Etapa 34: Vilalba - Baamonde | Al Loro

La etapa es sencilla, muy corta y con escasos desniveles. Merece la pena considerar la posibilidad de alargarla hasta el albergue rural Witericus (sería un total de 27,8 km), hasta A Lagoa (31,4 km), o bien hasta alguno de los albergues de Miraz (33,4 km); ello nos permitiría alcanzar mañana Sobrado dos Monxes en un kilometraje más sensato. Por la variante de As Cruces (etapa 35B) podemos alargarla hasta A Pobra de Parga (26,2 km), con albergue.

El itinerario de hoy avanza a menudo por corredoiras y pistas de tierra, con algunos tramos muy bellos, siempre cerca de la nacional N-634 y de la autovía A-8; cruzaremos esta última en cuatro ocasiones, ya sea por puentes o pasos inferiores, y al final pasaremos también bajo la A-6.

Al llegar a San Xoán de Alba no es necesario cruzar la carretera nacional, pues resulta un rodeo absurdo y peligroso; es mejor caminar 200 metros a la derecha por el arcén, donde reencontraremos las flechas. Más información en la pestaña Recorrido.

Como servicios intermedios sólo disponemos de un bar-restaurante en San Xoán de Alba, y otro 1,2 km después de Pedrouzos; el final propuesto es la villa de Baamonde, que cuenta con todos los servicios.

Hoy, cosa insólita en Galicia, no cruzaremos ningún bosque de eucaliptos: nuestros acompañantes durante toda la jornada serán carballos (robles), castiñeiras (castaños) y otras variedades autóctonas, que conforman un paisaje mucho más diverso y atractivo.

Junto al camino veremos a menudo hileras de chantas, nombre gallego de las lajas de piedra clavadas en el suelo y utilizadas para delimitar fincas, un elemento típico de las culturas celtas. En la zona se han descubierto numerosas mámoas (túmulos funerarios de época neolítica) y castros prerromanos.

Su albergue de peregrinos, con casi 100 plazas, se encuentra en pleno casco urbano y cuenta con un agradable patio-terraza.

Una leyenda atribuye la fundación de la villa a Badamundus, guerrero que participó en el año 844 en la mítica batalla de Clavijo; poco después fue enviado a Inglaterra como embajador del rey asturiano Ramiro I, donde conocería a la princesa Milia con la que se casó.

Vale la pena pasarse por la taberna-museo Galicia, establecimiento entrañable con más de 100 años de antigüedad, regentado desde 1916 por la misma familia. Además de sus guisos caseros, hay que probar su café de pota (de puchero), hecho a la antigua y que sabe muy diferente al de cafetera.