Etapa 16: Castres - Dourgne | Al Loro

Distancia: 
21,8 km
Duración: 
5 h 15 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
2

En la etapa hay más asfalto del debido, y también tres tramos críticos en los que peregrinos y tráfico conviven mal por la ausencia de arcenes o pasos de peatones: 1. El tránsito por la D85 en Lacaze Haute, bastante largo, 2. El paso por la D50E hasta Fongloudou, y 3. La confluencia con la D14 y su cruce a la altura de Bartolles.

Sin grandes desniveles, y con absoluto dominio del asfalto, la etapa resulta ideal para los peregrinos sobre dos ruedas.

A mitad de etapa, reúne muy buenas condiciones para el preceptivo descanso. En su parque des Ormeaux, panorámico sobre la llanada, contamos con mesas, bancos, wc y fuente; tienda y panadería se encuentran en la parte baja.

Edificio de notable envergadura, el castillo es un compendio de diferentes períodos históricos. Sobre los cimientos medievales, tras las Guerras de Religión del s. XVI es reconstruido y se apalaciega (apertura de ventanales), y en los s. XVII y XVIII continúan las modificaciones en el mismo sentido, hasta la gran obra de inicios del s. XIX (Jean-Pierre Laffon), que es la que nos proporciona su actual imagen neoclásica.

Otro tanto cabe señalar de la iglesia de Saint-Martin, cuya estructura original del s. XV fue modificada en el s. XIX (ábside y torre), época en que se dispuso el remate almenado y se colocó en lo alto de la torre la imagen de la Virgen. Una tercera torre almenada es la del Reloj, que forma parte de la Mairie.

Otro lugar sugerente para detenerse es el parque de la iglesia de Saint-Jean de Verdalle.

La iglesia de Saint-Jean-Baptiste de Verdalle, solitaria, al borde del Camino, fue construida en los s. XII y XIII. Sobre la torre antigua fue elevado, en el s. XIX, un remate octogonal de tres cuerpos de ventanas en estilo neo-románico.

Detectamos un problema de orientación antes de Bartolles, pues el Camino atraviesa un campo en el que la hierba crece sin control y las señales se pierden. La referencia está en la D14, visible al fondo, en la que necesariamente hay que desembocar.

Para quien desee pernoctar en la abadía de En Calcat, en vez de seguir el GR deberá desviarse por el camino señalizado desde la granja En Jaurès. Esta ruta también es válida para quien se dirija a Sainte-Scholastique, pues de este modo podrá visitar el monasterio de En Calcat primero. Al día siguiente no hay más que seguir la D85 a Dourgne.

Sin minusvalorar otras opciones para pernoctar, entre las que se cuenta, por cierto, un albergue con mucho espíritu peregrino (En Gout), hacerlo en el albergue de una abadía, y poder participar en las oraciones de su comunidad, y en la cena con el resto de huéspedes de la hospedería, es algo que no se puede vivir a diario.

Abadía de En Calcat. La fundación benedictina, realizada por el monje Dom Romain Banquet, se puede considerar heredera de la gran abadía de Sorèze. El ambicioso edificio, iniciado en 1890, es un claro ejemplo del historicismo, no ausente de teatralidad tardo-romántica, que adopta el estilo neo-románico y utiliza un aparejo de sillarejo, lo que nos recuerda algunas obras el primer Gaudí, tal el palacio episcopal de Astorga. Unos 60 monjes residen en la abadía.

Abadía de Saint-Scholastique. Sorprende la presencia de un segundo monasterio de mayor tamaño, también benedictino pero de la rama femenina, en proximidad del anterior. También de finales del s. XIX –fue comenzado en 1891, y la iglesia concluida en 1927–, su estética, como comentaba una hermana, es la de los castillos de Harry Potter. La iglesia muestra alta torre del reloj rematada en aguja, y se encuentra precedida por el voluminoso cuerpo de la conventual, encuadrado por dos torreones. La comunidad llega a las 50 hermanas.

En lontananza, sobre la montaña que domina la localidad, los peregrinos divisamos una gran estatua y una capilla. La primera es la imagen de Saint-Stapin o Estapi, ermitaño del s. VII al que nos podemos encomendar, ya que en vida curaba la gota y otros males que afectaban a los pies, su especialidad. La leyenda indica que era tal su amor por la vida sencilla, que rechazó la mitra de Carcassone para regresar a su cueva. Donde estuvo su morada, en la Roc de l’Abbade fue colocada una grande estatua del santo local, que en realidad parece haber sido la cristianización de un personaje de la mitología pagana, acaso un gigante. A cierta distancia de la estatua, y a mayor altura, aparece la capelette de Saint-Férreol, otro compañero eremita retirado a este “desierto”, que lleva su nombre. Fue reconstruida en 1947, conforme al estilo de la abadía, por los benedictinos de En Calcat.

En la tienda de la abadía de Saint-Scholastique se pueden adquirir productos elaborados por las monjas o procedentes de otros monasterios de la orden, tanto objetos religiosos, como de aseo y gastronómicos (a destacar sus mermeladas, que nos pueden endulzar los desayunos de varias jornadas).