la iglesia incluso con más tiempo), de nuestra llegada. No es habitual que pidan número de tarjeta de crédito, funciona en responsable confianza mutua, por lo que si hay cambio de planes es imprescindible que avisemos cuanto antes para no perjudicar al alojamiento ni a otros peregrinos.

2. Atención a los fines de semana, en que al Camino fluyen los senderistas de corto recorrido o del camino a tramos, y ya no digamos durante los puentes y períodos vacacionales largos. La oferta para peregrinos es escasa, y en muchos casos se trata de habitaciones de B&B que en temporada alta suelen estar ocupadas. La planificación es muy necesaria en estos períodos.

3. Existe una oferta de alojamiento, prácticamente en todos los fines de etapa recomendados, de colaboradores de la asociación que promueve el Camino. Estos son los mejores lugares para quedarse, pues se trata de personas implicadas que, además de ofrecer un precio especial a los peregrinos (a veces en régimen de donativo libre y responsable), nos informarán de todos los pormenores de la ruta, y apuntarán nuestros comentarios sobre el tramo recorrido (falta de señales, caminos cerrados o inundados, otros contratiempos…) para avisar a la asociación o los municipios para que los resuelvan.

4. Las modalidades de alojamiento son dispares, y van del albergue con literas (escasos), y de algún que otro albergue juvenil, a las habitaciones compartidas en una pensión (affittacamere), hotel, B&B (lo que más abunda) o casa rural (agriturismo), sin olvidar las habitaciones en los conventos, sobre todo de monjas (le suore), en un régimen que puede incluir desayuno o media pensión, ocupando dormitorios de una o dos camas que fueron celdas. La gran sorpresa, si hay poco movimiento, puede surgir cuando os instalan en una habitación con baño para vosotros solos, a veces con ropa de cama y toalla, aunque para beneficiarse del precio especial de peregrinos se suele solicitar que utilicéis vuestro saco y toalla, tenedlo en cuenta, así como también llevar una funda de almohada.

Por supuesto, para beneficiarse de las ofertas previstas para los peregrinos es necesario mostrar la credencial, debidamente sellada a medida que avanzamos.

5. Comprobaréis, asimismo, que algunas personas se vuelcan en la acogida del peregrino, al que dispensan un trato familiar, a veces cenando con ellos, otras dejando algo de comida en la cocina, caso de que esté disponible, para que la preparemos. También es habitual, cuando los alojamientos se encuentran separados del Camino, que nos vengan a buscar y nos dejen al día siguiente en el mismo punto (transfer sin coste). A veces, los amigos del Camino programan también una visita guiada como detalle. Este tipo de atenciones, que tanto cautivan y emocionan a quien las recibe, son propias de itinerarios todavía jóvenes, no excesivamente concurridos (depende, obviamente, de la época del año) y ajenos al mercadeo turístico de otros lugares.

6. Un dato a tener en consideración es que la oferta suele variar bastante en función de la temporada y del año, por lo que no es de extrañar que un día te acojan, y al siguiente no, y que sea posible en primavera u otoño, pero no en verano.

7. Y para concluir, atención, porque cuando falla el alojamiento específico de peregrinos será necesario acudir a otro cualquiera, y entonces los precios serán aproximadamente el doble. En esta circunstancia, si uno peregrina solo, lo mejor es hacer amigos de ruta para compartir habitación entre dos o tres, lo que supondrá un considerable ahorro.

Para comer sobre la marcha podemos acudir a tiendas y supermercados, abundantes en toda la ruta para abastecernos, y también a panaderías y pastelerías, en las que adquirir panini (bocadillos) y, por supuesto, porciones de pizza (también en las pizzerías d’asporto al taglio) o focaccia.

El menú del día, tan habitual en España o Portugal, no lo es tanto en Italia, y cuando se ofrece suele constar de un antipasto (primer plato) y segundo, ambos a elegir entre varios, con la bebida incluida, pero no el postre. De media su precio ronda los 20-25 €, pero puede ser más elevado en los lugares más turísticos. En una pizzería suele salir bastante más barato comer, porque por lo común se pide una pizza por persona, es lo habitual en Italia, más la bebida y, acaso, el postre o un café. Por supuesto, también son frecuentes los locales de tapeo y los que ofrecen ensaladas y hamburguesas. Por lo general, al transitar por una zona de Italia no demasiado turística (quizá hecha la salvedad de Cascia o Arpino), los precios resultan bastante asequibles, nada que ver con Roma, Firenze o, ya no digamos, Venezia.

Cafés y bares. En Italia ya se sabe que el café es de buena calidad y asequible, con especialidades como el cappuccino o el macchiato. La cerveza se ofrece en tamaños estándar de 33 cl, 50 cl y 66 cl, y se suele retirar de máquinas frigoríficas presentes en los bares con sus precios a la vista, más baratos que en España a no ser en puntos muy turísticos. Mayor coste tiene el vino, de denominaciones diversas, a partir de 3,50-4 € la copa (calice).

Agua. En los pueblos, y también en muchos puntos del Camino con pilones para el ganado (agua de manantial, sin tratar pero de buena calidad por bajar de la montaña), suele haber fuentes, y también se puede beber en los grifos de todo el recorrido. Entre las aguas embotelladas del Camino destaca por su calidad la marca Filette, de los manantiales de Guarcino.

Supermercados y tiendas. No abundan, salvo en las poblaciones de partida y llegada, en muchas de las etapas, por lo que debemos tenerlo en cuenta. Y en muchos de los pequeños pueblos no esperéis encontrar supermercados, tan solo alimentari (tiendas de alimentación) que ofrecen lo que tienen. Un dato a tener en consideración es que en estas tiendas preparan panini, cortando y pesando los ingredientes que queráis incluir (a veces hacen un cálculo del precio a ojo), al momento, un servicio impagable para el peregrino. En las panaderías también suelen vender porciones de pizza o foccacia que os pueden calentar.

En Italia los precios están más o menos como en Francia y ciertas zonas de España. La fruta, el queso, el jamón o el embutido resultan algo más caros, pero la pasta, la pizza o la foccacia son, además de muy buena calidad, más baratas.

Cocinar. En esta ruta no vamos a encontrar tantas opciones como en otras para cocinar, ya que muchos de los alojamientos carecen de este servicio. En el caso de que exista una cocina es bueno compartir gastos con otros peregrinos. Si son italianos prepararán la pasta al estilo de su mamma, por lo que no es aconsejable opinar sobre la receta, solo decir que está buonissima, también vale ottima o fantastica.

La cruz con la B de Benedetto es el acrónimo y emblema de esta ruta, algo así como la vieira para los peregrinos jacobeos. Se puede adquirir en algunos de los lugares del Camino, tallada en madera o recortada en cuero, o también en forma de parche para la mochila. Será un buen recuerdo del itinerario.

Credencial. Es un documento acreditativo aprobado por la Iglesia. Si deseas tenerla antes de partir, puedes solicitarla con antelación a los amigos del Camino a través de su web (www.camminodibenedetto.it), aportando en su cuenta el donativo que consideres razonable. Pero si se te ha pasado, en Norcia también la podrás obtener, aunque conviene igualmente avisar con tiempo de tu llegada. Con un bonito diseño, este pasaporte será el mejor testigo, cubierto con los sellos de paso, de tu peregrinación.

El uso es similar a la credencial jacobea y a la de otros caminos italianos (Vía Francígena, Camino de San Francesco, etc.), figurando los datos personales que te identifican y disponiendo de bastante espacio para estampar los sellos de paso (timbro), a medida que avanzamos, aunque a veces no será fácil conseguirlos. Únicamente en posesión de ella podremos utilizar los albergues exclusivos de peregrinos y obtener descuentos en otros.

El testimonium o certificado de peregrinación se entrega en la oficina del propio monasterio de Montecassino, entrando a la abadía a mano derecha, en el horario que figura en su sitio web (https://abbaziamontecassino.it). La expedición es gratuita, y para obtenerlo no se exige distancia mínima.

La naturaleza, no nos cansamos de expresarlo, es el primer valor de este itinerario, pero en él tampoco están ajenos, sería imposible en Italia, la historia y el arte. En nuestro caso nos rendimos ante el encanto de sus borgos, pueblos compactos y cerrados en sí mismos, o amurallados, para la defensa, entre ellos algunos tan pintorescos y encantadores como Monteleone di Spoleto, Poggio Bustone, Cantalice, Belmonte in Sabina, Rocca Sinibalda, Posticciola, Castel di Tora, Pozzaglia Sabina, Licenza, Mandela, Trevi nel Lazio, Guarcino, Vico nel Lazio o Collepardo.

Las grandes villas y pequeñas ciudades en las que se concentran los recursos artísticos son, aunque maltrecha, Norcia, y desde luego Cascia, Leonessa, Rieti, Orvinio, Subiaco con su rocca, catedral y monasterios, Isola del Liri o Arpino.

Tampoco podemos olvidar las grandes abadías y monasterios, donde además de la monumental meta, la benedictina de Montecassino, contamos con la Certosa di Trisulti, la de San Domenico (tras Isola del Liri) o la cisterciense de Casamari. Asimismo, cuando el camino converge con el de San Francesco entre Poggio Bustone y Rieti, pasaremos junto a algunos conventos franciscanos tan evocadores como los de San Giacomo (Poggio Bustone) o, ahora en manos de una comunidad laica, La Foresta (llegando a Rieti).

En cuanto a los —en Italia— omnipresentes restos romanos, los encontraremos en Subiaco, Trevi nel Lazio o Guarcino.

Además de las figuras de Benito y Escolástica, en la ruta evocaremos las de otros santos como Rita, Francisco o Tomás y, menos conocidos, Giuseppe de Leonessa, Felice de Cantalice, Domenico di Sora o Agostina en Pozzaglia Sabina.

Si no os llega con lo que se encuentra a pie de ruta, podéis en el inicio dedicar un tiempo a Spoleto y, tal vez, a Perugia, la capital de Umbria, y cerca del camino se pueden hacer pequeños desvíos a lugares como Tivoli (próximo a Vicovaro, Patrimonio Mundial de la Unesco) o Alatri (no lejos de Collepardo). Por fin, a la ida o a la vuelta tenemos como gran cita la eterna Roma, y si llegáis o volvéis desde el sur, Napoli con las islas de su bahía, la archifamosa costa amalfitana, el palacio real de Caserta o las ruinas romanas de Capua.