Camino de Fisterra y Muxía | Información

Se conoce como Camino de Fisterra y Muxía la prolongación del Camino de Santiago que une la capital gallega con el cabo de Finisterre y con Muxía, situados ambos en la legendaria Costa da Morte. Resulta una ruta diferente y singular, pues es la única que no conduce a Compostela, sino que arranca desde allí, y por ello es utilizada como continuación o epílogo del camino realizado por cada peregrino, caminando las pocas jornadas que restan hasta el fin del mundo.

Se calcula que entre el 10 y el 15% de los peregrinos que llegan a Compostela siguen su periplo hasta Fisterra, y muchos de ellos aprovechan también para acercarse a Muxía (la etapa de enlace está señalizada en ambos sentidos, Fisterra-Muxía o Muxía-Fisterra, mediante mojones y flechas dobles). Incluso hay quien, tras visitar ambos destinos finales de la ruta jacobea, continúa caminando de vuelta hacia Santiago realizando un recorrido casi circular.

Podéis leer el artículo de Antón Pombo: ¿primero a Fisterra o a Muxía?.

Cabo Finisterre

La peregrinación hacia el Finis Terrae gallego (o hacia los diversos Finis Terris, pues también así eran considerados los puntos más occidentales de BretañaPen ar Bed, en la región de Armórica–, de Gran GretañaLand’s End, en Cornualles– y de Irlanda) es un fenómeno que se remonta a épocas muy anteriores al cristianismo, fruto de una tradición milenaria de caminar hacia el oeste siguiendo el curso del sol, para descubrir los límites del mundo conocido y el lugar donde el astro rey, en su declive, era engullido a diario por el océano.

En toda la costa (tanto en el Facho de Fisterra, como en el monte Corpiño de Muxía, como en lo alto del Monte Pindo –en Carnota, cerca de Cee–) existían miradores o lugares mágicos donde los sacerdotes del neolítico observaban el nacimiento y el ocaso del sol, culto o adoración que persistió bajo la cultura celta. Mucho más tarde la Iglesia, en su campaña para cristianizar esta tierra hostil, adaptó dichos ritos ancestrales incorporándolos al relato jacobeo mediante un hábil mecanismo de sincretismo religioso, convirtiendo aquellos lugares mágicos en lugares santos (ligados ahora a las figuras de Santiago y de la Virgen María en su encuentro mítico en este confín de Gallaecia, que daría lugar a la leyenda de la Virxe da Barca de Muxía, en cuyo honor se erigió el santuario). A lo largo de nuestra ruta encontraremos también referencias a otros relatos fantásticos vinculados a la traslatio del cuerpo del apóstol, como el del castigo sobre la desaparecida ciudad romana de Dugium (probablemente Duio, cerca de Fisterra), o el episodio de la persecución que finalizaría al desmoronarse el puente sobre el río Tambre (en Ponte Maceira, cerca de Negreira).

Ya fuese por motivos de fe, o en cumplimiento de una antiquísima tradición pagana, lo cierto es que durante la Edad Media muchos viajeros llegados a Compostela continuaban su camino hasta Muxía y el cabo de Finisterre; prueba de ello la tenemos en los hospitales de peregrinos que ya en el siglo XII jalonaban la ruta, o en la carta que remitió en 1119 el abad de San Xián de Moraime al rey Alfonso VII, donde expresaba su preocupación por dar hospedaje a los numerosos peregrinos que se acercaban a la zona.

Diferentes viajeros ilustres narraron en sus diarios la peregrinación a Fisterra: el caballero húngaro Jorge Grisaphan (1355), el gascón Nompar de Caumont (1417), el noble checo León de Rosmithal (1465), el alemán Sebald Ritter (1462), el veneciano Bartolomé Fontana (1539), el militar y diplomático Erich Lassota (1581), el clérigo boloñés –gran cronista de sus cuatro peregrinaciones a Santiago– Doménico Laffi (1673)… Al parecer, los santos y advocaciones de Fisterra y Muxía recogían tanto fervor popular que en el siglo XVI el licenciado Molina escribía, en referencia al Santo Cristo de Fisterra: “acuden a él más romeros que vienen al Apóstol”.  Con los siglos XVIII y XIX llegó el declive y las peregrinaciones se convirtieron en un fenómeno minoritario, cada vez más residual, persistiendo apenas el culto local, situación que se agravaría a raíz de los conflictos europeos de la primera mitad del siglo XX.

Felizmente, en la década de 1990 este recorrido fue documentado y recuperado como Camino de Santiago por la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago (AGACS), y acto seguido fue reconocido por la Xunta de Galicia en la red de caminos oficiales. A partir de la entrada del siglo XXI su popularidad ha crecido exponencialmente, por ser un complemento o colofón perfecto tras llegar a Compostela por cualquiera de las otras rutas jacobeas.

En el camino hacia Fisterra y Muxía podemos seguir utilizando la misma credencial con que llegamos a Compostela, si bien disponemos de una credencial específica y gratuita que entregan en Santiago, en la Oficina de Acogida al Peregrino (Rúa Carretas 33, de 8:00 a 19:00, en verano hasta las 20:00). Debéis dirigiros al despacho situado entrando a la izquierda, sin necesidad de hacer cola.  

La credencial y los sellos de paso sirven para acreditar nuestra condición de peregrinos y poder utilizar los albergues públicos, pero también serán el comprobante necesario para obtener al final de la ruta dos documentos o certificados de nuestro periplo: la Fisterrana en Fisterra, la Muxiana en Muxía, o bien ambas (en caso de caminar –o pedalear– hasta los dos puntos finales).

A lo largo de los 86,7 kilómetros hasta Fisterra el camino pasa por 18 localidades con servicios, de lo que resulta una media de una población cada 4,8 km. En caso de optar por caminar hacia Muxía serían 85,6 km, distancia muy similar. Si decidimos continuar de Muxía a Fisterra, o viceversa, deberemos añadir en ambos casos una jornada más, que supondrá 27,8 km adicionales, pero muy agradables.

En total, en el supuesto de visitar ambos destinos, serían entre 113 y 117 km, dependiendo del recorrido que hayamos seguido, una distancia asumible en 4 ó 5 jornadas a pie. En nuestra guía hemos añadido un paseíllo o media etapa adicional, que corresponde al imprescindible recorrido final desde la villa de Fisterra hasta el cabo de Finisterre para ver la puesta de sol, que supone unos 7 km entre ir y volver.

Las localidades más importantes que encontraremos a lo largo de esta ruta son Negreira, Cee, Fisterra y Muxía, todas ellas poblaciones de tamaño medio que rondan los 5.000 habitantes y que cuentan con todos los servicios. Las distancias más largas sin posibilidad de avituallamiento son de Hospital a Cee (13,2 km) y de Muxía a Lires (14,3 km).

De no existir ni un solo albergue en este camino en el año 2000, se ha pasado a más de 50 albergues en la actualidad, lo que demuestra el aumento exponencial de peregrinos que recorren esta ruta. A lo largo de la misma encontraremos varios albergues de la Xunta (en Negreira, Olveiroa, Fisterra y Dumbría), otros municipales (en Vilaserío, Corcubión –gestionado por la AGACS– y Muxía) y 46 albergues privados, según nuestro recuento de 2019, además de numerosos alojamientos convencionales (hoteles, pensiones y casas rurales). Tanto los albergues públicos como muchos privados permanecen abiertos durante todo el año.

El trazado del Camino a Fisterra y Muxía se circunscribe a la comunidad autónoma de Galicia, y más concretamente a una sola de sus provincias, la de A Coruña.

El perfil del camino a Fisterra y Muxía es quebrado pero no presenta especiales dificultades orográficas. Todas las cotas a salvar son modestas, destacando el alto de Mar de Ovellas, a 11 km de Santiago y con 210 metros de desnivel, las subidas a la salida de Negreira y de Olveiroa, el breve ascenso por la ladera del monte Aro (entre A Gueima y Lago), la abrupta rampa de bajada a Cee y el ascenso al monte Facho de Lourido, de 280 metros (entre Muxía y Lires).

Por lo respecta a la climatología, este camino es asequible en cualquier época del año, puesto que la proximidad del mar atempera el frío en invierno y modera el calor en verano. Sin embargo, por su exposición en primera línea a los frentes atlánticos, sería una de las zonas de la Península Ibérica con más días de lluvia; incluso en verano no son frecuentes 5 ó 6 días seguidos sin lluvia, por lo que probablemente pillaremos algún chubasco durante el recorrido. También es habitual el barruzo, orbayo o llovizna suave, así como las nieblas matinales en el interior. Durante episodios de temporal el viento suele soplar muy fuerte en los puntos elevados y en la franja costera, especialmente en las zonas más expuestas a oeste, como sería todo el litoral entre el cabo Finisterre y Muxía.

Respecto a las variantes señalizadas, cabe reseñar una justo a la salida de Negreira por la senda fluvial junto al río Barcala, y la que encontraremos poco después de A Pena, que evita un tramo de carretera estrecha y sin arcén; ambas resultan muy recomendables, y así lo hemos indicado en nuestros apartados Al Loro y Recorrido de la correspondiente etapa 2 (Negreira-Olveiroa).

Existe otra variante que desde Vilar do Castro lleva hacia A Picota, si bien sólo será de utilidad para aquellos que deseen pernoctar en alguno de los alojamientos de dicha localidad, capital del concello de Mazaricos.

En el paseo final de Fisterra al cabo de Finisterre disponemos de una variante que arranca cerca de la playa de Mar de Fóra y asciende por A Ínsua, con vistas magníficas sobre la costa y sobre el faro; resulta muy recomendable, especialmente en el trayecto de ida, como os explicamos en nuestros apartados Al Loro y Recorrido de la etapa 5.

Finalmente, aunque no sea propiamente una variante, debemos indicar la ruta –oficial y bien señalizada– que conduce desde la bifurcación de caminos en Hospital hasta Muxía (etapa 3M), así como la etapa de enlace entre Muxía y Fisterra (etapa 4M), los dos destinos últimos de este camino.

En los últimos años se ha señalizado y promocionado el camino o variante a Muxía, que arranca desde una bifurcación situada en una rotonda 5 km después de Olveiroa, en la localidad de Hospital, donde antiguamente hubo un hospital de peregrinos. Según las crónicas medievales era habitual que, antes de ir a Finisterre, los viajeros se acercasen a Muxía para visitar el lugar al que –según la leyenda jacobea– llegó la Virgen María en una barca de piedra con la voluntad de dar ánimos al apóstol en su tarea evangelizadora, y donde más tarde fue erigido el santuario de Nosa Señora da Barca.

También hoy, a la vista de la progresiva masificación de la ruta hacia Fisterra, bastantes peregrinos deciden ir primero a Muxía, trazado que resulta menos concurrido. La villa marinera, situada en el corazón de la Costa da Morte, dispone de varios albergues, hoteles, una magnífica lonja y buenos restaurantes, siendo un lugar perfecto para darse un homenaje gastronómico. Además, desde los roquedos o pedras santas alrededor de la punta de la Barca podremos disfrutar de una bellísima puesta de sol sobre el océano, que nada tiene que envidiar a las de Finisterre.

La continuación desde Muxía a Fisterra constituye una etapa muy agradable que recorre montes y bosques, en paralelo a la costa pero sin apenas contacto con ésta. El trazado está bien señalizado en ambos sentidos, por lo que es habitual coincidir con peregrinos que vienen desde Fisterra. Aquellos que deseen dividir la jornada pueden hacerlo pernoctando en la localidad de Lires, situada justo en el ecuador de la etapa.

Ningún peregrino puede olvidar recoger su Fisterrana, un documento gratuito similar a la Compostela –pero laico y en gallego– que acredita que hemos realizado el camino desde Santiago hasta aquí, el Fin del Mundo. Actualmente la entregan, presentando la credencial sellada durante la ruta, en la oficina de información turística sita en la plaza de la Constitución de Fisterra, así como en el albergue público.

De la misma manera, una vez lleguemos a Muxía podemos solicitar la Muxiana, certificado que nos entregarán en la oficina de turismo, en el albergue municipal y en algunos albergues privados. Por supuesto, la misma credencial y sellos de paso servirán también, si seguimos hasta Fisterra, para obtener allí la Fisterrana.

Pero el verdadero premio al final de este camino, ya sea en el cabo de Finisterre o en las rocas de Muxía (o en ambos lugares, por supuesto, y si el tiempo lo permite), será contemplar en silencio la puesta de sol sobre el océano, un momento emocionante, difícilmente explicable con palabras, en el que los peregrinos hacen balance de los días, semanas o meses de viaje que les han llevado hasta aquí. Como bien dice el historiador y periodista Antón Pombo, resulta un colofón de película para cualquier peregrino mínimamente sensible.

Para volver desde Fisterra o Muxía disponemos de líneas regulares de autobús hacia Santiago y A Coruña, con varias frecuencias al día (los pasajes se pueden comprar en el mismo autobús, si bien conviene consultar los horarios pues varían si se trata de días laborables o fines de semana); también hay una conexión en bus entre Fisterra y Muxía, con trasbordo en Cee.