Etapa 18: Pietralunga - Città di Castello | Al Loro

Distancia: 
30,1 km
Duración: 
8 h 45 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

SOBRE LA ETAPA:

Otra etapa, y sumamos varias, con pocas opciones, a no ser la acogida siempre solícita de la Pieve de’Saddi (ofrecen café, dulces y fruta) o la presencia del bar-restaurante Il Sasso ya cerca del final. Llevad provisiones.

Tres fuentes son una bendición, ante la falta de sombra de muchos tramos, en Pieve de’Saddi (pequeño desvío), el cruce de Candeggio y el área de descanso de Il Sasso. ¡Aprovechémoslas!

Salvo en la salida de Pietralunga, con un corto tramo de escaleras, toda la etapa es apta para los bicigrinos.

Poco después de dejar atrás Pietralunga, se debe seguir al frente por Via San Vicenzo (carretera), y no a la derecha. Se evita así una senda empinada en un tramo de 300 m.

Desde Il Sasso las bicicletas van mejor por la carretera SP106 hasta Città di Castello.

Se trata de uno de los cinco o seis albergues emblemáticos de la ruta, y en él, con suerte, podréis conocer a Giovanni Corrieri, alma mater del Camino de San Francesco. Si el albergue estuviese en Città di Castello sería perfecto.

Se trata de uno de los templos más antiguos de la región (asentado sobre una posta romana, su origen se fija en el s. V) y tiene carácter martirial, ya que acogió el cuerpo del legionario San Crescenziano, víctima de las persecuciones del emperador Diocleciano. Lo que no se sabe es dónde fueron a parar sus reliquias, cuya custodia se atribuyen tanto Urbino como Città di Castello. Lo más antiguo del recinto son un relieve, en el que figura la lucha del santo contra un dragón sin alas, la cripta y la torre, que algunos creen del s. IX.

Atención al tramo de 2,4 km coincidente con la SP106 (hay alguna senda paralela), a la altura de Il Sasso, tanto por la velocidad que adquieren los vehículos de motor en las rectas como por el estrechamiento de la calzada posterior al restaurante, un punto negro de campeonato.

Postes viejos para una variante nueva. Esto es lo que ha sucedido en el tramo antes de Città di Castello: los indicadores se han cambiado de lugar, pero sin modificar las distancias, por lo que las cifras son engañosas.

SOBRE CITTÀ DI CASTELLO:

La asociación Le Rose di Gerico (Via XI Settembre, 20b, telf. +39 347 781 3671, +39 334 729 4218) informa a los peregrinos de lo que necesiten saber sobre la Vía di Francesco en la comarca. También colabora en la gestión del albergue de Santa Cecilia.

Las Termas de Fontecchio se sitúan a 3 km del centro, pero solo a 1,3 km del camino en su llegada a la ciudad. Por el momento están en obras.

Para comer realmente barato, en un ambiente juvenil, junto a la catedral está la Pizzeria La Agricola (Via Venanzio Gabriotti, 5). Si prefieres la pizza napolitana, tu lugar es Gennarì (Viale Vittorio Veneto, 16B), muy popular. A base de tapas, en las animadas terrazas de la Piazza del Garigliano.

La catedral de los santos Florido e Amancio es una auténtica caja de sorpresas. Al exterior perdura una curiosa torre circular románica del s. XI, denominada «la bella». Dentro, la iglesia inferior de dos naves acoge las reliquias de los santos titulares y, atención, ¡un hueso del dragón, símbolo del paganismo, que mató San Crescenziano en Saddi!, acaso una costilla de mamut.

Otros monumentos reseñables son la iglesia de Santa Maria Maggiore (s. XV), con frescos de la escuela del Perugino; los templos conventuales de San Francesco (s. XIII), de exterior gótico e interior barroco, con la capilla Vitelli de Giorgio Vasari, y San Domenico (s. XIV), cuyo claustro es barroco; los palacios góticos dei Priori (s. XIV) y el Podestà (1368 y s. XVII), la torre cívica del s. XIII, y un sinfín de calles y plazas con su palacios, sobre todo del Renacimiento y el Barroco. Se mantiene en pie, asimismo, gran parte de la muralla de la Edad Moderna.

El único jardín del casco antiguo merecedor de tan nombre es el del Cassero, que ocupa un baluarte de la muralla. Tiene un encanto especial, ciertamente decadente, con sus viejos árboles, parterres geométricos y la estatua de Vittorio Emanuele II en el centro, con el medallón de su hijo Umberto I en el podio. De otra época.

La colección creada por el pintor y escultor abstracto Alberto Burri, natural de la ciudad, es un orgullo local. En su fundación, con sede en el Palazzo Albizzini y en unos antiguos secaderos de tabaco, se pueden contemplar algunas de sus obras más representativas, algunas ciertamente sorprendentes. Más info: www.fondazioneburri.org

Se coma lo que se coma, especialmente pasta o carne, aquí el mérito indiscutible parece ser de la trufa (tartufo), tal es el vínculo de esta ciudad con el preciado hongo. Sin embargo, el plato más reconocido es la humilde bagiana, una menestra de habas, tomate y albahaca que se acoompaña con tigella, una pequeña focaccia.