Camino de Le Puy | Información

El Camino de Le Puy, también conocido como Vía Podiensis, es el más popular y antiguo de los Caminos de Santiago en Francia. Fue entre 950 y 951 cuando Godescalc, obispo de Le Puy, acompañado de un numeroso séquito, emprendió el camino hacia la tumba del apóstol encomendándose a la Virgen de Notre-Dame du Puy. Desconocemos el itinerario que siguió, pero sí tenemos sobrada información del qué pisaron las decenas de miles de peregrinos medievales que tiempo después lo imitaron, tomando como punto de partida, o relevante estación de paso a Compostela, el gran templo mariano de la catedral de Le Puy. Eran devotos procedentes, fundamentalmente, del centro de Francia, de Suiza, Alemania, Austria, Polonia o Hungría. La gran cantidad de monumentos que jalonan la ruta, la huella permanente de los hospitales de peregrinos y las numerosas leyendas que han sobrevivido al paso de los siglos, dan testimonio del esplendor de la peregrinación en la Edad Media.

En la actualidad el número de peregrinos se ha estabilizado en esta ruta: en 2018 fueron 3.028 los que partiendo de la ciudad de Le Puy llegaron a Santiago y recogieron la Compostela. Sin embargo, según los datos de las asociaciones jacobeas de Francia, aunque el cómputo solo es aproximativo, se calcula que cada año alrededor de 30.000 peregrinos recorren este itinerario.

Por lo tanto se entiende que la mayoría de los que comienzan en Le Puy, casi todos a pie, dividen el recorrido en porciones, con la intención de ir completándolo poco a poco en función de sus posibilidades. Un tramo clásico para los randonneurs –no tanto peregrinos–, mucho más frecuentado que los demás por su atractivo paisajístico, es el de Le Puy a Conques (9-10 días). Asimismo hay una gran proporción de caminantes, entre los franceses, que concluyen su travesía en Saint-Jean-Pied-de-Port, sin intención de proseguir hasta Galicia (el Camino de Santiago sin Santiago). No llega al 10% el número de quienes con dos meses por delante, y una buena forma física, completan la vía de un tirón, los 1.530 km que separan Le Puy de Compostela; entre estos últimos, como es fácil de adivinar, hay muchos jubilados.

Una buena parte de los peregrinos del Camino de Le Puy son franceses o alemanes y, en menor medida, suizos, austríacos, belgas, holandeses, italianos, canadienses y norteamericanos. Es una lástima que apenas haya españoles. París es París, pero la Francia rural también es una maravilla que vale la pena conocer...

En cuanto a la toponimia, por una cuestión práctica los nombres de las poblaciones los escribiremos siempre en francés, mientras que los nombres de los departamentos y regiones los escribiremos en español. Por otra parte, en esta web consideramos que el Camino de Le Puy acaba en Saint Jean Pied de Port, donde empieza el Camino Francés.

Ah, y ahora sí la última cuestión. Las guías contienen errores (todas) y con el paso del tiempo van quedando desactualizadas. Te agradacemos tu comprensión, y también tu ayuda opinando sobre los albergues (en su ficha) e informándonos de aquello que consideres relevante para mejorar la información de esta web. Bon Chemin!

Conques

El Camino de Le Puy tiene a su favor un hecho histórico: la peregrinación de su obispo Godescalc a Compostela, entre 950 y 951, acompañado por una comitiva de casi 100 personas; y no sólo eso, sino sus acciones para promover el culto a la Virgen y a San Miguel en su sede, y para establecer un vínculo entre ambos santuarios fundando o apoyando prioratos y hospitales. Segundo peregrino ultrapirenaico documentado, tras un alemán del que se tiene constancia unos años antes, su acción lo convierte en uno de los primeros propagandistas de la ruta jacobea, aunque por desgracia ignoramos cuál fue el itinerario que pudo haber seguido, salvo que pasó por Pamplona y el monasterio riojano de Albelda, donde había encargado un códice a su famoso scriptorium. A día de hoy sigue siendo recordado, en la catedral podiense, al realizar la bendición de peregrinos.

El Códice Calixtino, en su libro V o guía de peregrinos, menciona el Camino de Le Puy como una de las cuatro grandes vías que atraviesan Francia, aunque sin gran detenimiento. Sorprende que en el Capítulo VIII, en el que se explaya sobre los cuerpos santos “que deben ser visitados por los peregrinos”, nada se diga sobre esta ruta, cuya única referencia es que parte de Santa María de Le Puy y pasa por Santa Fe de Conques y San Pedro de Moissac, rien plus

Resulta por tanto curioso que la ruta más concurrida en la actualidad no fuese, precisamente, la más recomendable para los forofos de las reliquias y otras devociones, aunque también estén presentes: la Virgen Negra de Le Puy convirtió a su ciudad en un gran centro de culto mariano, y otro tanto cabe decir de Rocamadour, que pudo constituir un desvío a partir de Figeac; en Conques estaba el cuerpo de la mártir Santa Fé, traído de Agen; en Saint-Sauveur de Figeac los de los santos Vivien y Marcel, trasladados desde Saintes; en la catedral de Cahors un Santo Sudario; en Saint-Pierre de Moissac los cuerpos santos de Cipriano de Cartago, Julián de Brioude y Ferréol de Vienne; y en Aire-sur-l’Adour el de Santa Quiteria. No está mal.

El Camino de Le Puy conoció un gran movimiento en el Medievo y a posteriori, contando con una importante red asistencial dirigida a los peregrinos, desde los prioratos-hospital a las casas atendidas por donados, que pese a verse arruinada por las Guerras de Religión del s. XVI, solo se extinguió cuando la  Revolución enajenó sus rentas y subastó los edificios monásticos y hospitalarios. Dos ejemplos icónicos de estos hospitales se situaban en los pasos difíciles de La Margeride y el Aubrac: el de Saint-Roch, próximo a Le Sauvage, que comienza su actividad en 1198, y la domerie d’Aubrac, fundada en 1120 por el vizconde flamenco Adelardo. A los anteriores, por su envergadura, habría que sumar el gran Hôtel-Dieu de Le Puy, y otras muchas casas situadas junto a los puentes, en medio de los bosques o en las principales poblaciones.

Si nos detenemos en los territorios y provincias históricas, nuestro viaje comienza al sur del antiguo condado de Auvernia, pues el Velay (de Le Puy) y el Gévaudan pertenecían al Languedoc. De aquí pasamos a la Guyena, con las antiguas provincias de Rouergue y Quercy. En el tramo final pisaremos el extenso país de Gascuña, a través de las circunscripciones del Condomois, Armagnac, Landas y, llegando a los Pirineos, el condado del Béarn y las provincias vascas de Soule y Baja Navarra, en su día integradas en el reino de Navarra.

Llegados al presente hemos de recordar que este Camino de Santiago fue el primero en ser recuperado y reconocido por el entonces Comité National des Sentiers de Grande Randonnée (GR 65), y que actualmente se ha convertido, con mucha diferencia, en el más conocido y transitado de los cuatro históricos, a los que podemos también sumar la Vía del Piémont. Tanto es así que por él circulan cada año más peregrinos que por todos los demás juntos.

Hasta Le Puy, desde Genève llega la Vía Gebennensis (extensión del GR 65), recorrida sobre todo por franceses, suizos y alemanes, y en España enlaza con el Camino Francés, que en Navarra sigue contando con marcas del GR 65. El Camino de Le Puy también forma parte del Sendero Europeo E-3, que va del Mar Negro (Bulgaria) al Cabo de São Vicente (Algarve, Portugal).

El contraste climático afecta especialmente a este itinerario, pues en las etapas por las montañas y mesetas del Macizo Central, varios días superando los 1.000 m de altitud (Margueride, Aubrac), los rigores continentales se harán notar también en primavera y otoño, e incluso en verano, por lo que será preciso llevar en toda estación prendas de abrigo y protección para las frecuentes lluvias. Atravesar en invierno dicho tramo, comprendido entre Le Puy y el valle del Lot, no es recomendable en absoluto para aquellos que no tengan experiencia de marchar con hielo y, probablemente, nieve, a los que sumar, en muchas ocasiones, un fuerte viento: tres en uno.

Las cosas cambian a partir del Valle del Lot, donde los calores estivales pueden aplacarse al caminar mucho tiempo entre bosques, y de forma más acusada en el Valle del Garona. Las temperaturas suben en el Tarn-et-Garonne, el Gers y las Landas, pudiendo superar los 30º a partir de mayo, por lo que conviene estar preparados para evitar los efectos de la radiación solar.

Por último, en el sector más próximo a los Pirineos suele llover bastante (es la región con más precipitaciones de Francia junto a las de Nord-Pas-de-Calais, Normandie y Bretagne), aunque el clima resulta bastante suave por la influencia oceánica.

La conclusión es que quien se plantee completar el Camino de un tirón tendrá que adaptarse a un tiempo probablemente cambiante, previendo llevar ropa para el frío, el viento, la lluvia y el calor, que incluso puede ser sofocante -todo el mundo lo atribuye al Cambio Climático- entre mayo y septiembre. La previsión meteorológica diaria en: www.meteofrance.com o www.eltiempo.es.

El paisaje del Camino también nos va a deparar fuertes contrastes entre las montañas del Macizo Central, por las que transitamos en las primeras etapas, hasta las colinas prepirenaicas y la serrada barrera del Pirineo, visible diez días antes de alcanzar Saint-Jean-Pied-de-Port.

En la propia ciudad de Le Puy ya comienzan las cuestas donde el Velay, vieja plataforma volcánica cubierta de praderas y fresnos, da enseguida paso a la granítica montaña de La Margueride, con mayor presencia de bosques resinosos compuestos de pinos silvestres o abetos. El Macizo Central concluye con el paso por la basáltica y desolada meseta del Aubrac, ocupada por prados de altura y turberas, y con una gran variedad vegetal, de las mayores de Europa, ya que se contabilizan más de 2.000 especies, incluidas la emblemática genciana, endemismos como el té del Aubrac y algunas plantas de muy escasa presencia continental, como las carnívoras droseras. La floración primaveral constituye un auténtico espectáculo. En esta zona el Camino toca techo al superar los 1.300 m en la zona de Le Sauvage y Aubrac.

Para alcanzar el valle del Lot, a 336 m de altura en Espalion y 313 m en Estaing, hemos de salvar un gran escalón, tapizado por bosques, en el que asistimos a una lección de botánica: los hayedos y acebales de la parte alta van dando paso a masas compuestas por robles y castaños.

Los aprovechamientos agrícolas y ganaderos se vuelven a intensificar a partir de Estaing y hasta Conques, con una nueva irrupción de masas boscosas, el paso momentáneo por el bucólico valle de Le Célé, con una variante encajada en su desfiladero, y en los sucesivos retornos al valle del Lot.

Por el Quercy nos adentramos en un característico paisaje kárstico, de suelos calizos y cursos de agua subterráneos, donde las penillanuras pedregosas se encuentran tapizadas por el bosque mediterráneo, dominado por el roble pubescente y un matorral espinoso del que por desgracia está desapareciendo el bojeral. El terreno sostiene una cabaña ovina que ha dado lugar a una cultura pastoril testimoniada en sus chozos.

Un último encuentro con el Lot, en Cahors, nos va a trasladar a uno de los sectores más humanizados de la ruta, que se prolonga hasta Moissac y el valle del Garona con sus llanuras sedimentarias cultivadas, que es donde alcanzamos la cota más baja, 58 m a los pies de Auvillar, respecto al nivel del mar.

El paisaje del Gers, típicamente mediterráneo, nos puede evocar al de la Toscana, la Umbria o ciertas comarcas del sur de Cataluña y Castellón. Coronando sus colinas se localizan pequeños bosquetes de robles y pinos, en los valles y a media altura los cultivos tradicionales (viña, cereales, frutales), y escoltando los cursos fluviales algunos bosquetes residuales de galería.

Al modo de una radical transición, al cruzar el Adour penetramos unas millas en Las Landas, dominadas por extensas planicies, antaño insalubres marismas, que han sido desecadas y dispuestas para la producción agraria, alcanzando el maíz casi un rango de monocultivo.

A no ser por la presencia de ciertos valles interpuestos e intensamente cultivados en sus llanuras de aluvión, como el de la Gave de Pau, en el área prepirenaica el terreno vuelve a quebrarse como consecuencia del plegamiento alpino, y en sus siempre verdes colinas predomina la tradicional cultura del pastoreo, con abundancia de pastos y más bosques de robles y castaños.

La Vía Podiense atraviesa dos parques naturales regionales, ambos en la primera mitad: el de L’Aubrac (www.parc-naturel-aubrac.fr), que abarca 2.282 km2, creado en 2018, que recorremos por los departamentos de Lozère y Aveyron a través de La Margueride y el Aubrac; y el de las Causses du Quercy (www.parc-causses-du-quercy.fr), con 1.855 km2, que data de 1999 y cruzamos por el departamento del Lot, con las Causses de Limogne y el Quercy Blanc, hasta las inmediaciones de Cahors.

Con la nueva y sintética planta regional, establecida en 2015, el itinerario circula por las regiones de Auvergne-Rhône-Alpes (de Le Puy hasta Le Sauvage y la capilla de Saint-Roch), Occitanie (desde el anterior punto hasta Barcelonne-du-Gers) y Nouvelle-Aquitaine (desde Aire-sur-l’Adour hasta Saint-Jean-Pied-de-Port y la frontera pirenaica).

Los departamentos atravesados por el Camino son los siguientes: en Auvernia el de Haute-Loire, cuya capital es Le Puy-en-Velay; en Occitania los de Lozère, Aveyron, Lot (con capital en Cahors), Tarn-et-Garonne y Gers; y en Nouvelle-Aquitaine los de Landes, una pequeña porción, y Pyrénées-Atlantiques.

Las principales poblaciones no superan en ningún caso los 25.000 habitantes, siendo las más pobladas, por este orden: Cahors (20.447), Le Puy-en-Velay (20.135), Moissac (12.990), Figeac (10.544), Condom (6.816) y Aire-sur-l’Adour (6.669). Por lo tanto, y a diferencia de los itinerarios de Arles (Arles, Montpellier, Toulouse, Auch), Tours (Tours, Poitiers, Burdeos) o Vézelay (Nevers, Bourges, Châteauroux, Limoges, Périgueux, Mont-de-Marsan), estamos hablando de un camino eminentemente rural, que pasa por amplias áreas con baja densidad de población. La tranquilidad está asegurada.

Situados en Le Puy-en-Velay todo parece lejano: nos separan 742 km de Saint-Jean-Pied-de-Port, y otros 766 km hasta Santiago de Compostela, o sea, algo más de 1.500 km, todo un mundo. Para cubrir tan larga distancia se necesitan dos meses si caminamos una media de 24,6 km al día (61 días), pero algo más si pensamos detenernos para visitar algunas de las ciudades. Sin embargo pocos son los que hacen de un tirón la ruta de Le Puy a Compostela, pues sumando incluso a los que llegan desde más lejos, pasando por la ciudad, rondan los 3.000 peregrinos al año, o sea, menos del 1% de los que recogen la Compostela, ¡dichosos y afortunados ellos!

Lo más habitual, todavía más frecuente que en el Camino Francés, es que aquí se haga el itinerario por tramos, e incluso que solo se complete alguno de ellos (mentalidad de senderista), sin la más mínima intención de llegar a Compostela. En función del emplazamiento de las principales poblaciones, que están aceptablemente comunicadas, estos serían los tramos: el más popular, con diferencia, es el que va de Le Puy a Conques (202,4 km), en el que se emplean entre 8 y 10 días; quienes sigan hasta Cahors, a 341,4 km de Le Puy,  deberán sumar 139 km (5-6 días); y si lo hacen hasta Moissac (a 414,9 km de Le Puy), 73,5 km más; Condom está justo a 500 km de Le Puy, y Aire-sur-l’Adour a 581,2 km.

Quien disponga de períodos vacacionales cortos, podrá por lo tanto plantearse repartir la experiencia en dos o tres entregas. Para una partición en dos lo más lógico sería de Le Puy a Cahors (341,4 km) y de Cahors a Saint-Jean-Pied-de-Port (400,9 km), concentrando las mayores dificultades orográficas en el primer sector. Para una división en tres: Le Puy-Conques (202,4 km), Conques-Condom (297,6 km) y Condom-Saint-Jean-Pied-de-Port (242,3 km). En cualquier planificación sería conveniente reservar un día completo para visitar Le Puy-en-Velay.

Si solo disponemos de un período reducido de tiempo, digamos un puente o una semana, si bien todo dependerá de donde se parta, y de los medios de comunicación utilizados, el largo viaje hasta Le Puy no suele compensar, del mismo modo que quienes vienen de países lejanos a España no suelen hacer un itinerario corto, pues siempre es conveniente amortizar el viaje y evitar las palizas.

Así como en los restantes caminos jacobeos es relativamente frecuente que se haga solo un tramo final más o menos largo, por ejemplo en el Portugués Central únicamente desde Porto, en el Francés ya sabemos lo que ocurre y, por citar un caso galo, en el de Arles solo desde Toulouse, en el itinerario que nos ocupa, al estar aún muy lejos de Compostela, pero sobre todo por el gran atractivo que tienen la ciudad de partida y las primeras etapas por el Macizo Central, nadie quiere perderse la parte inicial hasta Conques. Podríamos por lo tanto decir que el Camino de Le Puy carece de sentido si no partimos de la catedral de Le Puy y atravesamos el Aubrac, pasando por Estaing, Conques o Figeac.

Las etapas tipo, con una distancia de entre 20 y 30 km, aparecen bastante bien definidas con ligeras variantes entre las que citar: en la 3ª se puede llegar hasta Saint-Alban-sur-Limagnole, en la 6ª pararse en Saint-Chély-d’Aubrac y en la 7ª, acaso, cambiar Estaing por Espalion como meta. Más adelante las poblaciones relevantes ya van marcando con claridad las jornadas, sobre todo si tenemos la intención de conocer mínimamente su patrimonio, aunque existen muchas opciones intermedias para quienes caminen menos, o para aquellos que prefieran la tranquilidad de los pequeños núcleos rurales y sus granjas. Con ligeras variantes (en la jornada 13ª se puede llegar a Varaire o Vaylats), la mayoría de peregrinos hace las etapas aquí propuestas, aunque hay algunas, sobre todo en el Gers y en el Béarn, que superan los 30 km.

Por condicionantes de diverso tipo incluimos algunas etapas ligeramente inferiores a 20 km, pero tan solo una realmente corta, la de Espeyrac a Conques, concebida para que se pueda disfrutar de la localidad más bella de la ruta al menos medio día.

Diversas variantes nos permiten acortar las etapas propuestas por el GR, realizar desvíos turísticos o procurar alternativas paisajísticas. Entre las más relevantes están las siguientes:

1. En la 7ª etapa la variante fluvial del Lot, que acorta en distancia y evita un exigente ascenso, facilitando la llegada a Espalion.

2. Para la 8ª etapa se plantean dos alternativas muy parecidas por Golinhac (GR 65) o Campuac (GR 6), que convergen ya cerca del final de la jornada.

3. A la salida de Conques, en la etapa 11ª, también se puede elegir entre el GR 65 (por Noailhac) y el GR 6 (más largo pero con menos asfalto).

4. Tras Figeac nacen dos grandes variantes, de tal envergadura que se pueden considerar, ambas, caminos independientes: la de Rocamadour (GR 6/GR 652), que supondría alargar la marcha entre 3 y 5 etapas, y perderse enclaves tan emblemáticos como Cahors, Lauzerte, Moissac o Auvillar, pues no enlazaríamos hasta La Romieu; y la ruta del Valle de Le Célé (GR 651/GR 36), que muchos eligen por seguir el impresionante desfiladero de este río, lo que implica abandonar nuestro itinerario prácticamente tres días, y alargar el recorrido en una jornada.

5. Partiendo de Moissac, en la 18ª etapa la mayoría opta por seguir la variante del Canal lateral del Garonna, más corto y cómodo, y no el GR por las colinas.

6. En la etapa 21ª se ataja bastante si no se pasa por La Romieu, pero es un enclave digno de ver.

7. Por fin, en la etapa 29ª se puede dar un rodeo al norte para utilizar los servicios de Saint-Palais, o bien atajar por Uhart-Mixe para acortar la marcha.

Los principales enlaces con otros itinerarios serían el ya citado de Rocamadour, y a partir de Nogaro desviarse al sur hacia Maubourguet (tres etapas) para continuar a Lourdes, en la Via del Piémont, por el GR 101.

Para estar al día sobre los cambios de trazado, excepcionales en relación con lo que sucede en las restantes grandes vías jacobeas francesas, debe consultarse la página de la FFRP.

El Camino de Le Puy fue balizado entre 1971 y 1972 por entusiastas como Mme. Rodde y M. Chaice, siendo asumido por el Comité Nacional encargado de los GR, que editó la primera topoguía tras haberlo catalogado como GR 65. En aquel entonces hubo que recomponer, dentro de lo posible, un itinerario en muchos casos desaparecido, o sepultado por carreteras, para unir las poblaciones que sí formaban parte de la traza medieval.

Más allá de su verosimilitud histórica, los grandes senderos franceses, entre ellos los de Santiago, pretenden hacer agradable la travesía, abierta a senderistas, deportistas y todo tipo de personas dispuestas a disfrutar de la naturaleza. Es por ello que la norma fija en un 30% el máximo de asfalto permitido, y de ahí la constante articulación de alternativas amables, aunque den más rodeos -en ocasiones evidentes y puede que engorrosos-, que se apartan de la traza histórica.

A diferencia de otras rutas jacobeas como las de Vézelay o Arles, aquí no existen discordancias entre la ruta de la Fédération Française de la Randonnée Pédestre (FFRP) y las asociaciones jacobeas que operan en el territorio, por lo que el itinerario es único y está balizado con las marcas rojas y blancas del largo recorrido, al que los departamentos han sumado otros elementos informativos, sobre todo postes, que incluyen distancias y tiempos de marcha a las siguientes poblaciones, así como alturas, microtoponimia y emblemas jacobeos.

Aquí no ocurre como en el Camino de Tours, tan propicio para los bicigrinos por sus extensas planicies, y pocos son los que se aventuran a pedalear por sus etapas. La primera semana, por las montañas y mesetas del Macizo Central, no es nada propicia para las dos ruedas. Lo mismo cabe decir del descenso al valle del Lot, y en general de las jornadas que conducen a Conques.

Las colinas del Gers, con continuas subidas y bajadas para salvar arroyos y ríos, tampoco resultan amables, y menos aún con lluvia, ya que el barro suele hacer acto de presencia.

Únicamente la situación cambia al aproximarnos a las Landas, pero hablamos de una etapa, poco más, ya que en el Béarn y el País Vasco regresan los obstáculos.

Así pues, o bien uno va cargado de moral, y a la vez es un experto usuario de BTT, o acabará echando pestes del itinerario, y más pronto que tarde huyendo a las carreteras próximas, alternativas que en todo momento indicamos en esta guía, de las que ya no será fácil regresar al GR. Al respecto cabe hacerse una pregunta: ¿son estas carreteras el Camino de Santiago? Nos tememos que no.

La Vía Podiense está sobradamente preparada para acoger a los peregrinos, y prácticamente en todos los fines de etapa existe más de un albergue, sin contar otras opciones de alojamiento.

En cuanto a los albergues, la mayoría son privados, y casi todos disponen de cocina y correctas instalaciones. En menor medida encontraremos también albergues municipales (gîte communal), ligeramente más baratos, y aunque resulte sorprendente aún hay bastantes albergues de donativo, que en Francia suele ser responsable y a veces limitado solo a la cena y el desayuno, no a la pernocta. Otra cuestión que diferencia los albergues franceses de los españoles es que en ellos los espacios suelen ser más amplios, y en vez de las literas suelen predominar las camas bajas. También hay algunos albergues que ofrecen habitaciones privadas, con o sin baño, a un precio superior, pero suele ser habitual que en el precio normal nos pueda tocar en una habitación de entre tres y seis plazas, todo un lujo.

En Francia hemos de tener presentes algunas circunstancias: 1. que a diferencia de España, la mayoría de los peregrinos, sobre todo los jubilados, acuden a los albergues entre abril y junio, y en menor medida de septiembre a octubre, pero no tanto en julio y agosto, en que aumenta el número de los jóvenes; 2. que los albergues suelen ser pequeños, y en fines de semana, puentes o períodos vacacionales se llenan de senderistas con credencial, y aunque la oferta del Camino de Le Puy es potente resulta casi imprescindible reservar, en fechas complicadas al menos con dos o tres días de antelación, para evitar desagradables sorpresas, y a diario con 12 o 24 horas de antelación; 3. que en los albergues privados sin cocina es habitual alojarse en régimen de media pensión, con un precio que oscila entre los 32-40 euros/persona, gozando de preferencia quienes reservan el paquete completo aunque no sea obligatorio (será bueno tenerlo en cuenta para calcular el presupuesto); 4. que por lo general los albergues son algo más caros que en España, y raros los gestionados por asociaciones de Amigos del Camino; y 5. que todavía se puede pernoctar en algunos centros parroquiales, diocesanos o monasterios, en los que nos invitarán a participar en sus actos religiosos, algunos tan bien organizados como los de Le Puy (Seminario), Vaylats, Malet o Conques.

Una modalidad propia de Francia es la acogida en familias cristianas (www.webcompostella.com). El precio es más bajo que en un alojamiento que ofrezca media pensión, pero no resulta fácil, sin hablar francés, acceder a ellos. Sin embargo, una vez que se pernocta en una casa de esta red, nos proporcionarán contactos de las siguientes operativas. Entre las más conocidas del Camino de Le Puy están las de Estaing y Eauze, en ambos casos abiertas a todos.

Por supuesto, también será posible pernoctar en otros alojamientos como campings o chambre d’hôtes (similares a nuestras casas rurales), que en ocasiones, además de las habitaciones con baño, disponen de dormitorios compartidos específicos para peregrinos a un precio menor, y asimismo en los hoteles convencionales, que en las pequeñas localidades que viven del Camino también adaptan sus precios y estilo a los peregrinos.

Conviene advertir que en muchos de los pueblos de esta ruta, y en los albergues rurales aislados, no se acepta el pago con tarjeta, y que hay tramos largos, identificados en Al Loro, en los que no existen cajeros.

En razón a la plaga de chinches (punaise des lits), que ha afectado a éste y otros caminos jacobeos, en algunos albergues es obligatorio dejar el equipaje en una dependencia separada del dormitorio, e incluso dentro de cajas o bolsas de plástico para mayor profilaxis. No es una idea disparatada ir provisto, por si las moscas –perdón, por si los chinches–, de un espray específico.

Los servicios de alimentación, restauración o sanitarios son suficientes. En el ámbito de la compra diaria, por concentrarse los supermercados en las afueras de las poblaciones, no será habitual que se encuentren cerca del Camino, siendo necesario conformarse con las pequeñas tiendas (épicerie), cuyos precios son más elevados. A falta de bares y tapeo, aunque en el Camino de Le Puy no son extraños, hemos de recordar que en Francia es habitual recurrir a la panadería-pastelería (boulangerie-pâtisserie), donde se pueden adquirir bocadillos, quiches, pizza, pasteles a veces rellenos de pescado o carne, porciones de tarta y, por supuesto, también desayunar; suelen abrir muy temprano.

Otra opción recomendable es la de la carnicería-charcutería (boucherie), que siempre suele tener comida preparada que se despacha al peso, en su caso caliente, y bebidas. De la suerte ya depende que coincidamos con algún mercado local, donde los productores de la zona traen sus frutas y verduras, quesos, patés y también platos preparados, todo ello de buena calidad y con mucha oferta bio.

A lo largo del Camino de Le Puy proliferan dos tipos de instalaciones muy peculiares: por una parte los pequeños cafés o bares familiares, en muchos casos unidos a una granja o explotación agraria, en los que se despachan los productos propios, acompañados de bebidas frías o calientes, siempre a un precio razonable, y a veces incluso con sistemas de libre servicio y pago; y más en precario algunos vecinos instalan refugios (halte pèlerin), al abrigo de alguna construcción auxiliar, con termos de café, leche y agua para hacer infusiones, zumos, dulces o fruta, todo ello de donativo, que nos sacarán de un apuro en ciertos tramos, y en días fríos o lluviosos.

En el caso de que andemos mal de dinero, los precios más económicos siempre se encontrarán en la gran distribución, esas populares cadenas francesas (Auchan, E. Leclerc, Carrefour, Intermarché, Spar, Super U…) que en los centros urbanos y pueblos también cuentan con pequeños negocios.

De los restaurantes franceses poco se puede decir que no se sepa. A mediodía sirven diferentes tipos de menús (no del peregrino), siempre elaborados y a un precio ligeramente superior al que estamos acostumbrados en España. El problema es que por lo general de noche no hay menú, sino que se trabaja a la carta, bastante más cara. En el sur del país, sobre todo en las ciudades, también se han popularizado los locales de tapeo o raciones, y nunca faltarán pizzerías (a veces ambulantes), locales de comida rápida y, más escasas, creperías. Los cafés también suelen ofrecer menús o platos del día, siempre con el precio indicado en pizarras y cartas, por lo que no habrá grandes sorpresas. En muchos casos la bebida, más allá del agua, que se sirve gratis del grifo, no suele estar incluida en el menú.

En la mayoría de los alojamientos será exigida la credencial para poder pernoctar. Son igualmente válidas las españolas, tanto la emitida por la catedral de Santiago como la de la Federación de Asociaciones Jacobeas, pero quien comience en Francia es mejor que se haga con las del país, sea la de la Iglesia católica francesa o la de los Amigos del Camino. Su precio es de 5 euros.

Si no la tienes aún, en las principales poblaciones del Camino podrás hacerte con ella tanto en iglesias como en asociaciones jacobeas, y por supuesto en Le Puy-en-Velay (puntos de expedición referidos).

En el Camino de Le Puy se entona con mucha frecuencia la Canción de los Peregrinos, compuesta por Jean-Claude Benazet, que primero describe nuestra marcha cotidiana, luego hace un breve paseo por la historia y por fin alude al final del itinerario en Galicia. Aquí dejamos el texto, que sin duda acabaréis aprendiendo de memoria, para practicar:

“Tous les matins nous prenons le chemin,

Tous les matins nous allons plus loin,

Jour après jour, la route nous appellee,

C’es la voix de Compostelle.

 

Ultreïa! Ultreïa! E sus eia

Deus adjuva nos!

 

Chemin de terre et chemin de Foi,

Voie millénaire de l’Europe,

La voie lactée de Charlemagne,

C’est le chemin de tous mes jacquets.

 

Ultreïa!...

 

Et tout là-bas au bout du continent,

Messire Jacques nous attend,

Depuis tojours son sourire fixe,

Le soleil qui meurt au Finistère.

 

Ultreïa!...”

La densidad patrimonial de la Vía Podiense, pese a no contar con grandes ciudades, es enorme.

Por no presentar aquí una lista exhaustiva, nos limitamos a recomendar la visita de aquellos monumentos que figuran en la declaración realizada por la Unesco (1998), que a diferencia de los restantes caminos, también incorporó algunos sectores viarios relevantes: catedral de Notre-Dame y Hôtel-Dieu (Le Puy-en-Velay), camino de Nasbinals a Saint-Chély-d’Aubrac, puente sobre el Boralde (Saint-Chély-d’Aubrac), camino de Saint-Côme-d’Olt a Estaing, puente viejo (Espalion), puente sobre el Lot (Estaing), abadía de Sainte-Foy y puente sobre el Dourdou (Conques), camino de Montredon a Figeac, hôpital Saint-Jacques (Figeac), camino de Faycelles a Cajarc, dolmen de Pech-Laglaire (Gréalou), camino de Bach a Cahors, catedral de Saint-Etienne y puente Valentré (Cahors), abadía de Saint-Pierre con su claustro (Moissac), camino de Lectoure a Condom, colegiata de Saint-Pierre (La Romieu), puente sobre l’Artigue (Larresingle), iglesia de Sainte-Quitteire (Aire-sur-l’Adour), camino de Aroue a Ostabat y Puerta de Saint-Jacques (Saint-Jean-Pied-de-Port).

También sobresalen muchos conjuntos históricos, algunos de los cuales pertenecen a la exigente asociación Les Plus Beaux Villages de France: Saint-Côme-d’Olt, Estaing, Conques, Lauzerte, Auvillar, La Romieu, Larressingle, Montréal-du-Gers, Navarrenx y Saint-Jean-Pied-de-Port.

A los anteriores hay que sumar otros de mayor envergadura, de carácter más urbano, como Le Puy-en-Velay, Espalion, Figeac, Cahors, Moissac, Lectoure, Condom o Aire-sur-l’Adour.

Por fin, no podemos olvidar otros núcleos de menor tamaño con indudable encanto, por citar algunos Saugues, Saint-Chély-d’Aubrac, Cajarc, Montcuq, Eauze o Arzacq-Arraziguet.