Papadopou
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Ideas peregrinas para un Camino de invierno en  otoño V.

Salimos de Salcedo en pos de las flechas  amarillas que abandonamos en Ponte do Lor. Ese nombre me ha recordado que el día anterior me llamó la atención el dolor que fluía del doliente valle del río Lor. Sus pueblos, Carballo, Pozos, Ponte, Barxa, todos do Lor. Sólo les faltó el último incendio.  Disculpad la boutade.

Habíamos iniciado este Camino en Ponferrada con referencias a un legendario túnel bajo un castillo. Hace un par de días en Novais, llegando a Quiroga, también encontré un castillo.  Me sorprendió un panel explicativo que narraba una leyenda alrededor de ese fortaleza y un supuesto pasadizo secreto que allí había y que comunicaba con la otra orilla del Sil . Cuentan que el señor del lugar hizo enterrar a su propia hija junto a su amado, al que él no aceptaba por su baja cuna, en el interior de ese túnel donde tenían lugar sus encuentros, cegando las salidas para que no pudieran escapar. Allí quedaron atrapados para siempre y, dicen, que de los rubios cabellos de ella procede el oro del Sil. La leyenda es eso, leyenda. Él la mató porque era suya y, por desgracia, son cosas que siguen sucediendo fuera de los cuentos.

Como no hay dos sin tres, me encuentro en Monforte con otra historia de castillos y túneles. Me está viniendo la imagen de este Camino como un queso de aquellos con grandes agujeros. En esta historia fue uno de los condes de Lemos, no recuerdo cual, quien ejecutó una cruel venganza para castigar otros amores prohibidos. El infractor fue el abad del monasterio de San Vicente, adyacente al Palacio condal y comunicado con este mediante el susodicho túnel. Resultaban prácticos los túneles en esos tiempos. Dicho abad,  aprovechando las ausencias del marido, parece que accedía a la condesa túnel mediante. El conde ultrajado usó su sádica imaginación e hizo que al  burlador le pusieran una corona de hierro al rojo vivo que lo mató. Alejandro Dumas en su novela se conformó con que al prisionero le pusieran una máscara de hierro mucho menos letal que la ardiente corona del de Lemos.

Abandonamos Monforte tranquilamente bajo la fina lluvia. No íbamos demasiado lejos, solo hasta  el Pazo de Torre Vilariño. La lluvia no duró mucho y cuando cesó nos encontramos atravesando oscuros bosques con el suelo  cubierto de una alfombra de hojas que estuvieron secas pero tras el remojón dejaron  de estarlo. Los  colores absurdos de las capas con las que nos cubrimos para conjurar el agua no podían contrastar más, ni peor,  con el verde brillante del musgo y el ocre de las hojas muertas. Los paisanos andaban recogiendo las castañas y quejándose de lo malas, por pequeñas supongo, que eran este año.

Cerca de nuestro destino quería acercarme a contemplar el Cabo do Mundo. Al lado  del Camino, pero fuera del Camino. Me intrigaba ese nombre. ¿Se refiere al fin del mundo?  El término cabo en nuestro idioma tiene también esa acepción, final. Vaya usted a saber por qué lo llamaran así. Andaba yo pensando que si uno llegara al fin del mundo esperaría que no hubiera más mundo pasado ese punto. Pero eso no allí ocurría. Veía que al otro lado del rio el mundo continuaba. Sabía que, al menos lo hacía hasta Santiago, ¡ultreia! Y más allá, ¿no estaba en Fisterra el fin del mundo peregrino?

Te quedas embobado mirando ahí abajo al Padre Miño enlazándose a una caprichosa montaña  que se ha arrojado a sus brazos. Ella parece desear que él se detenga a mirarla y, para seducirlo, adorna con viñas doradas sus  laderas. Pero el rio se muestra desdeñoso y no interrumpe su lento discurrir. Aun así, describiendo un elegante círculo casi completo, la rodea en un atrevido abrazo antes de continuar su camino. Si tanto lirismo resulta desafortunado, pido perdón por ello, pero ante un paisaje tan arrebatador no puede uno sino dejarse ir en la ensoñación para intentar describirlo.

Al despertar cada día Nemorino me canta su aria más conocida.  Para los que no sepan quién es solo diré aquí que no se trata de un grupo de heavy metal.  Mañana lo cambiaré por música  de bolero  y evocare de nuevo al despertar lo que tanto me maravillo esta tarde.

Buenas noches y muchas gracias. Ultreia!

EngelAbel
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Papadopou, ese lirismo hará que cuando releas, vuelvas a la ensoñación una y otra vez. Por unos minutos consigues en quien te lee una evasión hipnótica, incluida la inmersión en esas bellas estampas. Gracias !

Xalic
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Con tus relatos estoy reviviendo este camino que terminamos hace un mes. También eramos cuatro (mi esposa, dos amigas y yo mismo) y acabo de vernos ahora mismo saliendo de Torre Vilariño entre la niebla al leer "Los colores absurdos de las capas con las que nos cubrimos para conjurar el agua no podían contrastar más, ni peor, con el verde brillante del musgo y el ocre de las hojas muertas ..."

Indi
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El mirador como punto de contemplación es magnífico. Pero la elección del lugar de emplazamiento del castro de Arxeriz sobre el Cabo do Mundo no pudo ser meramente estratégica.

En su elección debieron concurrir forzosamente elementos simbólicos y sagrados. Cómo no va a ser Galicia tierra fértil de mitos y leyendas ancestrales, cuando la ensoñación allí puede ser un estado mental permanente, por mucho que llueva o azote el viento.

Plantado en lo más alto, con el castro a mis pies y a mis espaldas, y el Cabo ante mí enmarcado por el majestuoso Miño, no pude evitar dejarme llevar por la emoción. Ensoñación o no, la imaginación recreaba el lugar lleno de vida; la pausada e ininterrumpida rutina diaria de hombres y mujeres en sus quehaceres cotidianos; risas infantiles y correteos traviesos intramuros; el humo de los hogares ondeando como estandartes en un mundo tan distinto como desconocido para nosotros hoy. Olor a humo y a castañas, a manzana, a leña recién cortada y a hierba mojada. Ganado paciendo extramuros.
No siempre la vida en aquellos castros tuvo que estar sumida en el miedo y la incertidumbre. Muchos tal vez nunca conocieron una guerra tribal, una legión romana asediando su aldea. De hecho, la mayoría no sufrió ningún asedio, o sólo uno y definitivo. 
¿Por qué siempre suponemos un final y unas vidas dramáticas al situarnos frente a las ruinas de antiguos pueblos? ¿Qué nos sugestiona a ello? Sin duda la Historia contada y las imágenes de libros y películas hacen su trabajo, pero, ¿acaso los habitantes de La Palma vivían atemorizados y atribulados hasta hace unos días ante la amenaza de encontrarse bajo un volcán? Esa misma cuestión acudió a mí en aquel lugar.
En el castro de Arxeriz no puedo sino imaginar que en su día a día la mayor amenaza consistía en no tener qué comer al día siguiente, amenaza que hoy en día tendría su razón de ser para cualquiera de nosotros si mañana no tuviéramos un supermercado o un restaurante cercano y nos encontráramos de repente en un castro del Siglo I a.c., pero no para ellos, con la riqueza que les rodeaba y sus conocimientos.

Cuesta despedirse de ese lugar. Pero tuve que hacerlo si no quería encontrar el recinto cerrado y regresar sin apenas luz. Mi último pensamiento fue para el lugar exacto en el que me encontraba. Entre los recintos excavados hasta el momento en el yacimiento no había ningún templo, posible lugar de culto o edificación aparentemente de uso comunal. 
¿Dónde pudo haber estado situado en el caso de haberlo? La respuesta era evidente: bajo mis pies.
El regreso fue un paseo memorable a través del pazo. Serenidad y paz lo definen perfectamente.
Gracias por recordármelo, Papadopou.

 

Papadopou
Imagen de Papadopou

Hola, Indi. Sobre lo que dices, la chica que estaba allí encargada nos explicó que las excavaciones no han encontrado vestigios de una destrucción súbita (con restos quemados por ejemplo) lo que sugiere que cuando los romanos aparecieron por allí, los que allí vivían lo aceptaron y se sometieron al poder de los recién llegados. Supongo que eso supuso trabajar más para cumplir con las exigencias que les impusieron. Pero la vida continuó. 

Papadopou
Imagen de Papadopou

Gracias EngelAbel. Gracias Xalic. Me alegro que os guste. Yo es la primera vez que me entretengo explicando estas vivencias e impresiones. Normalmente el día no me  da más de sí porque las etapas suelo alargarlas algo más pero en esta ocasión  aprovecho que mis acompañantes necesitan más tiempo de descanso y el tiempo libre lo dedico a explayarme. Ayer, además, visitamos el museo de Arxeriz y, yo sólo, me fui de paseo para buscar mejores miradores sobre Cabo do Mundo. Por cierto, para el que tenga ganas recomiendo ir hasta la bodega Abadía da Covas. Tal vez la mejor panorámica. Saludos.

Fernando Cristó...
Imagen de Fernando Cristóbal Otxandio

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Escribir sobre lo vivido ayuda a "encajar las piezas", el esfuerzo físico y las sensaciones, las anécdotas y las ensoñaciones. El relato por supuesto que se deja mil cosas en el tintero, pero es un buen hilo vertebrador de la experiencia, a la que luego se le puede añadir más cuentas.

Con ese paisaje que describes - y que no conozco- me da que iría genial la música de Wagner. ¿No hablabas el otro día del Santo Grial? Pues Wagner, en su ópera "Parsifal", sitúa la búsqueda del santo cáliz en brumosos bosques de una Hispania de leyenda. (Recuerdo una tarde de este verano en que llegando a los montes de Oca yo iba cantando la "muerte de Amor" de la ópera "Tristan e Isolda" tb del músico alemán... todo un poquito nazi, pero bueno).

Indi se pregunta el por qué de esas melodramáticas leyendas en esos paisajes agrestes... joer, es que ves unos acantilados y ¿a quién no se le ocurre a alguien cayendo de ellos mientras canta un aria jajaja!? Y un castillo con túnel es perfecto para infidelidades o dragones... and so on.

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Indi
Imagen de Indi

Ahora que lo dices, y al hilo de encajar las piezas al escribir sobre lo vivido, reconozco que me sentí allí un poco como El caminante sobre el mar de nubes, de Caspar David Friedrich. Romántico que es uno

Papadopou
Imagen de Papadopou

A mi me sugería mas bien un baile agarrao.  Mas un tango que un  bolero, que no se siquiera si se puede bailar y si se baila, pegaos o separados. Además desde que vi la peli de Woody Allen 'Misterioso asesinato en Manhattan',  me  acuerdo de aquella frase del protagonista que cada vez que escucha a Wagner le entran ganas de invadir Polonia. 

José Antonio Gi...
Imagen de José Antonio Gil Martínez

Hola Papadopou.
Sobre la leyenda del castillo de Os Novais y el túnel que comunicaba ambas orillas yo conocía otra versión, que quizás sea la misma, y en la que aparecen las Lavandeiras del Sil.

https://turismo.ribeirasacra.org/en/mural-lavandeiras-del-sil

Un saludo y buen Camino.

 

Papadopou
Imagen de Papadopou

Hola, José Antonio. Gracias por el apunte. En efecto parece la misma historia que referían muy brevemente en el panel del castillo, aunque yo allá no recuerdo que mencionaran las lavandeiras tal vez simplemente por concisión. Saludos.