Papadopou
Imagen de Papadopou

Ideas peregrinas en un Camino desde Málaga

El peregrino accidental en ocasiones se siente como si estuviera encaramado en el péndulo de un reloj. Vive instalado en la constante oscilación que marca el paso de un tiempo que no le pertenece. Lo ha vendido a cambio de una vida que pasa,  casi, sin dejar huella.

De forma impensada a veces parte en busca de ese tiempo perdido. Aumentando el impulso del balanceo,  como un niño en un columpio, asciende más alto y cuando casi tiene la nube blanca al alcance de la mano se suelta del asidero y salta al vacío. Es un salto de fe. El aire se cuajará bajo sus pies y se dejará pisar por los pasos que todavía no han sido dados. Un nuevo camino se materializará. Un peregrino fortuito pues no esperaba recuperar de nuevo esos trocitos de vida.

El vaivén no solo le lleva arriba y abajo. También adentro y afuera. Ahora dentro del camino, después fuera otra vez, de vuelta a la vida cotidiana y vuelta a empezar. En ocasiones está aquí, en ocasiones allí. Cuando está en este lado se sorprende pensándose como si estuviera en el otro. Porque mientras está aquí desearía encontrarse allí. Casi nunca al contrario. En cierto modo un peregrino intermitente.

Pero aquí y allí suelen ser términos relativos, dependen del punto de vista. El sujeto aunque esté, pues eso,  sujeto, anclado en uno de los lados, puede perder de vista en cuál se encuentra realmente. Puede parecer nítido cuando existe una línea que los separa, como cuando se cambia de acera para cruzar una calle o al atravesar un rio de una orilla a la otra. Pero otras veces será menos evidente, como con los dos lados de un espejo. En otras no resultará en absoluto obvio cuando aquí y allí se confundan dentro de su cabeza y trate de acertar con los ojos cerrados. Peregrino en un Camino que puede ser su vida misma. Una vida que es su propio Camino.

Un peregrino accidental puede que inesperadamente se deje llevar por la melancolía. Tal vez crea vivir en una caverna oscura y del exterior solo aprecie las sombras que se proyectan desde fuera.  Señalará la luz que entra por la boca del agujero imaginando una escapatoria. Pero no puede asegurar que lo que haya allí fuera sea el mundo real o si, por el contrario, lo son esas sombras que se dibujan en las paredes que le rodean.

Dentro la vida puede parecerle un cúmulo de infelicidad. Un cúmulo, un nimbo, un cirro. Una nube enorme dispuesta a descargar encima suyo el mayor aguacero que nunca haya sido llovido. Entonces escapará a los caminos con las anteojeras puestas, sin atender a lo esencial. Un tanto pusilánime, ciertamente. Más bien un tonto pusilánime.

Porque cuando llegue esa hora de la noche en que la desazón malmete y musita al oído el dulce veneno que no sabe como dejar de escuchar, le bastará levantar la vista para darse cuenta de que por ninguna parte está esa nube negra que cree que le  persigue.

Lo que halla cuando alarga la mano, entre el sueño y la vigilia, es la calidez de la piel suave de quien reposa a su lado tras compartir su día y cuya presencia le grita que no camina en soledad, aunque en ocasiones se resista a entenderlo así.

Entonces se volverá animoso. Alivio de luto. Pretenderá recobrar aquel tiempo dilapidado y encalará las paredes de la caverna, cubriéndolas de un blanco luminoso que invitará a las sombras a disiparse. Tal vez también pueda encontrar la forma de abrir algún tragaluz para que el sol siempre pueda penetrar hasta el fondo iluminándolo todo.

Ahora caminará en compañía para evitar que algunas de las ideas más peregrinas, que en ocasiones surgen a su pesar, dibujen su día a día. Porque de lo contrario le harán vivir un sueño, una sombra, una ficción, a veces una aflicción.

El peregrino accidental o vocacional, intermitente, fortuito, impensado, solitario o acompañado, pusilánime o animoso, sueña que…  ¿Con qué sueña el peregrino? 

Pues, tal como sueña el rey que es rey y gobierna, el peregrino sueña que es peregrino. Tal como el rico sueña su riqueza y el pobre su miseria, de igual forma el peregrino sueña su peregrinaje. Con ello vive porque ¿qué es la vida? “… una ilusión, una sombra, una ficción. Y el mayor bien es pequeño: Que toda la vida es sueño. Y los sueños, sueños son“.  Y, como todo el mundo sabe,  esas palabras no son mías. Solo las tomé prestadas.

 

Indi
Imagen de Indi

Ese parece que sí, a la salida de Espejo wink