Recarga de energía
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Estoy este Octubre de Hospitalero en el albergue parroquial de Foncebadón, en la montaña leonesa. El otro día llegó Rabíh , un libanés cristiano maronita. Es un apasionado del Camino de Santiago y yo de broma le dije que ya me gustaría a mí peregrinar por su tierra, camino de Jerusalem…
Y claro, una vez más me di cuenta de que soy un bocazas y había metido la pata. Porque evidentemente, el Líbano es el Líbano, y ni Rabih puede vivir ya allí: es de Beirut y sufrió las guerras civiles de los años ochenta, entre musulmanes y cristianos. Hoy sus hijos viven en París, y él se gana la vida en Qatar. Mi broma reabrió su herida y durante la cena comunal su historia resonó en todos nosotros.
Por la mañana aprovecho para andar un rato por el Camino. Tengo dos opciones: si dejo las intendencias (limpieza, etc) para más tarde y salgo a las 8:00 me da tiempo a bajar a la misa de los benedictinos de Rabanal.
Si hay mucha faena en el albergue primero hago todo, y luego salgo hacia arriba, dirección Manjarin. En media hora larga estoy ya en la Cruz de Ferro: toco el tronco de la cruz, y media vuelta hacia Foncebadón.
Esto de tocar el tronco se ha convertido estos días en algo especial. Estoy a un tris de decir que siento una descarga de energía. Y claro, es una licencia literaria, porque no hay nada físicamente palpable en ello. Pero vaya que sí es una experiencia resonante cada vez.
Con la palma de mi mano en la madera, me vienen a la conciencia tantas historias humanas que han desembocado ahí, tantos anhelos, y dolor, tanto esfuerzo y superación, en cada piedra, en cada foto descolorida, en cada papelito escrito en coreano o polaco, en cada rostro e historia que ha pasado por el albergue.
Es notable cómo las historias de otros, por muy doloridas y dramáticas que sean, pueden darnos fuerza a los que las atendemos, por la riqueza de vida que hay en ellas. De eso debe ir en parte el misterio de la cruz, supongo.
Me vienen a la cabeza aquellos versos de A.Machado:
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel
Mientras voy bajando por los hermosos montes de León, este sol otoñal y este aire tan limpio y grande rearmonizan las cosas de la vida en mi corazón.
Va por ti, Rabih!!
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Las historias vividas por la gente, explicadas o no, llenan el aire que nos rodea y conforman una malla que nos contiene. Podríamos llamarla, con toda razón, la Historia. La de todas las gentes que han poblado los siglos desde antiguo y hasta ahora. Conectar con esas historias es hacerlo con quienes las protagonizaron (a veces más bien las sufrieron). La cruz y su mástil son una antena que recibe esos ecos y los transmite. Quienes sean capaces de recibirlos se sabrán parte de un existencia común que viene de lejos. Sentirse acompañado resulta reconfortante. Saludos, Fernando.
Que disfrutes de tu labor como hospitalero, Fernando! ¡Que disfutes del tiempo en el albergue y en los montes!
Seguro que vas a recargar energía.
A. Machado
"Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón."
Ser Hospitalero fuera de la época masificada debe ser muy gratificante... espero y deseo que nos vayas transportando a conocer esas "sandalias" que se acercan desde la lejanía
¿Dónde quedaría el espíritu del Camino sin l@s hospitaler@s voluntari@s? ¿Y sin albergues de acogida tradicional?
Gracias!!!
lo que diferencia a el camino de una ruta de senderismo , es practicamente eso
Fernando, un honor leerte. Y estoy segura de que esa energía que recoges todos los dias en la Cruz, la devuelves enterita a los peregrinos que llegan ahi. Un abrazo, compañero!
Hola Fernando! Un placer leer y compartir tu vida de hospitalero. A ver si en mi próxima estancia consigo escribir algunas líneas pues verdad que hay muchas historias que contar. Que sigas disfrutando y, si puedes, nos hagas partícipes de ello
El año que viene me lo pido que allí se come de muerte
Un saludo Fernando. Fue un placer estar en tu albergue en mi segundo dia de camino. Ya de regreso en mi tierra después de haber estado en el fin del mundo.
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😉
Por eso que dices del segundo día, debo deducir que eres de los que empezó en León: o Josep de Barcelona o Antonio - Toni - de Mallorca. ¿Qué tal ha sido la experiencia en general? Un abrazo.
Salí de Astorga el mismo dia que llegaste al albergue, fuiste mi segundo albergue, soy el que lo perdia todo
. La experiencia ha sido maravillosa, con tan buen inicio todo fue a mejor. Al final no vi amanecer en la Cruz porque llegué demasiado pronto y habia que adelantar. Espero volver a coincidir contigo.