Tras haber visitado este santuario franciscano vamos rodeando su propiedad, acompañados por un Vía Crucis con sus estaciones representadas en cerámica. En lo alto no hemos de confundirnos con carteles engañosos, sino seguir la carretera a Rieti, que ha sido provista en 2024 de una senda paralela a su derecha.
A la vista de la Valle Santa, ahora con presencia de su ciudad rectora, justo antes del acceso a la Villa dell’Annunziata nos desviamos a la izquierda (no nos despistemos) por un camino herboso, luego senda entre matorrales y arbustos, que desciende hacia una vaguada. Ya como pista de tierra prosigue por el bosque hasta regresar a la carretera; 100 m después aparece el cartel de Rieti.
En la rotonda con la cruz sobre la bola del mundo, que recuerda el Año Santo del 2000, comienza el trayecto urbano por la Via Angelo Maria Ricci, que tras el cementerio va a la derecha entre altos pinos de copa y ante la Sabinas Universitas. Al fondo ya se divisa la torre de la catedral.
Dejamos a la derecha la capilla de la Madonna dell’Orto para cruzar la vía del tren y toparnos con la muralla medieval (supermercado Carrefour y farmacia). Conviene acceder al casco antiguo por la Porta Conca, la primera que encontramos, y de este modo rodeamos la cabecera gótica de la iglesia de Sant’Agostino hasta la plaza que precede a su fachada, donde se encuentra la histórica heladería, chocolatería (deliciosos bombones artesanales) y café Napoleone, muy recomendable.
A continuación, procede cruzar en diagonal la Piazza Guglielmo Oberdan (fuente), con la estatua sedente del romano Marco Terencio Varrón, eminente ciudadano reatino que destacó por sus aportaciones agronómicas. Por fin, a través de Via Ludovico Potenziani y Via Pennina, alcanzamos la Piazza Vittorio Emmanuele II (Ayuntamiento y Torre Cívica), que enlazando con la ajardinada Piazza Cesare Battisti nos permite llegar a la catedral.